«El sentido fundamental de la libertad es el estar libre de cadenas, libre de confinamiento, libre de esclavitud.» ~ Isaiah Berlin
Hablar de la libertad en abstracto puede ser un síntoma de confusión o de demagogia. La libertad es un concepto relacional. Este concepto no sentido si no especifica a qué tipo de libertad nos referimos. Existen dos categorías fundamentales de libertad: la libertad positiva y la libertad negativa. La libertad positiva es la libertad para poder hacer X, es decir, la posesión de la capacidad y los medios para lograr X. La libertad negativa es la libertad de no estar sometido a X, es decir, la ausencia de una situación concreta de coerción.
La libertad es una noción que se puede referir a varias cosas incompatibles entre sí. Esa misma palabra se puede ver expresada en diferentes doctrinas morales y políticas. Si no definimos lo que queremos decir con ese término no podremos entender a qué se refiere realmente.
Otra distinción fundamental del concepto de libertad está en diferencia entre la libertad empírica y la libertad moral.
La libertad empírica se refiere a la capacidad real de acción que un individuo posee para actuar sin estar físicamente limitado o coaccionado por otros. La libertad moral es un concepto que delimita el radio de acción que tenemos para actuar sin quebrantar un principio ético. Es decir; la libertad empírica señala hasta dónde llega físicamente nuestra capacidad de actuar y la libertad moral señala hasta dónde llega moralmente nuestra capacidad de actuar.
La teoría moral de los derechos morales —ya se trate de los Derechos Humanos o de los Derechos Animales— no reivindica la libertad por sí sola sino que precisamente pone límites y protege ciertos intereses frente a las posibles injerencia de otros.
Quienes quieren explotar a los animales reivindican la libertad para llevar a cabo sus actividades; mientras que los defensores de los Derechos Animales reivindican la libertad de los animales en no ser explotados.
A simple vista, parece que el concepto de libertad por sí solo no ayuda mucho a entender cual de las posturas es la correcta.
Sin embargo, podemos comprobar que resulta lógicamente contradictorio afirmar que se debe respetar nuestra libertad para poder explotar a los demás animales, dado que esa explotación implica destruir su libertad. ¿Acaso se debería también respetar nuestra libertad para practicar el racismo y el sexismo?
Los partidarios del antropocentrismo afirman que ellos deben tener el derecho a decidir sobre la vida de los animales no humanos para su propio beneficio. Es decir, ellos piden que se respete su libertad para violar la libertad de los demás animales, discriminando así la voluntad y los intereses de los no-humanos. Pero esa pretensión viola el mismo concepto de derecho moral, puesto que no puede haber un derecho que consista precisamente en violar los derechos de otros.
Nuestra libertad no justifica vulnerar la libertad de los demás. No hay ninguna razón que justifique ignorar o despreciar la libertad de otros animales para vivir sin estar sometidos a explotación por nuestra parte, del mismo modo que respetamos esa misma libertad en todos los seres humanos.
En una ética racional, la libertad debe ser compensada mediante la igualdad —y viceversa.
Es por esto que no puede existir un derecho genérico a la libertad sino derechos específicos de los individuos particulares que protegen intereses concretos. Estos derechos protegen intereses, a pesar de que respetarlos suponga negar el posible beneficio de otros individuos o de la comunidad en general. Es decir, aunque pudiéramos obtener un beneficio para nosotros utilizando a animales como alimento, vestimenta, entretenimiento o en experimentos médicos en contra de su voluntad, no debemos hacerlo porque eso supondría violar sus derechos morales.
Aunque se les puede someter mediante la fuerza y reprimir sus deseos; todos los seres sintientes tienen un interés básico inherente en ser libres, es decir, en poder actuar con autonomía de acuerdo a su propia voluntad sin estar sometidos a la voluntad de otros. La intencionalidad no es un fenómeno exclusivo en seres humanos. Los otros animales también tienen deseos, intenciones y propósitos. Ellos poseen su propia voluntad. Esta capacidad puede variar en complejidad según la especie y el individuo, pero la intencionalidad parece ser una facultad inherente a todos los seres sintientes.
Al igual que nosotros, los demás animales tienen un deseo genuino de ser libres. No quieren estar encerrados contra su voluntad ni sometidos a los deseos ajenos. Por eso, cuando las circunstancias se lo permiten, intentan siempre escapar de sus captores, y en algunas ocasiones lo consiguen. Aunque desgraciadamente esa libertad no suele durar mucho puesto que son perseguidos por los esclavistas o el daño que les ha causado el confinamiento les dificulta vivir libres como desearían.
Tendemos a pensar que los otros animales sólo les preocupa evitar el sufrimiento, o buscar el disfrute, pero lo cierto es que las experiencias subjetivas de los demás animales abarcan más allá del placer y el dolor. En su obra conjunta, Marc Bekoff y Jessica Pierce han explicado que la libertad es un interés fundamental de los animales, en tanto que son agentes que poseen voluntad y desean tomar decisiones acerca de su movimiento y el desarrollo de su vida [ver: Agenda para la cuestión animal, Marc Bekoff & Jessica Pierce; 2018].
Los otros animales, al igual que nosotros, también desean conservar su vida y protegerse de las amenazas que les pueden dañar. Asimismo, tienen un interés en no estar sometidos a la voluntad ajena que les impida desarrollar sus vidas libremente, sin coacciones, y tomar sus propias decisiones. De este modo, el profesor James Rachels argumenta que si reconocemos a los humanos un determinado derecho a la libertad entonces no podemos lógicamente restringir ese derecho a otros animales que tienen el mismo interés en estar libres de interferencia y sometimiento.
La mayoría de la gente se opone a causar daño o sufrimiento innecesario a los animales que hemos esclavizado, pero no se opone al hecho mismo de esclavizarlos, es decir, a que sigamos utilizándolos como nuestra propiedad, como meros recursos para satisfacer nuestras necesidades y deseos. Ésta es otra de las muchas diferencias relevantes entre la posición del Bienestar Animal y la de los Derechos Animales. El bienestarismo reduce la preocupación por los animales a su bienestar, mientas que la teoría de los derechos reconoce que los animales tienen una variedad de intereses.
No es lo mismo preocuparse por el bienestar de los esclavos que buscar que dejen de ser esclavos. Cuando la esclavitud de seres humanos era legal, hubo personas que intentaron que no se causara sufrimiento innecesario a los humanos esclavizados y que éstos dispusieran de cierto bienestar, mientras que otras trataron de abolir su esclavitud.
Los animales merecen poder vivir sus propias vidas, sin que nosotros les sometamos a nuestras necesidades y deseos. Es una cuestión de justicia. Dado que la diferencia de especie no es una diferencia que justifique una discriminación moral esto significa que los demás animales merecen el mismo respeto que nosotros. Ellos merecen vivir sus vidas de forma independiente sin estar sometidos a nuestra dominación. Todos los seres dotados de sensación o conciencia sensitiva, seres dotados de su propia voluntad e intereses, deben tener reconocido un derecho fundamental a que no los tratemos como nuestras propiedades; sin importar la especie en la que estén clasficados.
Por otro lado, los animales no humanos que viven bajo nuestra tutela nunca pueden ser propiamente calificados como 'libres', incluso si viven en refugios y santuarios, o cuidados por individuos particulares. Casi todos ellos son personas refugiadas de la esclavitud o descendientes de esclavos.
Limitar la libertad de las personas que estén bajo nuestra tutela —ya sean niños, animales, humanos discapacitados o seniles— no viola sus derechos siempre que se haga exclusivamente para su beneficio, es decir, para proteger su vida y su bienestar, en tanto que ellos no pueden responsabilizarse de su propia vida en el contexto en el que se encuentran.
Por supuesto, esto no justificaría secuestrar a un humano, o un animal no-humano que viva en libertad, con la excusa de que nos preocupamos por su bienestar. Esto sí sería una violación de su autonomía personal. Los animales tienen derecho a vivir liberemente en sus hábitats, con sus comunidades y familias, sin interferencia ni intervención humana en contra de su autonomía.
En el primer caso que he señalado nos referimos a personas que estén bajo nuestra responsabilidad debido a que somos causantes de su existencia o a que tenemos un deber de cuidarlos por ser familiares, o a un animal que haya sido víctima de seres humanos. La tutela tiene que estar justificada por un vínculo de causalidad moral; y nunca por un interés instrumentalista o de beneficio personal.
Se viola el derecho de un individuo cuando atentamos contra su interés legítimo para beneficiarnos nosotros, es decir, cuando lo tratamos como si fuera un objeto o un recurso que existe para satisfacer nuestros deseos o para lograr algún objetivo que nosotros estimemos deseable; esto es explotación de seres sintientes. La instrumentalización de los animales una violación de su libertad. Como bien argumenta la filósofa Valéry Giroux, debemos terminar con la explotación institucionalizada de los animales, en tanto que los animales no sólo tienen un interés en su propio bienestar y supervivencia sino también en un interés en su libertad.
Lo que propone pues el veganismo es simplemente reconocer que los demás animales deben estar libres de la esclavitud a la que los hemos sometido. Ellos tienen el mismo derecho que nosotros a gozar de esa libertad. Por esto, debemos dejar de utilizarlos, de considerarlos como medios para nuestros fines. Veganismo es sinónimo de liberación animal. Veganismo es libertad.
muy bueno, pero la ¨gente¨ q no respeta a los animales tampoco respeta a las personas, muy pocos son libres siendo personas
ResponderEliminaro sea el problema es q no se respeta la libertad en general
la mayoria de gente usa a otros para su propio bienestar, placer... y no les importa la voluntad del otro
somos todos esclavos de las leyes, de las costumbres, de los prejuicios
se deberia terminar con eso para vivir en libertad