En el año 1949 el filósofo inglés Gilbert Ryle publicaba un libro titulado «El concepto de lo mental» en el que trataba diversos temas sobre filosofía de la mente y en el que específicamente criticaba un dogma tradicional del pensamiento filosófico, basado en la idea de que las nociones de cuerpo y de mente se refieren a dos entidades diferentes y separadas. Lo que Ryle explicaba, básicamente, es que este dualismo era erróneo y una consecuencia de lo que denominaría error categorial.
Ryle señala que pensar que cuando hablamos de cuerpos y mentes nos estamos refiriendo a entidades distantes y singulares es lo mismo que creer que cuando hablamos de ciencia y cuando hablamos de química nos estamos refiriendo a cosas totalmente distintas. Obviamente no es así. La química forma parte de la ciencia y la ciencia no puede entenderse sin la disciplina que estudia las propiedades de la materia. Del mismo modo, la mente es una actividad del cuerpo —situada concretamente en el cerebro— y, a su vez, nuestro cuerpo no puede sostenerse por sí mismo sin la existencia de la mente.
¿En qué consiste el error entonces? El error está en creer que los conceptos de mente y cuerpo —o los de ciencia y química— pertenecen a la misma categoría. Cuando equiparamos nociones que pertenecen a categorías diferentes incurrimos en el error categorial.
No es un error decir, por ejemplo, que nosotros somos humanos, o que somos animales, o que somos entes, o que somos personas, o que somos españoles —si lo fuéramos. El error estaría en creer que todas esas nociones, aunque refieran a una misma entidad material, se identifican también dentro de una misma categoría. Todas esas categorías se pueden encontrar en un mismo individuo, pero desde luego no son la misma categoría ni son conceptos sinónimos.
No es un error decir, por ejemplo, que nosotros somos humanos, o que somos animales, o que somos entes, o que somos personas, o que somos españoles —si lo fuéramos. El error estaría en creer que todas esas nociones, aunque refieran a una misma entidad material, se identifican también dentro de una misma categoría. Todas esas categorías se pueden encontrar en un mismo individuo, pero desde luego no son la misma categoría ni son conceptos sinónimos.
En todo caso, no es mi intención explicar en detalle o comentar estos argumentos de Ryle, con los que esencialmente estoy de acuerdo, sino solamente mencionarlos para, a partir de ellos, señalar ciertos errores categoriales que se producen continuamente cuando hablamos de veganismo. Recomiendo leer el libro de Ryle, si se quiere profundizar en estos temas.
¿Qué tiene que ver todo esto con el veganismo? En la situación actual tiene mucho que ver. Aunque para notarlo deberíamos tener medianamente claro qué es el veganismo.
El veganismo es un principio moral que afirma que los otros animales deben estar libres de nuestra dominación y, por tanto, condena y rechaza que los utilicemos para nuestros fines. Ésta es la razón por la que el veganismo implica no consumir o participar en ninguna actividad o producto que implique utilizar animales no humanos.
Si asumimos el principio del veganismo entonces de él se derivan una serie de prácticas. Igual que si asumimos el principio básico del feminismo tendremos que dejar de apoyar o participar en cualquier acción que implique forzar o someter a las mujeres a la voluntad de los hombres y rechazar esta opresión sexista.
Si asumimos el principio del veganismo entonces de él se derivan una serie de prácticas. Igual que si asumimos el principio básico del feminismo tendremos que dejar de apoyar o participar en cualquier acción que implique forzar o someter a las mujeres a la voluntad de los hombres y rechazar esta opresión sexista.
Si tenemos claro este punto entonces nos resultará relativamente claro ver lo siguiente. Pero si alguien piensa que el concepto de veganismo puede significar lo que a cada uno le parezca arbitrariamente, entonces probablemente no coincidirá con nada de lo que yo diga aquí; salvo que cambie de parecer.
Intentando ser lo más conciso posible: si efectivamente el veganismo es el reconocimiento moral de que los demás animales son personas no humanas y el rechazo de nuestra opresión especista sobre ellos, entonces carece de sentido por completo que digamos que el veganismo tiene que ver con preservar el medio ambiente o con mejorar nuestra salud humana o con la explotación de seres humanos, o con cualquier otra cuestión que no sea en sí misma la explotación de animales —estaríamos incurriendo en un error categorial. Estaríamos confundiendo temas que, aunque pudieran tener alguna relación circunstancial entre ellos, no pertenecen a la misma categoría.
Si veganismo significa la doctrina de que los humanos no debemos explotar a los animales entonces dicho principio ético no se puede justificar argumentando sobre nuestra salud personal, el medio ambiente o la injusticia contra seres humanos.
Intentando ser lo más conciso posible: si efectivamente el veganismo es el reconocimiento moral de que los demás animales son personas no humanas y el rechazo de nuestra opresión especista sobre ellos, entonces carece de sentido por completo que digamos que el veganismo tiene que ver con preservar el medio ambiente o con mejorar nuestra salud humana o con la explotación de seres humanos, o con cualquier otra cuestión que no sea en sí misma la explotación de animales —estaríamos incurriendo en un error categorial. Estaríamos confundiendo temas que, aunque pudieran tener alguna relación circunstancial entre ellos, no pertenecen a la misma categoría.
Si veganismo significa la doctrina de que los humanos no debemos explotar a los animales entonces dicho principio ético no se puede justificar argumentando sobre nuestra salud personal, el medio ambiente o la injusticia contra seres humanos.
¿Es malo para nuestra salud asistir a un circo en el que se utilicen animales? ¿Acaso es perjudicial para el medio ambiente organizar peleas de perros? ¿Sería contrario al respeto que merecen los seres humanos el hecho de despellejar a otros animales para vestirnos con trozos de sus cuerpos? La respuesta es un evidente y rotundo no para todos los casos. Y para otros similares. El veganismo no existe para beneficiar nuestra salud, para preservar el medio ambiente o para fomentar el respeto por los seres humanos. Aunque el veganismo no es incompatible con estas y otras cuestiones morales, ni excluye preocuparse también por ellas, pero podemos entender que se trata de cuestiones categorialmente diferentes.
Por ejemplo, la esclavitud de seres humanos es un problema específico. Esta esclavitud no tiene como causa, ni como consecuencia inherente, la contaminación del medio ambiente o un perjuicio de salud a quienes ejercen dicha esclavitud. Se trata de situaciones categorialmente distintas. Podemos esclavizar a seres humanos y al mismo tiempo respetar el medio ambiente o nuestra propia salud. Lo mismo ocurre cuando se trata de la opresión sobre los demás animales.
El veganismo sólo puede justificarse racionalmente teniendo en cuenta el hecho científicamente comprobado de que los demás animales son seres sintientes: son individuos que tienen voluntad e intereses propios. Ellos son sujetos; no son objetos y, por tanto, no está lógicamente justificado que los tratemos como si fueran objetos, sometiéndolos a nuestra voluntad, reduciéndolos a la condición de recursos para nuestro beneficio.
Por ejemplo, la esclavitud de seres humanos es un problema específico. Esta esclavitud no tiene como causa, ni como consecuencia inherente, la contaminación del medio ambiente o un perjuicio de salud a quienes ejercen dicha esclavitud. Se trata de situaciones categorialmente distintas. Podemos esclavizar a seres humanos y al mismo tiempo respetar el medio ambiente o nuestra propia salud. Lo mismo ocurre cuando se trata de la opresión sobre los demás animales.
El veganismo sólo puede justificarse racionalmente teniendo en cuenta el hecho científicamente comprobado de que los demás animales son seres sintientes: son individuos que tienen voluntad e intereses propios. Ellos son sujetos; no son objetos y, por tanto, no está lógicamente justificado que los tratemos como si fueran objetos, sometiéndolos a nuestra voluntad, reduciéndolos a la condición de recursos para nuestro beneficio.
Hay un problema específico y peculiar en nuestra sociedad, en nuestra cultura: el especismo. Mas concretamente: la creencia de que los demás animales existen para servir a los intereses de los humanos —el supremacismo humano. Este problema concreto existe aparte del perjuicio al medio ambiente, la preocupación por nuestra salud personal o la violencia intraespecífica entre seres humanos. No comprender que se trata de cuestiones diferentes, o pensar que todo se reduce a lo mismo, es un ejemplo de error categorial. Podemos respetar el medio ambiente y explotar a los demás animales, o viceversa. Podemos cuidar bien nuestra salud y explotar a los demás animales, y al contrario. Es muy evidente que no son la misma cuestión.
Tanto los que defienden o contaminan el medio ambiente, así como los que se preocupan por la salud humana, y también aquellos que rechazan o ejercen la violencia contra seres humanos, tienen todos ellos al menos algo en común: el especismo. — del cual derivan directamente el antropocentrismo y la doctrina del supremacismo humano. Todos ellos, o en su gran mayoría, consideran que los humanos tenemos derecho a utilizar a los demás animales para satisfacer nuestras necesidades y deseos. Pueden diferir tal vez en determinados puntos, pero todos ellos coincidirían esencialmente en esa mentalidad. El efecto de ese prejuicio es que esclavizamos y asesinamos a billones de animales inocentes sin necesidad ni razón que lo justifique.
El veganismo surgió como respuesta a ese grave y concreto problema: la dominación humana sobre los demás animales. Igual que el feminismo surgió en su momento como respuesta a la dominación patriarcal que padecían, y aún padecen, las mujeres. El veganismo no es una dieta; es un principio ético que abarca todos los ámbitos de la vida. El veganismo no existe para mejorar la salud humana ni para conservar el medio ambiente sino para respetar a los animales como personas con derechos; comenzando por el derecho más fundamental —el derecho a no ser propiedad.
El veganismo surgió como respuesta a ese grave y concreto problema: la dominación humana sobre los demás animales. Igual que el feminismo surgió en su momento como respuesta a la dominación patriarcal que padecían, y aún padecen, las mujeres. El veganismo no es una dieta; es un principio ético que abarca todos los ámbitos de la vida. El veganismo no existe para mejorar la salud humana ni para conservar el medio ambiente sino para respetar a los animales como personas con derechos; comenzando por el derecho más fundamental —el derecho a no ser propiedad.
¿Acaso todo esto quiere decir de algún modo que sólo debemos preocuparnos por el veganismo? Por supuesto que no es así necesariamente. El veganismo es compatible y coherente con otras posiciones morales sobre otras cuestiones diferentes. Pero sí debemos preocuparnos por asumir el veganismo como base moral en nuestra mentalidad y en nuestros actos. Asimismo, debemos intentar no incurrir en el error categorial de seguir creyendo que problemas esencialmente diferentes se pueden reducir a uno solo, o pensar que un principio o problema puede relacionarse con otros que no pertenecen a la misma categoría.