7 de junio de 2018

Nuestra responsabilidad respecto de los animales



¿Tenemos alguna responsabilidad respecto de los animales? ¿Por qué deberíamos tenerla? En el caso de ser así, ¿qué tipo de responsabilidad sería? Mi propósito en este ensayo es el de responder a estas cuestiones en manera razonada y concisa. 

Un concepto central de la ética es el de la responsabilidad moral. Este concepto significa que hay individuos que son moralmente responsables de sus actos: a estos individuos los denominaremos agentes morales. Hay otros individuos que no lo son, por falta de capacidad para razonar moralmente, de comprender las normas éticas y llevarlas a cabo. 

La responsabilidad moral de nuestros actos se define esencialmente por el hecho de que tenemos una conciencia intelectiva desarrollada que nos permite ser conscientes de lo que implican nuestros actos y ser capaces de adecuar nuestra conducta a una serie de normas razonadas que previamente hemos comprendido y asumido. También se fundamenta en el hecho de que somos agentes libres, esto es, tenemos control voluntario de nuestros propios actos y no estamos determinados por factores externos.

Por tanto, de lo que somos responsables es de nuestros actos, porque la consecución de nuestros actos está mediada por nuestra conciencia moral, que nos permite diferenciar entre lo que está bien y lo que está mal, entre lo que es correcto y es incorrecto, y controlar nuestro comportamiento.

La responsabilidad sólo se puede referir a aquello que razonablemente podemos controlar mediante la voluntad, es decir, a nuestro comportamiento positivo: lo que hacemos con nuestros actos. Por definición, uno solamente puede ser responsable de aquellos actos que causa directamente. La noción de responsabilidad está fundamentada en el principio de causalidad. La causalidad es un proceso formado por hechos relacionados sucesivamente entre sí. No podemos ser responsables de actos que no tienen relación causal con algo que nosotros hayamos hecho deliberadamente.

No somos responsables de sucesos que ocurren sin que nosotros hayamos tenido intervención en ellos. Ciertamente hay actos, como el ayudar a otros que lo necesiten, que podemos realizar motivados por la empatía y que pueden ser moralmente buenos, pero no estamos obligados a ellos por una razón moral —no son moralmente obligados. No todas las acciones que entran dentro de la esfera moral se refiere exclusivamente a deberes u obligaciones.

Obviamente la responsabilidad moral implica que hay algunas cosas que debemos hacer y otras que no debemos hacer, y es por ello que algunas personas pueden considerar esto como algo que nos limita a la hora de actuar. Ciertamente es así, pero no se trata de algo que nos perjudique o vaya contra nuestra personalidad

La ética no es una limitación en el aspecto peyorativo del término. Decir que la ética es una 'limitación' es lo mismo que decir que las matemáticas son una 'limitación' porque estamos obligados a ajustarnos a sus reglas para poder operar numéricamente. Del mismo modo, tenemos que ajustarnos a las normas morales para poder actuar éticamente. Hablar de 'limitación' no explica nada acerca de la veracidad o corrección de ambas disciplinas. La ética parece una limitación sólo para aquellos que no la han comprendido. Para quienes la han interiorizado es una extensión de nuestra propia racionalidad. Las normas éticas provienen de nuestra razón; no desde fuera de nosotros. Bajo esta perspectiva, adecuar nuestra conducta a la racionalidad moral no sería una limitación sino un desarrollo de la personalidad racional.

Hay que tener en cuenta que muchos seres humanos no son agentes morales [por ejemplo: bebés, discapacitados mentales, ancianos seniles] y sin embargo merecen ser reconocidos como miembros de la comunidad moral. No porque sean humanos, lo cual es irrelevante, sino porque son individuos que sienten, sufren y tienen intereses. Esta característica —la sintiencia o conciencia sensitiva— sería común a todos los animales que poseen un sistema nervioso centralizado, y es el único requisito necesario y suficiente para ser reconocido como sujetos de consideración moral. Que otros animales no sean agentes morales no tiene relevancia en lo que se refiere a su consideración moral; sólo lo tiene en lo que se refiere a su responsabilidad moral. Son categorías distintas. Para ser considerado un sujeto de consideración moral es necesario y suficiente con poseer subjetividad, es decir, ser un sujeto o, dicho de otra manera, tener un «yo».

Los animales no humanos debe ser sujetos de consideración moral porque son sujetos. Y asimismo deben ser reconocidos como sujetos de derechos porque tienen intereses. Los derechos protegen intereses y hay derechos fundamentales que protegen intereses que los animales también poseen, sin importar que no sean humanos. Muchos seres humanos no tienen la capacidad de respetar o comprender los derechos de otros, como así sucede en el caso de bebés, niños pequeños, discapacitados mentales, ancianos seniles, pero ellos tienen derechos reconocidos. El reconocimiento de derechos fundamentales a otros individuos no tiene que ver con su capacidad de respetar o entender el concepto de los derechos sino que sólo tiene que ver con el hecho de poseer los intereses que protegen esos derechos.

El filósofo Mark Rowlands propone la categoría de «sujeto moral» para referirse a aquellos animales capaces de un comportamiento moral básico en el sentido de que son capaces de empatía y altruismo. Es razonable deducir que algunos animales pueden ser sujetos morales —igual que lo pueden ser los niños pequeños— pero estos animales que llegan a ser sujetos morales carecen no obstante de responsabilidad moral, por lo que esta categoría no tiene especial relevancia respecto de la cuestión de la responsabilidad que aquí tratamos.

Así pues, deberíamos preocuparnos por el daño que nosotros causamos a los animales. Es nuestra responsabilidad como agentes morales. Infligimos violencia y perjuicios sistemáticos sobre los animales, tanto de forma directa y deliberada —como sucede en el caso de la explotación animal— como de forma indirecta e inintencionada —como sucede, por ejemplo, en el caso del sistema eléctrico. Este daño indirecto, del cual somos responsables, también es imperativo que lo evitemos, aplicando sobre todo medidas de prevención. El daño directo que infligimos en el caso concreto de la explotación animal debemos detenerlo en primer lugar dejando de participar en ello —haciéndonos veganos.

Todos somos responsables de la existencia de la explotación animal institucionalizada, ya que se trata de una actividad social y nosotros formamos parte activa de esa sociedad. La diferencia es sólo de grado. Los veganos son los que tendrían la responsabilidad menor al haber dejado de demandar y apoyar dicha explotación. Los mayores responsables son los consumidores y demandantes de productos y actividades que implican utilizar a los animales. Pero todos somos responsables en tanto que formamos parte de esta sociedad basada en la explotación animal. Ahora bien, mucha gente participa sin tener apenas conciencia de estar haciendo algo malo —simplemente continúan la inercia de las costumbres y hábitos que les inculcaron desde la infancia. Sin embargo, si tomamos conciencia de que hay algo malo en ello, de que esta actividad es moralmente injusta y materialmente innecesaria, entonces ya no sólo somos responsables sino que pasamos a ser también culpables de infligir daño a los animales deliberadamente sin una razón que lo justifique.

Por otra parte, no existe la obligación de preocuparnos por el daño que pudiera padecer un ser consciente del cual no somos responsables, en tanto que no lo causamos ni tenemos alguna relación de responsabilidad contraída. Que haya animales que padezcan alguna clase de perjuicio del cual nosotros no seamos los autores no es de nuestra responsabilidad moral, e incluso sería una injerencia indebida intervenir en esas situaciones si conllevara causar alguna clase de daño a otros o lesionar la autonomía de esos animales.

Los animales silvestres tienen derecho a existir libres en sus propios hábitats y comunidades en sus propios términos sin el control y la dominación de los humanos.

Así, hemos llegado finalmente a las conclusiones de que [1] tenemos una responsabilidad moral respecto de los animales —en tanto que nosotros los humanos seamos agentes morales y en tanto que los animales son pacientes morales— y que [2] esa responsabilidad conlleva que no debemos tratarlos como si sólo tuvieran valor instrumental, como meros recursos, objetos o propiedades, y que asimismo [3] tenemos una obligación de cuidar de los animales que existen por causa humana o son dañados por nuestras acciones, además de [4] respetar la autonomía e independencia de los animales libres silvestres, dejando de invadir sus hábitats y de interferir en sus vidas.

Todo esto sería una exposición muy elemental de un nivel muy básico de la ética y que forma parte del fundamento de la filosofía de los Derechos Animales. Si bien, a mi entender, el solo hecha de llegar hasta aquí representaría un progreso avanzado en la moralidad; el cual, en lo que respecta específicamente a los animales no humanos todavía no lo hemos alcanzado como sociedad.

4 comentarios:

  1. Hola, Luis:

    Excelente ensayo. Personalmente disfruto mucho cuando escribes sobre los fundamentos de la Ética racional, y este ensayo sobre el concepto de agente moral se antoja totalmente necesario.

    Es evidente que sin establecer la existencia objetiva del agente moral los resultados que se desprendieran de la Ética serían irrelevantes y no imperativos para nosotros.

    Y sin embargo hay un aspecto filosófico que quiero hacer notar aquí. La razón de hacerlo es porque soy incapaz de aclarar si es relevante y si presenta una objección seria contra la noción de agente moral.

    Voy a exponerlo, citando tu texto:

    "La responsabilidad sólo se puede referir a aquello que razonablemente podemos controlar mediante la voluntad, es decir, a nuestro comportamiento positivo: lo que hacemos con nuestros actos."

    Para que la frase anterior se sostenga ¿no es necesario demostrar primero que el libre albedrío (free will) es correcto? En caso de que se demostrara que no existe libre albedrío, es decir, no tener libre control sobre nuestros actos/decisiones ¿la noción de agente moral se vería afectada?

    En caso de que ambas respuestas sean negativas, por favor indícame las razones, y así sacarme de mi preocupación y error. Si hubieras tratado ya este tema en tu blog (no logro encontrar algo relacionado) por favor cítame el enlace.

    Muchas gracias,
    recibe un cordial saludo.

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    1. Hola, Miguel Ángel.

      Te agradezco tu comentario y te pido disculpas por la tardanza en responder.

      En respuesta a tu segunda pregunta, estoy de acuerdo en que sin la existencia previa del libre albedrío no puede existir la responsabilidad moral, puesto que dicha responsabilidad requiere que tenemos la capacidad de elegir voluntariamente entre el bien y el mal. Es un elemento necesario. Si no podemos elegir entonces todo lo que hacemos está determinado causalmente y somos como la piedra que rueda por una cuesta por el simple efecto de la gravedad, sin voluntad alguna. La piedra no es responsable de nada y nosotros tampoco lo seríamos. En el texto yo no he argumentado sobre la existencia del libre albedrío porque parto de ese supuesto —parto del hecho de que somos agentes libres. Ahora bien, ¿este supuesto tiene fundamento o se trata sólo de un dogma asumido? Tu primera pregunta se refiere a si es "necesario" demostrar la existencia del libre albedrío. Bueno, no es necesario demostrarlo para argumentar sobre responsabilidad moral. Si fuera necesario entonces no habría ninguna obra sobre filosofía moral, porque nadie lo ha demostrado de manera fehaciente, que yo sepa. Por tanto, no está demostrado, hasta donde yo sé y no sé si se puede demostrar. La cuestión sería pues: ¿el libre albedrío es un supuesto razonable; es una tesis racional de la que poder partir aunque no sea una verdad evidente? Responder a esta cuestión requiere mucha extensión argumentativa pero intentaré apuntar una respuesta concisa de momento.

      El libre albedrío tiene al menos dos aspectos básicos que se remiten a la tradicional distinción establecida por Isaiah Berlin: libre de y libre para. Ser libre significa estar libre de coacciones, imposiciones o fuerzas externas que nos impiden actuar de acuerdo a nuestra voluntad personal. Asimismo, ser libre significa estar libre para actuar de acuerdo a nuestras propias capacidades y decisiones. Esta segunda dimensión de la libertad puede dificultarse o anularse por fenómenos internos: una enajenación mental, un fallo en el razonamiento, una distorsión de la conciencia. Así, por ejemplo, se considera que un agente moral deja de responsable cuando está fuertemente condicionado por el uso de sustancias intoxicantes.

      Ambos aspectos deben evaluarse para determinar el grado de responsabilidad de un agente moral. Ahora bien, ninguno de los determina si uno tiene la capacidad de ser un agente libre. Esta capacidad sigue existiendo aunque las dos dimensiones de la libertad estén coartadas o anuladas. Aunque estemos atados y drogados seguimos siendo agentes morales, aunque nuestra responsabilidad sobre los hechos acaecidos sea mínima o inexistente. De la misma manera que aunque estemos sumidos en un sueño profundo seguimos siendo seres conscientes sin importar que transitoriamente nuestro grado de conciencia esté rebajada a una mínima actividad.

      Entonces, ¿cómo determinados la existencia de una agencia inherente del sujeto? Pues creo que eso lo debe esclarecer la investigación científica, porque se trata de una cuestión empírica; lo cual no objeta que vaya acompañada de una asesoría filosófica. ¿Y qué dice pues la ciencia al respecto? Pues nos dice cosas muy interesantes.

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    2. Es muy conocida la investigación llevada a cabo por el psicológo Benjamin Libet, en la que los datos parecían mostrar que la gente asumía como acciones voluntarias lo que en realidad eran procesos físicos previos que no dependían de la deliberación del sujeto. Este artículo aporta un resumen sobre esta cuestión:

      https://www.investigacionyciencia.es/revistas/mente-y-cerebro/el-poder-del-beb-567/libre-albedro-10767

      No obstante, la investigación de Libet, que parecía respaldar empíricamente la tesis del determinismo en contra del libre albedrío, está lejos de erradicar la posibilidad del libre albedrío porque investigaciones posteriores han arrojado resultados muy diferentes que mostraban que los individuos podían de hecho controlar sus impulsos incluso justo después de haberlos recibido. Si la supuesta voluntad libre se limita a reflejar los impulsos cerebrales inconscientes, ¿cómo puede ser que un individuo pueda decidir negarlos? Este artículo resume los resultados de esa investigación:

      https://www.investigacionyciencia.es/revistas/mente-y-cerebro/el-hambre-en-el-cerebro-680/el-punto-sin-retorno-del-libre-albedro-14485

      ¿Con qué nos quedamos pues? Bueno, dado que las pruebas no son concluyentes, yo me inclino por la teoría del filósofo John Searle, que propone que aunque el libre albedrío no se puede demostrar objetivamente, es imposible entender nuestra conducta sin apelar a él. Se puede leer una síntesis de su teoría en estos artículos:

      http://revistadefilosofia.com/55-12.pdf

      http://revistas.uis.edu.co/index.php/revistahumanidades/article/view/495

      Para una discusión sobre el libre albedrío en los otros animales este artículo resulta de gran interés divulgativo:

      http://ilevolucionista.blogspot.com/2014/11/el-libre-albedrio-como-una.html

      En conclusión, el libre albedrío no está demostrado. Pero el determinismo tampoco lo está. Pienso que a la luz de las pruebas y los argumentos podemos sostener razonablemente que el libre albedrío es una hipótesis razonable y un supuesto racional del que podemos partir para deducir la existencia de la responsabilidad moral.

      He realizado algunas sucintas modificaciones en el texto sobre esta cuestión. No sé si he respondido adecuadamente a tus preguntas. Espero que sí. De lo contrario, no dudes en hacérmelo saber. Prometo intentar no tardar tanto tiempo en responder.

      Un saludo.

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  2. Hola, Cristian.

    En cualquier acción voluntaria o deliberada que realicemos contraemos siempre una responsabilidad moral. Somos responsables de los motivos, las intenciones y los efectos que tengan dicha acción. Ahora bien, que seamos responsables no equivale necesariamente a que seamos culpables. de cualquier actividad que esté relacionada con la acción que realizamos.

    Un saludo.

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