Estoy firmemente convencido de que debemos ser lo más rigurosos posibles en la práctica del veganismo en nuestra vida. A pesar de haber apoyado en principio aquella idea de que debemos centrarnos en los productos y no en los
subproductos; como una cuestión de estrategia.
He llegado a la conclusión de que esta distinción no es correcta ni moralmente justificable. Además, considero que este enfoque puede servir para tergiversar la esencia del mensaje y servir al final más como una excusa para llevar un veganismo liviano y poco riguroso que como una forma de centrar nuestras energías en el
activismo abolicionista, que era de lo que se trataba.
La distinción entre producto y subproducto no es una distinción moral
El
veganismo es un principio moral de rechazo a la explotación animal; no es una dieta o un estilo de vida. Es verdad que al vivir en esta sociedad especista no podemos librarnos de toda nuestra participación en la explotación de los otros animales, aunque sea una participación indirecta, pero está claro que podemos perfectamente evitar usar zapatos de piel.
Me he encontrado en varias ocasiones con el caso de que ciertas personas usaban calzado o vestimenta hecha con productos animales comprados antes de ser veganas y que se excusaban con el argumento consecuencialista de que ya no provocaban daño al usar dicho producto aunque sí lo hubieran hecho en el momento de dar dinero a la industria de explotación peletera. Pero creo que es un grave error usar tales objetos para nuestro beneficio porque con ellos estamos aceptando el resultado de un crimen.
Si tenemos una alternativa debemos optar siempre por la alternativa vegana. Esa piel fue arrancada de un animal después de ser asesinado o incluso siendo todavía consciente. ¿Quieres calzarte o vestirte con el producto de semejante crimen? Yo prefiero vestirme y calzarme sin llevar encima el resultado de la muerte intencionada de un ser inocente.
En ambos casos estarías consumiendo un producto de la explotación animal; estarías participando en una actividad que consiste en explotar a los demás animales. El consumo es la última etapa de la explotación, pero es parte de ella como cualquier otra. Y, además, es precisamente ese consumo el que genera la demanda. Es un círculo vicioso.
Además, al hacerlo también estás manifestando implícitamente al resto de la gente que explotar a los animales es algo que está bien. Incluso te estás diciendo
a ti mismo que explotar a otros animales es algo está bien.
Si un criminal hubiera hecho zapatos de piel humana, ¿estaría bien que utilizarámos esos zapatos?
Usar zapatos de piel es explotar a los animales. Eso es consumir el producto de la explotación animal. Eso sólo lo puede hacer alguien que siga viendo a los demás animales como objetos. Alguien que considere que los demás animales son personas no puede aprovecharse del producto de su esclavitud y asesinato, sobre todo cuando puede evitarlo.
No es una justificación alegar que "el mal ya está hecho". Esa excusa valdría para justificar cualquier crimen, puesto que todo mal se produce en un momento determinado que luego pasa en el tiempo. De ese modo podríamos cometer toda clase de maldades y luego decir "pero ya está hecho". Me parece increíblemente absurdo. El mal que "ya está hecho" sigue siendo un mal. Unos zapatos de piel son un mal: son parte del cuerpo de alguien que fue esclavizado y asesinado para ser convertido en un producto de consumo.
Hacer lo más fácil no equivale a hacer lo correcto
Soy consciente de que vivimos en una sociedad basada en la explotación de los demás animales. Vivir un veganismo estricto en la práctica puede resultar quizás difícil en ciertas ocasiones y por eso resulta más cómodo —pero no justo ni correcto— dejarse llevar por la inercia de nuestro alrededor. No debemos dejarnos llevar. Nos resultará menos difícil si estamos convencidos de lo que hacemos y de por qué lo hacemos. Ya lo hicimos en el momento en que decidimos ser veganos. Debemos seguir reafirmándonos en ello cada día de nuestra vida cotidiana.
Siempre que haya alternativa debemos escoger la alternativa vegana, la que no haya sido producto de la esclavitud y el asesinato de otros animales. No es una cuestión de "pureza" sino de
compromiso y convencimiento con una causa: los animales no son objetos ni esclavos para nuestro beneficio —ellos son personas a las que debemos respetar.
Si no somos coherente entonces estamos fallando a nuestros principios. Si nosotros mismos no hacemos del respeto a otros animales el centro moral de nuestra vida ¿quién lo hará? Debemos dar un ejemplo lo más íntegro posible. No es por nosotros sino
por ellos.
No hay excusa para rechazar también los subproductos de la explotación animal en todo lo que sea posible. Los excepcionales casos en que los subproductos son prácticamente inevitables, por ejemplo, la pintura o la grasa industrial, se refieren a casos donde realmente no podemos encontrar alternativas veganas.
No vamos a dejar de pintar nuestras casa ni de usar bicicletas por no poder encontrar pintura vegana en el mercado o grasa industrial vegana. Ojalá en el futuro —cuando seamos muchos más veganos— sí pueda encontrar dichas alternativas. Pero
de momento nuestra presencia y presión en el mercado está limitada a ser una minoría social. Sin embargo, en ámbitos esenciales como la alimentación, la vestimenta o la higiene no hay excusas válidas basadas en la necesidad. En estos casos, todos los subproductos pueden y deben ser rechazados.
¿Veganismo simbólico y veganismo práctico? Veganismo, simplemente.
Me parece que no existe realmente esa diferencia entre "vegano simbólico" y "vegano práctico" de la que hablaba
Mat Ball en un artículo en el que defendía que es coherente ser vegano y consumir "subproductos" de la explotación animal. No lo es. Vegano es simplemente
vegano y no hay jerarquías ni diferencias teóricas o prácticas. Consumir subproductos es apoyar, financiar y participar en la explotación animal.
La civilización moderna en la que nosotros participamos causa un tremendo perjuicio a los animales no humanos es un hecho innegable. No es posible aislar nuestra conducta de esta violencia, incluso siendo veganos. Pero yéndonos a vivir con una tribu frutívora de la selva no arreglaremos este problema porque el resto de la humanidad no nos seguirá.
Ser un vegano
práctico es tratar de solucionar el problema de la violencia especista desde el corazón mismo de la civilización moderna lo que ésta ha provocado. Ser un vegano
simbólico es ejemplificar como se puede vivir perfectamente sin explotar animales y como se debe tratar de vivir con unos valores de respeto y justicia tanto para humanos como no humanos.
No es una cuestión de triunfar o fracasar. Es, en primer lugar, una cuestión de compromiso moral.