Una reciente medida ha tenido mucha difusión y ha sido celebrada como un 'éxito para los animales'. La noticia dice así:
«El Ayuntamiento de West Hollywood ha aprobado una ley que prohibe la venta de ropa y complementos hechos con pieles de animal.»
Dejando a un lado triunfalismos injustificados, analicemos lo que esta medida supone.
En primer lugar, entiendo que se trata de una medida inútil, pues resulta evidente que quien desee comprar ropa hecha con pieles sólo tiene que encargarlas a distancia, o comprarlas en otra ciudad.
Además, es una medida injusta ya que protege sólo a ciertos animales, y no a todos, y los protege sólo de una determinada forma de explotación, y no de todas. Para que una medida legal fuera justa debería incluir a todos los animales no humanos sin distinción, y protegerlos de cualquier intento de utilizarlos para nuestro beneficio.
Por otra parte, para conseguir que se aprobara esa medida se ha empleado una ingente cantidad de recursos —energía, tiempo, dinero— que se podrían haber empleado mucho mejor en campañas activas para difundir el veganismo. De haber optado por esto, seguramente se habría conseguido que hubiera más veganos en el mundo: promoviendo el veganismo a su vez. En cambio, lo único que han conseguido con esto es reforzar el prejuicio de que hay formas de explotar a los animales que son peores que otras. Esto es contraproducente para un movimiento que pretende abolir la explotación animal.
Existe la extendida creencia de que promover medidas legislativas verdaderamente justas para los demás animales es algo difícil o imposible. Algo 'utópico'. Y, en efecto, seguirá siendo utópico por siempre mientras sigamos dedicando nuestros esfuerzos en campañas erróneas como la que nos ocupa en lugar de centrarnos en un activismo educacional que cambie la forma de pensar y de actuar de la gente.
Sólo cambiando a los individuos y la sociedad podrán luego prosperar medidas legislativas que de verdad, y por primera vez, protejan a todos los animales no humanos. Así lo explica el abogado Gary Francione:
«El sistema legal nunca responderá de modo diferente a cuestiones relacionadas con animales a menos que y hasta que haya un cambio social significativo de manera que haya más gente que acepte la legitimidad de la abolición —el veganismo— en su vida cotidiana. Sólo entonces el sistema legal empezará a ser una herramienta útil para la lucha.»
Las campañas reformistas o prohibicionistas no denuncian la explotación de los animales. Sólo denuncian un tipo concreto de explotación. Ése es el error: focalizar el activismo en una actividad concreta de explotación animal para en la que centrar toda nuestra atención mientras que ignoramos el resto de actividades que implican utilizar a los animales para nuestro beneficio.
El mensaje debería ser que el uso de los animales no humanos es injusto en sí mismo y que todo lo que proviene de su explotación debe ser rechazado; y no solamente las pieles. Nuestro mensaje debería ser que no puede haber un hálito de justicia en nuestra relación con los demás animales si esa relación no está basada en el veganismo, es decir, en rechazar la cosificación e instrumentalización sobre los animales para propósitos humanos y en considerarlos como personas —personas no humanas.
No esta justificado pues hacer una campaña del tema de la vestimenta refiriéndose solamente a las pieles e ignorando el resto de productos animales: lana, cuero, seda, plumas,... Todo lo que proviene de los demás animales es consecuencia de la misma injusticia y, por tanto, todo ello es igualmente inmoral y rechazable.
En el mejor de los casos, el activismo de campañas monotemáticas es bienintencionado pero erróneo en todo lo demás. En el peor, parece estar motivado por un autodenominado pragmatismo que sólo busca un logro inmediato de moralidad inconsistente y efectividad dudosa. Tal y como señala el filósofo Fernando Alberto Garcia:
En el mejor de los casos, el activismo de campañas monotemáticas es bienintencionado pero erróneo en todo lo demás. En el peor, parece estar motivado por un autodenominado pragmatismo que sólo busca un logro inmediato de moralidad inconsistente y efectividad dudosa. Tal y como señala el filósofo Fernando Alberto Garcia:
«El pragmático es el oportunista de siempre que se mueve por el beneficio inmediato como primario, ignorando o soslayando las consecuencias de sus acciones. Así va sacrificando todo valor y todo sentido, acumulando las contradicciones que luego se abatirán también sobre él mismos. […] “Éxito” es el la palabra mágica del pragmático, que mejor le sonará cuanto más grande o más rápido sea tal éxito. Y también es la vara con la que miden su vida y la de otros.»
Esta crítica no está enfocada a nadie en particular —a ninguna persona— sino a una determinada forma de enfocar el problema que se muestra equivocada por las razones aquí expuestas.
Existe una grave problema generalizado de desinformación en la sociedad sobre la cuestión moral de los animales y la realidad de su explotación. Por eso es tan importante centrar nuestro activismo en educar sobre veganismo a todo el mundo: sin veganismo no hay ni puede haber justicia para los animales. Es necesario un replanteamiento profundo en nuestra forma de afrontar como activistas el problema que padecen los animales.
Promover el veganismo no es simplemente una forma determinada de hacer activismo. El veganismo debe ser la base de cualquier iniciativa para que ésta sea justa y eficaz. Aplicar el veganismo en la vida práctica es la única manera de respetar a los demás animales; y esto incluye por coherencia también nuestro activismo.
Promover el veganismo no es simplemente una forma determinada de hacer activismo. El veganismo debe ser la base de cualquier iniciativa para que ésta sea justa y eficaz. Aplicar el veganismo en la vida práctica es la única manera de respetar a los demás animales; y esto incluye por coherencia también nuestro activismo.
La industria que explota a los animales no es el problema en sí mismo. Es la consecuencia del problema. El problema de base es nuestra relación moral con los animales no humanos. La verdadera raíz del problema está en la mentalidad especista que considera que los demás animales existen para nuestro uso y beneficio. Sólo cambiando esa mentalidad, —a través de la educación— es como vamos a poder solucionar eficazmente, y de una manera justa, este problema.
Gastamos recursos en campañas monotemáticas, injustas e inútiles, cuando podríamos acabar con toda la explotación animal difundiendo el veganismo.
Gastamos recursos en campañas monotemáticas, injustas e inútiles, cuando podríamos acabar con toda la explotación animal difundiendo el veganismo.
Algo es algo no? Por lo menos se le pone trabas a un negocio que mata animales.
ResponderEliminar¿Cuándo dices "algo es algo" te refieres a que es mejor algo que nada? En ese caso, está cayendo en la falacia del falso dilema. Es decir, dar a entender que nuestra única opción de acabar con la explotación animal es participar y apoyar este tipo de campañas, o de lo contrario no hacer nada. Sin embargo, esto no es cierto. Porque podemos dedicar nuestro tiempo en difundir el veganismo y concienciar sobre la injusticia del especismo, en lugar de perder tiempo y recursos en campañas monotemáticas y especistas como la que denuncio aquí.
ResponderEliminarAparte, no es verdad que con esta iniciativa se le pongan trabas al negocio de la industria peletera. En una época de progreso tecnológico como la nuestra, en donde el transporte y las comunicaciones están sumamente extendidas, el consumo de pieles no ha hecho más que aumentar. Y quien no pueda comprarlo en una ciudad lo comprará en otra o lo pedirá por correo, a través de internet. A lo único que ponen trabas este tipo de campañas es a entender que el veganismo es la prioridad más importante en el activismo por los Derechos Animales.
Muchas gracias Luis, lo comparto, yaque me parece muy necesario que la gente reflexione sobre este tipo de cuestiones y no se deje llevar por la inercia de la inmensa mayoría.Saludos.
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