20 de mayo de 2018

«Por la igualdad animal»


Este texto es una conferencia leída por Joan Dunayer durante una convención animalista celebrada en Austria. Su autora argumenta con gran agudeza en favor de la igual consideración de todos los seres sintientes —a lo que denomina como la igualdad animal— explicando por qué no es racionalmente defendible la idea de que unos animales tienen mayor valor moral que otros, incluyendo a los humanos.

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Por la igualdad animal

Joan Dunayer

Septiembre 2002


Cuando estaba escribiendo Animal Equality, un amigo me preguntó sobre el título del libro. ¿Realmente quería decir que todos los animales son iguales? Sí, eso quería decir. Así como la igualdad humana, la igualdad animal no significa iguales capacidades. Significa que todos los animales tienen un derecho igual a la consideración moral y protección legal. Y con "todos los animales" quiero decir todos los seres sintientes, cada criatura que pueda sentir. Es razonable y correcto tratar a cualquier criatura con sistema nervioso como capaz de sentir. Es razonable por los antepasados comunes y las similitudes fisiológicas de todos los sistemas nerviosos. Es razonable porque las criaturas con un sistema nervioso actúan como si sintieran. Es correcto porque deberíamos dar el beneficio de la duda cuando se trata de consideración moral. Ya que todos los seres que pueden sentir necesitan protección, todos los seres que pueden sentir cumplen los requisitos para tener derechos. El único criterio para tener derechos debería ser la sintiencia.

Algunos teóricos de los derechos animales están en desacuerdo con esto. En su nuevo libro Drawing the Line: Science and the Case for Animal Rights, el abogado Steven Wise afirma que los animales que "más merecen" derechos legales tienen "ciertas capacidades mentales avanzadas". Según Wise, un animal merece derechos básicos si puede desear, actuar con el fin de conseguir lo que desea, y tiene algún sentido de sí mismo, aunque sea poco claro. A mi ver, todos los seres sintientes probablemente satisfacen estos criterios. Ingieren comida y hacen otras cosas, tales como esconderse a sí mismos o huyen, lo que indica un cierto sentido de sí mismos, algún sentido de que son ellos quienes necesitan comida, que son ellos quienes están en peligro. Pero Wise realmente tiene un criterio más estricto en mente. Él exige que los animales demuestren capacidades mentales similares a las humanas en situaciones planeadas, o al menos observadas, por investigadores profesionales, tales como experimentadores de laboratorio.

Por ejemplo, Wise considera las pruebas del espejo de autoreconocimiento como indicadores de si un animal es o no autoconsciente. En la prueba estándar de reconocimiento ante el espejo, un investigador pone una marca roja sobre la frente de un animal anestesiado. Si, cuando el animal despierte y mire al espejo, se toca la marca, se asume que tiene autoreconocimiento porque ha identificado la imagen en el espejo como la suya. Wise admite que algunos animales han fallado las pruebas del espejo de autoreconocimiento aparentemente por dificultades visuales en lugar de cognitivas, tales como que el espejo sea demasiado pequeño para su tamaño corporal. Cuando el test se ha modificado, otros miembros de su especie lo han superado. La prueba de autoreconocimiento ante el espejo requiere que los animales no humanos se reconozcan a sí mismos utilizando formas de reconocer a individuos principalmente humanas: la vista en vez de, por ejemplo, el olor o el tacto.

El enfoque de Wise está lleno de problemas prácticos e ideológicos. En primer lugar, su planteamiento hace que sea imposible para la mayoría de animales conseguir derechos legales alguna vez. Él requiere que el sentido de sí mismo sea probado —según sus propias palabras. Dado que hay millones de especies de animales, esto requeriría investigaciones interminables. De hecho, en su libro Wise solicita repetidamente más investigación. Cita extensamente experimentación con animales mantenidos cautivos en laboratorios. Basándose en tales investigaciones, puntúa a los animales en base a su supuesto grado de autonomía. Reservado para los humanos, una puntuación de 1 representa el nivel más alto de autonomía. Para merecer derechos legales básicos, un animal debe recibir una puntuación de autonomía de 0.7 o mayor. Como determina Wise, hasta el momento tan sólo seis especies están claramente cualificadas para tener derechos: los humanos, los chimpancés, los bonobos, los gorilas, los orangutanes y los delfines de nariz de botella. Con menos seguridad, Wise también promueve los derechos para los loros grises africanos y, provisionalmente, para los elefantes africanos. Él advierte: si una prueba de autoreconocimiento ante el espejo se facilita a algunos elefantes africanos y no la superan, él bajará su puntuación de autonomía de la especie a 0.68 o menos, echando a los elefantes africanos de la categoría de aquellos que merecen derechos. "No sabemos los suficiente" sobre "la mayoría de especies" para determinar si poseen suficiente autonomía para tener derechos básicos, dice Wise. Aparentemente, "la mayoría de especies" serán desafortunadas hasta que "nosotros", él en realidad, sepa suficiente.

En su primer libro, Rattling the Cage, Wise descarta totalmente la idea de que los insectos puedan razonar. Le dije que conocía muchas evidencias de que las abejas y otros insectos razonan. Solicitó referencias. La evidencia que le proporcioné incluía lo siguiente: Cuando una colonia de abejas necesita un nuevo lugar para la colmena, las abejas exploradoras buscan una cavidad con una localización, sequedad y tamaño apropiados. Cada exploradora evalúa los lugares potenciales y tras regresar informan bailando sobre el sitio que les parece más recomendable. Una abeja exploradora puede anunciar un sitio durante un periodo de días, pero revisa repetidamente su elección. También examina los sitios propuestos por otros. Si el hallazgo de una hermana demuestra ser más deseable que el suyo propio, la abeja deja de promover su elección original y empieza a bailar en favor del lugar superior. En otras palabras, ella es capaz de cambiar su mente y su "voto". Generalmente los miembros de la colonia alcanzan un consenso.

Más evidencia: Investigadores de la Universidad de Princeton han mostrado a algunas abejas melíferas cautivas alimentos colocados en un bote en medio de un lago. Cuando las abejas fueron liberadas para retornar a su colonia cercana, informaron de la localización de la comida a sus hermanas. Ninguna abeja salió a por la comida. Entonces los investigadores movieron la comida a la otra orilla del lago. Mostraron de nuevo la localización a las abejas cautivas. De nuevo las abejas volaron de vuelta a sus colmenas y se lo dijeron a sus hermanas dónde encontrar la comida. ¿Adivinan qué? Esta vez muchas otras abejas salieron rápidamente, volando sobre el lago hasta la comida. Las abejas tienen un mapa mental de su entorno. Una localización de agua, en medio del lago, no tenía sentido. Pero la nueva localización —sobre tierra— era plausible. Las abejas procesan la información que reciben y juzgan dependiendo de su plausibilidad. Para su "maravilla y horror", Wise encontró tal evidencia persuasiva. Él ahora concede a las abejas la capacidad de razonar.

Bien, no debería haberse sorprendido tanto. La capacidad de razonar tiene un valor de supervivencia para los insectos así como lo tiene para los humanos. Sin embargo, aunque las abejas aparentemente forman opiniones y cambian de postura, comprenden conceptos tales como "igual" o "diferente", comunican información tal como la dirección o la distancia hasta la fuente de alimento utilizando un sistema abstracto de símbolos, y muestran otras evidencias de capacidad de raciocinio, no están cualificadas para tener derechos según Wise. ¿Por qué no? Porque, según dice, son invertebradas. Si ellas fueran vertebradas —como nosotros— entonces él les daría un 0.75 o un 0.8 y merecerían derechos. Mala suerte, abejas.

De forma similar, aunque el loro gris africano Alex "ha demostrado capacidades mentales extraordinarias para un animal con el cerebro de una nuez", Wise no clasifica a los loros grises africanos entre los animales que incontestablemente merecen derechos. Ellos están demasiado distantes de los humanos evolutivamente, afirma Wise. Sus capacidades cognitivas pueden haberse desarrollado independientemente de las nuestras, a lo largo de una línea ancestral diferente. Aun así, aunque los loros grises africanos posean las capacidades que se requieren, no deberían recibir total consideración si el origen de esas habilidades difiere del origen de nuestras mismas habilidades. Eso es como decir que mi coche Honda Civic de 1998 es mejor que el tuyo porque el tuyo viene de un proveedor diferente. Menos cercanos a los humanos no significa menos inteligentes, incluso si definimos inteligencia como inteligencia de tipo humano. Los pulpos aparentemente tienen más inteligencia de tipo humano que las ranas, pero estamos relacionados de un modo mucho más cercano a las ranas.

Cuando Wise condescendientemente se refiere al "cerebro de tamaño de una nuez" de un loro, es él quien está demostrando una mente pequeña. Los humanos se enorgullecen de poseer un gran cerebro, pero los elefantes y muchos cetáceos tienen cerebros más grandes, más pesados que los nuestros y con más células nerviosas. Para su peso corporal, muchas aves pequeñas y mamíferos tienen cerebros más pesados que el nuestro. Los cerebros de muchos pequeños vertebrados muestran una mayor densidad neuronal e interconexión. Cerebros más grandes no son necesariamente más eficientes ni poderosos que los cerebros más pequeños.

Wise propone calcular la inteligencia de los animales no humanos dándoles pruebas diseñadas para niños humanos, aunque, según admite él mismo, las pruebas diseñadas para niños pueden no ser válidas para no-humanos. Comparar a los no-humanos con niños humanos insulta a los no-humanos. Algunas aves, tales como los cascanueces americanos, pueden recordar miles de localizaciones en la tierra en las que enterraron semillas. ¿Qué prueba diseñada para niños, o incluso humanos adultos, podría revelar eso? Si los gorilas adultos y los delfines de nariz de botella cautivos parecen asemejarse a niños humanos, es porque ciertos humanos eligen verlos de ese modo y porque están situados en entornos empobrecedores que permiten una escasa expresión de sus capacidades naturales de adultos.

Según Wise, cuanto más parezca una mente no humana ser "tan simple" como la de un niño —o "sólo diferente"— más débil será reclamar sus derechos. Igualar "diferente de los humanos" con "menos" es la esencia del especismo. Biológicamente, los hombres difieren de las mujeres y cada individuo humano difiere de los demás, pero las diferencias no son moralmente relevantes porque todos los humanos, siendo capaces de sentir, necesitan y merecen igualmente consideración moral. Lo mismo es cierto de los humanos y no-humanos. Las diferencias no son moralmente relevantes para la cuestión de derechos básicos.

Los argumentos de Wise están plagados de contradicciones. Empleando a un hombre con un coeficiente de inteligencia de 10 como ejemplo, Wise reconoce que algunos humanos tienen "poca" autonomía. A la vez que Wise reconoce un amplio rango de autonomía humana, él trata la autonomía de los no-humanos como básicamente constante a lo largo de una especie particular. En el esquema de Wise, si Alex el loro gris africano muestra suficiente inteligencia de tipo humano para merecer derechos, todos los loros grises africanos los merecen. Si media docena de elefantes africanos no pasan las pruebas de autoreconocimiento, ningún elefante africano estará cualificado para tener derechos. En realidad, las capacidades mentales y otros rasgos varían ampliamente dentro de las especies de no-humanos, así como sucede entre los humanos.

Wise defiende su énfasis en la autonomía alegando que así es como los jueces piensan acerca de la autonomía. No, no es así como lo hacen, a no ser que en un caso particular surja la cuestión de la autonomía. E incluso entonces, los jueces no tratan a los humanos capaces de sentir que aparentemente tienen menos autonomía como cosas sin derechos. Como Wise mismo señala, los tribunales consideran que los humanos con un coeficiente de inteligencia de 10 tienen derechos. Los jueces tienen en consideración el bienestar de los niños pequeños y otros humanos que carecen de suficiente autonomía para tomar decisiones importantes respecto a su propio bienestar. En tales casos, el tribunal o un tutor toma la decisión, teniendo en cuenta lo mejor para los intereses del individuo. Sean o no autónomos los delfines de nariz de botella, cuando los delfines adquieran derechos, los humanos tendrán que actuar como sus tutores legales. Un delfín no puede solicitar a un tribunal que lo liberen de una prisión acuática o de un laboratorio. Los humanos tienen que hacerlo. Dado que los animales no humanos no pueden alegar nada en su propio favor o exponer cuál destino prefieren ante un tribunal, ¿qué sentido, moral o legal, tiene tratar de estimar su grado de autonomía?

Wise dice que estima la autonomía de los no-humanos en términos de inteligencia humana porque "la ley mide a los animales no humanos con una vara de medir humana". La ley no mide las capacidades de los no-humanos. Mide el valor económico de los no-humanos y, en mucho menor grado, el valor emocional para los humanos. Considera a los no-humanos como propiedades. ¿Y acaso el objetivo no es cambiar el modo en que la ley ve a los animales no humanos?

Wise fracasa en proporcionar alguna razón lógicamente consistente para su criterio de autonomía severamente restrictivo. Tampoco proporciona ninguna evidencia de que el tipo de cambio radical necesario para emancipar a los no-humanos pueda provenir de la opinión judicial en vez de la legislación. Wise compara repetidamente la esclavitud de los no-humanos con la esclavitud de los negros en América. Bueno, la opinión judicial no liberó a los negros. Las opiniones judiciales reforzaron repetidamente el estatus de propiedad de los negros como esclavos. La legislación liberó a los negros. Y los liberó a todos, no sólo a aquellos con la piel más clara, ni sólo a quienes habrían obtenido una puntuación de 0.7 o mayor en su blancura.

Necesitamos crear el mismo tipo de indignación moral que los abolicionistas americanos crearon sobre la esclavitud negra, hasta que la fuerza de la opinión pública haga que la legislación reconozca la sintiencia como la base para los derechos. Si algún individuo juzga que un chimpancé es un sujeto de derechos porque el chimpancé muestra inteligencia parecida a la de los humanos en vez de porque el chimpancé sea capaz de sentir, habremos establecido el tipo de precedente equivocado. No queremos que unos pocos animales no humanos sean considerados como humanos honoríficos. Queremos acabar con la humanidad como la base de los derechos.

El filósofo Peter Singer ha elogiado a Wise por responder supuestamente a la pregunta "¿Dónde deberíamos trazar la línea?" respecto a qué seres deberían recibir consideración moral para tener derechos legales. La respuesta siempre ha sido mucho más simple de lo que Singer o Wise nos harían creer. La línea debería ser trazada entre todos los seres sintientes y todos los seres no sintientes. Si una criatura tiene un sistema nervioso es razonable asumir que puede sentir. Si puede sentir, necesita protección —esto es, derechos legales. Fin de la historia.

De hecho, Singer no cree que ningún animal, incluyendo los humanos, debiera tener derechos inviolables. Él cree que el bienestar del individuo o su vida puede ser sacrificado para el "bien mayor". En otras palabras, puedes esclavizarme a mí, o a una vaca, si esa esclavitud mejorara sustancialmente o prolongara la vida de otros. Puedes someterme a vivisección, o a un ratón, si —tienes que ampliar tu imaginación para esto— someterme a vivisección a mi o al ratón salvara numerosas vidas. Aunque Singer ha promovido la consideración moral de todos los seres sintientes, él no considera que todos los animales tengan derecho a la vida. De hecho, él se refiere a algunos animales, tales como los peces, como "reemplazables". Los explotadores de animales hacen lo mismo: hablan de "terneras de reemplazo", "cerdas de reemplazo"... Según la visión de Singer, dado que la mayoría de humanos tienen lazos sociales, un "mayor grado de autoconsciencia" y un "sentido vívido de su propia existencia en el tiempo", la mayoría de humanos tienen vidas más ricas y valiosas que las de los peces, pollos, y la mayoría de otros no-humanos, y están por tanto, más legitimados en vivir.

Como los argumentos de Wise, los de Singer son confusos. Primero, los pollos y peces establecen relaciones profundas y duraderas cuando se les permite hacerlo. Segundo, los rasgos que Singer cita que incrementan la calidad de una vida pueden también disminuirla: los lazos sociales causan tanto pena como placer, los pensamientos sobre el pasado y el futuro causan remordimiento y miedo así como satisfacción. Tercero, no podemos saber el grado de autoconsciencia de un no-humano o calcular cuán intensamente experimenta su vida. ¿Es el placer que siente un perro corriendo a través de un prado, o el de un lagarto al sol, o el que siente un cóndor planeando desde grandes alturas, mayor o menor que el placer que un músico siente escuchando un concierto de Mozart? Nadie puede decirlo. De hecho, hasta cierto punto, depende del perro, lagarto, cóndor y músico concreto. Cuarto, la falta de respeto de Singer hacia los pollos, peces y muchos otros animales no humanos, es inconsistente con lo que expone en su propia filosofía, que valora a los individuos benignos más que aquellos que, en general, causan daño. Bajo este criterio, los pollos y peces son más valiosos que la mayoría de humanos, que innecesariamente causan gran sufrimiento y muerte —por ejemplo, comiendo o llevando productos derivados de animales. Quinto, es simplemente injusto desmerecer a individuos —humanos o no humanos— porque no estén enamorados o sea menos "autoconscientes" que otros. Las leyes igualitarias no dan menor consideración y protección a los humanos que carecen de lazos sociales o que parece que no reflexionan sobre su pasado y futuro. Los no-humanos merecen igual justicia.

El hecho es que Singer ve sólo a algunos animales como individuos —aquellos que se parezcan ostensiblemente a él mismo. Un fallo en ver a individuos diferentes de uno mismo como individuos es la esencia de todos los prejuicios. Así como los racistas ven a los individuos humanos como ejemplares de una raza particular, los especistas ven a los individuos no humanos como meros representantes de una especie. El rasgo clave del especismo es negar la individualidad de los no-humanos. En realidad, ningún animal es reemplazable. Tanto física como mentalmente, cada ser sintiente es único. Cada cangrejo, cada cuervo, cada mosca es un individuo que tiene una experiencia vital única y que nunca existirá de nuevo. Pero así no es como los explotadores lo ven. Por ejemplo, la industria de la carne. Según la visión de la industria de la carne -y de la de los comedores de carne-, los pollos, peces y otros no-humanos pueden ser matados por miles de millones cada año siempre que otros de sus especies permanezcan disponibles para futuras matanzas. En esencia, Singer tiene el mismo punto de vista.

Al requerir que los no-humanos demuestren rasgos como los de los humanos, y al establecer un rango de los no-humanos de acuerdo con ello, Wise y Singer perpetúan la noción de la supremacía humana. Esta noción daña a los humanos así como daña a los no-humanos. Durante siglos, los blancos ha identificado figurativamente a los negros con animales no humanos supuestamente inferiores, llamándoles "negros" y "bestias". Los nazis llamaban a los judíos "animales" y "plaga". La creencia en una jerarquía de seres superiores e inferiores está detrás de todas las nociones de inferioridad humana: la supuesta inferioridad de negros, judíos, mujeres, extranjeros... Si no hay jerarquía de individuos entonces nadie pueden denegar los mismos derechos y protección sobre la base de que son menos humanos o subhumanos.

Incluso si todos los no-humanos carecieran de una capacidad de raciocinio similar a la de los humanos, los no-humanos no serían inferiores. ¿Por qué equiparar características humanas con superioridad? ¿Porque nosotros las poseemos? En el mismo sentido envanecedor y arbitrario, un excelente cantante podría decir: "Yo puedo recordar melodías complejas y cantarlas con belleza. La capacidad para hacer eso implica superioridad." Entonces los humanos vocalmente agraciados, muchas aves cantoras, y puede que algunos otros no-humanos como las ballenas jorobadas, estarían en la cima de la jerarquía. En el nivel inferior de la jerarquía estarían aquellas criaturas que no tienen absolutamente ninguna capacidad de canto, como Britney Spears. Dado que la cultura humana se basa en la comunicación verbal y la tecnología, los especistas tienden a estimar la inteligencia en términos de estas capacidades. Sin embargo, si definimos la inteligencia de acuerdo a una percepción basada en la evidencia, no distorsionada por el prejuicio y el mito, los humanos quedan desfavorecidos en la comparación con otros animales. Mientras que consideramos a los no-humanos como seres sin mente, los miembros de "la especie racional" pelean por los resultados de los partidos de fútbol; fuman, comer y beben hasta la muerte; envenenan el aire, el agua y la tierra de la que dependen; creen que otras religiones son falsas pero que la suya es la verdadera, y pagan para ver películas protagonizadas por Arnold Schwarzenegger.

Incluso de acuerdo a los estándares humanos convencionales, una trucha de río adulta es en muchos sentidos más consciente que un humano recién nacido o senil, y una paloma o una rata poseen una mayor capacidad de aprendizaje y razonamiento que muchos humanos con discapacidades mentales. Si ningún animal no humano puede resolver ecuaciones complejas o escribir tratados filosóficos, tampoco pueden la mayoría de humanos. Algunos humanos no pueden ni siquiera utilizar los números ni las palabras.

Con respecto a los derechos básicos, el grado individual de inteligencia es moralmente irrelevante. El grado de inteligencia es simplemente una excusa para privar a los no-humanos de su libertad, bienestar y vida. La excusa es inconsistente. Aunque la persecución de los humanos en base a la raza, sexo, o alguna otra característica biológica que conlleva un gran debate sobre la inferioridad y superioridad, poca gente daría la bienvenida a leyes que protejan a los humanos en proporción a sus capacidades. En una democracia, la ley protege a todos los animales humanos, cualquiera que sea su grado de inteligencia.

Una sociedad democrática priva de libertad a los humanos sólo si creen que han perjudicado premeditadamente a otros. La mayoría de no-humanos no hieren seriamente ni matan excepto por una necesidad inmediata y directa de supervivencia, como cuando un león mata a su presa. Ellos son inocentes de causar daños serios premeditadamente. Dado que los no-humanos que causan daños innecesarios pueden no tener un sentido de estar actuando incorrectamente, ellos también deberían ser considerados como inocentes —así como los humanos que no pueden distinguir entre lo correcto e incorrecto no son considerados responsables de dañar o matar a otros humanos. Por el contrario, la mayoría de humanos son culpables. Así donde los depredadores matan para sobrevivir, los cazadores deportivos y pescadores hieren y matan por entretenimiento. Allí donde los no-humanos raramente prologan el acto de matar, los toreros, vivisectores y otros humanos torturan rutinariamente hasta la muerte. Cada día, los proveedores de carne matan a millones de aves, mamíferos y peces por el beneficio económico. Por mera conveniencia y sabor, los consumidores consumen sus cuerpos y secreciones. Directa o indirectamente, la mayoría de humanos participan de forma rutinaria y a sabiendas en la imposición innecesaria de sufrimiento y muerte. Mientras que se jacta de la "compasión humana", nuestra especie trata a los no-humanos —y a menudo a los humanos— con extrema injusticia y crueldad.

Entre los humanos, la justicia está basada en la inocencia y la culpabilidad, y se presume que una persona es inocente a no ser que haya evidencias convincentes que indiquen lo contrario. ¿Por qué no se aplica el mismo principio entre especies? ¿Por qué los animales no humanos —que son inocentes— no disfrutan de un derecho legal a la libertad y a la vida? El especismo descansa sobre un doble rasero. Debemos denunciar continuamente ese doble rasero.

Debemos poner fin al estatus de propiedad de los animales no humanos. Actualmente, la mayoría de las llamadas leyes "de protección animal" legitiman la explotación: simplemente establecen estándares para el confinamiento, la esclavización, la provocación de heridas y la matanza de animales no humanos. Como las leyes que establecían normas para la esclavitud negra en América, tales leyes de "protección animal" deberían ser abolidas. En cambio, necesitamos leyes que prohíban a los humanos violar los derechos de los no-humanos. En principio, las mismas leyes que protegen a los humanos protegerían a los no-humanos, extendiendo a todos ellos los derechos aplicables actualmente reservados para los humanos.

¿Cómo podemos persuadir a los legisladores de aprobar las leyes que buscamos? Persuadiendo a la sociedad. Necesitamos convencer a la sociedad de que la vivisección, la esclavitud de la industria alimentaria y las matanzas, y otras formas de abuso especista, están moralmente mal —son atrocidades de hecho. Para conseguir esto, necesitamos exponer continuamente el sufrimiento y la muerte que esas prácticas infligen, así como el prejuicio y la ilógica injusticia que niega sus derechos a los no-humanos.

Cuestiona a quienes aceptan y participan en el abuso especista: "Si no tenemos derecho moral a herir y matar a otros humanos excepto bajo circunstancias extraordinarias como la defensa propia, ¿qué nos da derecho a herir y matar rutinariamente a los no-humanos? Si crees que está mal someter a vivisección a un humano, cualquiera que sea su capacidad mental, ¿por qué no crees también que está mal viviseccionar a una rata? Si no matarías a un humano y comerías sus restos a no ser que estuvieras muriéndote de hambre —y quizás ni aun así— por qué comerías los restos de un cerdo asesinado?" Si una persona responde "Simplemente me importan más los humanos, y no veo nada mal en ello", continúa: "A no ser que seas injusto, no promoverías que los miembros de tu familia, género o raza tuvieran más derechos que otros humanos. Entonces, ¿por qué crees que es aceptable para los miembros de tu especie que tengan más derecho que otros animales? ¿Querrías que tus derechos dependieran de si perteneces al grupo favorito? Si no valoras la vida de una rata o de un cerdo, la rata o el cerdo sí lo hacen."

Cuando argumentamos a favor de los derechos de los animales, argumentamos contra todas las formas de abuso especista. Si en cambio argumentamos en base a, por ejemplo, los beneficios para la salud del veganismo o la invalidez científica de la vivisección, tenemos que argumentar caso a caso, incluso alimento a alimento o experimento a experimento. Además, tales argumentos son dañinos en tanto sugieren que es moralmente aceptable dañar a los animales no humanos si dañarlos nos beneficia. El argumento de la salud sugiere que estaría bien comer carne si la carne fuera saludable. El argumento científico sugiere que estaría bien viviseccionar si la vivisección fuera de gran valor científico. Así que si empleas argumentos de salud, científicos, u otros no relacionados con los derechos animales, por favor, asegúrate de que también enfatizas que las prácticas a las que te opones están moralmente mal.

Gracias por trabajar por la igualdad animal.


Texto original en inglés: Animal Equality by Joan Dunayer

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Por cierto, nadie debería creer que la corporación autodenominada "Igualdad Animal" tiene alguna relación positiva con la filosofía de Dunayer más allá de la coincidencia nominal. Recomiendo consultar 1, 2 y 3 por si alguien llegara a suponerlo.

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