Hay dos formas de afrontar un problema: intentar reprimir sus consecuencias o intentar eliminar la causa que lo provoca. En este artículo se intenta explicar, recurriendo al uso de una metafóra, por qué los abolicionistas consideramos que es prioritario centrar nuestros esfuerzos en erradicar la causa de la violencia contra los animales, lo cual eliminaría necesariamente sus consecuencias.
Imaginemos que el problema de la explotación animal es como un grifo que está abierto al máximo y cuya agua fluye a través de un colador. El grifo abierto representa el impulso de explotar a los animales y la corriente de agua representa a la población humana que considera que la explotación de los animales es aceptable y que son moralmente inconscientes acerca del daño injustificado que están infligiendo a los animales.
Ahora, imaginemos también que pretendemos evitar ese chorro de agua tratando de tapar cada agujero en ese colador. A esta forma de afrontar el problema es lo que en el ámbito del activismo denominamos como la campaña monotemática. La campaña monotemática intenta eliminar una determina forma de explotación animal, ignorando a menudo al 99% de los animales explotados que no entran dentro de esa determinada explotación particular.
Cada vez que apoyamos una campaña monotemática estamos centrando nuestros esfuerzos en intentar tapar un agujero de ese colador. Por ejemplo, la campaña en cuestión consigue clausurar algún circo, alegando que maltratan a los animales, o consiguen que se prohíban actividades como la caza deportiva o las corridas de toros, o impulsan que en China dejen de comer perros. Mientras intentamos tapar un agujero, el resto permanecen ignorados.
Ahora, supongamos que con cada supuesta 'victoria' resulta que un agujero en ese colador se cierra. El agua continúa fluyendo casi igual de fuerte ya que la mayoría de los humanos aún piensa que la explotación animal es aceptable, puesto que las campañas monotemáticas no conllevan el mensaje que el uso de animales es lo que está moralmente mal. De este modo, el agua acaba desbordando por nuevas vías de transcurso, es decir, la explotación animal continúa intacta pero en una dirección ligeramente distinta. Así ocurre que se abren nuevos agujeros —nuevas formas de explotación animal— y debido a la misma presión otros ya existentes se van agrandando.
Una forma diferente de afrontar el problema es la educación vegana. A diferencia del activismo monotemático, lo que la educación vegana pretende no es tapar los agujeros del colador sino cerrar el grifo. Piensen en ello. Si tenemos la posiblidad de cerrar el grifo mediante la difusión educativa del veganismo como la única respuesta moralmente aceptable ante el problema de la explotación animal, consiguiendo que la gente reconozca a los animales como miembros de la comunidad moral — como personas no humanas — entonces la abrumadora existencia de muchos agujeros en el colador ya no sería relevante. Al cerrar el grifo, el agua deja de correr y así todas y cada una de las miles de explotaciones particulares que cada campaña monotemática pretendía eliminar una a una ha sido erradicada de forma global.
Por cada nuevo vegano, el grifo es cerrado en una pequena fracción. Ahora, podemos, y debemos, elegir. Los recursos son limitados: el tiempo, dinero y energía que gastemos en una campaña no podemos emplearlo en otra. Podemos elegir emplear nuestros esfuerzos en educar a la gente acerca de por qué necesitamos ser veganos si queremos respetar a los animales y de este modo trabajar para cerrar el grifo progresivamente. O, por otro lado, podemos intentar tapar infructuosamente cada agujero del colador al mismo tiempo que el resto se agrandan u otros nuevos se abren.
Yo elijo intentar cerrar el grifo.
Imaginemos que el problema de la explotación animal es como un grifo que está abierto al máximo y cuya agua fluye a través de un colador. El grifo abierto representa el impulso de explotar a los animales y la corriente de agua representa a la población humana que considera que la explotación de los animales es aceptable y que son moralmente inconscientes acerca del daño injustificado que están infligiendo a los animales.
Ahora, imaginemos también que pretendemos evitar ese chorro de agua tratando de tapar cada agujero en ese colador. A esta forma de afrontar el problema es lo que en el ámbito del activismo denominamos como la campaña monotemática. La campaña monotemática intenta eliminar una determina forma de explotación animal, ignorando a menudo al 99% de los animales explotados que no entran dentro de esa determinada explotación particular.
Cada vez que apoyamos una campaña monotemática estamos centrando nuestros esfuerzos en intentar tapar un agujero de ese colador. Por ejemplo, la campaña en cuestión consigue clausurar algún circo, alegando que maltratan a los animales, o consiguen que se prohíban actividades como la caza deportiva o las corridas de toros, o impulsan que en China dejen de comer perros. Mientras intentamos tapar un agujero, el resto permanecen ignorados.
Ahora, supongamos que con cada supuesta 'victoria' resulta que un agujero en ese colador se cierra. El agua continúa fluyendo casi igual de fuerte ya que la mayoría de los humanos aún piensa que la explotación animal es aceptable, puesto que las campañas monotemáticas no conllevan el mensaje que el uso de animales es lo que está moralmente mal. De este modo, el agua acaba desbordando por nuevas vías de transcurso, es decir, la explotación animal continúa intacta pero en una dirección ligeramente distinta. Así ocurre que se abren nuevos agujeros —nuevas formas de explotación animal— y debido a la misma presión otros ya existentes se van agrandando.
Una forma diferente de afrontar el problema es la educación vegana. A diferencia del activismo monotemático, lo que la educación vegana pretende no es tapar los agujeros del colador sino cerrar el grifo. Piensen en ello. Si tenemos la posiblidad de cerrar el grifo mediante la difusión educativa del veganismo como la única respuesta moralmente aceptable ante el problema de la explotación animal, consiguiendo que la gente reconozca a los animales como miembros de la comunidad moral — como personas no humanas — entonces la abrumadora existencia de muchos agujeros en el colador ya no sería relevante. Al cerrar el grifo, el agua deja de correr y así todas y cada una de las miles de explotaciones particulares que cada campaña monotemática pretendía eliminar una a una ha sido erradicada de forma global.
Por cada nuevo vegano, el grifo es cerrado en una pequena fracción. Ahora, podemos, y debemos, elegir. Los recursos son limitados: el tiempo, dinero y energía que gastemos en una campaña no podemos emplearlo en otra. Podemos elegir emplear nuestros esfuerzos en educar a la gente acerca de por qué necesitamos ser veganos si queremos respetar a los animales y de este modo trabajar para cerrar el grifo progresivamente. O, por otro lado, podemos intentar tapar infructuosamente cada agujero del colador al mismo tiempo que el resto se agrandan u otros nuevos se abren.
Yo elijo intentar cerrar el grifo.
Una metáfora muy acertada.
ResponderEliminarEstupenda metáfora.
ResponderEliminar