30 de julio de 2012

¿Explotar a los otros animales por su propio bien?



En alguna ocasiones se plantea la cuestión de que si nosotros los seres humanos —o, mejor dicho, quienes somos moralmente responsables de nuestros actos— debemos no solamente dejar de agredir y explotar a otros animales sino que también deberíamos obligar a los otros animales, a los no-humanos libres, a hacer lo mismo.

¿Debemos interferir en las vidas de otros animales libres —que no están bajo nuestra tutela ni son moralmente conscientes de sus actos— con el fin de evitar que se hagan daño entre ellos o que no padezcan las consecuencias de inevitables accidentes y enfermedades, llegando incluso a someterlos a todos a nuestro dominio? Ésta es la cuestión que pretendo responder brevemente aquí.

Lo que voy a exponer aquí de manera concisa es mi postura moral al respecto. Porque mi opinión emocional es que siempre me desagrada y me entristece que un individuo mate o agreda a otro, sea quien sea y por el motivo que sea. Sin embargo, mi postura moral está siempre basada en la razón, no en las emociones. Las emociones nada nos dicen acerca de la moralidad. Algunas emociones puede ser moralmente correctas y coincidir con las normas morales, y otras no. Pero igualmente las emociones no establecen lo que está bien o lo que está mal. Es la razón lo que nos permite éticamente discernir entre lo bueno y lo malo.

Alguien podría alegar que no considera que esté mal explotar o matar a, por ejemplo, las serpientes, porque no siente ningún tipo de emoción favorable hacia las serpientes, es decir, no siente empatía debido al desagrado que les provoca su aspecto. Pero si las serpientes son seres sintientes entonces merecen el mismo respeto básico que cualquier otro animal sintiente, ya sea un cerdo, una vaca, un pez, o un caracol. Merecen que no los sometamos para satisfacer nuestros deseos, sin importar que nos resulten bonitos, agradables o simpáticos.

Podemos decidir que nos da igual el razonamiento moral y que queremos hacer aquello que nos motive nuestras emociones. Pero de ese modo estaremos promoviendo y aceptando que otros hagan lo mismo, es decir, que no se guíen por ética, por lo que es justo y moralmente correcto, sino solamente por sus emociones.

Mi conclusión es que no debemos intervenir sobre las vidas de los animales libres. Mi argumentación se basa en tres puntos fundamentales:

Primero; no tenemos ninguna obligación moral de intervenir. Sus vidas no son de nuestra responsabilidad. No somos la causa de su existencia ni de su circunstancia. Y ellos, al no ser agentes morales, tampoco tienen obligación moral alguna.

Segundo; intervenir supone destruir su autonomía y someterlos sin su consentimiento a ser dependientes de nosotros. Esto es una forma de dominación paternalista mediante la que anulamos la libertad de otros animales.

Tercero; tenemos la obligación de abolir la explotación animal y otras violaciones morales que nosotros cometemos contra los demás animales. Todo recurso que dedicamos a otras cosas que no tenemos el deber de hacer se lo estamos quitando a lo que debemos hacer.

Un argumento habitual que se suele utilizar para justificar que ampliemos nuestra dominación sobre todos los seres sintientes del planeta, "por su propio bien", es que hay cosas en sí mismas que están mal: la muerte, el sufrimiento, el dolor,... No se afirma que estén mal porque contradigan alguna normal moral sino que están mal en sí mismas. Lo cual es una perspectiva irracional; ya que postular que un hecho de la existencia sea malo o bueno por sí mismo es un error lógico basado en la falacia naturalista.

Por el simple hecho de que algo ocurra en la naturaleza no podemos inferir racionalmente que sea moralmente bueno o malo, sin hacer referencia a una determinada norma moral. No podemos decir que algo es ilegal, o que es feo, o que está distorsionado, si no apelamos a una norma, un esquema o un modelo objetivo según el cual juzgar el hecho en cuestión.

Quienes usan la falacia naturalista para justificar sus actos, con la excusa de que lo que ellos hacen es natural, lo que están diciendo en el fondo es que tal o cual hecho es moralmente bueno en sí mismo por el simple hecho de ser, de existir, y por lo tanto es bueno hacerlo o imitarlo. Porque si comer animales es bueno por el hecho de ser algo natural entonces también lo será igualmente la guerra o la violación sexual. Esto es un completo absurdo. Pero no menos absurdo es afirmar que hay hechos en la naturaleza que son malos en sí mismos.

Ambas posturas caen de lleno en el irracionalismo, ya que simplemente apelan a sus intereses parciales o a las emociones, no a las razones.

Por tanto, entiendo que esa cuestión sólo puede tener dos respuestas razonables, dependiendo del contexto en el que ocurra.

Es decir, si nos referimos a lo que les ocurre a los animales no humanos que viven sus vidas independientes en la naturaleza entonces se trata de hechos que ocurre entre individuos que no son moralmente conscientes de sus actos y respecto de los cuales nosotros no tenemos ninguna responsabilidad. Considero que no hay nada que tenga relación con la ética en ese caso.

Pero es cierto que si nosotros traemos deliberamente personas al mundo entonces somos responsables de su existencia y por tanto tenemos la obligación de velar por ellas, al menos mientras no sean capaces de llevar una vida autónoma y responsable. Lo mismo vale si somos los causantes de que habiendo sido autónomas ya no lo sean directamente debido a nuestras acciones —por ejemplo, si les atropellamos en la carretera por culpa de nuestra negligencia. Y si se trata del caso de un animal no humano que esté bajo nuestra responsabilidad —por ejemplo, alguien rescatado de la esclavitud— entonces nosotros somos en principio responsables de sus actos. Debemos evitar que los animales no humanos que vivan con nosotros, bajo nuestro cuidado, hagan daño a otros.

A menudo se argumenta que los animales no humanos que viven en la naturaleza padecen situaciones de penuria [hambre, enfermedades, depredación, lesiones] y que por tanto nosotros debemos cuidar de ellos. Nuevamente, la cuestión es cómo se puede justificar racionalmente que nosotros debamos hacer algo respecto de una situación sobre la cual no somos en modo alguno responsables. Si no somos responsables entonces no podemos tener ninguna obligación al respecto desde un punto de vista ético.

Si aceptamos que no tenemos un deber moral en este asunto, todavía queda la cuestión de si es moralmente aceptable hacerlo, aunque no tengamos el deber de hacerlo. Pero ¿qué justificación moral tenemos para  interferir en las vidas de los animales nohumanos libres que viven en la naturaleza? Son seres autónomos que viven independientes y que no nos han dado su consentimiento para que entablemos una relación directa con ellos.

Forzar a otros animales de los que nos somos responsables a que vivan sometidos a nuestro dominio es explotación. Ningún argumento justifica la explotación. Y quienes defienden esta medida están defendiendo la explotación animal. Aunque estén convencidos de que lo hacen por el bien de los animales a los que querrían someter.

Nosotros sí tenemos la obligación de respetar las vidas de los demás animales. Pero no porque seamos humanos. Que seamos humanos es en cierto modo irrelevante. Lo relevante es que tenemos la capacidad de ser conscientes de la moralidad de nuestros actos y de las consecuencias de nuestras acciones. Por eso somos moralmente responsables. Somos agentes morales.

La especie es irrelevante en un contexto moral. Lo relevante es si el individuo en cuestión es un agente moral. Si lo es, entonces es responsable de sus actos y debe responder ante ellos.

Es cierto que a menudo hablamos en términos de humanos y no-humanos, para referirnos a una diferencia basada en la agencia moral. Esto no sería correcto desde un punto de vista estricto. Pero si tenemos en cuenta el punto que he señalado antes, entonces no deberíamos caer en confusión.

La responsabilidad moral se amplía, en diferentes grados, hacia todos aquellos individuos que, aun no siendo agentes morales ellos mismos, sí sean responsabilidad de los agentes morales. Todos aquellos individuos —sin importar su especie— que estén en el mundo por nuestra causa son nuestra responsabilidad en el caso de que ellos no puedan responsabilizarse de sus actos. Cuando hablo en primera persona del plural me refiero, claro, a los que somos agentes morales.

Lo que hagan los animales no humanos libres en sus vidas no es nuestra responsabilidad. No son agentes morales ni están en el mundo por nuestra causa. Por tanto, no deberíamos interferir con ellos ni mucho menos someterlos a nuestra dominación. No deberíamos intervenir en las vidas de los otros animales que son libres. Así lo explica el filósofo Tom Regan:

«Nuestra obligación rectora respecto a los animales salvajes es dejarlos estar. Se trata de una obligación fundada en el reconocimiento de su aptitud para manejar los asuntos del vivir, una aptitud que encontramos tanto en los miembros de las especies predadoras como en los miembros de las especies que sirven de presa. Después de todo, si los miembros de las especies que sirven de presa, incluidos los juveniles, fueran incapaces de sobrevivir sin nuestra ayuda, no existirían tales especies. Y lo mismo cabe decir de los depredadores. En una palabra, honramos la aptitud de los animales salvajes permitiéndoles utilizar sus habilidades naturales incluso en el caso de sus necesidades de competir. Como norma general, no necesitan nuestra ayuda en su lucha por sobrevivir, y no dejamos de cumplir con nuestro deber si optamos por no brindarles nuestra ayuda.» [Tom Regan, 2007, Derechos Animales y Ética Medioambiental]

En definitiva, no pongo en duda de que hay sufrimiento en la naturaleza, como también la hay dentro del contexto estrictamente humano. Pero, aparte de todos los argumentos expuestos anteriormente, opino que no tiene ningún sentido siquiera que no preocupemos por estos sucesos cuando nosotros mismos estamos causando directamente un tremendo perjuicio a miles de millones de animales; empezando por nuestro consumo de productos de la explotación animal: carne, lácteos, huevos, miel, lana, piel, cuero,.... Porque si no somos veganos entonces sí que estamos participando activamente en una injusticia manifiesta.

Ante esta situación en la que estamos directamente involucrados, preocuparnos por lo que hacen otros animales libres en la naturaleza me parece un enfoque equivocado o simplemente una manera de desviar la atención de la terrible injusticia que nosotros mismos estamos provocando.

Nuestra violencia contra los demás animales no es algo ocasional y excepcional. La sociedad en la que vivimos, y formamos parte, está basada en la violencia contra los animales no humanos. Ésta se practica masivamente cada día, cada hora, cada minuto, cada segundo. En granjas, mataderos, laboratorios, lugares de entretenimiento, domicilios particulares,... También se promueve y practica la matanza de animales no humanos con la excusa de proteger el medio ambiente. La violencia contra los demás animales está institucionalizado, asumida socialmente como algo normal.

Si queremos acabar con esta violencia —con toda nuestra violencia hacia los demás animales— es importante que tengamos muy claro que si primero no cambiamos la mentalidad especista que predomina en nuestra sociedad entonces todas las iniciativas sociales o legislativas que pretendan combatir alguna de sus consecuencias resultarán siempre fracasadas o inútiles. Es a la raíz del problema en donde deberíamos enfocar nuestro activismo. Y esto comienza ineludiblemente con la educación vegana.

12 comentarios:

  1. Según he entendido de lo que dices, toda forma de relación que establezcamos con animales no humanos, para bien o para mal, es ilicita, ya que no contamos con su consentimiento.

    ¿Qué pasaría si, por ejemplo, encuentro a un animal muriendo de hambre? ¿Sería inmoral alimentarlo?.

    Un saludo.

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    1. Hola. Gracias por tu comentario.

      Bueno, en realidad, no es eso lo que he dicho. Además, si pudiera resumir fielmente lo que trato de expresar en esta nota en una sola frase entonces no hubiera escrito varios párrafos, que a su vez son un resumen sintetizado de una nota previa mucho más extensa.

      Yo no he dicho que nunca, bajo ninguna circunstancia, sea moralmente aceptable establecer cualquier tipo de relación con animales nohumanos. Lo que he argumentado es que no podemos justificar moralmente el hecho de interferir en las vidas de los animales nohumanos que viven libres en la naturaleza con la excusa de cuidarles, de someterlos a nuestro dominio para impedir que se hagan daño. Puesto que ellos no son nuestra responsabilidad (no somos causa de su existencia) y además son seres autónomos que viven sus propias independientes de acuerdo con sus propios fines. Ellos no nos dan su consentimiento para que les hagamos dependientes de nosotros. Así que no estaríamos atendiendo a sus deseos, sino solamente a los nuestros. Es explotación animal.

      Cualquier intento de justificar que impongamos nuestra dominación sobre las vidas de los demás animales valdrá igualmente para que impongamos también el totalitarismo sobre los humanos con la excusa de evitar que se hagan daño entre ellos. Como siempre existe un riesgo de que nos hagamos daño, y además un riesgo seguro, entonces podemos alegar que nadie debe vivir libremente su vida sino que todos debemos estar sometido a control permanente y riguroso en todos y cada uno de los aspectos de nuestra vida. Es el ideal de vida de 1984.

      Por otro lado, no estoy seguro de poder responder correctamente a la cuestión que me planteas porque se trata de un ejemplo muy impreciso. ¿De qué animal se trataría y en qué contexto concreto? Supongo que te refieres a un animal nohumano libre. En principio, yo no vería ningún problema en alimentarle como un gesto ocasional en un momento muy preciso. El problema está en el riesgo de hacerle dependiente de ti y que ya no pueda vivir su propia vida. El problema está en que ayudarle a vivir puede suponer que luego haga daño a otros animales. Algo que no hubiera ocurrido en el caso de que no hubieras interferido. Ese daño que cometa sería responsabilidad tuya. El ejemplo que expones parece plantear más problemas de los que parece en principio.

      Hay muchos millones de animales nohumanos que son víctimas de la explotación que los humanos ejercemos sobre ellos, y que necesitan rescate, cuidado y protección. Ellos sí son nuestra responsabilidad. Por lo que entiendo que si realmente alguien siente el deseo de ayudar a los otros debería empezar de manera responsable por aquellas personas víctimas de nuestra esclavitud.

      Un saludo.

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    2. Hola Luis, gracias por tu respuesta.

      Creo que cuando hablas de "interferir en sus vidas" no quedan claros cuales son los limites de esa afirmación. Es decir, podría perfectamente decir que cualquier relación que establezca con ellos, aunque dure segundos, interfiere en sus vidas. ¿A partir de cuando interferir en sus vidas es malo?

      Por otro lado, ellos tampoco nos pueden dar su consentimiento para que los ayudemos. ¿Esto no lo haría ilegítimo?.

      Un saludo.

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    3. Hola de nuevo.

      Creo que otra vez vuelves a citarme de manera incompleta. Porque cuando hablo de interferir me refiero muy claramente (o eso me parece al menos) al hecho de obligar a otros animales a ser dependientes de nosotros y estar bajo nuestro dominio, con el objetivo de cuidarles para evitar que sufran daños, de la clase que sean. Con excusas del tipo que presuponen irracionalmente que el sufrimiento es algo moralmente malo en sí mismo.

      En todo momento me estoy refiriendo a los animales nohumanos independientes que viven libres en la naturaleza y no son responsabilidad de ningún agente moral. Interferir con ellos, de modo que ya no puedan vivir sus propias vidas sin nuestra intervención, es simplemente injustificable, por el motivo que sea.

      Me gustaría señalar que para poder guiar nuestra conducta de acuerdo con la ética racional, lo primero que habría que aclarar es si tenemos algún deber moral y cuál es. Por ejemplo, el veganismo es un deber moral. No es algo que dependa de nuestras preferencias personales. Respetar a los seres sintientes como personas es un deber moral.

      Lo segundo es aclarar si el acto que deseamos hacer en concreto es moralmente aceptable. Por ejemplo, tener relaciones sexuales consentidas entre adultos responsable es algo moralmente aceptable. Pero no es un deber moral. Es un acto puramente voluntario. Aunque otros tengan un deseo sexual, nosotros no estamos obligados a satisfacerlo si no lo deseamos.

      Por tanto, hay cosas que sí debemos hacer (veganismo) y hay otras que no (explotación animal). Pero también hay cosas que moralmente podemos hacer bajo ciertos términos (sexo) pero que no son un deber. También hay cosas que no tenemos el deber de hacer pero que pueden ser moralmente buenas (virtuosas), como por ejemplo, ayudar a otros. Siempre que esa ayuda no implique dañar a otros.

      Respecto del consentimiento, me parece razonable pensar que el consentimiento acepta grados. Es decir, no es el mismo tipo de consentimiento el que se requiere para ser sometido a una operación de riesgo(esto es, un consentimiento formalizado estricto y riguroso que exige estar plenamente informado y consciente acerca de lo cual se decide) que el consentimiento que se requiere para entablar algún tipo de relación informal (charlar, tener relaciones sexuales,...), el cual sólo requiere en principio de una mera actitud manifiestamente favorable.

      De todos modos, si a un animal nohumano libre que esté sediento le ofreces agua y la bebe por su propia voluntad, porque tiene sed, me parece obvio que en cierto modo está dando su consentimiento, y no habría nada malo en esto. Pero una cosa es ayudarle eventualmente en una situación concreta y otra muy diferente es decidir someterlo a nuestro dominio, alegando que seguramente en el futuro padecerá sed y tal vez no encuentre agua para beber, por lo que pasa a estar bajo nuestro control y ya no tendrá su vida propia en la que decidía por sí mismo y se buscaba su subsistencia.

      Hay algunos aspectos de este punto en concreto que se podrían detallar y matizar, pero a mí me parece suficiente por el momento entender que controlar a otra persona (poner límites a lo que pueda hacer, decidir en su lugar los aspectos relevantes de su vida,...) por la intención de beneficiarla, sin tener en cuenta su consentimiento informado y explícito, es una inaceptable forma de sometimiento y explotación.

      Un saludo.

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  2. Hola.

    Incorporo un link a esta entrada en mi entrada sobre el derecho y la omisión de auxilio:

    Argumento: "La omisión de auxilio es éticamente correcta, pues sólo tenemos el deber de respetar a los demás"

    Saludos.
    David.

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    1. Toda la argumentación que expones en tu nota es un buen ejemplo de la clásica falacia conocida como petición de principio que consiste básicamente en partir de una premisa que equivale de manera idéntica a la conclusión. Es decir, ya das por demostrado aquello que precisamente debes demostrar. Te limitas a ofrecer una argumentación circular que no demuestra ni prueba nada.

      ¿Por qué se supone que yo, o cualquiera, tenemos un deber de satisfacer tus deseos? ¿Porque tus deseos son "valiosos"? Eso no significa absolutamente nada. Puede que sean valiosos para ti, pero no tienen por qué serlo para mí. No hay nada que sea valioso en sí, pues el valor es un fenómeno puramente subjetivo. Tu interés en comer puede ser "valioso" para ti, pero no lo es para mí. Yo tengo mis propios intereses que no tengo por qué sacrificar ni supeditar a los tuyos. Hacerlo sería una evidente violación del más elemental principio de igualdad y eso es precisamente en lo que consiste la intrínseca inmoralidad de la explotación animal.

      Del mismo modo, tu reloj puede ser valioso para ti, pero no lo es para mí. Yo puedo tener la obligación de respetar tu reloj pero no tengo obligación alguna de cuidarlo ni de preocuparme por él. En todo caso, quizás pudiera tener la obligación de asegurarme que otros agentes morales cumplan con su deber moral y respeten ese reloj, pero nada más.

      Cada uno de nosotros por igual puede legítimamente dedicarse a vivir su propia vida, sin más deber que el de respetar las vidas de los demás, si es el caso de que seamos moralmente responsables. Pero las personas no somos instrumentos obligados a satisfacer los deseos de los demás. Si tú quieres libremente ayudar a otros puedes hacerlo, siempre que no violes los derechos de otros.

      Lo cierto es que leyendo tu nota veo que no solamente incurres en la petición de principio y una argumentación circular, sino que haces interpretaciones forzadas y perversas del principio de moral de igualdad.

      Por ejemplo, si se diera el caso de que yo tuviera dos manzanas y tú no tuvieras ninguna, entonces, según tu distorsionada interpretación del principio de igualdad, yo estaría obligado a darte una de las mías. Pero tu interpretación es errónea puesto que el principio moral de igualdad se basa puramente en el principio lógico de identidad (A=A). Esto significa que la igualdad es legítima entre aquellos términos que ya sean iguales. Si los términos no son iguales entonces no puedes forzar una igualdad que no existe. Si los dos tenemos igualmente un interés en tener manzanas (para comer) entonces el principio de igualdad (o igual consideración) exige que nosotros, en tanto que agentes morales, respetemos ese mismo interés en ambos. Exige que no lo quebrantemos o impidamos. Es decir, yo estoy obligado a respetar tu interés en tener manzanas tanto como mi propio interés. Pero no tengo ninguna obligación moral en satisfacer ese interés. Ni siquiera tengo una obligación de satisfacer ese mismo interés en mí. Lo hago porque lo deseo, no porque esté obligado.

      Tú pretendes forzar a que B sea A. O a que lo tomemos por verdad. Y eso es radicalmente irracional. Aunque tú postules a tu conveniencia que A=B eso sigue sin cambiar nada. A sigue siendo A, y B sigue siendo B. No hay igualdad.

      Esta discusión ya la hemos tenido en varias ocasiones, por ejemplo aquí:

      http://filosofiavegana.blogspot.com.es/2012/01/lo-natural-lo-tradicional-lo-bueno-lo.html

      Te emplazo a que en lugar de limitarte a enlazar tu propio blog, intentes refutar alguno de los hechos o de los argumentos que expongo, en donde sea que lo haga.

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  3. Puede llegar el día en que el resto de las criaturas animales pueda adquirir aquellos derechos que nunca podrían habérsele negado, excepto por la mando de un tirano [...] Tal vez llegue un día en le que se reconozca que el número de piernas, la vellosidad de la piel o la terminación del oscarum sean razones igualmente insuficientes para abandonar a un ser sensible a la misma suerte. ¿Qué otra cosa podría trazar la insuperable línea? ¿Es facultad de la razón, o quizá la facultad de habla? Pero un caballo o un perro son, sin comparación, animales más racionales, así como más capaces de sostener una conversación, que un bebé de un día o una semana o incluso un mes de edad. Pero supongamos que fuera de otra manera, ¿de qué serviría? La pregunta no es ¿pueden razonar?, sino ¿pueden sufrir?
    ~Jeremy Bentham~

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  4. Aunque siempre me ha parecido bastante intuitiva la idea de que ha de ayudarse a aquellos que se encuentren en una situación de necesidad, especialmente si ello no nos supone un gran problema, creo que nunca he encontrado una justificación racional a esto, y estoy consciente de que las intuiciones no son en sí mismas justificaciones.

    Me parece que del hecho de que alguien, sea humano o no-humano, tenga una necesidad no se deriva un deber para un agente moral en satisfacerla. ¿Por qué iba a ser así?

    Por supuesto que aunque no exista una obligación en ayudar a quien se encuentre en una situación desgraciada no necesariamente significa que no se le ayudará. Pero si se hace, será como resultado de la libre elección del auxiliador, no de una supuesta obligación moral impuesta a él por la sola existencia de una necesidad en otros.

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  5. Saludos, esta es la primera vez que entro en el blog, pero puedo decir que me ha dado una muy buena impresión, aparte de ayudarme a acomodar mis ideas. Pero aún así tengo una duda que realmente no sé como afrontar. Es el caso de las introducciones de especies.
    En este caso es deber moral que el hombre se ocupe de las especies introducidas (la mayoría de las veces dañinas para el ecosistema)ya que se debe a una acción de hombre sobre el ambiente. Los métodos utilizados han sido siempre los mismos, campañas de matanzas masivas. Pero, aunque me duela admitirlo, no veo otra forma de hacer frente a esta problemática, tanto las esterilizaciones como las reubicaciones de dichas especies son irreales debido principalmente al costo en tiempo, dinero y "mano de obra". Acá en el sur de Argentina animales como el ciervo colorado, truchas, jabalí, visón, entre otras especies, están poniendo en grave peligro el frágil equilibrio de la fauna autóctona.
    ¿Cuál es tu opinión en estos casos? ¿Cuál sería el correcto proceder, para con los animales introducidos y los animales que deben soportar el efecto dañino de estas introducciones?

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    1. Hola, Crystal. Te doy la bienvenida a este blog. Espero que su lectura te resulte agradable y provechosa. Siempre estaré encantado de poder contar con tu participación.

      El problema que planteas ciertamente es complejo, y para poder deducir una conclusión sensata habría que valorarlo en su contexto específico en cada caso. Pero mi postura moral desde una perspectiva general al respecto es bastante clara. Esto es, me opongo a cualquier tipo de medida que dañe a unos animales con la excusa de que no son "autóctonos" y que supuestamente perjudican a los que sí son "autóctonos". Y cuando digo animales me refiero a todos los animales sin diferenciación de especie (o raza o sexo). Si alguien me dijera que es legítimo exterminar a los animales humanos que no son "autóctonos" de mi país, con la excusa de que supuestamente están perjudicando a los que sí somos "autóctonos", no lo aceptaría en modo alguno. Esto es simplemente una forma de xenofobia, asociada a menudo con el racismo.

      Anteponer a unos animales por encima de otros por el simple hecho de que a los primeros se les considera nativos de cierto territorio, mientras que a los segundos se les considera extraños, me parece un motivo moralmente injustificado, y por tanto debe ser rechazado.

      Escribí una nota sobre este tema que quizás te interese:

      Una respuesta vegana al ecologismo especista

      No cabe duda de que si nosotros hemos creado un problema a otros animales deberíamos solucionar este problema, pero si para solucionar este problema lo que hacemos es crear más y peores problemas entonces no estamos solucionando nada, sino que estamos incurriendo en el mismo error.

      Existen medidas (esterilización, reubicación,...) que respetan al menos algunos los intereses básicos de los animales implicados en esta situación a la que nos referimos, frente a aquellas que los violan flagrantemente (exterminio). Seguramente aquellas medidas son mucho más dificultosas de aplicar, pero esta objeción no me parece válida. Quiero decir que lo justo o injusto de un acto no se puede deducir del hecho que sea aplicable o no en la práctica. Aunque no pudiéramos vivir sin asesinar a animales inocentes para usarlos como comida, seguiría siendo absolutamente injusto que cometiéramos dicho acto.

      No conozco ninguna solución práctica inmediata que pueda solucionar este problema actualmente, respetando por igual a todos los individuos implicados. Pero en todo caso no me parece que esté justificado dañar o matar a unos inocentes para intentar salvar a otros inocentes de una situación de la cual ellos no son responsables.

      Espero que esta respuesta te sirva de alguna ayuda.

      Te mando un saludo.

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  6. Miguel Angel05 agosto, 2012

    Muchas gracias Luis por esta estupenda exposición, me ha servido de gran ayuda.
    Un abrazo.

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    1. Gracias a ti, Miguel Ángel. Te mando un abrazo.

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