29 de marzo de 2009

Lenguaje y especismo





El especismo no sólo ha corrompido nuestra empatía y razonamiento moral sino que también, al igual que prejuicios como el racismo y sexismo, ha corrompido nuestro lenguaje.


Nuestro lenguaje está plagado de especismo. Vivimos dentro de una cultura y una mentalidad especista que refleja dicho prejuicio no solamente en sus actitudes y comportamientos sino también en su lenguaje. Usamos el lenguaje especista a menudo sin ni siquiera ser conscientes de ello. Y además de ser despreciativo para los animales nohumanos recae en numerosos errores y confusiones objetivas.


Veamos algunos casos representativos.


El propio término animal es el mejor ejemplo de cómo el especismo distorsiona nuestra forma de expresarnos. Los humanos somos animales pero llamamos animales sólo a los otros animales que no son humanos. Quizás como un modo de separarnos de ellos, de establecernos como una categoría separada o superior. Por si fuera poco, usamos el término también como insulto para despreciar a un ser humano queriendo decir que es tonto o torpe.


Si los humanos somos en efecto animales, entonces por lógica es erróneo decir "animales" para referirnos específicamente a los que no son humanos; aunque casi todo el mundo se exprese de esa manera. Lo correcto serían calificativos como "animales nohumanos" o "los no-humanos" si nos referimos específicamente a ellos.

Decir "animales" en oposición a seres humanos sería tan erróneo como decir "humanos" para referirnos sólo a los humanos que son varones en oposición a los humanos que son mujeres. No tiene sentido lógico.


[He corregido mi postura acerca de esta cuestión. Ver artículo: «Nueva Revisión sobre el Lenguaje»]


De hecho, el término hombre significa originariamente ser humano aunque se asocie sólo con los humanos varones. La causa de esta forma de hablar tiene relación con el ancestral desprecio y discriminación patriarcal hacia las mujeres. La cultura machista ha considerado que el ideal de ser humano es ser varón.


Del mismo modo, el origen de que digamos animales para referirnos sólo a los no-humanos puede tener su causa en en el antropocentrismo y la idea de que los humanos somos seres especiales y aparte del resto de animales. Cuando en realidad somos animales con características específicas, igual que los demás animales tienen sus propias características. No hay ninguna cualidad que sea exclusiva o intrínseca a los humanos. Las diferencias siempre son de grado; no de cualidad.


Hay un caso específico que creo que que ilustra bien nuestra mentalidad cosificadora sobre los demás animales.


¿Ha pensado alguien por qué a las extremidades inferiores del cuerpo humano las denominamos piernas mientras que a las de otros animales las llamamos patas a pesar de que ambas articulaciones son totalmente análogas y realizan exactamente la misma función?


No hay ninguna diferencia biológica relevante entre las extremidades de los humanos y los de otros animales. Todas ellas tienen esencialmente la misma forma y la misma función. No hay razón objetiva para diferenciarlas.


No tiene sentido ninguno usar un término para designar el ojo de los humanos y otro distinto para designar el mismo órgano en los no-humanos. Del mismo modo no tiene sentido usar un término para las piernas de los humanos pero usar otro distinto para las piernas de los no-humanos solamente porque ellos no sean humanos.


No es casualidad que hablemos de patas cuando nos refiramos a los soportes de objetos inanimados, como las mesas o las sillas. Pues que tratamos a los demás animales como si fueran objetos es razonable suponer que esa cosificación se ha reflejado en nuestro lenguaje.


Esa discriminación no sólo es injustificada, y atenta contra el principio de simplicidad, sino que además denota claramente una actitud cosificadora. Las extremidades de los objetos se denominan patas y seguramente de forma inconsciente esa mentalidad ha motivado el denominar patas a las piernas de los no-humanos. Es la única hipótesis que explica la diferencia en el uso lingüístico.


Un término que solemos utilizar habitualmente es el de carne para referirnos al cadáver de un animal. No decimos lo mismo para hablar de un cadáver humano porque no comemos humanos. Ese término es especista en el sentido de que cosifica el resultado de la muerte de un individuo y lo convierte en algo aceptable como alimento. Carne connota alimento y prescinde de todo el trasfondo de explotación y sufrimiento que hay detrás. Carne es un eufemismo para denominar el cadáver de nuestras víctimas.


Fijémonos como el lenguaje especista siempre trata de distorsionar la realidad cambiando el sentido de los términos. 


Por ejemplo, resulta que los animales utilizados en experimentos no se les reconoce como víctimas ni como esclavos sino que se les califica de "héroes". 


Tampoco se reconoce que los animales sean esclavizados ni forzados sino que se dice que ellos "colaboran" para ser explotados. De la misma manera que se dice que los animales sometidos en las granjas son "felices" y los podemos explotar de forma "humanitaria".


A las víctimas de la explotación especista también se las denomina "mártires" en favor del progreso humano. Imaginemos que los nazis hubieran llamado a sus víctimas "mártires en favor de un mundo más ario". Sabemos que eso es un eufemismo. Un mártir sería alguien que se inmola voluntariamente en favor de una causa. Pero los animales no humanos no se presentan voluntarios ni dan su consentimiento para ser utilizados, torturados y asesinados para beneficio del ser humano.

Determinadas ideologías no usan el lenguaje para describir objetivamente la realidad sino para adecuarla y forzarla para que coincida con sus prejuicios.


Pensemos un momento acerca de esto: ¿por qué usamos el término persona como sinónimo equivalente de ser humano? ¿Acaso los demás animales no tienen personalidad? ¿No tienen acaso una mente propia y una experiencia subjetiva de la vida?


No sería correcto que discriminemos al resto de animales en lo concerniente a la condición de personalidad. Ellos también son personas en tanto que son individuos singulares con capacidad de sentir y de razonar; conscientes de sí mismos y con intereses propios. Es por esto que consideramos que los animales no humanos también son personas.


Si consideramos que los demás animales son personas, entonces debemos reflejar esa noción en nuestra conducta y nuestra forma de expresarnos, oponiéndonos a toda forma de opresión sobre ellos.


En todo caso, no se defiende aquí que usar términos distintos para humanos y no-humanos sea intrínsecamente malo. Lo que está mal es hacer discriminaciones sin una justificación razonable. Y en estos casos concretos que he señalado creo que no habría tal justificación.


27 de marzo de 2009

El error moral y práctico del regulacionismo




Muchos defensores de los animales intentan actuar denodadamente dentro del sistema político para lograr soluciones a la crueldad que se aplica a los animales no humanos explotados por el hombre. 

Estos activistas creen que se puede regular dicha actividad de manera que el sufrimiento sea minimizado. Sin embargo, las evidencias muestran que dichas regulaciones son ineficaces por la propia naturaleza del sistema de explotación, en el que los animales no humanos son considerados recursos económicos, meras cosas, y cuyo uso se aplica de acuerdo con su valor económico.

Los intereses de los animales utilizados no pueden ser tenidos en consideración. Porque si eso pudiera ser así en primer lugar no sería utilizados como tales recursos y no se darían las situaciones que provocan su sufrimiento y muerte.

El problema tanto moral como práctico está en tratar de regular el crimen en lugar de abolirlo.

Crímenes como la tortura, la violación y el asesinato no deben ser regulados sino prohibidos y combatidos con todos los medios educativos y legales a nuestro alcance. Tratar de regularlos no sólo es inmoral e ineficaz para combatirlos sino que degrada moralmente el propio sistema legislativo.

La matanza de focas que está ocurriendo en estos días es un crimen legal, que no debe ser regulado sino prohibido. Pero también es un crimen legal lo que ocurre cada día dentro de las granjas y los mataderos y los laboratorios de experimentación. Un silenciado e incesante holocausto de seres inocentes

26 de marzo de 2009

No desesperar (III)



Nuestro compromiso es terminar con el especismo que oprime a los animales no humanos.

Nuestra responsabilidad está en luchar contra ello concienciando y educando.

Somos culpables de no emplear nuestras energías, tiempo y recursos en ayudar a los oprimidos porque, aunque ya no seamos directamente responsables de su situación, seguimos viviendo dentro de una sociedad basada en la explotación de los animales.

Muchos de los responsables de esta calamidad que es la explotación animal ni siquiera son conscientes de lo que hacen; su modo de vida es producto del especismo en el que hemos sido educados todos.

Tenemos que ser muy creativos y muy empeñados para conseguir resultados eficaces.

No sabemos si el propósito que buscamos se cumplirá en el futuro. Somos responsables de esforzarnos en todo por lograrlo. Esa responsabilidad recae para siempre sobre nuestra conciencia.

25 de marzo de 2009

La compasión

La compasión no es debilidad. Es debilidad cuando la compasión disminuye tus energías y tu ánimo. Es fuerza cuando la compasión te hermana con los demás y te permite ver como todos los animales sentimos por igual, que no estamos solos en el mundo sino que todos compartimos placer y dolor, alegría y sufrimiento. Com-padecer es co-sentir: sentir con los demás. La com-pasión nos hace co-apasionados y nos da aún más fuerzas para seguir adelante en la defensa del respeto radical hacia la vida sintiente.

20 de marzo de 2009

Argumentos válidos





A la hora de rechazar el uso de animales en la ciencia, muchos activistas suelen hacer bastante hincapié como argumento para rechazar dicha práctica en la inutilidad de muchos experimentos. Pero ese no puede ser un argumento válido en defensa de los derechos de los animales nohumanos.

En primer lugar; no es verdad que esa experimentación no tenga utilidad. Sí la tiene y ha servido para avanzar el conocimiento científico y sus aplicaciones prácticas posteriores. De hecho, si estuviera permitida la experimentación libre con humanos tendríamos muy probablemente mejores conocimientos conocimientos y terapias (una cuestión que se plantea en la película Al cruzar el límite).

Aunque también es cierto que algunos científicos distorsionan o exageran acerca los logros que se pueden conseguir con la experimentación: promesas acerca de una cura del cáncer (o mejor dicho, los cánceres) y encontrar terapias para muchas otras enfermedades incurables hoy día sin ninguna prueba que demuestre una mínima probabilidad de encontrarlas. La necesidad del uso de animales nohumanos no es un hecho demostrado. No es lo mismo que algo resulte útil o beneficioso a que sea necesario.

Exponiendo la inutilidad de determinada experimentación científica podemos hacer ver la poca credibilidad de ciertos científicos, que procuran exagerar y encubrir los grandes fallos que también tiene la actividad que desempeñan, cuya consecuencia es sufrimiento y muerte para millones de animales inocentes cada año. Pero ése no es un argumento moral para no forzar a otros animales (ya sea con humanos o no-humanos).

El argumento moral para rechazar la experimentación con animales es que los animales tienen interés en vivir y en no ser dañados, y ese interés no puede ser destruido por otros aunque saquen un beneficio con ello.

Por mucho que nos beneficie la explotación de otros animales no estamos justificados para hacerlo si nos atenemos al principio de igual consideración: no hacer a los demás lo que no queremos que hagan con nosotros, sin discriminación de raza, sexo, especie o cualquier otra característica irrelevante en lo que concierne a la capacidad de sentir y de querer vivir.

La vida de los seres sintientes tiene un valor inherente para ellos mismos. No existe justificación moral para destruir una vida sintiente para beneficio de otros.

Los animales nohumanos no son culpables de las enfermedades que nos aquejan a los humanos, por lo tanto no deben pagar por ello. Otra cosa es que convenzamos a los demás sobre esto. A mí me convence ¿y a ti?