1 de abril de 2011

La verdad y la objetividad de las normas morales

Existe la extendida creencia de que la moral es real —por ejemplo, que ciertos valores morales son verdaderos— solamente si existiera un dios. Estoy sorprendido de que alguien pueda realmente creer esto. Por eso considero que debo exponer ciertos argumentos, que son en realidad bastante antiguos ya, acerca de este trascendental asunto. No me atribuyo ninguno de los argumentos que voy a presentar. En particular, me baso principalmente en mis lecturas de la obra de pensadores que se plantearon esta cuestión, entre ellos, Platón, Guillermo de Ockham, Jean Meslier y Bernard Williams.

Se dice que los requerimientos morales, expresados en la forma de "estás obligado a X" o "la moral exige que X" solamente serían verdaderos si hay un dios que fundamentara esas obligaciones morales. Tal y como Platón expuso en su diálogo Eutifrón, parece muy dudoso que un dios pudiera tener tal función.

Supongamos que un dios nos mandara X —por ejemplo: no matar. Nosotros podríamos preguntar por qué el dios nos manda X, y que función cumple el mandato divino respecto de nuestro obligación de X. 

Dos opciones se nos presentan como respuestas. O el dios nos ha ordenado X porque seguir X es obligatorio de acuerdo a fundamentos objetivos, o seguir X es obligatorio porque el dios nos ha ordenado X.

La primera opción hace al dios superfluo. Si nuestra obligación hacia X está basada en fundamentos objetivos, entonces el dios no está jugando ningún papel respecto de nuestra obligación y de la verdad/objetividad de la obligación moral en cuestión.

La segunda opción convierte el fundamento de la moral en algo arbitrario. Si estamos obligados a X simplemente porque el dios lo ordena, y no hay una explicación independiente de por qué debemos X, entonces la moral pierde toda su fuerza. ¿Cómo puede ser que estemos obligados a hacer algo simplemente porque un ser nos lo ha dicho sin ninguna razón. Recordemos: si nos ha ordenado X por una razón, por ejemplo, que X es objetivamente correcto y debido, entonces el dios resulta superfluo.

La mayoría de la gente que quiere creer que un dios fundamenta los valores morales comprende que la primera opción socava inmediatamente su postura. Por tanto, cuando se presenta este problema intentan alegar la segunda opción, argumentando el por qué si dios exige X eso nos obliga a X, a pesar del hecho de que su demanda es arbitraria.


Por ejemplo, ellos dicen que tenemos un incentivo para cumplir X, porque si no lo hacemos —si desobedecemos sus órdenes— entonces seremos castigados por el dios. Pero esta es una idea completamente absurda. Si la razón última de mi obligación respecto de X —por ejemplo, mi obligación de no torturar o mi obligación de no secuestrar, y otras— es que si incumplo X esto implica que seré castigado, entonces no estamos hablando de una obligación moral.

Esto nos deja sin ninguna explicación de por qué estaría mal desobedecer las obligaciones morales; de ese modo, actuar inmoralmente resulta simplemente imprudente desde una perspectiva puramente egoísta. Y explicar esto con el argumento del castigo divino es enteramente arbitrario, porque su mandato ya era arbitrario en primer lugar. Este dios es un matón abusador que nos castiga sin ninguna razón, literalmente.


En un intento de solventar este problema, algunos aducen que es cierto que la exigencia del dios es lo que nos obliga a X, pero dicen que el dios es un ser bondadoso que nos impone mandatos porque nos ama. Pero esto, por sí mismo, no nos explica tampoco nada. Porque si eso quiere decir que el dios en cuestión nos ordena X porque hacer X es bueno para nosotros, por el bien de la humanidad, o de quien sea, entonces esto resulta un versión modificada de la primera opción. Y recordemos que la primera opción presenta al dios como superfluo. Si hacer X es algo que yo debo hacer independientemente del mandato del dios, entonces el dios no cumple ninguna función respecto de la obligación moral.

Por otro lado, si no hay ningún sentido en que yo deba hacer X independientemente del mandato del bondadoso dios, entonces no está claro por qué el mandarme X tiene algo que ver con su amor por mí. En otras palabras: si no hay ninguna razón objetiva para mí de hacer X, entonces ¿por qué alguien que me ama me exige X?


Esta conclusión nos retrotrae al primer punto planteado. El resultado es que no hay ningún papel que un dios pudiera cumplir respecto de las obligaciones morales, y del fundamento de la verdad y objetividad de los valores morales. Si un dios nos ordenara actuar según una regla que nosotros mismos podríamos comprender de manera autónoma entonces su presencia es superflua. Y si un dios nos ordenara actuar según una reglas que no tuvieran sentido lógico entonces dichas reglas serían totalmente arbitrarias.

No solamente no se necesita de un dios para fundamentar la moral sino que no hay siquiera ninguna posibilidad lógica de que un dios pudiera fundamentar la moral.


Asimismo, rechazar la noción de divinidad no implica refutar la objetividad. Las matemáticas y la lógica demuestran que existen ámbitos de conocimiento objetivo. Y es precisamente en la lógica —base necesaria de la realidad y de todo conocimiento— de donde obtenemos el fundamento objetivo de la moral.


10 comentarios:

  1. Interesante artículo.

    Hay 3 preguntas que no he podido responder correctamente al debatir: ¿Qué es la ética? ¿Cuál es su finalidad? ¿En qué debe basarse?

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  2. La ética es el ámbito de conocimiento que nos muestra lo que debemos hacer. Creo que en este punto casi todo el mundo razonable estaría de acuerdo. La moral es un código de normas que establecen lo que éstá bien hacer o lo que no está bien hacer. No hay ninguna teoría que intente hacerse pasar por ética que no acepte este planteamiento básico.

    Según el filósofo James Rachels, la definición mínima de ética sería la siguiente:

    ‎"La concepción mínima [de la moral] puede enunciarse ahora muy brevemente: la moral es, como mínimo, el esfuerzo de guiar nuestra conducta por razones (esto es, hacer aquello para lo que hay las mejores razones) al tiempo que damos igual peso a los intereses de cada persona que será afectada por loque hagamos."

    http://es.scribd.com/doc/53198577/Rachels-Introduccion-a-la-Filosofia-Moral

    La única diferencia entre ciencia y ética es el ámbito de aplicación y la finalidad. El fundamento y el método es exactamente el mismo: la razón. La ciencia pretende conocer el mundo natural con el fin de beneficiarnos, ya sea mediante la prevención o el control. Por otra parte, la ética pretende establecer nuestra guía de conducta en base a la razón. La razón es una postura ante la existencia fundamentada en la lógica y los hechos empíricos comprobables.

    Desde una perspectiva racional, la moral parte de unos postulados básicos, aceptados como un absoluto por los individuos racionales y lo suficientemente inteligentes, y de ellos se puede deducir el resto de proposiciones morales. De esta manera, la moral se parece más a la ciencia, que sigue el mismo procedimiento para construir sus modelos de explicación, y no a los gustos o tradiciones, que se basan únicamente en preferencias individuales, que pueden ser meramente arbitrarias o circunstanciales.

    El hecho de que no se haya deducido toda la moral no es un argumento en contra de esta postura, como tampoco lo es contra la ciencia el que no haya explicado toda la realidad. Y el hecho de que haya individuos que no acepten los preceptos morales no es distinto del hecho de que haya individuos que no acepten las conclusiones de la ciencia.

    La manera de conciliar el supuesto conflicto entre “ser” y “deber ser” es aceptar la existencia de normas morales definidas por determinados axiomas (o deducidos a partir de ellos). Estos axiomas son las leyes básicas de la lógica, más específicamente la ley de identidad (A=A). Es el principio de identidad lo que determina todo. Es lo que determina en qué consiste la ética, qué seres son moralmente relevantes y por qué, y qué tipo de consideración y protección moral deben tener. Así lo intenté plantear en esta nota:

    http://filosofiavegana.blogspot.com.es/2012/03/logica.html

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  3. Respecto a la primer pregunta, hay teorías que sugieren que no deberíamos prestarle tanta atención a los principios que dicten como actuar, sino a los rasgos del carácter que es necesario desarollar para ser moralmente buenos (ética de la virtud).

    En el artículo que citas dices: "el principio de identidad (A=A) nos dice que todo ser quiere persistir en su ser, esto es, que tiene un interés en conservar su propia existencia". Esa interpretación del principio de identidad me parece extraña, además de falsa. No todo ser quiere conservar su existencia (las plantas, por ejemplo, no lo hacen). Además, aunque todo ser deseara conservar su vida, no encuentro conexión entre ese interés y el principio de identidad; que, hasta donde sé, nos dice que la identidad de algo es igual a sí misma.

    Un saludo.

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  4. Pero vamos a ver; si la pseudo-ética de la virtud defiende que debemos desarrollar ciertos rasgos de carácter que se consideran virtudes, entonces tendrá que fundamentarse necesariamente en algún principio que nos explique qué es una virtud y por qué es algo moralmente bueno que basemos nuestro comportamiento en ella. A no ser a que renuncie a dar una argumentación racional sobre sí misma, y entonces con más razón todavía habrá que denunciarla como una pseudo-ética.

    ¿Acaso no es un principio en sí mismo el defender que debemos regir nuestra conducta de acuerdo con la virtud? Sin principios no se puede comenzar ninguna teoría. Precisamente por ello se denominan principios.

    No es ninguna casualidad que ese enfoque moral haya sido promovido por pensadores reaccionarios, contrarios a la razón y el pensamiento ilustrado, como Alasdair MacIntyre, inspirados en el concepto de virtud ("areté") que tenían los griegos arcaicos. El cual venía a decir básicamente que debemos ser valorados como buenos en tanto que seamos más fuertes, astutos, inteligentes, y poderosos que los demás. Es una visión del mundo acorde con la cultura de la guerra que era propia de aquel tiempo y que la idea de civilización ha intentado superar mediante valores universales de diálogo y convivencia, aunque tal vez sin demasiado éxito.

    Decía Nietzsche (el más famoso y brillante reaccionario de la filosofía) que lo que nosotros entendemos por ética racional (comportarnos de acuerdo con unas normas universales basadas en la razón) proviene de las ideas que difundía Sócrates y que se oponían a lo que hasta entonces se entendía por ética como una forma de vida fundamentada en valores aristocráticos, y en donde primaba una visión jerárquica de los individuos basada en la primacía de la fuerza y el poder.

    Por otra parte, decir que no debemos basarnos éticamente en principios sino en otras cosas, es la misma falacia que usan, por ejemplo, los partidarios del consecuencialismo ("el fin justifica los medios") cuando dicen que no debemos juzgar la bondad o maldad de un acto en base a principios o normas sino solamente de acuerdo a sus consecuencias. !Cómo si ese mismo enunciado que defienden no fueran un principio y una norma en sí mismo! La única diferencia es que ese principio al que apelan resulta muy difuso y relativo, y por tanto permite la arbitrariedad a la hora de juzgar si algo es éticamente correcto o no.

    El consecuencialismo no es más que una excusa para cometer todo tipo de inmoralidades y crímenes, intentando justificar que en última instancia todo eso tendrá consecuencias buenas y es lo que importa al fin y al cabo.

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  5. Respecto del segundo punto; cuando dije que "todo ser quiere persistir en su ser" estaba pensando obviamente en seres sintientes puesto que son los únicos seres que pueden querer y desear. Igual que si decimos "todos deseamos conservar nuestra vida" el término todos no se referirá obviamente a todos los seres del mundo, entre los que estamos incluidos, sino solamente a todos aquellos que podemos desear, porque podemos sentir.

    Aunque tienes razón en que dicho así puede conllevar a la confusión. Tacharé el término ser y pondré ser sintiente al lado.

    No veo que esta interpretación moral de la ley de identidad tenga nada de extraño. Puesto que si la identidad consiste básicamente en la consciencia de nosotros mismos, diferenciándonos así del resto de elementos y seres de la existencia, entonces el fenómenos de la consciencia es formulable de acuerdo con el principio de identidad (A=A). La identidad en sí misma no reside en nuestras características particulares, ya que lo mismo da decir A=A que E=E, sino que la identidad es precisamente en ese acto en el que un ser se hace referencia a sí mismo, como individuo, en diferenciación al medio que lo rodea. Esto es lo peculiar de la sensación y que origina el fenómeno de la subjetividad. Ser consciente es ser ´alguien´ consciente de ´algo´. Un estado de consciencia sin sujeto, sin alguien que sea consciente, es un absurdo.

    http://filosofiavegana.blogspot.com.es/2012/05/sintiencia-la-capacidad-de-sentir.html

    Además, el hecho de ser sintiente - de ser alguien - implica en sí mismo el deseo innato de conservar y proteger la propia existencia contra lo que la amenaza o perjudica (enfermedades, agresiones,...) y a favor de lo que la mantiene y favorece (alimento, refugio,...). La sintiencia ha surgido como un mecanismo evolutivo para lograr que el organismo animal se mantenga con vida.

    http://sammelpunkt.philo.at:8080/1245/1/francione.pdf

    Ésta es, en síntesis, la conexión entre el principio de identidad y la sintiencia. Y la conexión entre el principio de identidad y el interés básico en conservar la existencia: el deseo de vivir. Es por esto que siendo la lógica el fundamento de la ética racional, la ley de identidad nos muestra que: 1) son los seres sintientes quienes merecen ser incluidos dentro de la consideración moral; 2) que la consideración moral consiste en respetar y proteger el interés fundamental de cada individuo en conservar, y desarrollar, su propia existencia.

    Para una explicación más detallada, recomiendo que leer no solamente la nota titulada "Lógica" sino también los comentarios subsiguientes, que en este blog suelen ser igual de importantes y valiosos que el propio texto al que hacen referencia.

    http://filosofiavegana.blogspot.com.es/2012/03/logica.html

    Si hay algún punto que quieras comentar no dudes en hacerlo.

    Un saludo.

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    1. Dos opciones se nos presentan como respuestas. O el dios nos ha ordenado X porque seguir X es obligatorio de acuerdo a fundamentos objetivos, o seguir X es obligatorio porque el dios nos ha ordenado X.

      La primera opción hace al dios superfluo.


      Estos fundamentos objetivos requieren, a su vez, de un fundamento, salvo que se funden sobre sí mismos. Pero, en este último caso, no guardarán entre ellos ninguna relación, al ser absolutos e independientes entre ellos. Por tanto, sin un fundamento del fundamento, no habría un auténtico sistema moral, sino preceptos aislados y hasta recíprocamente contradictorios.

      No solamente no se necesita de un dios para fundamentar la moral sino que no hay siquiera ninguna posibilidad lógica de que un dios pudiera fundamentar la moral.

      Me asombra tu ligereza. ¿Cómo, entonces, "si Dios existe, todo está permitido"? Dado que Dios nada tiene que ver con la moral, de su existencia o inexistencia no pueden seguirse consecuencias morales.

      El resto del artículo no merece, en mi opinión, ningún comentario, al carecer de argumentos distintos al ya refutado (más que un argumento, un simple prejuicio).

      Saludos.

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    2. El fundamento objetivo es la existencia y la lógica. Tanto la existencia como la lógica son absolutos. No hay nada "fuera" de la existencia, ni tampoco hay nada que no se ajuste a las leyes de la lógica. La lógica es la expresión y conocimiento de la estructura formal de la existencia.

      Si existiera un dios trascendente entonces sería un ser absoluto y no podría tener relación alguna con esta existencia. Esto demuestra el tremendo absurdo que es la pretensión de trascendencia y sobrenaturalidad. Si realmente hubiera algo trascendente no podríamos conocerlo en modo alguno, y viceversa.

      La frase que citas no es mía sino de Michel Onfray y su explicación viene en la entrevista que está enlazada. Tus comentarios demuestran que nos has prestado atención a lo que lees.

      No has refutado ningún argumento del artículo. Ni tampoco hay prejuicio alguno en él. Ha quedado demostrado que la figura de un dios es innecesaria (además de lógicamente absurda) a la hora de fundamentar la moral.

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  6. El fundamento objetivo es la existencia y la lógica. Tanto la existencia como la lógica son absolutos. No hay nada "fuera" de la existencia, ni tampoco hay nada que no se ajuste a las leyes de la lógica. La lógica es la expresión y conocimiento de la estructura formal de la existencia.

    Si existiera un dios trascendente entonces sería un ser absoluto y no podría tener relación alguna con esta existencia. Esto demuestra el tremendo absurdo que es la pretensión de trascendencia y sobrenaturalidad. Si realmente hubiera algo trascendente no podríamos conocerlo en modo alguno, y viceversa.

    La frase que citas no es mía sino de Michel Onfray y su explicación viene en la entrevista que está enlazada. Tus comentarios demuestran que nos has prestado atención a lo que lees.

    No has refutado ningún argumento del artículo. Ni tampoco hay prejuicio alguno en él. Ha quedado demostrado que la figura de un dios es innecesaria (además de lógicamente absurda) a la hora de fundamentar la moral.

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  7. Me pidieron un ensayo sobre esto y la verdad es muy turbio aun comprender

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    1. ¿Cuál es el problema o dificultad que encuentras exactamente en este tema?

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