10 de diciembre de 2009

Animales como propiedad




Un profesor de Derecho de la universidad de Rutgers, Gary Francione, publicó un libro en 1995 en el que explicaba que al estar los animales sometidos al estatus legal de propiedad, el ordenamiento jurídico sólo proporciona protección a los animales exclusivamente para favorecer su uso como un recurso para los humanos y tan sólo protege un interés del animal si existe un beneficio para los humanos como contrapartida.

El profesor Francione explica en esta presentación en vídeo las razones fundamentales por las que las leyes de protección animal son ineficaces para proteger los intereses básicos de los animales no humanos.




3 de diciembre de 2009

Sadismo


"El sadismo no tiene ninguna finalidad práctica, es un intento de transformar el vacío emocional, la desesperanza y la impotencia en un estado de poder absoluto mediante la subyugación por la fuerza de un ser indefenso." ~ Luis Rojas Marcos

El ser humano no necesita comer animales ni nada proveniente de otros animales para alimentarse, por lo tanto, si no hay necesidad de hacerlo, cualquier daño o sufrimiento que se inflija a los animales por este motivo, del grado que sea, no se puede excusar apelando a la necesidad y no tiene justificación alguna.

El hecho de que nuestra explotación sobre otros animales haya ocurrido "desde siempre" no es un argumento racionalmente válido. Otras prácticas, como la esclavitud, la opresión a la mujer, las violaciones sexuales, los asesinatos, las torturas, el castigo corporal a los niños, las guerras, la homofobia, la discriminación racial, y otras muchas formas de violencia también han ocurrido desde que existen las sociedades humanas, sin embargo, el argumento de que todo eso debería seguir haciéndose porque "se ha hecho desde siempre" no parece tener mucha validez moral cuando se trata de seres humanos.

Si reconocemos que está mal hacerle a otros individuos algo que no querríamos que nos hicieran a nosotros entonces, por coherencia, ya no puede haber justificación moral ninguna para continuar haciéndolo.

Quien siga comiendo animales a pesar de saber y ser consciente de que esos animales han tenido que pasar por una vida entera de sufrimiento entonces no resulta nada inapropiado decir que el continuar con esas prácticas tiene mucha similitud con el sadismo, pues el único motivo principal para comer productos de origen animal es el habituado placer que se obtiene de ello.

Si alguien sabe que consumiendo productos de origen animal está causando sufrimiento y muerte a otros animales, es plenamente consciente de ello, y también sabe que no lo necesita en absoluto para vivir, y tener una buena calidad de vida, pero aun así lo sigue haciendo ¿cuál es la diferencia con un sádico?

Tal vez esta valoración no sea aplicable para el conjunto de la población, porque la mayoría no tiene información ni consciencia al respecto, pero sí lo sería, al menos, sobre a algunos individuos. Aunque esto tampoco quiere decir necesariamente que estos individuos sean "malvados". La gente normal puede ser sádica cuando la han educado para ello y viven en un contexto que facilita y promueve ese tipo de comportamientos, como muy bien supo ver Hanna Arendt.

Si comemos animales, y consumimos otros productos o participamos en prácticas que implican explotar a los demás animales, siendo conscientes del daño, el sufrimiento y la muerte que estamos causando innecesariamente y de forma deliberada, entonces me pregunto ¿qué diferencia habría pues entre un sádico y nosotros?

Si alguien se sintiera molesto u ofendido por esta comparación entonces que se imagine que ese sentimiento es apenas una pizca de toda la frustración y el dolor que sienten a lo largo de toda su vida los animales explotados en granjas de esclavos y que acaban asesinados en mataderos.

«Todas las distintas formas de sadismo que nos es dado observar pueden ser reducidas a un impulso fundamental único, a saber, el de lograr el dominio completo sobre otra persona, el de hacer de ésta un objeto pasivo de la voluntad propia, de constituirse en su dueño absoluto, su Dios; de hacer de ella todo lo que se quiera. Humillar y esclavizar no son más que medios dirigidos a ese fin, y el medio más radical es el de causar sufrimientos a la otra persona, puesto que no existe mayor poder que el de infligir dolor, el de obligar a los demás a sufrir, sin darles la posibilidad de defenderse. El placer de ejercer el más completo dominio sobre otro individuo —u otros objetos animados— constituye la esencia misma del impulso sádico.»  - Erich Fromm

18 de noviembre de 2009

Veganismo definido



VEGANISMO DEFINIDO

Leslie Cross

Primavera de 1951


Recientemente la Vegan Society ha adoptado una serie de puntos revisados y ampliados, los cuales, entre otras cosas, servirán para clarificar los objetivos hacia los que el movimiento aspira.

El propósito de la asociación y el significado de la palabra "veganismo", que hasta ahora han sido objeto de suposiciones y preferencias personales, ha sido finalmente definido como:

"El objetivo de la Asociación debe ser terminar con la explotación de los animales por parte del hombre" y "La palabra veganismo significará la doctrina de que el hombre debe vivir sin explotar a los animales."

El movimiento vegano se compromete a sí mismo en la búsqueda del objetivo de acabar con la utilización de animales para alimentación, recursos, trabajo, caza, experimentación, y todos los demás usos que implican la explotación de la vida animal por parte del hombre.

Pueden ser miembros de la Asociación todos aquellos que deseen compartir nuestro objetivo y traten de vivir lo más cerca de este ideal hasta donde sus circunstancias personales se lo permitan. Un miembro de esta comunidad no hace una promesa pero sí declara estar de acuerdo con el objetivo. La puerta está abierta y organización da la bienvenida a todos aquellos que se sientan capaces de apoyarla. La direción y la administración del trabajo de la organización recae en la labor de sus miembros.

El sentido de esta iniciativa es hacer del veganismo algo único entre los movimientos relacionados con el bienestar animal. Por ese motivo se ha materializado en una totalidad y no, como los otros movimientos, en una abstracción. Cuando los otros movimientos se ocupan de sectores determinados —y por tanto van directamente a las prácticas más que a los principios— el veganismo es en sí mismo un principio, del cual se derivan de manera lógica ciertas prácticas.

Si, por ejemplo, el principio del veganismo es aplicado a la dieta, entonces esta no debe contener ningún alimento derivado de animales. Alguien podría adoptar este tipo de dieta por una variedad de motivos: humanitarios, de salud, o por gusto. Pero entonces se haría por una cuestión personal que podría cambiar. El veganismo, sin embargo, es un principio —de que el hombre no tiene derecho a explotar a los animales para sus propios fines— que no cambia. La dieta vegana se compone, por tanto, de frutos, semillas, verduras, y otros productos que no provengan de animales, y excluye los cadáveres, los huevos, la miel, la leche animal y sus derivados.

En un mundo vegano, los demás animales serían reintegrados en el equilibrio y la salud de la naturaleza tal y como es en sí misma. De este modo, un gran error histórico, cuyo efecto debe de haber sido tremendo sobre el curso de la evolución, sería corregido. La idea de que nuestros hermanos animales pueden ser usados por el hombre para su propio provecho será tan extraña para el pensamiento hasta ser casi impensable. Bajo este prisma, el veganismo no significa tanto bienestar sino liberación, para los animales y para la mente y el corazón del hombre; ya que no se trata de hacer la presente relación más soportable sino de reconocer que esta es una relación entre amo y esclavo, la cual debe ser abolida antes de que algo mejor y más adecuado pueda ser construido.

El veganismo es en verdad la afirmación de que en donde haya amor la explotación debe desaparecer. Este pensamiento tiene su continuidad histórica con el movimiento que buscaba la liberar a los esclavos humanos. Al ponerlo en práctica, cualquier error fundamental cometido por el hombre contra los animales debe inmediatamente desaparecer. Su esencia está en el poder de la compasión; la máxima expresión de amor de que el hombre es capaz. Algo que se da sin esperar obtener nada a cambio. Y al mismo tiempo que se liberaría a sí misma de otros muchos perjuicios surgidos del peor aspecto de su propia naturaleza, el beneficio que la humanidad pudiera obtener sería incalculable.

Leslie Cross, Vicepresidente de la Vegan Society

39, Willow Crescent East, Uxbridge, Middx

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Texto original en inglés: Veganism Defined

Boletín de la Vegan Society: The Vegan Spring 1951

6 de octubre de 2009

«La superioridad humana»




Febrero 1996

Hace algunas semanas tuve la oportunidad de dirigirme a los estudiantes de la Facultad de Medicina de Hahnemann en Filadelfia. El motivo fue un debate entre un profesor de la Escuela de Medicina Veterinaria de la Universidad de Pensilvania llamado Adrian Morrison y yo. Morrison ha usado gatos en experimentos bastante terribles y con los años ha sido el blanco de diversas protestas por parte de los defensores de los Derechos Animales. Yo estaba en contra de dichos experimentos y él, como es de esperar, estaba a favor.

El debate comenzó con una pregunta hecha por el moderador: «¿Se puede justificar el uso de animales en experimentos?». Adrian Morrison respondió que estos experimentos están plenamente justificados como consecuencia de los beneficios que el uso de animales ha aportado a la salud humana.

Creo que hay que ser cauto al evaluar los beneficios de la investigación en animales. Una cantidad creciente de profesionales de la medicina ha expresado bastante escepticismo frente a la validez científica de los experimentos en animales. Pero incluso si nos beneficiamos de ello, el beneficio por sí solo no justifica moralmente la explotación de los animales.

Si beneficiarnos de la explotación animal en sí fuera una justificación sólida entonces ¿por qué este argumento no sirve cuando concierne a los seres humanos? Después de todo nadie podría negar que se obtendrían beneficios aún mayores si utilizáramos seres humanos en contra de su voluntad para dichos experimentos. ¿Entonces por qué no usar seres humanos en contra de su voluntad cuando esto nos beneficiaría mucho más a todos los demás?

La respuesta es obvia, no se usan seres humanos en contra de su voluntad porque como sociedad creemos que los seres humanos tienen ciertos intereses que se deberían proteger. Los seres humanos tienen ciertos derechos. Y el derecho fundamental es el de no ser tratados como propiedad o como instrumentos para los propósitos de sus dueños. Es por eso que casi todos los países están de acuerdo en que la esclavitud, o el trato legalmente sancionado y dictado de los seres humanos como objetos es un verdadero tabú moral universal que debe ser condenado.

¿Pero es posible justificar la esclavitud de los animales? No se trata de resolver situaciones generales, como si acaso es moralmente correcto matar a un animal que nos está atacando, o si acaso los animales tienen un «derecho a vivir» en abstracto. La pregunta es más sencilla que eso: ¿existe alguna justificación moral para masacrar, sólo en Estados Unidos, a más de ocho mil millones de animales al año para ser usados como alimento? ¿Existe alguna justificación moral para utilizar a más de cien millones de animales, anualmente y sólo en Estado Unidos, para experimentación que en su mayoría tiene un bajo impacto en la salud humana?  ¿Existe alguna justificación moral para utilizar a millones de animales para entretenimiento en rodeos, circos, zoológicos y películas?

La respuesta de Adrian Morrison de que la explotación animal pueda ser justificada por el beneficio de los seres humanos es ilógica, pues ya da por hecho precisamente la esencia del problema: si los animales, al igual que los seres humanos, tienen el derecho básico a no ser esclavizados para provecho de sus amos humanos.

Si debemos justificar esta explotación, es necesario que de alguna manera podamos distinguir a los otros animales de los humanos, y es más fácil decirlo que hacerlo. Después de todo, ¿qué característica o «defecto» tienen los animales que justifica nuestro trato hacia ellos como esclavos, como nuestras cosas, como propiedad que sólo existe para nuestro bien, los amos humanos?

Algunas personas argumentan que los animales son diferentes porque no piensan. Pero lo cierto es que esa aseveración es falsa. Es sabido, por ejemplo, que los mamíferos y las aves tienen capacidades mentales muy complejas. Y que además existen seres humanos que son incapaces de pensar. Algunas humanos nacen sin algunas partes del cerebro y sus capacidades cognitivas son menores a las de una rata sana. Algunos humanos como, el senador Phil Gramm, desarrollan una muerte cerebral durante su vida adulta y simplemente parecen estar funcionando.

Algunas personas dicen que los animales son diferentes porque no hablan. Pero los animales se comunican por sus propios medios, y además existen personas que no pueden hablar.

La lista es prácticamente interminable, pero el punto es uno sólo: no existe ningún «defecto» que tengan los animales que no sea también característica de algún grupo de seres humanos, y aun así uno jamás pensaría utilizar ese determinado grupo de seres humanos para experimentos o como alimento.

Los animales, al igual que los seres humanos, tienen ciertos intereses en sus propias vidas que trascienden lo que su denominado «sacrificio» puede servir para nosotros. Y son precisamente esos intereses los que nos impiden como cuestión moral tratarlos como simples objetos.

Volviendo al debate en la Facultad de Medicina, el Dr. Morrison aportó un criterio que, como declaró triunfalmente, separa a los seres humanos de los animales: los seres humanos son «superiores».

Esta es una respuesta curiosa viniendo de un científico. Después de todo, ¿dónde se encuentra la «superioridad» en el mundo natural? Lo siento, Dr. Morrison, la «superioridad» de las especies es al igual que la superioridad de una raza, o de un sexo, una construcción social y no científica. Es un concepto formulado y usado para sostener relaciones de poder jerárquicas. La superioridad no es un argumento en absoluto; es una conclusión que da por hecho el punto a demostrar. Da por sentada una afirmación que antes debe demostrar.

El Dr. Morrison señaló que los perros no escriben sinfonías y que los seres humanos sí. Respondí que jamás he escrito una sinfonía y que según lo que sé tampoco lo ha hecho el Dr. Morrison. ¿Quiere decir eso que es correcto que la gente nos coma o nos utilice en experimentos?

Y además, su ejemplo demuestra mi punto. Escribir una sinfonía sólo es un acto «superior» si tú eres un ser humano que valora dicha actividad. Algunos perros sin mayor impulso que el que les otorga su posición de sentados pueden llegar a saltar hasta casi dos metros. A eso sí que le llamo «superioridad. Pero la «superioridad», al igual que muchas de las palabras cliché de la vida moderna, como «mérito» y «belleza» están ligadas al juicio personal y no a los hechos.

Señalar que podemos explotar a los otros animales porque somos «superiores» no es más que decir que tenemos más poder que ellos. Y nada más. Y, exceptuando los partidos fascistas, la mayoría de nosotros rechazamos la visión de que el poder establece lo que es correcto. Así que por qué, díganme, está ese principio tan ciegamente aceptado cuando se trata de nuestro relación con los animales.

A nosotros los progresistas nos gusta pensar que nos hemos deshecho de todos los vestigios de la esclavitud en nuestras vidas, pero la realidad es que todos seguimos siendo esclavistas, la plantación es la tierra, sembrada con las semillas de la codicia, y los esclavos son nuestras hermanas y nuestros hermanos nohumanos.

A propósito, Morrison dio otra razón para la superioridad humana. Nombró el tamaño del cerebro humano. Pero de todas maneras gran parte del público ya había aceptado el hecho de que el tamaño de los órganos humanos no significa gran cosa.

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Texto original en inglés: Human superiority
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22 de septiembre de 2009

La tragedia de Moscatel




Hace unos días fue asesinado públicamente en el pueblo vallisoletano de Tordesillas un toro llamado Moscatel. Su muerte ocurrió por dos motivos principales: tradición y diversión. Los habitantes del lugar llevan cinco siglos celebrando el asesinato público de un toro en una fecha señalada. Lo hacen por mantener una tradición heredada. Alrededor de dicho acontecimiento se congregan miles de personas venidas de otros lugares para ver o participar en este evento sangriento. Todos lo hacen evidentemente por la diversión que obtienen al participar en ello.

Por otro lado, muchísima gente se muestra escandalizada y contraria a esto. La gran mayoría de ellos comen animales. Que reaccionen de esa forma no me parece extraño lo que me choca es que eso mismo no les haga reflexionar acerca de su propia conducta. Si pensamos en ello por un momento nos daremos cuenta de lo incoherente que resulta que gente que paga por divertirse comiendo cadáveres de unos animales se manifieste en contra y se indigne porque otros hagan exactamente lo mismo que hacen ellos: utilizar a otros animales para su propio beneficio causándoles sufrimiento y muerte.

Moscatel, al igual que todos nosotros, no deseaba morir, pero fue asesinado, al aire libre bajo el sol, y su muerte fue publicada por los medios informativos. Pero los miles de animales que están siendo torturados y asesinados a puerta cerrada en las granjas y en los mataderos justo en este momento son víctimas ignoradas por la  gran mayoría de la sociedad, víctimas por los mismos motivos que lo fue Moscatel: por continuar una tradición, la tradición de comer animales, y por diversión, por el placer que se obtiene de comer sus cuerpos muertos. 

Sólo espero que algún día los que somos veganos consigamos hacer ver al resto de la sociedad que es igual de inmoral matar a Moscatel que matar a los animales cuyos cadáveres se comen cada día o cuyas pieles visten. Creo que sólo entonces la trágica muerte de Moscatel no habrá sido en vano. No deberíamos permitir que haya sido en vano. La tragedia de Moscatel es la misma tragedia que tienen que padecer millones de animales inocentes que son esclavizados y asesinados para beneficio humano. Ya no podemos salvar a Moscatel pero sí podemos salvar a millones de animales de sufrir en el futuro el mismo destino si educamos activamente a la sociedad en el respeto a los animales.

Eduquemos en el veganismo.

14 de septiembre de 2009

¿Defender a los animales?

GRANJAS DE ESCLAVOS

«Mis experiencias me condujeron a querer dedicar mi vida a conseguir justicia para los oprimidos. Pronto me di cuenta de que los seres más oprimidos de la tierra son los animales, y de entre ellos los más numerosos y más oprimidos son los animales utilizados en las granjas.
»  ~ Alex Hershaft

Durantes estos últimos años, desde que me hice vegano, mucha gente se ha extrañado de mi preocupación moral por los animales que no son humanos.

Algunos me han advertido que, según su punto de vista, existían problemas en el mundo más importantes que la forma en que tratamos a los demás animales. Problemas como el aborto, el hambre, la pobreza, las guerras, la violencia machista, serían, a su juicio, más importantes que preocuparnos por la relación que los seres humanos tenemos con los animales no humanos.

En respuesta a esas objeciones, en esta nota de hoy quisiera señalar brevemente algunos motivos por los que me parece importante y prioritaria la defensa específica de los derechos de los animales no humanos como activismo.

Primero; los demás animales no pueden defenderse por sí mismos. Una evidente dificultad que tienen los animales no humanos para defender sus intereses es que no se pueden organizar para hacer frente a los abusos que se cometen contra ellos. No pueden manifestarse, ni hacer presión social, ni boicotear empresas, ni dar charlas educativas, ni realizar actos en la calle. En definitiva, todo aquello que nosotros sí podemos hacer para intentar proteger nuestros propios intereses.

Es decir, los animales no humanos resultan ser las víctimas más indefensas ante el poder del ser humano. No pueden responder de ninguna manera ante la violencia que cometemos contra ellos. No pueden denunciarlo a las autoridades o a los medios informativos. Los no-humanos explotados por el hombre no pueden levantar la voz contra su esclavitud. Además de que el sistema legal no protege los derechos de los animales, puesto que están sometidos a la condición legal de propiedad humana —son tratados literalmente como esclavos de los humanos—, ellos no poseen la capacidad para rebelarse de forma organizada.

Segundo; yo considero que el activismo es una obligación moral. No es una obligación moral en sí mismo, como sí lo es el veganismo como principio ético, pero sí es una obligación moral derivada del hecho de que hemos aceptado formar parte de una sociedad que explota a los animales. La única forma de compensar esto es hacer activismo para reformar la sociedad.

No es lo mismo la obligación moral imperativa de un principio ético que la obligación moral derivada de una decisión voluntaria. Pero ambas son obligaciones. Por ejemplo; no tenemos la obligación moral de cuidar de un niño cualquiera; pero si traemos un niño al mundo contraes la obligación derivada de cuidar a ese niño concreto. Del mismo modo, no tenemos la obligación imperativa de hacer activismo; pero si decidimos continuar formando parte de esta sociedad especista entonces contraemos la obligación de reformarla hacia el veganismo.

Vivimos en una sociedad especista y al formar parte de ella es imposible no colaborar accidentalmente o indirectamente en prácticas especistas. Si decidimos continuar viviendo en ella, entonces contraemos la obligación de erradicar el especismo en todos sus aspectos. La única forma de remediar este conflicto entre nuestros principios morales y la sociedad en la que vivimos es hacer activismo para cambiar esta situación.

Tercero; el prejuicio más arraigado que existe en la mentalidad de nuestra sociedad es el especismo. Durante miles de años el hecho de utilizar a los animales de otras especies para satisfacer nuestras necesidades ha sido aceptado como algo perfectamente normal hasta ahora en casi todas las culturas humanas conocidas.

El prejuicio de considerar que las vidas de los otros animales no tienen valor moral en sí mismas, y que sólo tienen el valor instrumental o económico que nosotros les demos, sigue siendo el prejuicio más extendido y afianzado en la mentalidad humana. Erradicar ese prejuicio y evolucionar hacia una ética de respeto va a requerir de un inmenso esfuerzo.

Cuarto; resulta que respetar a los animales es compatible con cualquier otra lucha social en la que nos queramos ver involucrados.

Todos podemos respetar a los animales porque todos podemos ser veganos. Difundir el veganismo es la forma más fundamental e importante de activismo por los animales. Pero al mismo tiempo que somos veganos también podemos colaborar para ayudar a colectivos humanos desfavorecidos. Lo relevante no es la especie; lo relevante es que haya individuos que sean víctimas de la injusticia y necesiten de nuestra ayuda.

En definitiva, no sólo habría motivos de peso para defender a los animales —comenzando por lo más importante que es llevar el veganismo a la práctica y difundirlo educativamente— sino que no hay ninguna excusa para no respetarlos. Todos podemos ya respetar a los demás animales, porque todos podemos ser veganos.

19 de julio de 2009

El buey desollado



CARNICERÍA

"Más vil que un lupanar
la carnicería rubrica como una afrenta la calle.
Sobre el dintel
una ciega cabeza de vaca
preside el aquelarre
de carne charra y mármoles finales
con la remota majestad de un ídolo." 

(Jorge Luis Borges)


Este cuadro pintado por Rembrandt en 1655 representa para mí los cimientos sobre los que se asienta la civilización humana: la explotación de otros animales.

La humanidad ha basado su existencia y su progreso a costa de la vida de incontables millones de animales que han sido criados, esclavizados y asesinados para obtener recursos de ellos en los más variados ámbitos de la vida, desde la alimentación hasta el entretenimiento.

Nada ha cambiado en nuestros días y los animales siguen agonizando y muriendo bajo el sometimiento al que han sido condenados, sin hasta ahora remedio, desde hace miles de años.


16 de julio de 2009

Entrando por la puerta de atrás



Algunos defensores de los animales intentan convencer a aquellos que consumen animales para que dejen de hacerlo exponiendo argumentos relacionados con la salud humana. Es un planteamiento que considero profundamente equivocado por varios motivos.

El reconocimiento de los intereses de los animales es una cuestión ética. La razón por la que deberíamos respetar a los animales es porque estos poseen la capacidad de sentir y una serie de intereses fundamentales, como el interés en vivir y en no ser dañados, que los seres humanos no deberíamos violar por motivos injustificados, como es la tradición, la conveniencia o el gusto, porque los demás animales valoran su propia vida tanto como nosotros y desean conservarla con el fin de desarrollar sus facultades y satisfacer deseos, un fin que anularíamos si destruyéramos su vida. Deberíamos considerar a los demás animales como fines en sí mismos y no como medios para que nosotros alcancemos nuestros propios fines.

Que el consumo de animales sea perjudicial o dañino para la salud humana no es relevante para considerar si ese consumo es moralmente justificable. Porque no está teniendo en cuenta los intereses de los otros animales. Plantear ese tipo de argumentos manifiesta una mentalidad antropocéntrica, y deriva el verdadero problema, que es la utilización de animales, hacia cuestiones completamente distintas.

Los defensores de los animales que utilizan estos argumentos suelen alegar que el exponer razones morales para promover el respeto a los animales no llega a todo el mundo pero que a ciertas personas sí se les puede convencer de que dejen de consumir animales si les asegura que dicho consumo es dañino para su salud. Es la táctica del miedo. Eso podría tener efectividad si la mayoría de las personas tuvieran un interés serio por su salud pero las evidencias me muestran más bien lo contrario puesto que si así fuera el consumo de drogas dañinas como el tabaco, el alcohol o la cafeína no sería tan habitual. Tengo amigos, conocidos, familiares que consumen productos animales y están perfectamente de salud. La gran mayoría de los deportistas consumen productos animales y están perfectamente de salud. Si se trata de salud, desde una perspectiva no antropocéntrica, a quienes realmente perjudica su salud de verdad es a los animales que son esclavizados, torturados y asesinados para el consumo humano.

Quienes emplean ese tipo de argumentos que apartan a un lado la cuestión moral, suelen mostrar un pesimismo y una falta de confianza en que los seres humanos sean capaces de respetar a los animales por fundamentos morales, sin que intervenga el egoísmo de alguna manera. Ese tipo de actitud es como asumir una derrota de antemano. Está claro que los que no se esfuerzan por educar moralmente a la sociedad están en cierta forma ayudando a perpetuar la mentalidad egoísta exponiendo argumentos que no tienen que ver con el respeto y la consideración moral de otros individuos.

Utilizar argumentos sobre la salud resta importancia a los argumentos morales y da a entender que sería menos grave el consumir animales si el hacerlo no fuera dañino para la salud. Es cierto que muchos estudios médicos han relacionado el consumo de alimentos de origen animal con un aumento en la probabilidad de contraer ciertas enfermedades. Pero teniendo en cuenta que el 98 por ciento de la sociedad consume productos animales habitualmente y que los estudios poblaciones demuestran que la esperanza de vida es mayor que nunca en la Historia, y que la población total se mantiene o aumenta, más bien parece que tal riesgo para la salud no vaya a ser tenido en cuenta.

Mi postura es que los que defienden a los animales deberían centrarse en defender a los animales y no en la salud humana. Porque de lo que se trata es de cambiar la percepción moral acerca de los animales no humanos y derribar el prejuicio del especismo. 

En lo relacionado a cuestiones nutricionales sería mucho más importante tratar de informar a la sociedad que una dieta, y una vida en general, sin ningún tipo de producto de origen animal es viable y apta para cualquier ser humano. Sin duda, hacen mucho más por el veganismo quienes se esfuerzan por presentar la comida vegetal como sabrosa, que aquellos que intentan meter miedo con argumentos sobre la salud. Aquellos que intentan conseguir sus objetivos entrando por la puerta de atrás.

La táctica de la puerta de atrás como estrategia de convencimiento se emplea también con otros ámbitos, por ejemplo, el coste económico de la explotación animal y las subvenciones que se le otorgan, la efectividad en el ámbito de los experimentos con animales o los efectos medioambientales de la ganadería.

Quienes utilizan este tipo de argumentos, que dejan aparte la cuestión de la ética, no parecen tener en cuenta los efectos contraproducentes que pueden ocasionar. Porque si los alimentos de origen animal pueden tener consecuencias perjudiciales para la salud humana entonces se buscarán formas de reducir o eliminar dichas consecuencias pero tratando por todos los medios de seguir manteniendo dichos productos en el mercado. Por ejemplo, encontrando maneras de conseguir carne más saludable. Lo más que se consigue con ese tipo de perspectivas es que los productos animales sean sometidos a regulaciones más estrictas - lo que implica buena publicidad para ellos - o que aparezcan productos animales alternativos más saludables como la "carne ecológica".

Los argumentos sobre la salud ignoran por completo el hecho de que la carne es el cadáver de un animal asesinado que quería vivir. Comparar los asesinatos de animales con la subida del colesterol en algunos humanos lo encuentro de muy mal gusto y una falta de respeto por la vida de las víctimas. Me provoca la misma sensación que si en una campaña sobre la violación de mujeres se alegara que los hombres no deberían violar a las mujeres porque podrían contraer enfermedades o porque el estrés de la violación les puede provocar envejecimiento prematuro. Intentar convencer a alguien para que no haga algo moralmente reprobable por las consecuencias negativas que pudiera tener para él independientemente del daño que provoca a sus víctimas lo considero absolutamente inaceptable.

No pongo en duda la buena intención de quienes utilizan ese tipo de tácticas, la intención honesta de ayudar a los animales. Lo que pongo en cuestión es la moralidad y la efectividad de dichas tácticas. Y creo que he expuesto al menos algunos argumentos suficientes como para ponerlas en duda.

7 de julio de 2009

Efectos contraproducentes: haciendo la explotación más eficiente y más aceptable

GRANJAS DE ESCLAVOS


A menudo se suele hablar sobre las perjudiciales consecuencias que la industria de explotación animal tiene para el medio ambiente, debido en parte a su emisión de gases contaminantes y de residuos. Así, se utiliza el argumento ecológico como una motivación para que la gente preocupada por el impacto medioambiental reduzca o elimine su consumo de productos de origen animal. Sin embargo, este enfoque conlleva importantes problemas y objeciones.

En primer lugar, quienes adoptan este enfoque medioambiental están dejando el principal problema moral apartado a un lado: el problema moral que es el uso de los animales como medios para fines humanos y la vulneración sistemática de su individualidad y sus intereses básicos que esto implica. ¿Acaso alguien se posicionaba en contra de los campos de exterminio por la contaminación que provocaban? No veremos una denuncia sobre la esclavitud y matanza de seres humanos que se enfocara en el impacto medioambiental que causaba. Dicho enfoque parte de ignorar que esa actividad en sí misma se trataba de una injusticia fundamental, aparte de los efectos que tuviera sobre el medio ambiente.

Lo equivocado de esta manera de enfocar el problema empieza ya a mostrar sus consecuencias. Periódicamente aparecen en la prensa este tipo de noticias:


Si denunciamos la explotación animal como un problema por las consecuencias negativas que tiene para los humanos —en lugar de denunciarla por la injusticia que cometemos sobre los animales— entonces lo que conseguimos es motivar una intención de reducir o eliminar esas consecuencias negativas pero sin eliminar la utilización de los animales no humanos.

Parece claro que los argumentos medioambientales —así como los otros argumentos antropocéntricos basados en cuestiones económicas o sobre la salud— no harán nada por reducir y eliminar el especismo en la mentalidad de la gente. De este modo no se desafía la creencia de que los animales existen para servir como recursos para los humanos, que está precisamente en la causa de la explotación sobre los animales.

Un enfoque centrado en el daño de la explotación animal al medio ambiente lo que consigue es que los explotadores busquen nuevas y mejoradas formas de seguir explotando a los animales pero de una forma medioambientalmente más sostenible.

Denunciar la contaminación de la ganadería industrial no es un dato que motive a que la gente rechace el consumo de animales sino que motiva la búsqueda y desarrollo de técnicas para reducir esta contaminación y para potenciar la ganadería tradicional. Así, en lugar de concienciar sobre el supremacismo humano, y promover el veganismo,  ayudamos a perpetuar la creencia de que los animales son recursos para los humanos y a motivar una reforma ecológica de la explotación animal.

Hay una gran diferencia entre tener preocupación medioambiental desde el veganismo y otra muy diferente es intentar fundamentar el veganismo con argumentos medioambientales. Una cosa es informar sobre los posibles efectos medioambientales de aplicar el veganismo a escala global, pero otra muy distinta es intentar promover el veganismo centrando el enfoque en el medio ambiente. Son dos perspectivas diferentes. La prímera sería lícita. Pero la segunda no lo sería porque consigue que la gente no se cuestione la explotación animal como una injusticia en sí misma, y además tiene los efectos contraproducentes que ya hemos visto.

El enfoque medioambiental no sirve para justificar el veganismo como un imperativo al que estamos obligados moralmente, ni tampoco sirve para condenar la explotación animal en sí misma. Hay muchos usos de animales que no dañan el medio ambiente y los que sí lo hacen pueden ser reformados para reducir ese daño. Sólo el argumento moral, fundamentado en principios éticos universales, puede sostener el veganismo como una obligación ética.

Los estudios muestran que la aplicación global del veganismo sería ambientalmente sostenible, pero el veganismo se fundamenta en el respeto moral hacia los seres sintientes. Es necesario lograr un profundo cambio de mentalidad en los humanos. Para expandir el veganismo en la sociedad necesitamos la concienciación ética fomentar la empatía y la consideración hacia los demás animales.

30 de junio de 2009

El círculo moral en expansión


«Quien se oponga a los derechos de los animales y sostenga que el hecho de ser persona se basa en ser miembro de la especie Homo Sapiens no es más que un fanático de la especie, no más sensato que los fanáticos de la raza que otorgan mayor valor a la vida de los blancos que a la de los negros. Después de todo, los demás mamíferos luchan por seguir vivos, experimentan el placer y sufren el dolor, el miedo y el estrés cuando su bienestar peligra. Los grandes simios también comparten nuestros placeres más elevados de la curiosidad y el amor a los parientes, y nuestros dolores más profundos, el aburrimiento, la soledad y la pena. ¿Por qué se iban a respetar esos intereses en nuestra especie y no en las demás?» ~ Steven Pinker


El filósofo Peter Singer publicó un libro en 1981 llamado «The Expanding Circle» —no traducido todavía al español— en el que explica como la consideración ética puede expandirse progresivamente a partir de un fundamento moral fijo. Singer explica el progreso moral con la metáfora que da título a su libro: «El Círculo Expansivo». Algunas de las ideas que expone Singer se pueden encontrar también recogidas de forma sintética en un artículo titulado: «Ética más allá de los límites de la especie»

Estamos dotados de una conciencia moral que nos hace ver a los otros individuos como seres que merecen consideración por nuestra parte y que nos inhibe de dañarlos arbitrariamente. Asimismo, podemos razonar si un ser puede ser clasificado como persona —y no como cosa— sin necesidad de clasificar directamente a todo ser viviente como persona y morirnos de hambre por evitar infligir cualquier daño.

Los seres humanos han extendido sistemáticamente su círculo de consideración moral a lo largo del tiempo. Ese círculo se ha extendido de la familia y el pueblo al clan, la tribu, la nación, la raza y más recientemente —como es la Declaración Universal de los Derechos Humanos— a toda la humanidad. Se ha expandido de tal forma que de limitarse a un grupo concreto y cerrado hasta abarcar a todos los seres humanos. Ha pasado de incluir solamente a los varones para incluir también a las mujeres, los niños y los discapacitados. Se ha ensanchado para abarcar también a los delincuentes, los prisioneros de guerra, los civiles enemigos y los discapacitados.

La expansión de la consideración moral puede originarse en algo tan básico como la exigencia de ser lógicamente coherente cuando se pide a otras personas se comporten de determinada manera. Consiste en darse cuenta de que no se puede obligar a los demás, sin caer en la incoherencia, a regirse por unas normas que en realidad nosotros mismos estamos desobedeciendo. Las actitudes egoístas, sexistas, racistas, xenófobas, y también las especistas, son lógicamente incoherentes con la necesidad de que todos los agentes morales respetemos un código de conducta racional.

No obstante, es necesario aclarar que el hecho de que la consideración moral se expanda en forma círcular tiene razones psicológicas; no morales. Es decir, tiene que ver con la manera en que desarrollamos mentalmente nuestra moralidad. Primero, el individuo toma consciencia de sí mismo y de sus allegados más cercanos y luego comprende que la consideración debe extenderse a todas las demás personas por igual, incluyendo a aquellas con las que no tienes ningún contacto directo. Si bien, no hay ningún centro en la ética. El fundamento de la ética es la lógica. La lógica es un criterio de naturaleza estructural; no un centro material.

Cuando usamos la metáfora del círculo para explicar la expansión de la consideración moral no estamos describiendo la moral sino que describimos la manera en que los agentes morales suelen desarrollar su propia moralidad y la forma en que la cultura se ha ido moralizando. Es una descripción psicológica y cultural; pero no es la estructura de la moral, puesto que la moral es igualitaria por principio, y por tanto no puede aceptar jeraquías ni grados de consideración. Esto es lo que significa decir que es igualitaria.

Por supuesto, todavía no se han agotado las posibilidades de progreso moral.

El canibalismo nos resulta tan repugnante que durante muchos años ni siquiera los antropólogos quisieron reconocer que en realidad fue algo habitual en nuestra prehistoria. Ahora resulta fácil pensar con terrible desagrado: ¿es posible que otros seres humanos fueran capaces de verdad de algo tan abyecto?

La historia y la etnografía nos revelan que los seres humanos pueden perfectamente tratar a aquellos humanos que consideran extraños como hoy tramos a los animales no humanos, especialmente aquellos animales destinados para consumo.

La indignación y el rechazo hacia los actos criminales más horribles dirigidos hacia otros humanos resulta ser muy similar a la indignación y rechazo que sentimos las personas con consideración moral por otros individuos, más allá de nuestra propia especie, cuando vemos la esclavitud y toda la violencia que los seres humanos estamos infligiendo al resto de animales.


Del mismo modo que hemos ampliado nuestra esfera de consideración moral a todos los humanos sintientes sin diferencia de raza o sexo; el principio ético de igualdad nos exige ahora ampliar nuestra consideración moral a los demás animales sintientes, sin discriminación de especie.

No podemos borrar el injusto daño que cometimos en el pasado, pero sí podemos elegir no continuar causando ese daño y elegir el bien en su lugar.


29 de junio de 2009

Nuestros primos hermanos




¿Deberíamos apoyar iniciativas como la de El Proyecto Gran Simio que piden reconocer personalidad sólo para algunos primates no humanos? Soy de la opinión que no deberíamos apoyarlo.

Ese tipo de campañas denotan un sesgo antropocéntrico que lleva a preocuparnos sólo porque aquellos animales que se parecen más a los humanos en aspecto y capacidades cognitivas. Yo considero que todos los seres conscientes deberían ser sujetos de consideración moral; sin importar si se parecen o no a nosotros —los humanos.

El argumento de la afinidad genética es argumento inconsistente y propio de una mentalidad antropocéntrica. Pretender que sólo merezcan consideración moral aquellos más cercanos a nosotros genéticamente es como pretender que sólo aquellos humanos que sean nuestros afines genéticamente merezcan tener derechos y el resto de humanos puedan ser utilizados como meros recursos. Así lo señala el profesor Emiliano Bruner:
«Hay que reconocer dignidad y derechos a todos, existan o no existan las razas. Y lo mismo vale para cualquier forma de vida que supuestamente tenga una complejidad biológica suficiente para poder ser consciente de su propia existencia: no necesito saber cuántos genes compartimos con un chimpancé para decidir si lo voy a torturar o a exterminar. Paradójicamente, una posición que defiende respeto y derecho solo en nombre del grado de parentesco es tan racista [o especista] como las alternativas a las que pretende enfrentarse.»
El fundamento en el que se debe basar el reconocimiento moral y legal de los otros animales como sujetos de derechos no debe ser la cercanía genética con la especie humana, ni tampoco la inteligencia, sino solamente la capacidad de sentir. Los demás animales sienten, sufren igual que nosotros, desean vivir y disfrutar de sus vidas en libertad. Cada uno de ellos es un individuo único con voluntad e intereses propios.

La consideración moral que merecen los demás animales se les niega por una mentalidad especista y antropocéntrica predominante en nuestra sociedad que no reconoce en igualdad los intereses de otros animales. Y los defensores de los animales son los primeros que deberían superar en ellos mismos ese tipo de mentalidad.

19 de junio de 2009

Un documento histórico



NOTICIAS VEGANAS

NOVIEMBRE 1944
 

Los recientes artículos y cartas en The Vegetarian Messenger acerca de la cuestión del consumo de productos lácteos han puesto de manifiesto la innegable evidencia de que la producción de dichos alimentos implica crueldad y explotación de la vida sintiente desarrollada. La excusa de que no es necesario matar para obtener productos lácteos ya no es sostenible por todos aquellos que conocen los métodos empleados en las granjas y la dura competencia que incluso los granjeros más humanitarios deben afrontar si quieren permanecer activos en el negocio. 
Como lacto-vegetarianos hemos sabido durante muchos años que la industria cárnica y la industria láctea estaban relacionadas y que en cierta forma se complementaban la una con la otra. Sabíamos por tanto que el motivo basado en fundamentos morales para rechazar sus productos era excepcionalmente fuerte y aguardábamos a que tarde o temprano una crisis de conciencia nos liberara de ellos. 
Para nosotros ya ha llegado ese momento. Habiendo seguido una dieta libre de alimentos de origen animal durante periodos que van de unas pocas semanas en algunos casos hasta varios años en otros, creemos que nuestras ideas y experiencias están suficientemente maduras para servir como prueba de ello. La incuestionable crueldad implicada en la producción de leche hace evidente que el lacto-vegetarianismo se encuentra a medio camino entre el consumo de cadáveres y una dieta verdaderamente humanitaria y civilizada, así que durante nuestra vida en esta tierra debemos intentar evolucionar lo suficiente como para recorrer por entero ese camino. 
Podemos ver claramente como nuestra civilización actual está basada en la explotación de animales de la misma manera que las civilizaciones del pasado estuvieron fundadas en la explotación de esclavos, y creemos que el destino espiritual del ser humano conducirá a que en el futuro contemplaremos con horror el hecho de que el hombre se alimentó de productos hechos con los cuerpos de otros animales. 
Aunque sin una evidencia científica de ello, sospechamos que el gran impedimento para el desarrollo moral del hombre está en su condición de parásito de otras formas de vida animal. La investigación acerca de las propiedades inmateriales de los alimentos apenas acaba de comenzar y no parece que los usuales métodos materialistas de investigación puedan aclararnos mucho sobre ello. Pero, ¿acaso no sería posible que eliminando todas las vibraciones animales de nuestra dieta descubramos el camino no solamente hacia un modo de vida saludable sino también hacia un avance en nuestra capacidad intuitiva y psíquica desconocida hasta el presente?  
Se nos suele alegar habitualmente como crítica el que nuestra época no está madura todavía para el cambio que proponemos. ¿Pero acaso alguna época estuvo madura para un cambio sin que fuera preparada previamente para ello mediante la determinación de algunos individuos? ¿Acaso Wilberforce esperó a que su época "madurara" antes de empezar a combatir la esclavitud? ¿Acaso Edwin Chadwick, Lord Shaftesbury y Charles Kingsley esperaron a que llegara un inexistente momento antes de intentar convencer a la opinión pública sobre las ventajas de tener baños y aguas limpias? Solamente si hubieran declarado su intención de envenenar a todo el mundo habrían podido encontrar una mayor oposición. 
Hay un evidente peligro en dejar la consecución de nuestros ideales a la posteridad, porque la posteridad puede ser que ya no tenga nuestros ideales. La evolución puede ser tanto regresiva como progresiva, de hecho parece haber siempre una poderosa tendencia a escoger el camino equivocado antes de que los cánones sean establecidos y las nuevas visiones respetadas. Por este motivo hemos creado nuestro grupo, el primero de su naturaleza, suponemos, en nuestro país o en cualquier otro.   
ORGANIZACIÓN DEL GRUPO  
Nuestros 25 miembros están amplia y lejanamente dispersos por lo que formar un comité no resulta posible. Debido a la ausencia de voluntarios he tomado disposición de los cargos de secretario, tesorero y auditor. Si esta para nada democrática organización pudiera ofender a alguien, estoy abierto a sugerencias de cualquier tipo que me permitieran, ya fuera intencionadamente o no, malversar los fondos disponibles con suscripciones de !un chelín al año!  
Nuestro trabajo estará en principio limitado a la propaganda contenida en el boletín. Se ha despertado un gran interés respecto de nuestros argumentos, y parece probable que el boletín será ampliamente leído. Ya hemos recibido muchas peticiones de suscripción para nuestros primeros cuatro números, y llegarán más cuando nos publicitemos. Mr. J. W. Robertson Scott, editor de The Countryman, nos has escrito: 
"Me encantaría saber el éxito que habéis tenido en convencer a consumidores de que rechacen los productos lácteos. Siempre he sentido que el punto de vista vegetariano se encontraba en una posición ilógica, ya que los huevos no pueden ser producidos sin matar a los pollitos, ni los productos lácteos pueden ser económicamente rentables sin la colaboración del matarife."
La claridad con la que los vegetarianos ven esta cuestión está bien reflejada en el resultado de un reciente debate organizado por la Sociedad Vegetariana de Croydon cuando fue aprobada casi por unanimidad la propuesta: "Los vegetarianos deben tener como meta el eliminar todo producto lácteo". Si recordamos bien la votación fue de 30 votos a favor y 2 en contra. 
Nuestros miembros son pronunciadamente individualistas, no se intimidan fácilmente ante la crítica y están llenos del espíritu de los pioneros, y estoy seguro de que nunca permitirán que su revista degenere en un mero producto secretarial. Todos estáis invitados a escribir algo periódicamente para hacer la revista interesante, útil y provocadora. ¿Qué os parece una serie de artículos (de alrededor de 600 palabras) con el título: "Mi filosofía espiritual"? Artículos, cartas, recetas, dietas, artículos de prensa, sugerencias acerca de cultivar, notas sobra el cuidado de niños, anuncios (gratis para los socios), todo será bienvenido. Las cartas de aquellos que sean críticos con nosotros también serán publicadas. Se trata de un trabajo verdaderamente pionero y si todos cooperamos veremos con toda seguridad un avance en la práctica humanitaria, y quizás revelaremos verdades nutricionales que de otro modo habrían permanecido inaccesibles. 
Recordemos como gran parte de la investigación nutricional moderna ha sido determinada por intereses establecidos y realizados en laboratorios de vivisección, por lo que carecemos a propósito de datos concernientes acerca de las ventajas de una dieta libre de productos de origen animal. Sabemos que los animales domesticados están casi todos enfermos, por tanto el 99.9999% de la población consume los productos de esos cuerpos enfermos, ¿cómo podemos llegar medir el efecto que tales alimentos están causando? Miles de personas viviendo con una estricta dieta libre de productos animales durante muchos años nos otorgarán datos de inestimable valor. !El Gobierno ha concedido subvenciones para trabajos sociales de mucha menor utilidad!
BUSCAR UN NOMBRE  
Debemos considerar cuidadosamente cual debe ser el nombre de nuestra organización, el de nuestra revista y cómo deberíamos denominarnos a nosotros mismos. 
"No-lactos" se ha convertido en un término coloquial, pero es un término negativo. Además no explicita que también nos oponemos al uso de los huevos como alimento. Necesitamos un nombre que sugiera el tipo de alimentación y, si es posible, que comunique la idea de que excluyendo cualquier alimento de origen animal, la Naturaleza sigue ofreciendo una abrumadora variedad entre la que elegir. "Vegetariano" y "frutariano" están asociados con dietas que permiten los "frutos" (!) de vacas y aves, por tanto parece que debemos crear y utilizar un término nuevo y más apropiado. Como puede verse en este primer número de nuestro boletín, he usado el título "Noticias Veganas".  
Ése es el término que debemos adoptar, nuestra dieta será conocida como una dieta VEGANA, y nosotros conocidos como VEGANOS. Las sugerencias al respecto de otros miembros son bienvenidas. La ventaja de tener un nombre corto es bien conocida por aquellos que como secretarios de sociedades vegetarianas han tenido que teclear ese nombre !varias miles de veces al año! 
NUESTRA RELACIÓN CON LOS LACTO-VEGETARIANOS 
El objetivo de nuestra organización es establecer las condiciones para un cambio que consideramos moral, saludable y lógico. Para ello manifestaremos abiertamente por qué condenamos el consumo de productos lácteos y huevos. Estamos seguros de que recibiremos críticas por ello. No nos importa si por ese motivo fallamos a la hora de convencer a otros, sino que debemos pensar que es algo que debe importarles a ellos si, en lo más profundo de sí mismos, saben que tenemos razón.
En todo caso, no debería haber animosidad entre nosotros y los "lactos". Aceptamos que el lacto-vegetarianismo es un paso acertado dentro de la evolución dietética, y por esa razón muchos de nosotros en el pasado empleamos gran parte de nuestro tiempo trabajando por el lacto-vegetarianismo. Durante los últimos años las dos sociedades vegetarianas nacionales han dedicado mucho espacio en sus revistas a esta cuestión sobre el uso de productos lácteos, y tenemos razones para creer que le darán importancia a nuestra labor y ocasionalmente informarán sobre ello. (Antes de formar nuestra organización, se sugirió a la Sociedad Vegetariana el crear una sección específica como parte de la Sociedad. Dicha sugerencia fue vista con simpatía por el Comité, quien sin embargo decidió que todas las energías de la de Sociedad deberían seguir aplicándose a abolir el consumo de carne, y que cualquier otro enfoque debería, por tanto, sentirse libre de actuar como un cuerpo independiente). 
La necesidad de probar que es posible vivir sin consumir productos lácteos es algo muy importante a tener en cuenta por cualquier lacto-vegetariano. Resignarse uno mismo al lacto-vegetarianismo como una solución satisfactoria al problema de la alimentación significa aceptar los corrales y los mataderos como parte de un inevitable plan divino. !Eso significaría también aceptar el espectáculo de un hombre adulto chupando las ubres de una vaca como parte de un propósito digno y racional de la Naturaleza! 
Sin necesidad de hacer proclamas sobre nuestra propia certeza, sentimos que nos encontramos en una posición fuerte para criticar el lacto-vegetarianismo, porque lo peor que podemos decir no es sino una repetición de la crítica que ya nos hicimos a nosotros mismos. Por tanto, expresaremos la verdad tal como la vemos y sentimos, y a pesar de que nuestros amigos lacto-vegetarianos rechacen nuestras ideas si quieren, deseamos que no nos rechacen también a nosotros por comunicárselas.  
ACERCA DE NOSOTROS MISMOS 
Hasta donde sabemos, cada miembro de nuestro grupo ha rechazado el uso de lácteos por razones éticas. Estamos al tanto de las teorías nutricionales predominante y al ejercitar nuestra convicción moral encontraremos como refutar dichas teorías. Lo haremos sin miedo porque sentimos que una filosofía moral combinada con un poco de sentido común es una guía más racional que las teorías salidas de los laboratorios de vivisección. Nosotros no aceptamos que para obtener una nutrición adecuada sea necesario el transgredir nuestra conciencia. Ponemos en cuestión a cualquier nutricionista que alabe las virtudes de las proteínas animales sin haber experimentado una dieta equilibrada libre de dichas proteínas, ya que entonces no entendemos como puede ser capaz de realizar semejantes juicios.

Sabemos que la anatomía del ser humano es indudablemente frugívora. Nos damos cuenta de que el consumo de leche por parte de adultos es un absurdo que no se da en la Naturaleza. Sabemos que podemos estar al menos igual de bien sin productos lácteos que con ellos. Estamos al tanto de que al menos el cuarenta por ciento de las vacas padecen de tuberculosis. Sabemos que la pasteurización permite a los productores vender leche con varios días de antigüedad. Sabemos lo que ocurre con aquellos que consumen "nutritivas proteínas de primera clase" recomendadas por nutricionistas ortodoxos: casi todos ellos mueren de horribles y malignas enfermedades. ¡Que el cielo no asista si nuestra dieta nos provocara algo similar a eso! 
Aparte de decir: "Muy bien, gracias" cuando nos pregunten, consideramos que ahora mismo es algo prematuro anunciar la ventaja fisiológica de nuestra dieta. Humildemente, este secretario vuestro es capaz de recorrer 230 millas en bicicleta cada día, mientras que hace años cuando se cebaba a sí mismo con leche y huevos ya estaba listo para irse a dormir después de recorrer la mitad de esa distancia. También puede llevar a cabo sus tareas durante diez horas al días sin sentirse fatigado a la mañana siguiente. Aunque debemos tener cuidado con lo que digamos no sea que al resto del mundo le lleguen noticias sobre nosotros y esperen encontrarse con robustos y musculosos gigantes de dos metros inmunes a todas las enfermedades. 
Que no nos sorprenda tampoco que hasta la más insignificante incidencia que nos surja dentro de nuestra buena salud será visto a los ojos de los demás como una evidente prueba de nuestra irresponsabilidad por no seguir una "dieta adecuada". Mientras que todas las demás enfermedades que asolan a los miembros de la sociedad civilizada que sigue una "dieta adecuada" no contarán para nada en su contra. ¡Tenemos que estar preparados para hacer frente a las críticas! En nuestros momentos más reflexivos no debemos alimentar el pensamiento de que hay grandes riesgos para la vida viviendo a base de ensaladas, frutos, semillas y cereales integrales. Tampoco se nos puede considerar como unos gigantes morales al elegir una dieta que tan obviamente nos favorece. 
Suponiendo que algunos miembros seguramente desearán cartearse unos con otros, nos proponemos publicar una lista con sus nombres y direcciones en nuestro próximo boletín. Si algún miembro prefiere no ser incluido en la lista que nos lo haga saber. 
Hemos oído que hace 40 años un especialista de Harley Street escribió un panfleto en contra del consumo de lácteos ¿Algún miembro del grupo ha tenido noticia de su publicación?
ACERCA DE AQUELLOS QUE NO ESTÁN TODAVÍA CON NOSOTROS  
Reconocemos que el eliminar todos los productos lácteos crea algunas dificultades personales que varían de magnitud según el individuo. También nos damos cuentas de que el momento presente no es el más adecuado para semejante cambio, pero creemos que llevando a cabo ahora la fundación de nuestro movimiento pronto muchos se nos unirán buscando un "arma para la paz". Sabemos que hay una particular inquietud entre los vegetarianos acerca del uso de cuajo en la elaboración de quesos, y en esto se muestra la más manifiesta contradicción del lacto-vegetarianismo, por lo que sugerimos que hagan lo mismo que hemos hecho nosotros y eliminen el queso de su dieta. 
Nuestro amigo y compañero Dougald Semple nos cuenta que nunca le ha gustado el queso, !por lo tanto no puede ser considerado como un "toque de gusto" esencial para el cuerpo y la mente! Los siguientes pasajes extraídos de la editorial del último boletín de The Vegetarian News no deja lugar para muchos argumentos: 
"La mayoría de los vegetarianos son sin duda conscientes que el uso de cuajo de ternero en la elaboración de queso ha presentado siempre un problema para cualquiera con principios humanitarios, ya que se necesita matar al ternero para obtener el cuajo. En la supuesta ausencia de un sustituto vegetariano para el cuajo algunos vegetarianos se abstienen completamente del consumo de queso, excepto en ciertas variedades, mientras que la mayoría de los vegetarianos toman su ración de queso habitualmente y tratan de olvidar el incidente del cuajo de ternero en su elaboración." 
¿Es correcto que las personas con conciencia moral gasten sus energías en tratar de olvidar semejantes hechos? 
Durante la guerra todos los huevos han desaparecido y se ha podido fácilmente prescindir de ellos sin problema y sin ningún sentimiento de pérdida si uno piensa en el hecho de que son en su mayor parte !fetos y menstruaciones! Eliminar la leche supone indudablemente una mayor dificultad. La leche de almendras es un buen sustituto, aunque no va muy bien para el té (!así que elimina el té y añade otros diez años a tu vida!). 
Aquellos de nosotros que hemos vivido largos periodos sin lácteos podemos afirmar que estamos sanos y fuertes; que disfrutamos de la comida como nunca y que una vez que la nueva dieta ha comenzado, la visión y el olor de la leche desaparecen rápidamente de nuestra mente.

67 Evesham Road,
Leicester.
24 de Noviembre de 1944
Donald Watson
Texto original en inglés: The Vegan News