No tengo intención de polemizar ni mucho menos de enfrentarme a nadie. Simplemente pretendo expresar mi posición con argumentos sobre este asunto. Y aunque cuestiono las creencias y la conducta que están implicadas en este tipo de acciones, no cuestiono en principio la buena intención ni la preocupación sincera de las personas que participan en estos actos, a pesar de que estoy en contra de lo que hacen. Mi intención y mi preocupación es similar, pero diferimos en las ideas y en la forma de juzgar y afrontar el problema.
Hay animalistas que están en contra de las esterilizaciones —o que dudan de que sean medidas éticas o efectivas— pero muy pocos levantan su voz contra ellas, en parte debido a que la mayoría de los partidarios de la mutilación genital se muestran muy agresivos e intimidatorios —lo he comprobado personalmente en varias ocasiones— y a que, existe la arraigada creencia de que hay que evitar a toda costa cualquier conflicto o discusión dentro del "movimiento", porque se supone que esto perjudica a los animales nohumanos. En realidad, lo que más perjudica a los demás animales es la falta de autocrítica sobre nosotros mismos, sobre nuestras ideas y nuestra conducta.
Sin embargo, "controlar la sobrepoblación" no es una justificación moral válida. Ese mismo argumento se podría utilizar para que otros individuos nos esterilizaran a nosotros con la excusa de que hay “sobrepoblación de seres humanos". Pero ninguno de nosotros aceptamos que vulneren nuestra integridad física, que mutilen nuestro cuerpo, sin nuestro consentimiento expreso y sin una razón médica que lo justificara. Por lo tanto, no es justo que se lo hagamos a otros. No importa de qué especie seamos.
Por otra parte, "evitar el sufrimiento" tampoco es ningún argumento válido. El sufrimiento no es el centro de la ética; sino que lo es el respeto por la persona. Por supuesto que causar sufrimiento a inocentes está mal, pero el respeto por la persona no puede ser soslayado con la excusa de "reducir el sufrimiento". Esa excusa es utilizada para violar los derechos de personas inocentes.
Una cosa está muy clara: los animales nohumanos no han dado su consentimiento para que los castremos. La esterilización no se lleva a cabo para su beneficio, por razones médicas. La intención es beneficiar a los humanos —al estar castrados la conducta de los nohumanos es mucho más dócil y son más fáciles de controlar— o utilizar a los no-humanos para lograr un objetivo: "controlar la población"; “evitar el sufrimiento”. Pero estas excusas valdrían igualmente para hacer lo mismo con seres humanos. Si esterilizamos a los seres humanos evitaremos que sigan reproduciéndose y habrá menos humanos y por lo tanto menos víctimas.
Los animales no humanos que están en el mundo por causas humanas deberían ser cuidados igual que si fueran sus propios hijos biológicos. Y el trato debería ser exactamente el mismo que deberíamos dar a nuestros hijos menores o tutelados. No hay diferencia moral. Estamos legitimados en evitar que nuestros hijos tutelados se reproduzcan —en el caso de que puedan hacerlo— puesto que ellos no son conscientes ni responsables de sus actos, pero no estamos nunca legitimados en mutilarlos con el fin de evitar que se reproduzcan.
Los argumentos que se utilizan para intentar justificar la mutilación genital de animales no humanos demuestran lo arraigado de nuestros prejuicios especistas.
Es decir: no sólo hay un prejuicio especista generalizado en la sociedad, sino también, y de manera muy clara, dentro del propio ámbito animalista.
Es un hecho habitual comprobar que perros y gatos —y a veces también otros no humanos— están perdidos o vagabundeando por las calles debido a que los humanos los abandonan, después de haber fomentado o permitido su nacimiento. Sin embargo, los partidarios de la esterilización forzosa insisten en afirmar que castrando a los no-humanos abandonados y que viven en las calles se evitan estos sucesos, cuando eso no lo evita en absoluto.
La gente seguirá sistemáticamente criando, vendiendo, comprando y abandonando a los animales no humanos mientras los sigan considerando como objetos y recursos para los humanos.
A mi modo de ver, sólo alguien que no se haya parado a reflexionar sensatamente sobre este asunto, o que esté completamente cegado por los prejuicios, puede creer en verdad que la esterilización forzosa soluciona en algo este problema. Esto no soluciona nada y parece una simple excusa para justificar la práctica de mutilar de sus cuerpos, igual que en otros países se alegan excusas falsas para mutilar genitalmente a las mujeres.
Por tanto, la esterilización forzosa de otros animales no solamente es una mutilación de su cuerpo —una vulneración injustificada de su integridad física— sino que además es una medida inútil para remediar las causas que originan todos estos problemas que afectan a los demás animales.
La esterilización forzosa no impide el comercio, ni el abandono, ni tampoco evita en absoluto las enfermedades o lesiones que puedan sufrir los animales abandonados en la calle. Ese tipo de medidas no hacen nada por actuar sobre la causa y sólo inciden sobre la superficie del problema sin apenas alterarlo.
Mientras la gente siga siendo especista se va a seguir criando, comerciando y abandonando masivamente a los animales no humanos, sin importar para nada que algunos empeñen en esterilizar a unos cuantos animales que no tienen culpa de nada.
Hay una sola forma directa, eficaz y ética de evitar que los demás animales sigan siendo explotados y perjudicados por nosotros: promover el veganismo.
Solamente concienciando a la gente para que comprenda la injusticia que es el especismo podremos cambiar su forma de pensar y de actuar.
Lo que está ocurriendo ahora con los demás animales es consecuencia directa de la mentalidad especista. Si cambiamos esa mentalidad, entonces erradicaremos la raíz del problema, y con ella todas sus nefastas consecuencias.
Ahora bien, la sociedad no va a dejar de ser especista por arte de magia, sino solamente gracias al trabajo educativo de los activistas. Así es como se ha conseguido que la gente dejara de aceptar el racismo, el sexismo, y la homofobia. El especismo es un prejuicio si cabe mucho más arraigado todavía y requiere un gran esfuerzo educacional para lograr erradicarlo. Aquí es donde deberíamos centrar nuestro tiempo, si queremos un cambio real que salve a todos los animales por igual.
Aparte de la difusión del veganismo, también podemos adoptar y cuidar de animales que hayan sido víctimas de agresiones humana.
No hay ningún problema moral en el hecho mismo de adoptar y cuidar a aquellos nohumanos que han sido traídos al mundo por la intervención humana. Aquellos que han nacido debido a que nosotros hemos provocado que nacieran.
Tampoco veo nada reprobable en el hecho mismo de rescatar animales abandonados en las calles. El problema sólo está en si esa acción conlleva que perjudiquemos directamente a otros. Si rescatar a alguien implica que dañemos a otros entonces no es una acción aceptable. Y en esto incluyo fomentar las adopciones entre personas que no son veganas. Esto último supone fomentar la explotación de millones de animales inocentes que serán asesinados para alimentar a estas otras víctimas de la opresión especista. La mera existencia de un mal no justifica cometer otro mal similar.
Como ya señalaba al comienzo de este ensayo, los partidarios y defensores de la mutilación genital recurren habitualmente al insulto y la amenaza, y desde que publiqué este artículo los ataques personales se han ido repitiendo e incrementando periódicamente. Aquí pongo un ejemplo representativo:
Mi labor como activista incluye, entre otras cosas, el pensar, analizar y criticar todo aquello que sea relevante respecto la cuestión de los Derechos Animales. Y así lo seguiré haciendo sin importarme que por ello pretendan amenazarme o agredirme.