10 de noviembre de 2017

Charles Danten y la cuestión de las mascotas


Charles Danten es un veterinario canadiense, ya jubilado, y también es autor de un libro traducido al español y titulado «Un Veterinario Encolerizado: Ensayo Sobre la Condicion Animal». No he tenido la oportunidad todavía de consultar dicho libro, pero en este artículo que publico aquí, titulado originalmente «People who love animals should not own pets», su autor expone un alegato en contra del uso de los animales como compañía —es decir, como mascotas— basado en gran parte en su experiencia profesional sobre los múltiples daños que esta práctica ocasiona sobre los animales.

Me pareció interesante traducir este texto por ser un tipo de explotación animal tal vez poco analizado en el activismo animalista, en comparación con otros como la alimentación o el entretenimiento o la experimentación. Sobre esta cuestión en concreto también pueden leer las reflexiones de Gary Francione y de Tom Regan, y si lo desean también las mías propias en un ensayo anterior de este blog.

Esos artículos que menciono ayudan a plantear el problema del mascotismo dentro un contexto moral —como una parte del problema general del especismo y la explotación— mientras que este artículo de Danten señala los problemas que causa el uso de animales como mascotas desde una perspectiva más empírica. Pienso que antes de emitir un juicio sobre esta cuestión es necesario reflexionar de manera atenta sobre la relación que hemos establecido con los demás animales en todos sus aspectos —una relación claramente basada en la dominación y el beneficio para los humanos a costa del perjuicio para los animales— con todos los datos y argumentos que podamos abarcar.

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La gente que ama a los animales no debería tener mascotas

Charles Danten


Octubre 2014

La explotación de las mascotas es mucho más cruel, en su hipocresía y sofisticación, que cualquier otra forma de explotación animal, incluyendo la ganadería industrial, la producción de fuagrás, y la vivisección.

Es generalmente creído que las mascotas nos hacen más humanos, mejoran nuestra salud, aumentan nuestro bienestar y longevidad. Pero mientras que algunos investigadores han anunciado sobre efectos positivos a corto plazo, similares al placebo, como consecuencia de nuestra interacción con los animales, otros han encontrado en convincentes estudios cuantivos a gran escala que la salud y la felicidad de los propietarios de mascotas no es mejor, y en algunos casos es peor, que la de aquellos que no poseen mascotas.

Es ampliamente creído que los animales se benefician tanto como nosotros de la relación humano-animal. Pero nada podría estar más alejado de la verdad,


Debido a la relación que imponemos sobre ellos, todas las mascotas por definición permanecen infantiles, nunca alcanzan ningún nivel de autonomía o madurez emocional. El mantenimiento de este apego infantil fomenta la existencia de un permanente estado de ansiedad. Esto se traslada clínicamente a varias enfermedades psicosomáticas como colitis, inflamación de la vejiga, y problemas de piel. Problemas psicológicos como fobias, auto-mutilación, y ansiedad están muy extendidos y son frecuentes como problemas ligados a la dominación, el miedo y la ambivalencia. Estos animales son a menudo severamente castigados o abandonados por sus propietarios quienes son incapaces de comprender el sentido de estas neurosis, las cuales interpretan erróneamente como alguna clase de defecto en el carácter del animal. Los tratamientos curativos están destinados a fracasar, en tanto que esas enfermedades están ligadas al hecho de ser una mascota y en una relación que es fallida en su origen.


La vacunación por motivos comerciales y financieros está matando a miles de animales cada año. Diversas mutilaciones como el desgarramiento de los gatos, el corte de orejas, la esterilización y castración, para hacer a los animales más cómodos y fáciles de controlar, están causando una indecible miseria a los animales. Un animal sin estas mutilaciones resulta menos atrayente para los humanos y más difícil de controlar; esto es por lo que se realizan las esterilizaciones.

El cuidado de la salud animal en sí mismo es un subtipo del abuso animal. Es un tipo de pensamiento ilusorio creer que una mascota puede comprender y apreciar de alguna forma las buenas intenciones que motivan el cuidado veterinario. Esto está simplemente por encima de sus capacidades cognitivas. Un animal no es consciente de estar siendo "reparado" más de lo que lo es un coche, salvo por una diferencia esencial: los animales son seres sintientes perfectamente conscientes del dolor que infligimos sobre ellos por razones que están más allá de su comprensión. Desde su punto de vista, un hospital veterinario es indistinguible de un potro de tortura. 


Les causamos enfermedades de innumerables maneras por un lado, luego nos beneficiamos de ello por el otro. Este absurdo sugiere que nuestra preocupación por la salud de las mascotas tiene mucho más que ver con satisfacer nuestras necesidades que con cualquier otra cosa.


La explotación sexual, una cuestión tabú en nuestra bienpensante sociedad, está extendida en todas las áreas de la vida. La inmoralidad de convertir a un animal en mascota abre las puertas a toda forma concebible de explotación.

Según un cable de la embajada de Estados Unidos publicado por Wikileaks en el año 2005, el tráfico de animales salvajes, 
a nivel global, cuyo principal mercado es la industria médica oriental, la industria de la moda, y la industria de mascotas en Estados Unidos y Europa "mueve entre 10 y 20 billones de dólares estadounidenses cada año, situándose en tercer lugar después del tráfico de armas y el tráfico de drogas". Por un canto y un poco de exotismo, los hábitats y los incubadores naturales de todo el mundo están siendo destruidos.


Cuando están preparados, los animales fértiles se convierten en objeto de una intensa cría por parte de profesionales y aficionados, lo que rápidamente repercute en su deterioro. Hay más de 300 enfermedades genéticas debilitantes e incurables en las mascotas, la mayoría de ellas causadas por la cría y el consumismo.


Los animales son afectados con deliberadas características anatómicas que convierten sus vidas en una pesadilla. Perros y gatos procedentes de la cría braquicéfala [dogos, bulldog inglés, boston terrier, pekinés, persa, himalayo,...] por ejemplo, se caracterizan por un cráneo atachado y ojos saltones, a menudo sufren por el solo hecho de respirar.


Las condiciones físicas de la cautividad también conllevan daños. Según la doctora Karen Overall, una veterinaria especializada en etología animal, sólo el 1% de la población sabe algo acerca de los animales que mantienen en cautividad. Confinados en espacios pequeños durante toda su vida, encerrados mientras sus dueños hacen su vida, la mayoría de mascotas conocen una existencia tan limitada como aburrida como la de los prisioneros o los esclavos.


La propia naturaleza de la comida que damos a las mascotas es también la causa de muchos dolorosos problemas de salud.


Millones de animales son destruidos cada año en lugares eufemísticamente denominados refugios. Otros, que nunca serán adoptados porque tienen defectos psíquicos o físicos irremediables, pasan su vida encerrados en refugios que no matan animales, a merced de la compasión de buenos samaritanos, quienes se complacen a sí mismos al insistir en mantener a estos animales con vida, como una cuestión de principio, a menudo durante años, bajo condiciones miserables desde el punto de vista del animal.


La lista no termina aquí. El vínculo humano-mascota está lejos de ser la panacea terapéutica que proclaman los apologistas de la tenencia "responsable" de animales. Al contrario, esto es mutuamente autodestructivo y destructivo para el mundo natural.

Si aceptan todas estas falacias descritas, la adopción y los derechos de los animales son causas que se anularán en el deseado objetivo de salvar animales y amplificarán el espantoso efecto de promover el consumismo, con todas sus inseparables atrocidades. Sería equivalente a pagar un rescate a los terroristas por los rehenes. No hacemos esto porque sabemos que sólo alimenta el problema en un círculo vicioso.

Las iniciativas educativas que provean una mirada honesta sobre la naturaleza de nuestra relación con el mundo animal sería tremendamente más fructíferas que las lecciones aprendidas de la explotación de las mascotas. En este caso, los animales no son los únicos que pierden; los niños se convierten a sí mismos en mascotas cuando son rebajados y adoctrinados a creer desde sus primeros años que una vida sin mascotas es impensable y que el amor y la crueldad se pueden mezclar.

Una vez que su mascota muera de muerte natural, por ejemplo, puede usted elegir vivir tu propia vida, si lo desea, poniendo fin a este barbarismo de forma optimista. No seamos rehenes de aquellos que se benefician de esta abominación.

Si de verdad amamos a los animales, los dejaremos vivir en sus propios términos.

Artículo original en inglés: «People who love animals should not own pets»

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El artículo de Danten es obviamente controvertido pero necesario. A diferencia de casi todos los artículos que tratan sobre la cuestión de las mascotas, en este caso el autor analiza el asunto no centrándose en el supuesto beneficio para los humanos —antropocentrismo— que proporciona el uso de animales como mascotas sino centrándose en el perjuicio que el mascotismo causa a los animales.

Mientras que en el mundo natural la presión de la selección adaptativa favorece que prosperen los individuos sanos, en el contexto humano los animales son seleccionados no para favorecer su beneficio —su salud, su inteligencia, o su autonomía— sino sólo para manipular sus cuerpos a proporcionar un determinado servicio a los humanos; lo cual provoca la aparición y perpetuación de trastornos de salud. Danten sólo menciona algunas pero el listado de padecimientos que sufren los animales por culpa de la dominación humana sería interminable.

Debo señalar que hay algún punto del texto con el que yo no estaría de acuerdo.

Por ejemplo, afirma Danten que algunos refugios de animales insisten en mantener con vida a sus animales a pesar de que sus condiciones de vida son deplorables. Esto sugiere que él propondría la eutanasia para esos casos. Yo no estaría completamente de acuerdo con esto. La eutanasia es el nombre que damos a la acción de dar muerte a un individuo en su propio beneficio cuando sus condiciones naturales de vida son tan miserables que su vida se convierte en una especie de tortura. Estas condiciones suelen ocurrir cuando se produce una enfermedad terminal y degenerativa que ocasiona dolor crónico. En este caso entendemos que dar muerte al paciente con su consentimiento puede ser moralmente aceptable en tanto que no existe otra forma de remediar su situación. Pero la eutanasia no puede darse en el caso de los animales porque ellos no pueden darnos su consentimiento. La eutanasia —para no ser asesinato— requiere de una serie de condiciones y el consentimiento informado y explícito es una de ellas. Sabemos que los animales tienen un interés inherente en vivir pero no podemos saber que ellos eligen o prefieren morir en determinada circunstancia. Muchos humanos no aceptan la eutanasia incluso en las peores condiciones pensables, así que no podemos nunca dar por hecho que determinada situación de salud de un animal conlleva que sea aceptable matarlo deliberadamente de forma legítima.

Dicho esto, es importante aclarar, por si acaso, que Danten no se opone a la adopción; se opone en este caso a que los animales sean utilizados para satisfacer deseos y necesidades humanas. Son dos cosas muy distintas. Una cosa es ayudar a un animal porque ha sido víctima de los humanos y necesita refugio, y otra cosa muy distinta es utilizar a un animal para que nos sirva de compañía en nuestro propio beneficio. 

6 comentarios:

  1. Antes de nada, quiero darte las gracias por tu trabajo en este blog, cada vez que vengo encuentro nuevos recursos que utilizar en mis futuras conversaciones con personas no veganas. Hace poco que abrí mi propio blog (Vet y Vegan) y me estoy dando cuenta de que puedo aportar mucho más de lo que pensaba.

    Ni siquiera había pensado en la cuestión del mascotismo hasta que he leído este artículo, pero por desgracia sé muy bien de lo que habla Charles Danten. Estudié veterinaria en la UCM, trabajé más de diez años en clínica de pequeños animales (perros y gatos principalmente), y hace ya unos pocos que estoy en paro y no me queda ninguna esperanza de volver a ejercer. Menos aún ahora que soy vegana. Cuanto más me afianzo en mis creencias como vegana, más comprendo que ser vegano y ejercer como veterinario es hoy imposible, a no ser que estés dispuesto a faltar a tus propios principios éticos día tras día. Cualquiera que tenga la misma sensibilidad que tengo yo hacia los animales ve que la relación entre un propietario con su mascota es en muchas ocasiones bastante tóxica para el animal, ya sea por falta de responsabilidad del propietario, falta de conocimientos, falta de recursos económicos, simple utilitarismo porque evidentemente todo el que tiene un animal de compañía es porque espera algún beneficio por parte de él, y así un largo etcétera. Yo estudié veterinaria porque quería salvar la vida de los animales, así de claro. No tardé en darme cuenta de que estaba bastante sola, y que allí la vida de los animales no era precisamente lo que más importaba. Hacerme veterinaria ha sido la mayor decepción de toda mi vida, y me ha costado largos años de depresión y vanos intentos de asumir que ese no podía ser mi trabajo, porque no se parecía en nada a lo que yo quería hacer. Ahora puedo hablar porque ya no me considero parte de la profesión. Pero al menos lo que vi me sirve para tener más argumentos a favor del veganismo.

    Es verdad que algunos puntos de lo que dice Charles Danten son discutibles, pero en general da una visión bastante acertada de lo que es la veterinaria clínica hoy en día. No nos engañemos, es un negocio y se busca un beneficio económico. Tú crees que vas a tratar pacientes, pero eso es secundario. Lo que vas a hacer es tratar con sus dueños e inculcarles una serie de ideas para que consuman productos para sus mascotas. Sí, hay procedimientos destinados a conseguir una mejor salud para esa mascota, pero algunos de ellos acaban siendo excesivos e innecesarios como algunas vacunaciones. En cuanto a la alimentación, hasta el mejor de los piensos está fabricado con desechos que proceden de animales muertos destinados a consumo humano, pero la mayoría de la gente aún tiene la ilusión de que el pienso es lo mejor que pueden dar a sus mascotas porque nosotros se lo hemos hecho creer así. A mí me lo hicieron creer así, porque ya desde la facultad te inculcan determinadas ideas y tú ni siquiera te planteas que sean erróneas, porque estás aprendiendo. La facultad de veterinaria, sin embargo, es una de las expresiones máximas de especismo que he visto en mi vida.

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  2. En cuanto a la eutanasia, quería matizar algo, y es que, aunque los animales no hablen y no nos puedan dar su consentimiento explícito, sí que hay formas de saber que un animal no quiere vivir más. Existen otras formas de comunicación (los que tengan animales sabrán a qué me refiero), y además, como veterinarios, conocemos una serie de signos clínicos objetivos que nos indican cuándo un animal está sufriendo o cuándo una enfermedad ya es incurable. El problema es que el uso de la palabra eutanasia cambia completamente si estás hablando de un humano o de un no humano. Es una palabra que da bastante respeto, e incluso miedo, si hablamos de un humano, y sin embargo enseguida se utiliza si hablamos de poner fin a la vida de un animal, es como si eso demostrara que tenemos infinita compasión por querer poner fin a su sufrimiento, cuando en realidad queremos liberaros de la carga que supone ahora ese animal enfermo. Y así, los propietarios deciden “sacrificar” muchas veces a sus mascotas sin ni siquiera probar un tratamiento, sin ni siquiera esperar un poco a ver cómo evoluciona la enfermedad, sin someterlo a un procedimiento quirúrgico que es demasiado caro para ellos. Las mascotas son tratadas en muchas ocasiones como cosas. No funciona, pues ya no nos sirve, acabamos con ella. ¿Cuántos perros que se han quedado paralíticos habrán sido eutanasiados por no tener disponible uno de esos carritos adaptables a sus patas que ahora ya son más frecuentes? No, eso no es calidad de vida para un perro, es mejor que lo sacrifiques, dirían muchos veterinarios. Pero al perro nadie le ha preguntado si quiere seguir viviendo, a pesar de no poder utilizar sus patas traseras. Y numerosos vídeos en internet demuestran que eso no suele ser un impedimento para ellos.

    Yo he realizado muchas eutanasias, obviamente. Sé que en algunos casos hice bien. En otros, lo hice porque consideraba que “era mi obligación”, o porque si no lo hacía yo, lo haría el veterinario de al lado, o porque pensaba que no tenía poder de decisión, ya que todos tenemos un jefe al que debes responder de posibles pérdidas económicas. Después de todo, tenemos un trabajo que no queremos perder. Recuerdo por ejemplo una gatita blanca de unos tres meses de edad, preciosa, que se había roto la cadera. Por más que insistí a la dueña que quizá no haría falta ni operarla, que seguramente se recuperaría ella sola, para la dueña era como una muñeca rota. Entre lágrimas, me dijeron que la matara. Hoy, si tuviese mi propia clínica, me habría negado rotundamente. Me la habría quedado yo, si hubiese sido necesario. Lo malo es que los veterinarios no tenemos albergues para los cientos de casos como este que te encuentras, y eso te va destrozando el alma, si es que realmente te importan los animales. Como por ejemplo, oír de un cliente que el precio de la eutanasia es caro, “cuando es un jeringuillazo y ya está”. A este le contesté que para mí el precio nunca sería demasiado alto, y que si le parecía caro, quizá lo podría hacer él mismo. Posiblemente se ofendió. Lo malo es que si tratas así a todo el mundo, pierdes clientes. Y aparte de eso, lo realmente malo, es que hay muchos que sí lo hacen ellos mismos, aunque entonces no sería una “buena muerte”, sino una muerte con sufrimiento, como hacen muchos cazadores y muchos otros propietarios de mascotas, cuando su animal ya no les sirve.

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  3. Y hablando de maltrato animal, demasiado poco se habla de criadores y de tiendas de animales, dentro del mundo de la veterinaria clínica. Los veterinarios nos hemos convertido, por desgracia, en un engranaje más de la maquinaria, estamos al servicio de maltratadores, en lugar de combatirlos. Afirmamos que somos “garantes del bienestar animal” cuando en realidad somos parte del problema, no de la solución. Con esto no quiero decir que no haya buenos veterinarios haciendo lo poco que pueden por salvar vidas de inocentes, ni que no haya personas que lo dan todo por sus animales. Por fortuna también los hay, pero no es la norma. El mundo está lleno de personas que afirman amar a los animales, mientras siguen comiendo carne como si las dos cosas fueran compatibles. Y la gran mayoría de veterinarios son parte de la misma sociedad que les ha hecho creer que está bien proteger a unos y comer a otros. Hay veterinarios abolicionistas de la tauromaquia que piensan que los veganos somos unos extremistas. Son capaces de ver algunas formas de maltrato animal pero ignoran las otras, igual que hace el resto de la sociedad.

    Perdón por haberme alargado tanto, pero es que es un placer poder hablar sabiendo que te pueden comprender. Un saludo.

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  4. ¡Ostras! Mónica,es estremecedor tu relato, todo lo que nos cuentas, supongo que estremecedor por la sinceridad y el desaliento que destilan tus palabras." La facultad de veterinaria, sin embargo, es una de las expresiones máximas de especismo que he visto en mi vida."
    Y eso que no has hablado de los veterinarios de granjas industriales.
    Al menos nos queda nuestra humilde propuesta de activismo. Yo también he creado uno wwww.veganism.es . Y como dice Luis, no hay labor más importante hoy que la difusión del veganismo.

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  5. Hola Luis:

    A partir de este artículo me ha picado la curiosidad por saber más de este autor. He estado leyendo algunos artículos de Charles Danten y estoy intentando analizar su ideología.

    Se posiciona contra la esclavitud de los animales explotados como mascotas. También rechaza diversas formas de cosificación e interpretaciones humanas comunes sobre sus acciones e inteligencia.

    Sin embargo, no termino de estar de acuerdo con él en la mayoría de los artículos suyos que he leído. A rasgos simples, me parece que es bienestarista con un poco de mayor preocupación hacia aquellas formas de explotación animal excesivamente crueles hacia algunas especies. Esto lo vemos en el comentario que haces sobre su mención a la eutanasia.

    Él postula que, como los animales (hipotéticamente) carecen de la noción de cuánto van a vivir o de si van a morir, entonces no estaría mal quitarles la vida a aquéllos que sufren:

    https://charles-danten.blogspot.com/2018/07/marley-and-me-and-plague-of-no-kill.html

    En este artículo, él acusa, en pocas palabras, de humanizar a quienes estarían en contra. Pero, irónicamente, él estaría proyectando su visión sobre el sufrimiento de los animales para decidir por ellos al partir desde una premisa no demostrada ni tampoco relevante.

    Aunque un animal no tuviese conciencia de la muerte (como concepto) o de que va a morir al estar en la línea de un matadero, no por ello significa que no desee seguir viviendo ni que nosotros tengamos derecho alguno para quitarles la vida. Partiendo de su premisa, tendríamos la supuesta legitimidad de matar a cualquier animal que potencialmente sufrirá. Y, por tanto, bien podríamos matar a cualquier animal del mundo, en tanto que su mera existencia en un mundo antropofizado ya los expone a un sufrimiento potencial.

    Entiendo, pues, que Charles adopta un bienestarismo estricto en que rechaza toda explotación animal que cause un sufrimiento superior al beneficio relativo obtenido por seres humanos. Él rechaza acciones tales como las terapias con animales, el bestialismo y la existencia de los zoológicos. Lo hace apelando a supuestos estudios fraudulentos y al efecto placebo sobre los usuarios de animales; pero no cuestiona nuestra legitimidad moral sobre sus vidas.

    Hay artículos en los que usa una terminología abolicionista y condena a PETA. No obstante, él no condena el bienestarismo, sino cómo determinados grupos animalistas han traicionado a los animales por dejar de preocuparse por el sufrimiento de éste; no así porque les importe su liberación (no de todos):

    https://charles-danten.blogspot.com/2017/11/how-peta-sold-out-to-pet-industry.html

    Asimismo, en otros artículos parece que hace un mal uso de los términos al confundir sistemáticamente "Derechos Animales" con propuestas bienestaristas. Quizás no tenga muy claro qué significa defender a los animales ni quiénes lo hacen realmente.

    https://charles-danten.blogspot.com/2018/07/the-love-argument.html

    Por último, después de estar analizando su ideología, creo que este artículo suyo, en francés, despeja toda duda que hubiere:

    https://charles-danten.blogspot.com/2021/10/un-usage-des-animaux-pondere-par-la.html

    En este ensayo cuestiona el "antropomorfismo" de los demás (otros pensadores o activistas veganos) mientras saca a relucir su antropocentrismo al determinar que ciertas formas de explotación animal son correctas por ser "necesarias".

    Charles Danten, por tanto, no se opone al antropocentrismo ni cuestiona la explotación de los animales como mascotas en oposición al mismo. Él lo hace tomando como base sus conocimientos en veterinaria y experiencias personales para concluir que la vida de las mascotas es terrible y que está llena de sufrimiento. Por lo demás, él apoya el consumo de animales y otras formas de explotación en beneficio del ser humano mientras se considere el bienestar relativo de los animales explotados.

    Un abrazo cordial.

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  6. Fascinante contraste entre la creencia popular y los posibles efectos negativos de tener mascotas. Es importante considerar los puntos de vista de Danten y examinar los hechos.

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