Hace unos días apareció la noticia de que unos jóvenes habían matado a varios lechones saltando sobre ellos para divertirse. Este hecho se ha condenado socialmente por ser «crueldad gratuita» y también se persigue legalmente como «maltrato».
Todo condenamos que hayan causado muerte y sufrimiento innecesario a unos cerdos reventándolos a golpes. Sin embargo, aquí sostengo que si consumimos animales entonces hacemos exactamente lo mismo que hicieron aquellos individuos: infligimos daño a los animales sin una necesidad que lo justifique.
Si no los hubieran matado a golpes, esos cerdos habrían conocido una horrible muerte en un matadero. Pero todo ese daño y esa muerte en el matadero serían también innecesarios porque no tenemos necesidad de comer animales.
El problema de fondo reside en que consideramos que los demás animales son nuestra propiedad, así que cuando su sufrimiento innecesario nos produce un beneficio entonces decimos que esto está bien. Ahora, cuando su sufrimiento innecesario ya no nos beneficia a nosotros, entonces decimos que no está bien.
Pero en ambos casos, el daño y el sufrimiento que les causamos es innecesario. No hay ninguna diferencia moral. De la misma manera que no hay diferencia entre matar a un ser humano reventándolo a golpes para divertirnos o matarlo para obtener placer comiendo su cadáver. Los animales no desean sufrir ni morir reventados a golpes ni tampoco acuchillados en un matadero. En este deseo de evitar el daño no hay diferencia entre humanos y otros animales.
Lo que ocurre es que nosotros establecemos una diferencia arbitraria según valoramos instrumentalmente si los animales fueron utilizados de forma productiva o no. El sufrimiento innecesario que condenamos es sólo el sufrimiento que no consideramos beneficioso para nosotros. Si hubieran sido reventados a golpes en un laboratorio con la excusa de que eso podría beneficiar la salud humana entonces nos parecería bien.
Lo que ocurre es que nosotros establecemos una diferencia arbitraria según valoramos instrumentalmente si los animales fueron utilizados de forma productiva o no. El sufrimiento innecesario que condenamos es sólo el sufrimiento que no consideramos beneficioso para nosotros. Si hubieran sido reventados a golpes en un laboratorio con la excusa de que eso podría beneficiar la salud humana entonces nos parecería bien.
Sea cual sea la perspectiva desde la que lo analicemos, la conclusión es que no podemos justificar moralmente nuestra explotación sobre los animales.
Desde un punto de vista humanitario, hay un principio moral que dice que no está bien hacer daño a los animales innecesariamente, pero resulta que los humanos no necesitamos consumir animales de la misma manera que no necesitamos reventar animales para divertirnos. En ambos casos provocamos sufrimiento y muerte a otros animales innecesariamente, por mero placer. Consumir animales es una acción que contradice el principio moral humanitario que establece que no debemos infligir sufrimiento innecesario a los animales.
Desde el punto de vista de las víctimas, ellos son seres conscientes que no desean que les causemos daño ni tienen interés en sufrir y morir para nuestro beneficio. Los demás animales poseen un interés intrínseco en conservar su vida y tratan de evitar el daño y la muerte; al igual que nosotros.
Desde el punto de vista empírico; todos los seres sintientes son individuos con voluntad propia y que tienen una serie de intereses entre los que se encuentran el deseo de supervivencia y de bienestar. Por tanto, desde el punto de vista ético, tratar a un ser sintiente como un mero recurso es una violación de los principios éticos más elementales: el principio de igualdad y el principio de valor inherente.
Desde el punto de vista empírico; todos los seres sintientes son individuos con voluntad propia y que tienen una serie de intereses entre los que se encuentran el deseo de supervivencia y de bienestar. Por tanto, desde el punto de vista ético, tratar a un ser sintiente como un mero recurso es una violación de los principios éticos más elementales: el principio de igualdad y el principio de valor inherente.
El único punto de vista que puede encontrar aceptable lo que hacemos a los demás animales es el punto de vista del egoísmo antropocéntrico que considera que podemos utilizar a los otros animales simplemente porque ellos no son humanos y porque obtenemos un beneficio al hacerlo. Este es el punto de vista del especismo.
Esos jóvenes reventaron a estos animales porque les divertía hacerlo. Nosotros comemos animales porque nos da placer hacerlo. Si ellos son abusadores, nosotros también lo somos.
Si participamos en la explotación animal entonces somos abusadores de animales. Puede ser que actuemos de este modo porque seguimos una tradición que nos han inculcado desde la infancia pero esto que hacemos sigue siendo un abuso contra los animales.
Esos jóvenes reventaron a estos animales porque les divertía hacerlo. Nosotros comemos animales porque nos da placer hacerlo. Si ellos son abusadores, nosotros también lo somos.
Si participamos en la explotación animal entonces somos abusadores de animales. Puede ser que actuemos de este modo porque seguimos una tradición que nos han inculcado desde la infancia pero esto que hacemos sigue siendo un abuso contra los animales.