26 de noviembre de 2019

«Del especismo a la igualdad»


La autora Joan Dunayer expone en el siguiente ensayo, —titulado originalmente «From Speciesism To Equality» su análisis sobre el problema del especismo en sus diferentes aspectos —distinguiendo entre el especismo tradicional y el nuevo especismo— y plantea su propuesta igualitaria para superarlo. Este escrito se puede considerar complementario a su otro artículo anterior titulado «Por la igualdad animal». En ambos ensayos, Dunayer resume su visión filosófica, a los que habría añadir otros dos textos titulados «Defensores de los derechos animales 'bienestaristas': un oxímoron» y «Sirviendo al abuso: promocionando productos de origen animal». Leyendo estos cuatro ensayos creo se puede tener una idea general y bastante aproximada del pensamiento de Joan Dunayer.

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Del especismo a la igualdad

Joan Dunayer 

Verano 2005

Es especista denegar la igual consideración y respeto a cualquier ndividuo no humano debido a que no es humano o a que no se parece a los humanos.


Cuando ven a un loro en una jaula, a un pez en una pecera, o a un perro encadenado, están viendo el especismo. Si creen que una tortuga o una avispa tiene menos derecho a la vida y la libertad que un zorro o un humano, o si consideran que los humanos son superiores a los humanos, entonces están suscribiendo el especismo. Si visitan acuaprisiones o zoos, visten con pieles de vacas o pelos de ovejas, o comen carne, huevos o productos lácteos, están practicando el especismo.

Especismo Tradicional

¿Qué es exactamente el especismo? El psicólogo Richard Ryder acuñó la palabra especismo en 1970. Aunque nunca definió explícitamente el término, indicó que el especismo traza una fuerte distinción moral entre humanos y otros animales [1]. De manera similar a Ryder, filósofos como Peter Singer y Tom Regan definen el especismo como un sesgo contra los no-humanos [2]. Esa definición es demasiado restrictiva. El racismo no está restringido a todos los no-blancos; se produce también contra una serie concreta de razas: por ejemplo contra todos los no-blancos excepto los asiáticos, sólo contra los negros y los nativos americanos, o sólo contra los aborígenes australianos. Análogamente, el especismo no está limitado a todos los no-humanos sino que incluye sesgos contra determinado número de especies animales, tales como todos los animales que no sean grandes primates, todos los no mamíferos, o todos los invertebrados.

Lo que Ryder, Singer y Regan denominan "especismo" se trata en realidad de un tipo de especismo: el tipo más antiguo y severo que denomino «especismo tradicional». Los especistas tradicionales no creen que ningún no-humano merezcan reconocimiento moral como los humanos y tengan derechos legales básicos, como el derecho a la vida y la libertad. La mayoría de seres humanos son especistas tradicionales.

Neoespecismo

En contraste con el especismo tradicional, un creciente número de gente considera que los derechos morales y legales deben extenderse más allá de nuestra especie. Sin embargo, no defienden una posición igualitaria sino que aplican un tipo de especismo que denomino «neoespecismo» [nuevo especismo]. Los neoespecistas abogan derechos sólo para determinados no-humanos; aquellos que se parecen más a los humanos. Al creer que los humanos son superiores a los no-humanos, los neoespecistas ven el reino animal como una jerarquía en la que los humanos se sitúan en la cima. Habitualmente consideran que los chimpancés, delfines, y otros mamíferos no humanos, son más importantes que los demás no-humanos. También jerarquizan a los mamíferos por encima de las aves; a las aves por encima de los reptiles, los anfibios y los peces; y a los vertebrados por encima de los invertebrados.

Peter Singer ejemplifica el neoespecismo. En su opinión, los humanos que posean al menos una inteligencia promedio tienen mayor valor que los nohumanos [3]. Más aún, aboga por el derecho a la vida y la libertad sólo para los humanos, otros grandes primates, y posiblemente otros mamíferos que posean una autoconciencia similar a la que tiene un ser humano promedio tras su infancia [4]. ¿Por qué un ser humano promedio? ¿Por qué no un pulpo o un cuervo? El criterio de Singer es claramente antropocéntrico y sesgado: especista. Singer considera que todos los no mamíferos son "reemplazables" —en sus propias palabras [5]. Él se opone categóricamente a la vivisección sobre los mamíferos [6]También considera que es moralmente aceptable la cría y matanza de aves, peces, y otros no mamíferos, si sus vidas han sido placenteras —algo extremadamente difícil— y son matadas rápidamente y sin dolor —algo extremadamente dificil también [7]. No es especista, afirma Singer, creer que la matanza de miles de seres humanos es más trágica que la matanza de millones de pollos [8]. Por supuesto que es especista.

No Especismo

Al rechazar la noción de la superioridad humana, el no-especismo aboga por derechos básicos para todos los seres sintientes. Los no-especistas no desean que algunos no-humanos sean humanos honorarios; ellos desean que la sintiencia reemplace a la humanidad como la base para los derechos.

La sintiencia debe ser suficiente para los derechos legales básicos porque cualquiera que pueda experimentar subjetivamente tiene un interés en continuar viviendo y en encontrarse bien; y el sentido de las leyes es el de proteger intereses [9]. A ojos de la ley, los humanos más mentalmente incapacitados tienen intereres que requieren protección. Más aún, sus intereses no cuentan menos que los de aquellos humanos con una capacidad intelectual promedia o por encima de la media. Los humanos que carecen de lenguaje o razonamiento abstracto continúan teniendo derechos. ¿Así que por qué los individuos no humanos no deberían tener esos mismos derechos? La conciencia de cualquier tipo y cualquier grado debe ser protegida. Cualquier ser sintiente lo pierde todo cuando muerte. Cualquier ser sintiente puede sufrir. Estar libre de privaciones y dolores es tan relevante para las langostas y las serpientes como para los gorilas y los humanos.

La visión no-especista contempla a todos los individuos no humanos como personas legales en lugar de propiedades humanas. La personalidad emanciparía a los no-humanos de la servidumbre humana, lo que proscribiría que los no-humanos fueran usados para trabajar, actuar, producir o proveer cualquier servicio. Nunca más los caballos tirarán de carruajes, ni los tigres saltarán por aros, ni los elefantes tendrán que cargar con seres humanos en sus espaldas. La legislación prohibiría que los humanos se apropiaran de los no-humanos. Los humanos no podrían criar, comprar o vender a los no-humanos para ningún propósito, ya fuera la vivisección o la producción de comida o la tenencia de mascotas o la propagación de especies en peligro.


Para llegar a la emancipación, un gran porcentaje de la gente debería apoyar la igualdad animal y ser vegano, de modo que sólo unos cuantos no-humanos estuvieran sometidos a cautivero. Hasta la emancipación, los perros, gatos y otros animales domesticados podrían vivir tutelados por seres humanos responsables que cuidaran de ellos [10]. Liberados de la explotación y otros abusos, los otros animales domesticados —tales como gallinas liberadas de la industria del huevo y ratas liberadas de la vivisección— recibirían cuidados veterinarios, o podrían ser eutanasiados si se les diagnosticara una dolorosa enfermedad incurable, y sería adoptados en refugios o domicilios particulares.  Los no-humanos bajo tutela humana tendrían esencialmente los mismos derechos legales que los niños humanos.


La cautividad no humana sería eliminada. Hasta donde sea posible, los animales domesticados —incluyendo a perros y gatos— no serán expuestos a situaciones en las que puedan reproducirse, por ejemplo, mediante la esterilización [11]. El número de animales domesticados descendería rápidamente.


Los cautivos no domesticados serían liberados si, después de la necesaria rehabilitación, pueden mantenerse sin la asistencia humana y existe un hábitat apropiado para ellos. En caso contrario, serán cuidados permanentemente en santuarios. En tanto sea posible, estos santuarios deben proporcionarles ambientes lo más cercanos a su hábitat natural. Al igual que sucede con los animales domesticados, hay que evitar que los no domésticos puedan criar. Al final, todos los individuos no humanos serán los animales no domesticados que viven libres, sin interferencia humana, en sus hábitats naturales.


El reconocimiento de su personalidad otorgaría a los no-humanos todos los derechos legales relevantes, como el derecho a la vida. Así como todos los otros derechos de los no-humanos, un derecho no-humano a la vida limitaría la actividad humana, no la de los no-humanos. Los humanos no deben interferir en la relación predador-presa entre no-humanos libres. A diferencia de los humanos, los depredadores necesitan matar para sobrevivir. Bajo una ley no especista sería ilegal que un humano matara a un no-humano excepto bajo circunstancias extraordinarias. Si estuvieran perdidos en un terreno ártico o desértico sin acceso a vegetales comestibles, estarían legitimados en matar a un animal para poder comer. Si un león estuviera a punto de atacarlos, estarían legitimados a matarlo en defensa propia. Podemos matar parásitos que amenazan la vida de un perro o eutanasiar a un gato que padezca un sufrimiento incurable. En cambio, sería ilegal matar a una rata para obtener datos en experimentos, a una vaca por su carne, a un pez por deporte, a un visón por su piel, a una araña por aversión, o a cualquier no-humano por razones injustificadas.


La personalidad proporcionaría a los no-humanos el derecho a la libertad: libertad física e integridad corporal. Con la temporal excepción de los animales domesticados, y algunos animales no domesticados cautivos en el momento de la emancipación, los no-humanos vivirían en completa libertad. Los humanos no podrían legalmente mantenerlos cautivos, ya fuera mediante cadenas, jaulas, vallas, confinados en un edificio, o de cualquier otra manera. Sería ilegal torturar o asaltar sexualmente a un no-humano, así como mutilarlo, golpearlo o cualquier otra forma de agredirlo, excepto en el caso de autodefensa directa.

Una legislación no especista acordaría que los no-humanos tuvieran un derecho de propiedad. Ellos serían propietarios de los productos de su cuerpo y su trabajo. Las ostras serían las propietarias de las perlas que engendran, los petirrojos serían propietarios de los huevos que ponen, y las colonias de abejas serían propietarias de la miel que producen. Los no-humanos serían propietarios de sus nidos, madrigueras y colmenas. Así pues sería ilegal para los humanos tomar, dañar o destruir intencionadamente cualquier cosa que los no-humanos produzcan en sus propios hábitats. Todos los no-humanos que vivan en un área particular de tierra o agua deben tener un derecho legal sobre su propio medio ambiente, que sería de su propiedad comunal. Las tierras en las que convivan humanos y no-humanos pueden permanecer cohabitadas, pero los humanos no deberían invadir los territorios de los no-humanos —por ejemplo, construyendo viviendas en zonas habitadas por no-humanos. Sería ilegal destruir o alterar dañinamente cualquier hábitat.

Parar ser equitativa, la ley debe ser no especista. La gran mayoría de los seres sintientes del mundo son no humanos. El especismo es la forma más profunda y dañina de injusticia.


Ya fuera como actitud y como práctica, el especismo incluye cualquier discriminación basada en la especie. Es especista denegar a cualquier no-humano una igual consideración y respeto sólo porque no sea humano o porque no  se parezca a los humanos. En términos de justicia, todos los seres sintientes son iguales. No sólo tienen un derecho moral a la vida y a estar libres de abusos; tienen un derecho igual.

NOTAS

1. Richard Ryder, “An Autobiography,” Between the Species, Summer 1992, 168–73, 171.

2. Peter Singer, Animal Liberation, 2d ed. [New York: New York Review of Books, 1990], 6; Tom Regan, “The Case for Animal Rights,” in Carl Cohen and Tom Regan, The Animal Rights Debate [Lanham, Md.: Rowman & Littlefield, 2001], 125–222, 170.

3. Singer, Animal Liberation, 19–21.

4. Paola Cavalieri, Peter Singer, et al., “A Declaration on Great Apes,” in The Great Ape Project: Equality beyond Humanity, ed. Paola Cavalieri and Peter Singer [New York: St. Martin’s, 1993], 4–7, at 4; Singer, Animal Liberation, 19–21, 228–29; Peter Singer, Practical Ethics, 2d ed. [Cambridge: Cambridge University Press, 1993], 90, 95, 101, 119–20, 131–32.

5. Singer, Practical Ethics, 131.

6. Joan Dunayer, Speciesism [Derwood, Md.: Ryce, 2004], 78–79.

7. Peter Singer, Animal Liberation, 229–30; Singer, Practical Ethics, 133.

8. Peter Singer, “Animal Equality: Language and Liberation by Joan Dunayer” [book review], Vegan Voice, Dec. 2001–Feb. 2002, 36.

9. Al carecer de conciencia, los seres no sintientes como las plantas y las rocas no tienen intereses. Cuando protegemos objetos naturales lo hacemos para beneficio de los seres sintientes, humanos o no humanos.


10. El término domesticado aparece entrecomillado porque eufemiza la cautividad indefinida y la manipulación genética.


11. La palabra esterilización conlleva confusión. Eliminar los testículos o los ovarios y el útero no significa eliminar el género del animal.

Texto original en ingles: From Speciesism to Equality

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Creo que Joan Dunayer señala un punto muy importante al exponer las diferentes formas en que puede manifestarse el especismo. Increíblemente, muchos animalistas creen que abandonar el especismo se produce automáticamente en el momento en que pensamos que la consideración moral no debe limitarse a los humanos, sin pararse a pensar que esa extensión puede estar todavía asentada sobre criterios especistas, como bien explica Dunayer.

A pesar de que estoy de acuerdo con el planteamiento básico de la autora, hay algunos puntos concretos con los que discrepo.

Mi primera objeción se refiere al párrafo en el que señala que los humanos «si estuvieran perdidos en un terreno ártico o desértico sin acceso a vegetales comestibles, estarían legitimados en matar a un animal para poder comer.» No puedo estar de acuerdo con esta resolución, que me parece inconsistente con los postulados que defiende Dunayer. La necesidad no es un criterio moral. El hecho de que necesitemos comer no justifica éticamente que utilicemos a los animales para poder alimentarnos. Los mismos principios que explican la inmoralidad de la explotación animal se aplican en este caso: el principio de valor inherente y el principio de igualdad. Los animales poseen un valor inherente que no debe ser sacrificado por el valor instrumental que tengan para nosotros. Los animales desean continuar existiendo y evitar el daño. Sus intereses son tan igualmente importantes como los nuestros. Si los animales merecen igual respeto —como tan a a menudo subraya Dunayer— entonces no debemos supeditar sus intereses para beneficiar los nuestros. Los animales no tienen culpa de que necesitemos comer para vivir, así que no responsables de nuestra necesidad.


Mi segunda objeción se refiere a la parte en que menciona que «los animales domesticados —incluyendo a perros y gatos— no serán expuestos a situaciones en las que puedan reproducirse, por ejemplo, mediante la esterilización». En otro ensayo expuse resumidamente mis objeciones contra la esterilización rutinaria de animales. Si los animales tienen un interés en evitar el daño —lo cual incluye mantener su integridad física— entonces manipular, alterar o destruir su cuerpo para lograr alguna finalidad es una clara violación de su derecho básico a no ser tratados como simples medios para nuestros fines. ¿Acaso no consideraríamos que esterilizar a un humano sin su consentimiento es una violación de su derecho a la integridad física? Dunayer habitualmente expone analogías con situaciones en la que intercambia animales por humanos para denotar que la única diferencia es la especie de la víctima, pero en este caso parece no haberlo advertido.

Por último, hubiera preferido que Dunayer expusiera una argumentación un poco más elaborada. Es cierto que se trata de un ensayo breve, pero esa misma falta de desarrollo argumentativo se encuentra también, a mi modo de ver, en su libro «Speciesism», del que este ensayo sería algo parecido a un resumen muy sintetizado, y en el que a veces se despachan cuestiones morales complejas con excesiva simplicidad. Si uno escribe un libro entiendo que es para exponer argumentaciones muy elaboradas que no caben en un ensayo —algo así como la diferencia entre cuento y novela— y no para unificar una retahíla de ensayos. 

Aparte de esos puntos controvertidos, pienso que la obra de Joan Dunayer merece nuestra lectura y estudio para comprender mejor la filosofía de los Derechos Animales. Es una gran lástima que sus libros no hayan sido publicados en español por alguna editorial.