13 de abril de 2020

La racionalización y el uso de animales


Por lo general, los seres humanos necesitan tener una razón que justifique lo que hacen. Nuestra propia naturaleza racional nos exige conocer los motivos y objetivos en nuestras acciones. Si bien desde la infancia nos inculcan la idea de que los animales son seres inferiores —así como nos habitúan a utilizarlos— aun después de haber incorporado esta mentalidad buscamos las razones que justifiquen lo que hacemos. Es aquí cuando aparece la racionalización. Nuestra conciencia moral en particular necesita que haya una razón que justifique el daño que infligimos a otros. Infligir daño a otros individuos de manera gratuita repugna a nuestro sentido moral.

Una investigación liderada por el doctor Jared Piazza, del departamento de psicología de la universidad de Lancaster, señala que los consumidores de carne que asumen racionalizaciones para su conducta se sienten menos culpables respecto del daño que infligen a los animales. La investigación encontró que la racionalización de sus hábitos se basa principalmente en cuatro argumentos que en inglés comienzan con la letra ene: natural, normal, necessary and nice [natural, normal, necesario y delicioso] abreviados como 4N.

Estos cuatro argumentos son bien conocidos en este blog y se resumen así:

* Natural: los humanos son omnívoros.

* Necesario: comer carne es necesario para obtener nutrientes.

* Normal: hemos crecido comiendo animales y la mayoría hace lo mismo.

* Placentero: comer carne es delicioso.

El doctor Piazza explica que las objeciones éticas contra el consumo de carne son las que han motivado la aparición de estas justificaciones, como un intento de evitar el sentimiento de culpa y la inevitable condena moral que supone infligir daño a los animales sin una razón que lo justifique. También apunta a que la adhesión a las 4N viene asociada a un desprecio a la capacidad mental de los animales y una mayor tolerancia a la desigualdad social en la propia sociedad humana.

Estos resultado coinciden con los de otros estudios sobre psicología social que han mostrado que las personas que consumen carne tienden a menospreciar la sintiencia específicamente en aquellos animales que utilizan de comida; llegando a negar incluso que sufren. La mente usa mecanismos psicológicos para evitar el conflicto moral con nuestros hábitos. Preferimos pensar que los animales no sienten o no sufren porque así nos quedamos más tranquilos y no desafiamos la moralidad de nuestra propia conducta.

La investigación liderada por Piazza, centrada en la psicología moral, ha ido más allá del consumo de animales y expone cómo la estrategia de las 4N también es aplicada para intentar justificar el resto de uso de animales, y no sólo al consumo de carne. La aplicación de las 4N varía según el uso del que se trate. En áreas como el mascotismo, la vestimenta o la equitación, el argumento de la necesidad prevalece mucho menos frente al argumento del placer. Sólo en la alimentación y la investigación médica, la mayoría alega que sea necesario utilizar animales.

Hay que tener en cuenta que el defecto previo de la racionalización está en en el hecho de ser un falacia ad hoc, es decir, un argumento que postulamos después de haber ejecutado un comportamiento; intentando aparentar que ese argumento está en la causa de nuestro comportamiento cuando en realidad se trata de un argumento surgido posteriormente para intentar justificar lo que hacemos. Por ejemplo, alguien puede alegar que come animales porque es placentero. Pero ésa no es la causa por la que tiene esa costumbre. Come animales porque fue educado para ello desde niño. El placer puede ser un refuerzo pero no es la causa inicial. Aparte de que en realidad nunca tomó la decisión de comer animales sino que se limitó a continuar un hábito adquirido durante la educación y la socialización en la que estuvo involucrado desde su infancia.

La racionalización es un razonamiento aparente que pretende encontrar un argumento pero no pretende encontrar la verdad. Cuando digo verdad me refiero a la concordancia con la evidencia empírica y los principios de la lógica. Por ejemplo, todavía se sigue diciendo que comer animales es necesario por motivos de salud a pesar de que la evidencia científica indica que no es así. Además, la necesidad no justifica moralmente hacer daño a otros cuando los otros no tienen culpa de nuestra necesidad. El hecho de que necesitemos comer no justifica que utilicemos a otros individuos de comida.

Creo importante destacar que el estudio publicado por Piazza y su equipo también señala que junto a las 4N aparece otra racionalización a la que denominan "tratamiento humanitario", esto es, la creencia de que está bien utilizar animales si les proporciona un trato relativamente confortable. En el contexto de la filosofía animalista denominamos a esta idea como bienestarismo. Ahora bien, no es el único argumento que se añade a las 4N, puesto que el estudio también reconoce que los encuestados apelan a la creencia de que la vida humana tiene un mayor valor moral que la vida animal. Esta posición ideológica, además de encuadrarse en el especismo, puede ser catalogada dentro del gradualismo.  Y aun así, faltaría otra racionalización más, a la que en el estudio se refieren como *el argumento de la 'sostenibilidad*, esto es, la idea de que el uso de animales resulta más ecológico que la opción de no utilizarlos. Así pues, al final tendríamos 7 argumentos principales en total.

El trabajo del doctor Piazza expone el papel relevante que tiene el factor ideológico en el mantenimiento de prejuicios y hábitos en la sociedad. Frente a la teoría de que la dominación humana es principalmente un problema estructural, la investigación académica muestra la gran importancia  que tiene el aspecto psicológico. A mi modo de ver, esto avala la posición que defiende que el activismo educacional debe ser el foco principal y prioritario de nuestros esfuerzos si lo que buscamos es un cambio profundo en nuestra manera de relacionarnos con los otros animales.

POSDATA 30 diciembre de 2020

Un reciente estudio llevado a cabo por Matti Wilks, Lucius Caviola, Guy Kahane y Paul Bloom, de las universidades de Yale, Oxford y Harvard, revela que la tendencia por priorizar la vida de los humanos frente a la de otros animales es mucho más débil en los niños de entre 5 y 9 años que en los adultos. Los resultados sugieren que las inclinaciones antropocéntricas son de aparición tardía y de naturaleza fundamentalmente social:

«¿Es posible que la propensión a elegir a los seres humanos por encima de los animales a la hora de salvar a cualquiera de los dos se desarrolle más tarde en los niños? Según un reciente estudio de Matti Wilks y sus colegas publicado en Psychological Science, la respuesta a la pregunta anterior es, sí. Dos estudios pre-registrados en niños de entre 5 y 9 años y adultos (N = 622) mostraron que los niños tenían una menor propensión a priorizar a los humanos sobre los animales que los adultos. En los estudios, se presentaron a los sujetos dilemas de toma de decisiones morales, en los que se enfrentaba a varios seres humanos con varios animales (ya sea perros o cerdos), y se les pedía que decidieran a quién salvar. Se encontró que en ambos estudios los niños mostraron una menor propensión, en comparación con los adultos, a priorizar a los humanos sobre la seguridad de los perros tanto como salvar a 100 perros y 10 cerdos por encima de un humano. Esto demuestra que los niños consideraban la vida de un perro tan importante como la vida de un humano. Sin embargo, casi todos los adultos eligieron salvar la vida de un humano sobre 100 perros o cerdos. Según los autores, sus hallazgos revelan que la idea de que los humanos son más valiosos que los animales se adquiere mucho más tarde en el proceso de desarrollo y podría ser el resultado del aprendizaje social.» [Tendency to Choose Humans Over Animals Develops Later in Children, Study]