5 de febrero de 2015

Una explicación naturalista del especismo



Un fundamento biológico en la existencia de los prejuicios

Nuestra actual relación con los demás animales está basada en pautas y costumbres que hemos heredado del Paleolítico y que continuamos por inercia social. A pesar de que la cultura y el contexto han cambiado profundamente, nuestra actitud con los otros animales apenas ha evolucionado desde entonces.

Mucha gente parece convencida de que la explotación animal es un fenómeno natural que surge espontáneamente pero lo cierto es que desde la infancia nos inculcan que los animales son "seres inferiores" que existen como meros recursos para nuestro beneficio. Este adoctrinamiento moldea nuestra visión del mundo. No obstante, la idea de que este prejuicio especista cosifica a los animales sólo tiene un origen en la cultura y la educación, y tienen poco o nada que ver con la biología, podría ser equivocada.

Podemos reconocer el decisivo papel que poseen la educación y el contexto social a la hora de perpetuar la mentalidad especista. Sin embargo, esto no quiere decir que el especismo sea un prejuicio de origen puramente cultural. Considero razonable suponer que haber una cierta tendencia natural o biológica detrás de este comportamiento.

Pienso que lo mismo serviría para explicar —pero no para justificar— el racismo y el sexismo. De hecho, no creo que pueda producirse ningún fenómeno ideológico o cultural sin que exista sin alguna clase de base biológica en su origen; en tanto que somos esencialmente seres biológicos. Lo contrario sería asumir irracionalmente que las cosas surgen de la nada, pero de la nada no puede surgir nada.

Las ideologías nunca surgen del vacío sino que tienen siempre un fundamento previo que no depende del pensamiento.

Por supuesto que nuestra mentalidad se configura en gran medida según la educación y el ambiente en el que crecemos y vivimos. Sin embargo, eso sólo explica cómo se inculcan las ideas pero no explicaría cómo surgen originariamente. Explicar esto último es acerca de lo que trata este ensayo.

En lugar de dictaminar con tosquedad apelando a la maldad, a la estupidez o a la simple ignorancia; comprenderemos mejor los problemas que están ocurriendo si los estudiamos de forma imparcial y objetiva. Y de este modo podremos afrontarlos y solucionarlos de manera más efectiva.

Las evidencias muestran que parece haber cierta tendencia biológica a favorecer a quienes son más semejantes que nosotros, lo cual implica desfavorecer a los más diferentes, y es algo que está presente en el comportamiento instintivo de muchos animales.

Este rasgo innato explicaría en parte la facilidad con la que los prejuicios grupalistas han predominado a lo largo de la historia. La tendencia básica de la que hablamos sería la misma en todos los casos, pero se manifestaría en diversas formas y modos.

Dado lo extendido y arraigado que siempre ha estado el especismo entre la humanidad, una explicación biológica ayudaría a comprender la causa de esta situación. La explicación se basaría en el hecho de que tenemos una preferencia por aquellos individuos que se parecen genéticamente más a nosotros dada la ventaja evolutiva que ello supone.

Bajo esta perspectiva, así como tendemos a considerar a un familiar antes que un desconocido, o a un paisano antes que a un extranjero, igualmente es comprensible que tengamos una disposición a considerar a los humanos antes que al resto de animales por cierta simpatía de semejanza.

De hecho, incluso entre animalistas —incluso entre veganos— parecen inevitablemente surgir estas tendencias, pues parece que no es inusual que se considere más a los mamíferos, y especialmente primates, que a los peces o los insectos. De ahí que comprobemos que las campañas animalistas estén casi siempre centradas en aquéllos.

Por tanto, bien podemos explicar el origen del especismo apelando a cierta tendencia biológica. Aunque es importante tener en cuenta siempre que los individuos no somos clones ni productos de fábrica y que cada uno es diferente y hay diversos grados en una tendencia que es meramente general.

Las tendencias biológicas no son criterios morales

Antes de que nos dejemos llevar por la tentación de caer en la  falacia naturalista, es necesario aclarar que, incluso suponiendo que el especismo tuviera una causa natural, de esto no se sigue que debamos ser especistas o que está bien que seamos especistas. Así como aclara Pere Estupinyà:

«Conocer este innatismo no nos debe servir para justificar nuestras acciones ni aceptarnos tal y como somos, sino para saber qué cualidades podemos potenciar y cuáles ofrecerán resistencia cuando intentemos corregirlas a fin de conseguir el bienestar individual y común.» [Pere Estupinyá, El ladrón de cerebros, 2010]

Ahora, suponiendo que las explicaciones biológicas del especismo sean creíbles, ¿qué dice ello de la posibilidad de superar el especismo?

Si en efecto existen, siempre han existido, y puede que siempre existirán, conflictos grupales entre humanos motivados por instintos discriminatorios —racismo, sexismo, nacionalismo— ¿por qué no se podría señalar lo mismo, con mayor razón, de nuestra desconsideración hacia otros animales?

Si nuestra desconsideración moral hacia los no-humanos fuera algo meramente adquirido entonces la solución a este problema no da lugar a controversia, pues lo adquirido se puede eliminar de la misma manera. Ahora bien, si el especismo es un prejuicio que tiene su fundamento también en nuestra biología entonces debemos tenerlo en cuenta y no verlo solamente como un constructo cultural, si en verdad deseamos evitarlo.

Estoy de acuerdo con la tesis de Steven Pinker acerca de que es errónea la creencia de la naturaleza humana es una "tabla rasa". No surgimos como hojas en blanco sino nacemos con una estructura natural inherente que incluye tanto nuestro cuerpo como nuestra mente. También estoy de acuerdo en que el papel que juega el ambiente y la cultura en el desarrollo de nuestra personalidad son decisivos. Todos estos factores —naturaleza, ambiente, cultura— intervienen igualmente en la formación de nuestra mentalidad. Incluso esos mismos factores influyen entre ellos. Se trata de una vía de dos direcciones. Si bien la biología influye decididamente en la cultura, ésta a su vez puede influir en la biología.

El ambiente moldea parte de nuestra biología, es cierto; pero, debemos comprender que, en tanto que no somos una tabla rasa, no somos infinitamente moldeables. Hay ciertos limites que debemos asumir.

Pero en lugar de cometer el error maniqueo de cambiar el mito de la "tabla rasa" por el mito de la "tabla determinata", deberíamos forjar una nueva visión que equilibre de forma inteligente todos los elementos implicados, que se acerca más a la realidad y nos permita afrontar el progreso moral con mayor éxito.

Aunque fuera efectivamente cierto que existe una cierta predisposición biológica a la discriminación especista esto no quiere decir que dicha predisposición sea un destino. Una predisposición no es una determinación. El ambiente y la educación que recibimos enfoca nuestra base biológica.

Creo que el problema está en cómo interpretamos la presencia de esa tendencia a la afinidad con los semejantes. A mi modo de ver, nos equivocamos si equiparamos una tendencia como una determinación. No son lo mismo. Que pudiera haber una tendencia no significa que estemos obligados a que esa tendencia determine nuestra forma de pensar y de actuar.

¿Nos sentimos más identificados con quienes nos son más cercanos genéticamente? Quizás, en cierto modo, en ciertas ocasiones, no siempre. Si aquello fuera una tendencia determinista entraría en contradicción con el hecho de que podemos comprobar que surgen amores, amistades o consideración entre individuos de diferente raza o especie. ¿Acaso no hay muchos humanos que se preocupan altruistamente por individuos no-humanos y dedican su vida a ellos?

Tenemos más preocupación personal por nuestros allegados: amigos, familiares, compañeros. Los hechos lo indican claramente. Pero hay niveles de consideración. La moral igualitaria no es incompatible con la existencia de un ámbito privado. Podemos preocuparnos de forma especial por nuestra familia y al mismo tiempo respetar a los demás individuos como personas y no tratarlos como objetos.

Nuestra conducta no está determinada por la biología

No veo por qué razón el especismo es diferente del resto de prejuicios. Si podemos superar el racismo, el sexismo, o la homofobia, ¿por qué no vamos a poder superar el especismo?

Claro que la biología fundamenta y condiciona todo nuestro comportamiento, pero esto no equivale a que la biología determine todo lo que hacemos. Nuestra configuración biológica puede, por ejemplo, hacernos tender a la ira, pero el autocontrol aprendido gracias a la educación que recibimos consigue que reconozcamos esta ira y podamos controlarla y atenuarla y, finalmente, anularla.

Una tendencia no equivale a una inevitabilidad. ¿Existe una tendencia inherente a favorecer a quienes son más parecidos a nosotros? Puede que sí ¿Esta tendencia implica que estamos determinados a ella? Me parece que no. De acuerdo a lo que señala Stuart Sutherland en su destacado estudio sobre la irracionalidad:

«Posiblemente el desagrado hacia los exogrupos sea hasta cierto punto innato y se remonte a nuestra historia tribal. Pero eso ni lo justifica ni implica necesariamente que se imposible de controlar.» [Suart Sutherland, Irracionalidad, 1992]

En la obra del profesor Konrad Lorenz se postula que en los animales por lo general existe un instinto de agresión —una predisposición agresiva innata. Pero aunque esa tendencia es inherente no es unívoca. Se puede dirigir tanto a la guerra —y otras formas de violencia— como hacia actividades civilizadas y constructivas como son el arte, el deporte y la cultura en general. Pensemos en el heavy metal, en las artes marciales y en los juegos de consola.

Por todo ello, no deberíamos caer en el pesimismo: el pesimismo de creer que no podemos dejar de ser especistas o que nunca podremos conseguir que la sociedad deje de ser especista.

El pesimismo no lo considero una postura razonable puesto que no me parece justificado. Es decir, si lo que pretendemos es que el especismo desaparezca en la nada absoluta, esto sería imposible. Alguien que pretenda tal cosa es consecuente que se abisme en el pesimismo. Pero es una postura absurda. Es como deprimirse porque nunca podremos ser inmortales. Lo que sí podemos conseguir es vivir existencias más largas que las de nuestros antepasados, más acordes con la ética, y razonablemente felices. Nuestra actitud ante las vicisitudes de la vida depende en gran medida de la visión y el objetivo que nos marquemos previamente.

Si en efecto el prejuicio se trata de una tendencia que aparece de forma inherente entonces no podemos erradicarlo hasta hacerla desaparecer. Ahora bien, esto no significa que educando a la gente no podamos evitar que haya menos personas que asuman ese prejuicio como parte de su forma de pensar que las que habría sin esa educación igualitaria. La cultura sirve entre otras cosas para controlar estas tendencias innatas. En palabras de Manuel Garrido Lora«La biología nos hace agresivos, pero es la cultura la que nos hace pacíficos o violentos

Veamos el caso del machismo. La práctica del machismo puede aarecer como:

[1] Un prejuicio sistemático asentada en la corriente de la mentalidad predominante y en la propia estructura de la sociedad.

[2] Un caso marginal y excepcional; algo que sucede ocasionalmente pero que es rechazado por la mayoría de la sociedad.

Creo que podemos comprobar que hay una abismal diferencia entre ambas situaciones. Según lo veo yo, el especismo puede ser afrontado de forma similar. 

Que el especismo no es una tendencia determinista está claro, pues millones de personas veganas lo demuestran cada día mediante sus ideas y acciones.

Una nueva perspectiva sobre un problema antiguo

En conclusión, plantear el problema del especismo desde un punto de vista naturalista no sirve para justificarlo ni tampoco para despreciar la explicación cultural.

La explicación naturalista sirve para complementar la explicación cultural. Sirve para comprender el porqué ocurre lo que ocurre. Y sirve para que nos planteemos la posibilidad de que el cambio de mentalidad —aunque necesario e importante— puede no ser suficiente para hacerlo desaparecer y que debemos estar vigilantes ante la posibilidad de que esta tendencia inherente se manifieste en cualquier momento y forma.

Ser conscientes de que la semilla del especismo está dentro de nosotros es un conocimiento que nos ayudará a evitar que surja y nos domine. Sólo así lo podremos entender y controlar y conseguir que no rija nuestra vida, tal y como está ocurriendo actualmente.

Creo que no es ilusorio pensar que podemos superar el especismo como la ideología dominante en nuestras vidas, al igual que podemos superar el resto de prejuicios. Citando al profesor António Damasio:

«La naturaleza por sí misma no tiene valores morales. Sin embargo, tenemos la cultura, la posibilidad de reflexionar sobre nuestras vidas y de cambiar las cosas. Le pondré un ejemplo relacionado con la esclavitud: desde el punto de vista de quien se beneficiaba de ella, podía ser buena, pero los seres humanos hemos descubierto que la esclavitud no es buena y la hemos abolido. Eso no surge de la evolución biológica. Es algo cultural.» [Entrevista a António Damasio, El Periódico de Catalunya, 11 de octubre del 2010]

Por todo ello, si bien el especismo —al igual que el racismo u otros prejuicios— tal vez nunca pudiera ser completamente erradicado del todo, dado que en su origen habría un factor biológico intrínseco, sí que puede ser desterrado en una gran medida y pienso que sería un imperativo moral que nos esforcemos para conseguirlo.


5 comentarios:

  1. Interesante. Supongo que esta realidad será fuente de conflicto moral para ti. ¿Qué factor resulta más determinante para ti a la hora de entablar relaciones afecivas, la filiación genética o la ética? Aprecias más a tus colegas veganos o a tus familiares directos (padres, hermanos) no veganos? Suponiendo que haya alguien en tu familia que no comparta tu filosofía vegana, claro...

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    1. Bueno, no sé por qué dices eso. Yo no veo que me genere ningún conflicto. Mas bién sería al contrario. Gracias a este conocimiento puedo entender y resolver mejor los conflictos que puedan surgir. Gracias al conocimiento que tenemos sobre la manera en que funciona la mentalidad y la psicología humana, puedo comprender por qué la gente piensa y actúa como lo hace.

      No considero que ni la genética ni la ética sean factores determinantes en cuestiones propiamente afectivas. Tengo un profundo afecto por otras personas que no son humanas (que son genéticamente muy distintas a mí). Y la mayoría de seres humanos con los que tengo una relación en mi vida privada no son veganos. La mayoría de mis amigos y familiares no son veganos. Esto es algo que me apesadumbra, y me preocupa, pero no altera sustancialmente mi afecto por ellos porque comprendo que no lo hacen por maldad y espero que en el futuro decidan cambiar; y de hecho ya han evolucionado para mejor en algunos aspectos aunque no lo suficiente, y sigo intentando ayudarles a que progresen por ese camino.

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  2. Entonces consideras que existen distintos grados de evolución en esta materia? Porque el otro día no me dio esa impresión cuando leí un artículo tuyo en el que negabas a la artista Grimes su condición de vegana porque un día decidió confesar que se había comido un helado hecho con leche.

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    1. Claro que existen grados o etapas dentro del progreso moral. Nunca he sugerido lo contrario.

      Lo que no existen son grados de veganismo. Ser vegano es rechazar moralmente la explotación de los demás animales. O la rechazas o no la rechazas. No hay grados. Y si la rechazas entonces jamás participarás en ella voluntariamente.

      La persona que mencionas demostró su falta de compromiso con el veganismo al financiar voluntariamente la explotación animal con la mera excusa de deleitarse con un producto que implica esclavizar y asesinar animales inocentes.

      No considero que personas que actúen de ese modo sean veganas, porque el veganismo es ante todo una ética. No es una dieta ni una práctica. Aunque, por supuesto que asumir el veganismo implica, como consecuencia, una determinada práctica. Pero el simple hecho de no consumir animales habitualmente no te hace vegano, como demuestra el caso de Grimes. Cuando no hay un fundamento moral, las personas que dicen practicar el veganismo a menudo incurren en incoherencias inexcusables.

      Asumir el veganismo implica una forma de vida, pero el veganismo es un principio ético, y un principio, por definición, no acepta grados. Aunque sí se pueden atravesar grados de concienciación hasta llegar a él. Y también hay grados de coherencia en la práctica del veganismo que cualquier persona va pasando mientras se informa de cómo evitar y sustituir todos los productos de origen animal en su vida.

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  3. Esa persona "surcos", es un troll, proablemente, ya que he recibido comentarios iguales a estos cientos de veces, y pareciera que todos dicen las mismas frases copiadas del libro "cómo vivir en negación de la realidad" respecto al veganismo. Se ceban en atacar a quienes defienden los derechos de sus víctimas. Pero esto no durará ya mucho, en unas décadas el 95% de la población humana en la Tierra serán veganos, así que poco les queda...

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