«Hay que asentar la vida en lo más seguro y demostrable. Y no, como hasta ahora, en lo más indeterminable.» ~ Friedrich Nietzsche
Las leyes de la lógica son el fundamento y la estructura de nuestra existencia, de toda nuestra percepción y conocimiento. Necesitamos reconocerlas para poder razonar correctamente, pues sólo razonando correctamente podemos conocer la realidad y vivir en ella racionalmente.
El fundamento de lo que conocemos por ciencia es la lógica y la observación empírica. Pero ni la lógica ni la observación empírica pertenecen al estudio de la ciencia, sino que son los necesarios presupuestos sobre los que se construye la ciencia. Y si la ciencia nos aporta conocimiento fiable sobre la verdad debe ser porque tanto la lógica como la observación empírica nos muestran previamente la verdad.
La ética racional tiene como fundamento los hechos empíricos y la lógica. Las posturas irracionales no tienen como base los hechos empíricos ni la lógica, sino que en lugar de los hechos anteponen sus deseos, emociones y prejuicios. Esas posturas no respetan la lógica como criterio sino que la utilizan fraudulentamente para intentar justificar, racionalizar, sus ideas previas.
Toda la lógica está basada y deriva partiendo del principio de identidad. Dentro del contexto de la ética, cumplir el principio de identidad implica que si todos tenemos iguales intereses entonces lo justo sería que todos esos intereses deben ser considerados de manera igual.
Por otra parte, al contrario de lo que se suele creer habitualmente, la lógica no es un instrumento formal. Otra cosa es que sí se pueda utilizar como tal. Es importante no confundir el uso que se le pueda dar a X con la naturaleza propia de X. Los seres sintientes también pueden ser utilizados como herramientas, y eso no significa que lo sean, pues no lo son. Aunque muchas doctrinas digan que es lícito utilizar a otros seres sintientes como simples herramientas en este ensayo argumentaré que no esa presunción es lógicamente errónea.
Con respecto de la lógica ocurre algo muy similar a lo que consiste nuestra visión predominante sobre los animales no humanos. Estamos tan acostumbrados a verlos como herramientas para nuestros fines que no nos percatamos —y nos cuesta aceptar el hecho— de que ellos no son herramientas. Los demás animales son seres conscientes — son individuos que poseen identidad y personalidad propia. De similar modo, la lógica no es una herramienta. La lógica es un contenido de conocimiento que nos muestra la naturaleza esencial de la realidad.
La lógica tiene un contenido. La lógica básica consiste en una serie de principios que prescriben las bases en las que parte nuestro razonamiento. El fundamento de la ética racional es la lógica. No sólo su fundamento formal, sino también su contenido. Por ejemplo, el principio de identidad nos señala que todo ser ser sintiente desea persistir en su propio ser, esto es, que tiene un interés en conservar su propia existencia. Y en efecto, la biología y la etología confirman este punto. Así, uno de los principios morales tiene que ser, necesariamente, el respeto por el interés básico de todo individuo en conservar su vida.
No hay pues otra manera de respetar a alguien que respetando como lo que es, es decir, alguien —un ser que posee conciencia— un sujeto. Esto implica que no se le debe tratar nunca como si fuera un objeto, nunca se le debe utilizar como un simple medio para fines de otra persona.
Cualquier teoría que diga que alguien puede o debe ser utilizado y sacrificado para beneficio de otros —o por conseguir algún ideal— es una teoría que no respeta el valor inherente de los individuos. Esa teoría viola la lógica, puesto que afirma que debemos considerar a los sujetos como si fueran objetos. Esto es anti-racional y por tanto inmoral. Esto es justo lo contrario de lo que defiende el veganismo.
El veganismo está fundamentado en el principio lógico de identidad, tanto en su aplicación formal —como principio de igual consideración— como en su aplicación material: en su reconocimiento de la personalidad —la condición de persona— de todos los seres sintientes.
Escribía Paul Valéry:
«Entre los hombres no hay más que dos relaciones: la lógica o la guerra.»
Elijamos pues la lógica. Elijamos el veganismo.