¿Deberíamos apoyar iniciativas como la de El Proyecto Gran Simio que piden reconocer personalidad sólo para algunos primates no humanos? Soy de la opinión que no deberíamos apoyarlo.
Ese tipo de campañas denotan un sesgo antropocéntrico que lleva a preocuparnos sólo porque aquellos animales que se parecen más a los humanos en aspecto y capacidades cognitivas. Yo considero que todos los seres conscientes deberían ser sujetos de consideración moral; sin importar si se parecen o no a nosotros —los humanos.
Ese tipo de campañas denotan un sesgo antropocéntrico que lleva a preocuparnos sólo porque aquellos animales que se parecen más a los humanos en aspecto y capacidades cognitivas. Yo considero que todos los seres conscientes deberían ser sujetos de consideración moral; sin importar si se parecen o no a nosotros —los humanos.
El argumento de la afinidad genética es argumento inconsistente y propio de una mentalidad antropocéntrica. Pretender que sólo merezcan consideración moral aquellos más cercanos a nosotros genéticamente es como pretender que sólo aquellos humanos que sean nuestros afines genéticamente merezcan tener derechos y el resto de humanos puedan ser utilizados como meros recursos. Así lo señala el profesor Emiliano Bruner:
«Hay que reconocer dignidad y derechos a todos, existan o no existan las razas. Y lo mismo vale para cualquier forma de vida que supuestamente tenga una complejidad biológica suficiente para poder ser consciente de su propia existencia: no necesito saber cuántos genes compartimos con un chimpancé para decidir si lo voy a torturar o a exterminar. Paradójicamente, una posición que defiende respeto y derecho solo en nombre del grado de parentesco es tan racista [o especista] como las alternativas a las que pretende enfrentarse.»
El fundamento en el que se debe basar el reconocimiento moral y legal de los otros animales como sujetos de derechos no debe ser la cercanía genética con la especie humana, ni tampoco la inteligencia, sino solamente la capacidad de sentir. Los demás animales sienten, sufren igual que nosotros, desean vivir y disfrutar de sus vidas en libertad. Cada uno de ellos es un individuo único con voluntad e intereses propios.
La consideración moral que merecen los demás animales se les niega por una mentalidad especista y antropocéntrica predominante en nuestra sociedad que no reconoce en igualdad los intereses de otros animales. Y los defensores de los animales son los primeros que deberían superar en ellos mismos ese tipo de mentalidad.
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