Podemos reconocer que al menos desde Sócrates, han habido muchos pensadores y filósofos totalmente alejados del ámbito académico. Uno de los más interesantes e influyentes de la época contemporánea es Henry David Thoreau. Mi intención en esta nota es mostrar qué podríamos aprender del legado de Thoreau en relación con el problema de la dominación especista sobre los animales no humanos.
Una noción fundamental que encontramos en los escritos de Thoreau es la oposición radical a la esclavitud de los seres humanos. También estaba en contra de que el Estado forzara a sus ciudadanos a cumplir con el servicio militar o a pagar impuestos con los que luego financiaba tanto la esclavitud como la guerra. Es por esto que se considera a Thoreau como un pionero —tanto teórico como activista— del movimiento libertario y la desobediencia civil. Aunque no tenemos que ajustarnos a ninguna doctrina concreta para comprender la universalidad de las nociones morales que encontramos en la filosofía de Thoreau.
Considero que la idea central en la filosofía de Thoreau es la de que no tenemos derecho a someter a otros individuos para nuestro propio beneficio. Tan simple como eso. En las ideas de Thoreau hay una acertado equilibrio entre libertad e igualdad, puesto que no puede haber libertad legítima si no es la igual libertad para todos y, asimismo, no puede haber igualdad legítima si no está basada en la libertad inalienable de vivir cada uno nuestra propia vida sin estar sometido a los deseos de otros. Todo esto resume en pocas palabras el rechazo a la explotación de personas, y el postulado a favor del valor inherente de cada individuo.
Por cierto ¿cuántas veces no habremos oído como argumento para intentar justificar alguna injusticia que toda esa actividad está regulada por ley? En contra de la idea de que algo está bien sólo porque sea legal, responde Thoreau con mucha elocuencia:
«¿Debe el ciudadano someter su conciencia al legislador por un solo instante, aunque sea en la mínima medida? Entonces, ¿para qué tiene cada hombre su conciencia? Lo deseable no es cultivar el respeto por la ley, sino por la justicia. La única obligación que tengo derecho a asumir es la de hacer en cada momento lo que crea justo [...]. La ley nunca hizo a los hombres más justos y, debido al respeto que les infunde, incluso los bienintencionados se convierten a diario en agentes de la justicia.» [Desobediencia civil y otros escritos]
El progreso se consigue en el contexto moral y en nuestras actividades diarias. Esperar justicia por parte de las leyes y los gobernantes, cuando los principios morales no predominan en la propia sociedad civil, es esperar en vano. Las leyes simplemente recogen las costumbres más generalizadas o los intereses de los grupos más poderosos:
«Yo no me enfrento con enemigos lejanos sino con los que cerca de cada cooperan con ellos y les apoyan, y sin los cuales estos últimos serían inofensivos. Estamos acostumbrados a decir que las masas no están preparadas, pero el progreso es lento porque la minoría no es mejor o más prudente que la mayoría. Lo más importante no es que una mayoría sea tan buena como tú, sino que exista una cierta bondad absoluta en algún sitio para que fermente toda la masa. Miles de personas están, en teoría, en contra de la esclavitud y la guerra, pero de hecho no hacen nada por acabar con ellas. » [Desobediencia civil y otros escritos]
Sin embargo, no necesitamos basarnos exclusivamente en la analogía entre el racismo y la esclavitud de seres humanos con el especismo y la explotación de los animales nohumanos. Ha quedado constancia de que Thoreau no era ajeno a que existía un problema moral en nuestra relación con los demás animales:
«Al margen de mi particular costumbre, no me cabe la menor duda de que es parte del destino de la raza humana, en su progreso, gradual, el dejar de consumir animales, de igual modo que las tribus salvajes dejaron de comerse entre sí cuando entraron en contacto con otras más civilizadas.» [Walden]
Ante la injusticia, el primero paso, el fundamental y decisivo, es lo que hacemos en nuestra vida. Todos y cada uno de nosotros. No esperemos que otros solucionen los problemas. Nosotros somos quienes debemos actuar, empezando por no participar en la injusticia. De esto trata la ética y la filosofía moral:
«No lo olvidemos: el sentido pleno y original de la filosofía no se limita al ejercicio del pensamiento, sino de la voluntad y del ser al completo. La filosofía es un método de progreso espiritual que aspira a provocar una transformación radical del sujeto.» [Cartas a un buscador de sí mismo]
Si nos importan los animales, si reconocemos que los animales poseen un valor moral, si realmente estamos en contra de la violencia contra los inocentes, entonces no hay otra opción coherente con esta posición que no sea asumir el veganismo. Todos decimos estar en contra de hacer daño a los animales sin una razón suficiente que lo justifique, pero no hay ninguna razón que pueda justificar moralmente la utilización de los animales. Asimismo, todos decimos estar en contra de dañar innecesariamente a los animales, pero resulta que el uso de animales no se puede calificar razonablemente como necesario. Así señalaría Thoreau:
Sólo cuando dejemos de consumir y explotar a aquellos que decimos respetar, podremos creer con honestidad que estamos consiguiendo un progreso real en nuestra relación con los demás animales. Thoreau nos recuerda la importancia decisiva de las acciones que consideramos nimias:
«Lo que importa no es que el comienzo sea pequeño; lo que se hace bien una vez, queda bien hecho para siempre.» [Desobediencia civil y otros escritos]
Thoreau ha sido la inspiración de importantes pensadores y activistas como Henry Salt, Tolstoi, Mohamas Gandhi, Martin Luther King, Nelson Mandela, y muchos otros. Ningún resumen puede sustituir la lectura directa de sus escritos, y la esperanza de que nos inspiren al igual que lo hicieron con todos aquellos que ayudaron al progreso moral en el mundo:
«Nunca es demasiado tarde para renunciar a nuestros prejuicios. No se puede creer firmemente, sin pruebas, en alguna forma de pensar o de hacer, por antigua que sea. Lo que hoy todo el mundo repite y acepta como verdadero, puede convertirse en mentira mañana, una mera opinión de humo que algunos creyeron fuera nube que daría agua fertilizadora para los campos. Tratad de hacer aquello que la gente antigua afirma ser imposible de realizar, y demostrad que sí podéis. Los hechos antiguos pertenecen a las generaciones antiguas, y los nuevos, a la nueva generación.» [Walden]