«Quien se oponga a los derechos de los animales y sostenga que el hecho de ser persona se basa en ser miembro de la especie Homo Sapiens no es más que un fanático de la especie, no más sensato que los fanáticos de la raza que otorgan mayor valor a la vida de los blancos que a la de los negros. Después de todo, los demás mamíferos luchan por seguir vivos, experimentan el placer y sufren el dolor, el miedo y el estrés cuando su bienestar peligra. Los grandes simios también comparten nuestros placeres más elevados de la curiosidad y el amor a los parientes, y nuestros dolores más profundos, el aburrimiento, la soledad y la pena. ¿Por qué se iban a respetar esos intereses en nuestra especie y no en las demás?» ~ Steven Pinker [La Tabla Rasa, capítulo 13]
El filósofo Peter Singer publicó un libro en 1981 llamado «The Expanding Circle» —no traducido todavía al español— en el que explica como la consideración ética puede expandirse progresivamente a partir de un fundamento moral fijo. Singer explica el progreso moral con la metáfora que da título a su libro: «El Círculo Expansivo». Algunas de las ideas que expone Singer se pueden encontrar también recogidas de forma sintética en un artículo titulado: «Ética más allá de los límites de la especie»
Estamos dotados de una conciencia moral que nos hace ver a los otros individuos como seres que merecen consideración por nuestra parte y que nos inhibe de dañarlos arbitrariamente. Asimismo, podemos razonar si un ser puede ser clasificado como persona sin necesidad de clasificar directamente a todo ser viviente como persona y morirnos de hambre por evitar infligir cualquier daño.
Los seres humanos han extendido sistemáticamente su círculo de consideración moral a lo largo del tiempo. Ese círculo se ha extendido de la familia y el pueblo al clan, la tribu, la nación, la raza y más recientemente —como es la Declaración Universal de los Derechos Humanos— a toda la humanidad. Se ha expandido de tal forma que de limitarse a un grupo concreto y cerrado hasta abarcar a todos los seres humanos. Ha pasado de incluir solamente a los varones para incluir también a las mujeres, los niños y los discapacitados. Se ha ensanchado para abarcar también a los delincuentes, los prisioneros de guerra, los civiles enemigos y los discapacitados.
La expansión de la consideración moral puede originarse en algo tan básico como la exigencia de ser lógicamente coherente cuando se pide a otras personas se comporten de determinada manera. Consiste en darse cuenta de que no se puede obligar a los demás, sin caer en la incoherencia, a regirse por unas normas que en realidad nosotros mismos estamos desobedeciendo. Las actitudes egoístas, sexistas, racistas, xenófobas, y por ende las especistas, son lógicamente incoherentes con la necesidad de que todos los agentes morales respetemos un código de conducta racional.
No obstante, es necesario aclarar que el hecho de que la consideración moral se expanda en forma círcular tiene razones psicológicas; no morales. Es decir, tiene que ver con la manera en que desarrollamos mentalmente nuestra moralidad. Primero, el individuo toma consciencia de sí mismo y de sus allegados más cercanos y luego comprende que la consideración debe extenderse a todas las demás personas por igual, incluyendo a aquellas con las que no tienes ningún contacto directo. Si bien, no hay ningún centro en la ética. El fundamento de la ética es la lógica. La lógica es un criterio de naturaleza estructural; no un centro material.
Cuando usamos la metáfora del círculo para explicar la expansión de la consideración moral no estamos describiendo la moral sino que describimos la manera en que los agentes morales suelen desarrollar su propia moralidad y la forma en que la cultura se ha ido moralizando. Es una descripción psicológica y cultural; pero no es la estructura de la moral, puesto que la moral es igualitaria por principio, y por tanto no puede aceptar jeraquías ni grados de consideración. Esto es lo que significa decir que es igualitaria.
Por supuesto, todavía no se han agotado las posibilidades de progreso moral.
El canibalismo nos resulta tan repugnante que durante muchos años ni siquiera los antropólogos quisieron reconocer que en realidad fue algo habitual en nuestra prehistoria. Ahora resulta fácil pensar con terrible desagrado: ¿es posible que otros seres humanos fueran capaces de verdad de algo tan abyecto?
La historia y la etnografía nos revelan que los seres humanos pueden perfectamente tratar a aquellos humanos que consideran extraños como hoy tramos a los animales no humanos, especialmente aquellos animales destinados para consumo.
La indignación y el rechazo hacia los actos criminales más horribles dirigidos hacia otros humanos resulta ser muy similar a la indignación y rechazo que sentimos las personas con consideración moral por otros individuos, más allá de nuestra propia especie, cuando vemos la esclavitud y toda la violencia que los seres humanos estamos infligiendo al resto de animales.
La raíz del problema en nuestra relación con los demás animales reside en verlos como objetos y recursos para nuestro beneficio. Todos los males que les infligimos derivan de ahí.
Del mismo modo que hemos ampliado nuestra esfera de consideración moral a todos los humanos sintientes sin diferencia de raza o sexo; el principio ético de igualdad nos exige ahora ampliar nuestra consideración moral a los demás animales sintientes: sin discriminación de especie.
No podemos borrar el injusto daño que cometimos en el pasado, pero sí podemos elegir no continuar causando ese daño y elegir el bien en su lugar.
Luis, Muchas gracias por el articulo... No concia a Singer, lei el texto que adjuntaste, me parecio maravilloso. Se le voy a pasar a mi hermano y a un amigo, somos vegetarianos, y estamos (por lo menos yo) en la transicion al veganismo...
ResponderEliminarGracias por la data! me ayuda a progresar! Un Abrazo,
@pezdragon