21 de diciembre de 2016

"No soy vegano por tu culpa"



«El Error Fundamental de Atribución. Este error consiste en pensar que los demás hacen las cosas porque son como son, por disposiciones o factores de personalidad, mientras que nosotros las hacemos influidos por las circunstancias. Muy resumido, cuando alguien hace algo malo diríamos por ejemplo que lo hizo porque es un egoísta; si la misma cosa la hacemos nosotros diríamos que fue porque estábamos cansados y habíamos dormido mal.» ~ Richard Nisbett


Ocasionalmente aparece alguien en los foros proclamando que no había podido tomar la decisión de hacerse vegano debido a que se había encontrado con veganos que eran "rudos", "antipáticos", "agresivos", u otros calificativos similares, y achacaba a esa circunstancia el motivo por el que decidía rechazar el veganismo.

Me gustaría exponer algunas observaciones breves sobre esa alegación.

Es probable que haya miles de veganos en el entorno de la persona que hace esas declaraciones. Resulta muy difícil de creer que todos ellos en general sean rudos, antipáticos o desagradables. No hay nada intrínseco al veganismo que fomente la rudeza y la antipatía. El veganismo simplemente postula que no debemos explotar a los animales. Es un mensaje de respeto moral y no-violencia.

Por supuesto que pienso que los veganos no deberían mostrarse desagradables o a agresivos hacia otras personas cuando difunden el veganismo. Siempre he defendido la comunicación noviolenta como paradigma del activismo. Si bien, cada persona tiene su propio carácter y no es factible pretender que todos los veganos sean siempre el colmo de la simpatía. No obstante, a menudo parece a un vegano se le juzga bajo un baremo diferente y más estricto que a otros. Quizás me equivoque pero mi impresión es que los veganos en general suelen estar dispuestos a hablar cordialmente con otras personas que sean receptivas a dialogar. 

Por otra parte, no es razonable pretender una conexión entre la validez del veganismo y el comportamiento social de algunos veganos. Que algunos veganos se muestren antipáticos puede suponer un motivo razonable para evitar el contacto con esos veganos, pero no es una razón que justifique rechazar el veganismo. ¿Acaso nuestra posición moral respecto de la violación, la esclavitud, o el abuso infantil, depende de la antipatía o la simpatía que nos muestren los activistas y partidarios de rechazar la violación, la esclavitud y el abuso infantil?

La función principal de los activistas no es tanto ayudar a quien haya tomado ya la decisión de ser vegano —que también lo sería— sino que consiste sobre todo en motivar a la gente que nunca piensa en la explotación animal como un problema moral a que se cuestione esta situación y a que conozca la injusticia del especismo. que reside en nuestra relación con los demás animales. Una vez que la persona toma conciencia entonces la responsabilidad recae ahora sobre ella misma.

Yo me hice vegano hace ya casi diez años sin interactuar directamente con nadie vegano; sólo acudiendo a la información que encontré dispersa en libros y en internet. Me hice vegano motivado por mi deseo de no hacer daño a los animales y descubrí entonces que podíamos vivir sin explotar animales y que esta explotación era un daño que no se podía justificar desde un punto de vista moral. Toda la información necesaria para conocer las razones que fundamentan el veganismo, y los medios para llevarlo a la práctica, son fácilmente encontrables si uno tiene interés al respecto. Si quien disponiendo de esta información decide no hacerse vegano no puedo creer que sea por culpa de la conducta de otros veganos. La motivación proviene de uno mismo, de si tenemos una preocupación moral por los animales. Que los veganos que nos encontremos nos resulten antipáticos o simpáticos no tiene ninguna relación con nuestra preocupación moral por los animales y nuestro deseo de evitar infligirles daño.

El veganismo no es un club ni es una comunidad ni menos aún es alguna clase de "secta". No es una asociación en la que entras a formar parte. El veganismo no trata sobre los veganos; trata sobre nuestra obligación moral de respetar a los demás animales y no cosificarlos como recursos para los humanos. Si nos importan los animales, si consideramos que los animales poseen un valor moral, entonces nos sentiremos atraídos hacia el veganismo, de la misma manera que si nos importan los seres humanos entonces comprenderemos que la esclavitud es inaceptable.

Dejando a un lado la posibilidad de que se trate de una mera excusa sin fundamento, pienso que si alguien decide no hacerse vegano porque supuestamente algunos veganos se mostraron antipáticos, esto significa que no ha comprendido lo que es el veganismo y quizás lo ha confundido con un club social. Si nos importa respetar los intereses de los animales entonces decidiremos dejar de explotarlos. Que existan algunos veganos antipáticos resulta del todo irrelevante a la hora de tomar esta decisión.

Lamento de veras si alguien encuentra que mi exposición es ruda, agresiva o desagradable. No es en absoluto mi propósito el molestar a nadie de forma deliberada. Pero los animales no tienen culpa de mi conducta y no considero que deban pagar con sus vidas el hecho de que yo le resultara antipático a alguien.


13 de diciembre de 2016

Asesores de la explotación animal



Siguiendo la exposición de Sergio Greif podríamos clasificar a los animalistas, según sus posiciones ideológicas, en dos grupos: los partidarios de la «Liberación Animal» y los partidarios del «Bienestar Animal» —los defensores de la liberación animal y los asesores de la explotación animal. 

Los primeros defienden que los animales no humanos sean liberados de nuestra opresión, es decir, que dejen de ser considerados como "seres inferiores", y como objetos y recursos para beneficio humano. Postulan que los animales sean considerados como sujetos de derechos y sea abolido su estatus de propiedad. Asimismo promueven el veganismo como un imperativo moral. A nivel activista, hay diferencias de opinión sobre la manera adecuada de conseguir liberar a los animales, pero el activismo educacional es una de las opciones más apoyadas y es la que yo considero como la más apropiada.

Los segundos defienden que los animales sean tratados de forma compasiva o humanitaria. No defienden que los animales dejen de ser propiedad humana sino que defienden que sean tratados de forma más humanitaria. Se oponen al 'maltrato' pero no a la explotación y esclavitud de los animales no humanos. Los bienestaristas defienden que la explotación animal sea reformada legalmente y, en ocasiones, que se prohíban algunos determinados usos que consideran 'crueles'. Los bienestaristas no pretenden ninguna revolución del paradigma actual sino que sólo pretenden una modificación de la tiranía que los humanos ejercemos sobre los otros animales.

No importa cómo te audenomines a ti mismo. Lo que importan son tus palabras y acciones. Si tus palabras y acciones son soporte para la explotación de los animales entonces no defiendes su liberación.

No nos dejemos engañar por título del conocido libro de Peter Singer: Liberación Animal. Lo relevante al final son las ideas y las acciones; no las etiquetas. Ese libro, aunque denuncia el especismo, al mismo tiempo defiende la posición del 'Bienestar Animal' y está basado en la filosofía del utilitarismo. El propio Singer explica en el prólogo de este libro que él estuvo influido al titularlo por expresiones como 'liberación de las mujeres' y denominaciones similares que se pusieron muy en boga durante la década de los 70 del siglo XX cuando lo escribió. Pero la elección no fue acertada que ya Singer no defiende que los animales sean liberados de la dominación humana —no defiende su emancipación— sólo propone una reforma en la manera en que esclavizamos a los demás animales.

En el grupo de los asesores encontramos a grupos animalistas como es el caso de Mercy For Animals y también IgualdadAnimal. Estos grupos se dedican a asesorar sobre la forma "correcta" de explotar a los animales, que ellos consideran que sería la que no cause sufrimiento o el menor sufrimiento posible.

En una reciente noticia aparecida en la publicación Sin Embargo vemos un ejemplo notorio que ilustra la posición bienestarista:

«Por su parte, Mercy for Animals pide firmar aquí para solicitar a las autoridades que fortalezcan las leyes, protejan a los animales y aseguren que sean insensibilizados antes de que se les corte la garganta.»

Aquí comprobamos que los bienestaristas actúan como asesores de la explotación animal. No estoy usando ninguna figura retórica cuando digo que son asesores. Los bienestaristas son literalmente asesores de la explotación animal. Ellos están a favor de la explotación de los animales, y colaboran en que ésta se mantenga, aunque les preocupa el sufrimiento que les causamos y pretenden reducirlo. Si bien, como veremos ahora, el bienestarismo no ayuda a reducir ese sufrimiento ni a evitarlo.

«La organizaciones Igualdad Animal y Mercy For Animals denunciaron en un video que empleados de al menos 21 rastros en México utilizan métodos inadecuados y crueles para matar ganado. La agrupaciones señalaron que la tortura va desde choques eléctricos en los ojos hasta puñaladas. Por ello, llamaron a reforzar las leyes y a manejar de manera correcta la matanza de animales en los rastros.»

En otra campaña similar, la directora de 'Igualdad Animal México' denuncia que la normativa legal no se cumple en los mataderos y exhorta a que los animales sean asesinados cumpliendo con lo que dice la ley de 'Bienestar Animal'. Por tanto, 'Igualdad Animal' funciona en la práctica como una asesoría para los explotadores institucionales y así la gente pueda estar tranquila sabiendo que los animales supuestamente son asesinados sin dolor.

Lo que hacen los grupos bienestaristas al difundir ese tipo de medidas no es ayudar a los animales —que seguirán siendo agredidos y asesinados igualmente— sino que están reforzando la idea de que si los animales sufren menos, o no sienten dolor en el momento de matarlos, entonces es aceptable usarlos de comida. Lo que hacen al promover esa medida es reforzar el mito de que puede haber una explotación humanitaria. Pero se trata sólo de eso: de un mito.

En primer lugar, no contamos con ningún dato que avale la idea de que el sufrimiento es menor con estas reformas. No hay ningún cálculo objetivo que explique cómo se supone que reduce el sufrimiento. Nada. En cambio, los informes de los expertos independientes señalan que los animales esclavizados continúan padeciendo toda clase de tormentos en los nuevos tipos de jaulas y que no sería objetivo afirmar que su bienestar sea mejorado gracias a las reformas del 'bienestar animal'.

Los bienestaristas muestran inadvertidamente con sus investigaciones que esas leyes de 'bienestar animal' en verdad no protegen ningún bienestar real y que su contenido consiste sistemáticamente en vulnerar los intereses básicos de los animales para el beneficio humano: su interés en continuar existiendo, su interés en evitar el daño, su interés en no estar sometidos a la voluntad ajena.

Nos encontramos con el asburdo de que los bienestaristas reconocen que estas leyes no funcionan para proteger a los animales y se incumplen sistemáticamente en la abrumadora mayoría de los casos !pero insisten en defenderlas a pesar de todo!, a pesar de la toda evidencia del fracaso del 'Bienestar Animal' como presunta estrategia para beneficiar a los animales explotados.

Lo que sí consigue la posición bienestarista es perjudicar el trabajo que hacemos en favor del veganismo, porque el bienestarismo refuerza la creencia de que está bien explotar animales si no se realiza de forma cruel, que es precisamente lo que buscan los explotadores institucionales con esta propaganda. Gracias al apoyo de los grupos bienestaristas, los explotadores institucionales se presentan ante el público como compasivos y humanitarios con los animales. Esto no ayuda a los animales, sólo ayuda al beneficio de la explotación animal como actividad económica; agravando y perpetuando así el sufrimiento de los animales.

Según se publica en el medio 
Vanguardia: «Organizaciones exigen que el maltrato y la tortura registrada en los rastros y granjas en México sea considerado como un delito que se castigue con cárcel, para así garantizar un trato digno para los animales.»

Esto es, según las organizaciones bienestaristas matar a los animales para servirnos de comida es compatible con darles un 'trato digno'. Usarlos como recursos es compatible con darles un 'trato digno'. ¿Estaríamos de acuerdo en hablar así si se tratara de seres humanos?

En la misma noticia, la directora de 'Igualdad Animal México', Dulce Ramírez, declara que ellos buscan que los animales queden inconscientes antes de matarlos:

«Mientras los animales sigan siendo asesinados para convertirse en comida, lo menos que podemos hacer es asegurarnos de que estén inconscientes antes de que los abran a puñaladas o los sumerjan en tanques de agua hirviendo […] Es momento de fortalecer las leyes en México para ayudar a prevenir este tipo de crueldad en contra de los animales. Esta es una medida de sentido común, urgente y necesaria, que aliviaría en gran parte el sufrimiento de millones de animales al año»

¿Lo menos que podemos hacer es asegurarnos de que las víctimas estén incoscientes en el momento de matarlas? ¿Y cómo se supone que van a conseguir eso? ¿Van a estar los bienestaristas vigilando en cada ejecución de cada matadero del país asesorando a los matarifes? Además, ¿qué sucede con todo lo anterior a la ejecución? ¿Acaso los animales no padecen toda clase de coacciones y agresiones contra su integridad física?

Si nos fijamos, nos daremos cuenta de que la preocupación bienestarista por el sufrimiento se centra sólo en determinado grado de sufrimiento. Por lo general, un grado bastante alto. Si el sufrimiento no llega a ese nivel entonces deja de preocuparles. Sin embargo, no podemos justificar moralmente ningún sufrimiento infligido a los animales motivado por su uso como recursos para los humanos. El uso de animales incumple todos los principios éticos básicos y, además, ni siquiera se puede excusar apelando a la necesidad, ya que no necesitamos consumir animales para vivir y tener buena calidad de vida.

Las leyes anti-crueldad no sirven para proteger a los animales, porque no se crearon para proteger los intereses de los animales sino que su función consiste en proteger la eficiencia de la explotación animal. Todos los partidarios de la explotación animal están a favor del 'Bienestar Animal', porque saben bien que esto favorece sus intereses, y no los intereses de los animales que explotan.

Este fracaso del "Bienestar Animal" como supuesta herramienta para proteger a los animales ha sido analizado detalladamente en su trabajo por el profesor Gary Francione, quien explica que esta aparente preocupación por el bienestar de los animales está en realidad motivada por la preocupación real acerca de la eficiencia de la explotación animal. Estas leyes persiguen como objetivo que la explotación de los animales mejore en su productividad y rendimiento económico. Pero si ese rendimiento puede continuar adelante sin acatar dichas leyes esto será lo que suceda. A los responsables de esas leyes no les preocupará que se incumplan mientras la explotación funcione adecuadamente, porque el objetivo del 'Bienestar Animal' no es proteger a los animales —si así fuera comenzarían por oponerse a su explotación— sino proteger el bienestar de la industria y aliviar la conciencia de sus consumidores.

La propia organización IgualdadAnimal al comienzo de su vida denunciaba el Bienestar Animal" que ahora apoya y promueve; tal y como se puede ver, por ejemplo, en este artículo del año 2007 titulado «Reformar la esclavitud como forma de perpetuarla: el caso del consumo de carne de ternera». No hay un solo dato que indique que la situación haya cambiado desde entonces. Los bienestaristas simplemente han decidido apoyar una estrategia que saben que no ayuda  a los animales, pero que saben que les proporciona ingresos económicos para financiar sus sueldos.

Los bienestaristas descubrieron que mucha gente prefiere dar dinero a organizaciones antes que tener que cambiar sus hábitos y costumbres. Descubrieron además que mostrando imágenes de granjas y mataderos industriales aumentaba la demanda de gente dispuesta a dar dinero para que se terminara con la crueldad hacia los animales. Así han creado un lucrativo negocio.

En última instancia, los bienestaristas proponen como opción —no como obligación moral— que no comamos animales porque entienden que ésa sería la 'mejor' manera de evitar el sufrimiento de los animales. Pero ellos no están en contra de la explotación, sólo están en contra del sufrimiento:

«Por favor, firma la petición para instar al Gobierno federal a que sea un crimen matar a los animales mientras estén aún conscientes y puedan sentir dolor. [Hacerlo] sería un paso en la dirección correcta, pero en última instancia, la mejor manera de que los individuos compasivos protejan a los animales de granja de la crueldad y el sufrimiento innecesario es simplemente dejarlos fuera de nuestros platos”, exhortó a la sociedad en general.»

Los bienestaristas consideran que explotar animales no es intrínsecamente inmoral, y sólo les importa la manera en que lo hagamos. Su ideología se basa en el utilitarismo, y esta filosofía postula que sólo importa reducir el sufrimiento y aumentar la felicidad en términos generales. Cualquier cosa que consiga ese objetivo es aceptable para el utilitarismo aunque suponga utilizar a los individuos como simples recursos y destruir sus vidas para lograr ese objetivo. Los bienestaristas llevan a la práctica esa filosofía en el contexto de la relación entre los humanos y los demás animales.

Los bienestaristas defienden que hay una formas 'mejores' que otras de explotar a los animales. Pero cualquier forma de explotación que supuestamente cause menos sufrimiento que otra ya es 'mejor', con lo cual el bienestarismo sirve para condonar cualquier forma de explotación siempre que podamos compararla con otra que supuestamente fuera peor. Y siempre podremos encontrar otra que sea peor en el sentido de conllevar más daño y sufrimiento a los animales. El bienestarismo no reduce el sufrimiento sino que lo agrava, porque favorece que los animales sean explotados de la peor manera posible para así poder proponer indefinidamente reformas para conseguir 'mejorar' la explotación, que en todos los casos será siempre violenta y brutal.

El bienestarismo existe dentro del mismo esquema mental que el especismo: ambas ideologías consideran que los demás animales son cosas —cosas que sufren— que existen para estar a nuestro servicio y disposición y que carecen de personalidad moral y derechos inalienables. Nada de esto tiene que ver con respetar y defender a los animales. Esto es defender que los animales sigan siendo explotados. Los bienestaristas son los asesores de los explotadores institucionales. Son los colaboracionistas de la opresión sobre los animales.

Hay una perspectiva moral diferente y opuesta a la del utilitarismo/bienestarismo: la filosofía de los Derechos Animales. Según esta filosofía, dejar de consumir animales no es la mejor opción; es la única. Ante la explotación animal dejar de consumir animales es la única manera de respetar a los demás animales. Por la misma razón que ante la esclavitud humana, dejar de esclavizar a seres humanos no es 'la mejor manera'; es la única manera de ser respetuosos con los seres humanos. Dentro de esta filosofía se encuentra su base fundamental que es el veganismo.

Podemos elegir entre trabajar por liberar a los animales de la opresión o podemos elegir apoyar que sigan siendo explotados bajo leyes que dicen que son tratados de forma 'humanitaria'. Pero antes de elegir deberíamos tener claro que apoyar el 'Bienestar Animal', apoyar la regulación de la esclavitud animal, no puede ser coherente ni compatible con la primera opción.



23 de noviembre de 2016

«Derechos Animales: Introducción Básica»



Aquí nos encontramos con un texto escrito por el profesor Tom Regan y dirigido al público en general con el fin de explicar de manera muy básica y concisa en qué consiste la idea de los Derechos Animales —exponiendo razones a favor y objeciones en contra— algo que también explicara en otros textos similares. Además de ser un académico destacado, Regan también fue un intenso activista educacional.

En esta ocasión, el profesor Regan pone hincapié en el hecho de que la filosofía de los Derechos Animales —lejos de ser una idea extravagante como a menudo se suele creer prejuiciosamente— resulta ser un pensamiento compatible y convergente con la razón, la ciencia y con los valores morales de nuestra cultura.

El texto original se titula «Animal Rights 101». La expresión *101* se usa en inglés como sinónimo de introducción básica a un tema. Dado que ese término no se usa en el ámbito hispanohablante lo he traducido por esa expresión equivalente.

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«Derechos Animales: Introducción Básica»

Tom Regan


Los otros animales que los humanos comen, utilizan en ciencia, cazan, atrapan, y explotan de diversas maneras, tienen una vida propia que es importante para ellos independientemente de la utilidad que tenga para nosotros. No sólo están en el mundo sino que son conscientes de él. Lo que les sucede tiene importancia para ellos. Cada uno de esos animales tiene una vida que deviene mejor o peor para quien tiene esa vida. Esa vida incluye una variedad de necesidades biológicas, individuales y sociales. La satisfacción de esas necesidades es fuente de placer; su frustración o abuso es fuente de dolor. Desde este punto de vista fundamental, los animales no humanos recluidos en los laboratorios o en las granjas, por ejemplo, son lo mismo que los seres humanos. Y es por esto que la ética en nuestra relación con ellos, y con el prójimo, debe asumir los mismos principios morales fundamentales.

A su nivel más profundo, la ética humana está basada en el valor independiente del individuo: el valor moral de cualquier ser humano no se determina por lo útil que resulte esa persona en beneficio de los intereses de otros seres humanos. Tratar a seres humanos en formas que no respeten su valor independiente es violar el más básico de los derechos humanos: el derecho de cada persona a ser tratada con respeto.

La filosofía de los Derechos Animales sólo exige que la lógica sea respetada. Cualquier argumento que explique plausiblemente el valor independiente de los seres humanos implicará que los otros animales poseen el mismo valor, y lo poseen igualmente. Cualquier argumento que explique plausiblemente el derecho de los humanos a ser tratados con respeto implicará que los otros animales deben poseer el mismo derecho, y que lo poseen igualmente también.

Es una verdad, por tanto, que las mujeres no existen para servir a los varones, ni los negros existen para servir a los blancos, ni los pobres existen para servir a los ricos, ni los débiles existen para servir a los poderosos. La filosofía de los Derechos Animales no sólo acepta estas verdades, sino que se fundamenta y se justifica en ellas.

Pero esta filosofía va más allá. Al insistir en que se fundamenta y justifica en el valor independiente y los derechos de los otros animales, esto proporciona razones moralmente imparciales y científicamente informadas para denegar que esos animales existan para servirnos a nosotros.

Una vez que comprendemos esta verdad, resulta fácil comprender por qué la filosofía de los Derechos Animales es inflexible en su respuesta a todas y cada una de las injusticias que los otros animales están padeciendo.

No son jaulas más grandes y más limpias lo que la justicia exige en el caso de los animales usados, por ejemplo, para la ciencia, sino jaulas vacías; no es la ganadería "tradicional", sino el fin completo del comercio con los cuerpos de los animales; no es una caza "más humanitaria" sino que es la total erradicación de estas prácticas salvajes. 

Cuando la injusticia es absoluta, uno debe oponerse a ella de forma absoluta. No es la esclavitud "reformada" lo que exige la justicia, no es el trabajo infantil "reformado", o la opresión "reformada" sobre las mujeres. En cada uno de estos casos, la abolición es la única respuesta moral. Reformar la injusticia es prolongar la injusticia.

La filosofía de los Derechos Animales exige la misma respuesta —la abolición— para la injusta explotación de los otros animales. No son los detalles de esta injusta explotación lo que debe ser cambiado. Es la injusta explotación en sí misma la que debe ser finalizada, ya se produzca en una granja, en un laboratorio, o en un bosque. La filosofía de los Derechos Animales no pide nada más, pero nada menos que esto puede satisfacerla.

Diez argumentos EN FAVOR de los Derechos Animales y su explicación

1. Racional
2. Científica
3. Desprejuiciada
4. Justa
5. Compasiva
6. Generosa
7. Realizadora
8. Socialmente progresiva
9. Ecológicamente responsable
10. Pacifista


1. La filosofía de los Derechos Animales es racional

Explicación: No es racional discriminar arbitrariamente. Y la discriminación contra los animales no humanos es arbitraria. Está mal tratar a los seres humanos más débiles, especialmente a aquellos cuya inteligencia es considerada como inferior al promedio normal, como "herramientas" o "recursos renovables" o "modelos" o "mercancías". No puede ser correcto, por tanto, tratar a los otros animales como si fueran "herramientas", "modelos" y cosas por el estilo, si su psicología es tan rica —o mayor que— la de aquellos humanos. Pensar de otra manera es irracional.

"Describir un animal como un sistema físico-químico de extrema complejidad, es sin duda perfectamente correcto, excepto porque desaparece la "animalidad" del animal." — E.F. Schumacher

2. La filosofía de los Derechos Animales es científica

Explicación: La filosofía de los Derechos Animales es respetuosa con nuestra mejor ciencia en general y con la biología evolutiva en particular. Esta última enseña, en palabras de Darwin, que los humanos difieren de muchos otros animales "en grado", no en género. Aparte de la cuestión sobre dónde trazar la línea, es obvio que los animales usados en laboratorios, criados para comida y cazados por placer, por ejemplo, son psicológicamente similares a nosotros. Esto no es fantasía, esto es un hecho, probado por nuestra mejor ciencia.


"No existen diferencias fundamentales entre los humanos y los grandes mamíferos en sus facultades mentales." — Charles Darwin

3. La filosofía de los Derechos Animales es imparcial

Explicación: Los racistas son personas que piensan que los miembros de su raza son superiores a los miembros de otras razas simplemente porque dichos miembros pertenecen a su [la "superior"] raza. Los sexistas creen que los miembros de su propio sexo son superiores a los miembros del sexo opuesto simplemente porque los primeros pertenecen a su propio ["el superior"] sexo. Tanto el racismo como el sexismo son paradigmas de injustificable intolerancia. Las diferencias raciales y sexuales son biológicas; no son diferencias morales. Lo mismo vale para el especismo —la idea de que los miembros de la especie Homo sapiens son superiores a los miembros de todas las demás especies simplemente porque los seres humanos pertenecen a su propia ["la superior"] especie. En realidad, no hay especies "superiores". Pensar de otra manera implica ser no menos prejuicioso que los racistas o los sexistas.

"Si puedes justificar matar para comer carne, puedes justificar las condiciones del gueto. Yo no puedo justificar ninguna de las dos." — Dick Gregory

4. La filosofía de los Derechos Animales es justa

Explicación: La justicia es el principio mas elevado de la ética. No estamos legimitados en cometer o permitir injusticias para conseguir algo bueno; no estamos legitimados en violar los derechos de unos cuantos para que la mayoría pueda beneficiarse. La esclavitud permite esto. El trabajo infantil permite esto. La mayoría de los ejemplos de injusticia social permiten esto. Pero no la filosofía de los Derechos Animales, cuyo principio más elevado es el de la justicia: Nadie tiene derecho a beneficiarse como resultado de la violación de los derechos de otro, tanto si el "otro" es un ser humano o u otro animal.

"Las razones para la intervención legal en favor de los niños se aplica con la misma fuerza en el caso de estos desafortunados esclavos —los [otros] animales". — John Stuart Mil

5. La filosofía de los Derechos Animales es compasiva

Explicación: Una vida humana completa requiere sentimientos de empatía y simpatía —en una palabra, compasión— para las víctimas de las injusticias —sean las víctimas humanas u otros animales. La filosofía de los Derechos Animales solicita, y su aceptación promueve el crecimiento de, la virtud de la compasión. Esta filosofía es, en palabras de Lincoln, "el camino para ser un humano completo."

"La compasión en la acción puede ser la gloriosa posibilidad que podría proteger a nuestro multitudinario contaminado planeta". — Victoria Moran

6. La filosofía de los Derechos Animales es altruista

Explicación: La filosofía de los Derechos Animales exige un compromiso para servir a quienes son débiles y vulnerables —aquellos que, ya sean humanos u otros animales, carecen de la habilidad para hablar y defenderse por sí mismos, y quienes necesitan de protección contra la avaricia y insensibilidad humana. Esta filosofía requiere este compromiso, no porque sea de nuestro propio interés el darlo, sino porque es correcto hacerlo así. Esta filosofía por tanto hace un llamamiento a, y su aceptación promueve el crecimiento de, la labor altruista.

"Necesitamos una filosofía moral en la que el concepto de amor, tan raramente mencionado hoy en día por los filósofos, pueda ser central una vez más". — Iris Murdoch

7. La filosofía de los Derechos Animales favorece la realización personal

Explicación: Todas las grandes tradiciones en la ética, tanto religiosas como seculares, enfatizan la importancia de cuatro cosas: conocimiento, justicia, compasión, y autonomía. La filosofía de los Derechos Animales no es una excepción. Esta filosofía enseña que nuestras elecciones deberían basarse en el conocimiento, deberían ser expresivas de la compasión y la justicia, y deberían decidirse libremente. No es fácil lograr estas virtudes, o controlar las inclinaciones humanas hacia la avaricia y la indiferencia. Pero una vida humana completa es imposible sin ellas. La filosofía de los Derechos Animales reinvindica, y su aceptación promueve el crecimiento de, la realización personal.

"La humanidad no es un precepto externo muerto, sino que se trata de un impulso vivo del interior; no es un autosacrificio, sino una autorealización personal". — Henry Salt

8. La filosofía de los Derechos Animales es socialmente progresiva

Explicación: El mayor impedimento para la prosperidad de la sociedad humana es la explotación de otros animales a manos humanas. Esto es cierto en el caso de dietas no saludables, en la confianza habitual en el "modelo animal" en la ciencia, y en las muchas otras formas que la explotación animal adopta. Y esto no es menos verdadero en la educación y la publicidad, las cuales ayudan a reprimir la psique humana frente a las exigencias de la razón, la imparcialidad, la compasión y la justicia. En todos estos caminos —y otros más— las naciones quedan profundamente atrasadas porque fallan en servir a los verdaderos intereses de sus ciudadanos.

"La grandeza de una nación y su progreso moral pueden juzgarse por la manera en que trata a sus animales". — Gandhi

9. La filosofía de los Derechos Animales es ecológicamente responsable

Explicación: La mayor causa de la degradación medioambiental, incluyendo el efecto invernadero, la contaminación del agua, y la pérdida de la tierra cultivable, por ejemplo, puede encontrar su origen en la explotación de los animales. Este mismo patrón se repite a lo largo del amplio abanico de problemas medioambientales, desde la lluvia ácida y la acumulación de residuos tóxicos en el mar, a la contaminación del aire y la destrucción del hábitat natural. En todos estos casos, actuar para proteger a los animales afectados —quienes, después de todo, son los primeros en sufrir y morir por causa de esas enfermedades medioambientales— es actuar para proteger la tierra.

"Hasta que establezcamos un compasivo sentido de parentesco entre nuestra propia especie y aquellos mortales compañeros que comparten con nosotros el sol y la sombra de la vida sobre este agonizante planeta, no habrá esperanza para otras especies, no habrá esperanza para el medioambiente, y no habrá esperanza para nosotros mismos." — Jon Wynne-Tyson

10. La filosofía de los Derechos Animales es amante de la paz

Explicación: La exigencia fundamental de la filosofía de los Derechos Animales es tratar a los humanos y a los otros animales con respeto. Esto requiere que no dañemos a alguien sólo porque nosotros mismos u otros podamos beneficiarnos. Esta filosofía por lo tanto es totalmente opuesta a la agresión militar. Es una filosofía de paz. Pero es una filosofía que extiende la exigencia de paz mas allá de los límites de nuestra especie. Existe una guerra que se produce todos los días contra millones de animales no humanos. Estar verdaderamente a favor de la paz es estar firmemente en contra del especismo. Es ilusorio creer que puede haber "paz en el mundo" si no podemos traer paz a nuestra relación con los otros animales.

"Si por algún milagro en toda nuestra lucha la tierra se salva del holocausto nuclear, sólo la justicia de cada organismo viviente salvará a la humanidad". — Alice Walker

10 argumentos CONTRA los Derechos Animales y sus réplicas 

1. Equiparas a los animales y a los humanos
2. Derechos: Humanos vs. Animales
3. Vegetales vs. Animales
4. Dónde establecer la línea
5. Experimentar dolor
6. Animales respetando nuestros derechos
7. La dominación sobre los otros animales
8. Almas inmortales
9. Sobrepoblación animal
10. Otros problemas

1. Estás equiparando a los animales con los humanos, cuando, de hecho, los humanos y los animales difieren considerablemente.

Réplica: No estamos diciendo que los humanos y los animales sean iguales en todos los aspectos. Por ejemplo, no decimos que los perros y los gatos hagan matemáticas, o que los cerdos y las vacas disfruten con la poesía. Lo que decimos es que, al igual que los humanos, muchos otros animales son seres con una mente, que experimentan su propio bienestar. En este sentido, somos lo mismo. En este sentido, por tanto, a pesar de nuestras diferencias, somos iguales.

"Todos los argumentos usados para probar la superioridad del hombre no pueden obviar este hecho demostrado: en el sufrimiento, los animales son nuestros iguales." — Peter Singer

2. Estás diciendo que cada humano y cada animal tienen los mismos derechos, lo cual es absurdo. Los pollos no pueden tener el derecho a votar, así como los cerdos no pueden tener derecho a la educación universitaria.

Réplica: No estamos diciendo que los humanos y los otros animales tengan siempre los mismos derechos. Ni siquiera todos los humanos tienen los mismos derechos. Por ejemplo, la gente con una grave discapacidad mental no tiene derecho a la educación universitaria. Lo que decimos es que estos y otros humanos comparten un derecho moral básico con los otros animales —el derecho a ser tratado con respeto.

"Es el destino de toda verdad ser objeto de ridiculización la primera vez que es proclamada". — Albert Schweitzer

3. Si los animales tienen derechos, entonces también lo tienen lo vegetales, lo cual es absurdo.

Réplica: Muchos animales son como nosotros: ellos poseen un bienestar psicológico propio. Al igual que nosotros, estos animales tienen el derecho a ser tratados con respeto. Por otro lado, no hay una razón, especialmente una razón científica, para pensar que las zanahorias y los tomates, por ejemplo, tengan alguna clase de experiencia mental del mundo. Al igual que el resto de vegetales, los tomates y zanahorias carecen de un cerebro o de un sistema nervioso. Debido a esta carencia, no hay razón para creer que los vegetales sean seres conscientes, con la capacidad de experimentar, por ejemplo, placer y dolor. Es por esta razón que podemos afirmar racionalmente que los animales tienen derechos pero que los vegetales no los tienen.

"La cuestión de los Derechos Animales depende sólo del requisito de la sintiencia." — Andrew Linzey

4. ¿Dónde estableces la línea? Si los primates y los roedores tienen derechos, entonces las babosas y las amebas también los tienen, lo cual es absurdo.

Réplica: A menudo no es fácil saber exactamente donde "establecer la línea". Por ejemplo, no sabemos exactamente en qué momento alguien se convierte en viejo, o cuanto de alto debe ser alguien para ser alto. Sin embargo, podemos decir, con cierta certeza, que alguien de ochenta y ocho años es viejo, y que una persona que mida dos metros es alta. De forma similar, no podemos decir exactamente donde establecer la línea cuando se trata de saber qué animales tienen una mente. Pero podemos afirmar, con absoluta certeza, basándonos en fundamentos científicos, que los primates y los roedores son seres conscientes. En cambio, no podemos decir lo mismo de las babosas y las amebas, lo cual no significa que podamos destruirlas sin razón.

"En la relación de los humanos con los otros animales, con las flores, con los otros objetos de la creación, existe una ética global que apenas se ha descubierto." — Victor Hugo

5. Pero seguramente algunos animales que pueden experimentar dolor no tienen una identidad psicológica. Dado que estos animales no tienen un derecho a ser tratados con respeto, la filosofía de los Derechos Animales conlleva que podemos tratarlos como nos parezca oportuno.

Réplica: Es cierto que algunos animales, como las ostras y las gambas, podrían experimentar dolor pero carecer de otras capacidades mentales. Si esto es cierto, entonces carecen de algunos de los derechos que poseen otros animales. Sin embargo, no hay una justificación moral para causarles dolor, si es innecesario hacerlo. Dado que los humanos no necesitamos consumir gambas, ostras y otros animales similares, o utilizarlos en cualquier otro modo, no puede haber una justificación moral para infligirles el dolor que implica inevitablemente el hecho de utilizarlos.

"La cuestión no es ´¿Pueden hablar?, ni ´¿Pueden razonar?´ni ´¿Pueden hablar?, sino que es ´¿Pueden sufrir?´." — Jeremy Bentham

6. Los animales no respetan nuestros derechos. Por tanto, los humanos no tenemos la obligación de respetar sus derechos.

Réplica: Hay muchas situaciones en las que un individuo que tiene derechos no es capaz de respetar los derechos de otros. Esto sucede así en el caso de los bebés, los niños, los discapacitados mentales y los ancianos seniles. En estos casos no podemos decir que está bien tratarlos sin respeto porque ellos no estén capacitados para respetar nuestros derechos. Al contrario, reconocemos que tenemos un deber a tratarlos con respeto, aunque ellos no puedan tener el deber de tratarnos en la misma forma.

Lo que es cierto en estos casos que involucran bebés, niños, y los otros humanos mencionados, no es menos cierto cuando se trata de los otros animales. Estos animales no tienen el deber de respetar nuestros derechos. Pero esto no anula ni disminuye nuestra obligación de respetar sus derechos.

"Llegará un tiempo en que la gente verá el asesinato de los animales así como ve el asesinato de seres humanos" — Leonardo Da Vinci

7. Dios nos otorgó a los humanos el dominio sobre los otros animales. Así que podemos hacerles lo que queramos, incluyendo el comerlos.

Réplica: No todas las religiones presentan a los humanos como poseedores de un "dominio" sobre los otros animales, e incluso entre aquellas que lo hacen, la noción de "dominio" debe ser entendida como una ocupación altruista, no como un poder egoísta. Los humanos deberían ser tan amorosos con toda la creación al igual que lo fue Dios al crearla. Si amamos a los animales en la misma manera en que eran amados en el Jardín del Edén, no los comeremos. Aquellos que respetan los derechos de los animales están encaminados en regreso al Edén —un camino de regreso hacia el apropiado amor por la creación de Dios.

"Y dijo Dios: He aquí que os he dado toda planta que da semilla, que está sobre toda la tierra, y todo árbol en que hay fruto y que da semilla; os servirán para comer." — Genesis 1:29

8. Sólo los humanos tienen almas inmortales. Esto nos da el derecho a tratar a los otros animales como queramos.

Réplica: Muchas religiones enseñan que todos los animales, no sólo los humanos, tienen almas inmortales. Sin embargo, incluso si sólo los humanos fueran inmortales, esto sólo demuestra que podemos vivir para siempre mientras que los otros animales no pueden. Este hecho —en el caso de que fuera un hecho— debería acrecentar, no disminuir, nuestra obligación de asegurarnos que la única vida que tienen los otros animales pueda ser todo lo larga y buena que fuera posible.

"No hay religión sin amor, y cuando la gente habla sobre religión pero no enseña a ser bueno y compasivo con los animales al igual con que los humanos entonces se convierte en una farsa." — Anna Sewell

9. Si respetamos los derechos de los animales, y no los comemos ni los explotamos en cualquier otra forma, entonces ¿qué se supone que haremos con ellos? En poco tiempo estararían invadiendo nuestras calles y hogares.

Réplica: Alrededor de cuatro mil o cinco mil millones de animales son criados y matados para servir de comida cada año, sólo en los Estados Unidos de América. El motivo para esta cifra tan elevada es simple: hay muchos consumidores que demandan grandes cantidades de cadáveres de animales. Es la demanda de los consumidores lo que provoca la industria de explotación animal.

Sin embargo, para cuando la filosofía de los Derechos Animales haya triunfado, y la gente haya dejado de comer animales, no debemos temer que haya millones de vacas y cerdos correteando por nuestras calles y casas. Una vez que desaparezca el incentivo económico para criar animales, esos millones de animales ya no existirán. Y el mismo razonamiento se aplica a los otros casos —como es, por ejemplo, la cría de animales para investigación. Cuando la filosofía de los Derechos Animales prevalezca, y este uso de animales haya cesado, el incentivo económico para la cría de animales habrá cesado también.

"El peor pecado hacia nuestras criaturas semejantes no es el hecho de odiarlas sino de ser indiferente a ellas. Esto es la esencia de la humanidad." — George Bernard Shaw

10. Aunque los otros animales tengan derechos morales que deban ser protegidos, hay otras cuestiones más importantes que requieren de nuestra atención: el hambre en el mundo, el abuso infantil, el racismo, las drogas, la violencia contras las mujeres, y la situación de los sinhogar. Después de habernos ocupado de estos problemas entonces podremos preocuparnos de los derechos de los animales.

Réplica: El movimiento por los Derechos Animales se integra con, y no se segrega de, los Derechos Humanos. La misma filosofía que fundamenta y defiende los derechos de los animales no humanos también fundamenta y defiende los derechos de los seres humanos.

En realidad, a nivel práctico, la elección que afronta la gente no es entre ayudar a los humanos o ayudar a los otros animales. Podemos hacer ambas cosas. Por ejemplo, la gente no necesita comer animales para ayudar a los sinhogar, de la misma manera que tampoco necesitan usar cosméticos hechos con animales para ayudar a los niños. De hecho, la gente que respeta los derechos de los animales, no consumiéndolos, se encontrará más saludable, por lo que estarán más capacitados para ayudar a los humanos.

"Estoy a favor de los derechos de los animales tanto como estoy a favor de los derechos de los humanos. Es la manera de ser un humano completo." — Abraham Lincoln

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16 de noviembre de 2016

Nueva revisión sobre el lenguaje




Antes de nada, debo confesar que padezco el molesto hábito de revisar continuamente todas mis ideas —y las de otros— a la luz de la razón y la evidencia. Sé que esto resulta escandaloso e incomprensible para muchos. Pero yo no puedo aceptar creencias de cualquier tipo sin someterlas a un escrutinio permanente de acuerdo a la lógica y a los hechos. Esto implica la posibilidad de modificarlas o suspenderlas o anularlas si no pasan el examen racional. Por supuesto que esto no me salva a mí, ni a nadie que hiciera lo mismo, de creer en cosas erróneas. Debido a que todos estamos siempre sujetos a la posibilidad de error es por lo que me parece imperativo que analicemos todas nuestras creencias sin excepción para comprobar su validez.

Es necesario que señale ese punto porque en este artículo pretendo corregirme a mí mismo en parte.

He dedicado varias entradas al tema del lenguaje. La reflexión sobre el lenguaje es una tema recurrente en filosofía, ya que el lenguaje es la única manera de expresar los conceptos que maneja la filosofía. En el siglo XX, la reflexión sobre el lenguaje ocupó un puesto predominante gracias a la corriente analítica y al trabajo de pensadores como Ludwig Wittgenstein.

En mi artículo «Lenguaje y Especismo», que escribí hace ahora siete de años, analicé la influencia del especismo en el lenguaje. En ese artículo concluyo, entre otras cosas, que decir animales para referinos a los animales no humanos es una forma errónea de expresión, porque esa división tiene un origen especista y contradice la ciencia, la cual establece que los humanos son un tipo de animales y son no una categoría separada de los animales. Bien, ya no estoy acuerdo con esta tesis. He revisado el razonamiento y he llegado la conclusión de que mi juicio no era del todo correcto. Ahora explicaré por qué he cambiado de parecer.

Los presupuestos de los que partía aquel razonamiento me siguen pareciendo correctos: [1] aquella división lingüística tiene un origen especista y [2] no concuerda con la ciencia. Esto sigue siendo acertado. Ahora bien, a partir de estas dos premisas no se puede derivar lógicamente un rechazo al uso del término animales como sinónimo de animales no humanos. 

A partir de la primera premisa, estaba cometiendo una falacia genética, que consiste en valorar un elemento atendiendo a su pasado originario, antes de que el elemento existiera como tal, en lugar de valorar el elemento como entidad singular que existe en el presente y tiene su propia historia. El hecho de que la expresión "animales", como sinónimo de no-humanos, naciera por causa de un pensamiento especista no equivale necesariamente a que la expresión en sí misma sea especista. Hay que valorar la expresión en sí misma, por lo que significa, y no sólo por la causa anterior que la originara.

A partir de la segunda premisa, estaba cometiendo un error categorial al creer que el lenguaje coloquial debe ajustarse o coincidir necesariamente con el lenguaje científico. Esto no tiene por qué ser así. Son categorías diferentes. No existe en realidad tal cosa como "el lenguaje" sino que existen lenguajes que son diferentes y adaptados a cada ámbito de la vida. El uso coloquial del lenguaje no equivale al uso científico del lenguaje. Son dos contextos diferentes. Esto no significa que la coloquialidad justifique contradecir la ciencia. Sólo significa que el uso coloquial no sigue el mismo patrón de rigurosidad y exactitud que el lenguaje científico, y es un uso en el que prevalece la economía y la sencillez de expresión como prioridades.

Esta teoría sobre la diversidad de lenguajes obviamente no es mía sino que remonta por lo menos al trabajo de Ludwig Wittgenstein. Así lo explica James Robinson en su artículo «Wittgenstein, Sobre El Lenguaje»:
«Wittgenstein afirmó que su concepción del lenguaje en el Tractatus era demasiado general, demasiado estrecha y demasiado esencialista. El lenguaje opera de diferentes maneras; intentar reducir el lenguaje a esencias que obedecían sólo una clase de lógica era, finalmente, una idea errónea y distorsionante sobre cómo el lenguaje opera en la realidad.»
«En pocas palabras, Wittgenstein rechazó su anterior idea de que las palabras se entienden por lo que designan en la realidad, ya sea como referentes empíricos o representaciones pictóricas en la mente. Wittgenstein no cree ya que exista una estructura lógica del lenguaje (y del pensamiento), que corresponda a la estructura lógica del mundo de modo directo. Por el contrario, el uso del lenguaje implica el uso de numerosos tipos de estructuras, de modo que el significado de una palabra o enunciado depende del contexto en el cual es usada. Como sucintamente lo dice Wittgenstein “el significado de una palabra es su uso en el lenguaje”.»
Mi explicación se basa en reconocer una división contextual en el lenguaje basada en diferentes niveles, ya sea el nivel científico, filosófico, coloquial, u otros.

Cuando decimos "animales" específicamente para referirnos a los animales no humanos no estaríamos expresándonos de forma incorrecta ya que ese término es el que se usa en coloquialidad para referirnos a los animales no humanos. Se trata de una cuestión de economía del lenguaje, que es el principio que rige el lenguaje coloquial, pero que no rige igual en el lenguaje científico.

En la ciencia, la división tripartita de los elementos de la naturaleza entre minerales, vegetales y animales ya no está vigente. En la actualidad, los seres vivos se dividen en cinco reinos. Sin embargo, esto es irrelevante para el nivel coloquial. ¿Por qué? Porque el nivel de la realidad que manejamos en el lenguaje coloquial no necesita de esa nueva división.

En el lenguaje coloquial llamamos vegetal a cualquier ser vivo que no sea un animal. Y también llamamos animal a cualquier ser vivo que pueda sentir, aunque la clasificación científica de los animales no se base en la sintiencia. En filosofía tampoco usamos los términos del mismo modo que en la ciencia. Así, el error consiste en confundir el nivel científico con el nivel coloquial del lenguaje. La expresión coloquial no coincide con la científica, pero, en este caso, esto no afecta a la comprensión ni a la lógica del significado que se pretende expresar.

Es conocido el postulado de Guillermo de Ockham acerca de la simplicidad explicativa; el cual dice así:
«Pluralitas non est ponenda sine necessitate»  
«La pluralidad no se debe postular sin necesidad.»
Si estamos de acuerdo con este postulado, ¿por qué no se habría de aplicar también en el lenguaje? Si la ciencia necesita ampliar la división ontológica más allá de la división mineral/vegetal/animal es correcto que lo haga. Pero si nuestra vida cotidiana no lo necesita entonces no hay que razón que justifique obligar al abandono de la división tradicional si ésta resulta operativa. El uso coloquial no niega la ciencia; sólo funciona a otro nivel.

A nivel coloquial, el lenguaje funciona basado en el principio de economía, y es correcto que sea así aunque no coincida con la clasificación científica. Esto se aplica para la distinción entre humanos y animales; y para la distinción entre animales y vegetales. Es por esto que a nivel coloquial no sería erroneo ni especista decir "animales" para referirnos específicamente a los animales no humanos. Lo mismo se aplica a expresiones como "productos animales" o "productos de origen animal" y similares.

Debo aclarar, por si acaso, que no estoy apelando a la tradición como argumento. No estoy diciendo que el uso sea el correcto porque es el tradicional y porque es el tradicional debe ser el correcto. Nada más lejos de mi postura. Si menciono que determinado uso coloquial es tradicional, lo señalo sólo como característica descriptiva; no argumentativa. A nivel coloquial sería correcta la expresión tradicional que diferencia entre animales y humanos, pero no es correcta porque sea tradicional sino que es correcta porque resulta operativa a nivel coloquial. 

Es por todo esto por lo que he cambiado de forma de pensar sobre este punto. No creo estar haciendo ninguna concesión al especismo. Sólo estoy reconociendo que los mismos términos pueden significar de forma diferente según el uso contextual. Pienso que no existe en realidad un lenguaje especista sino más bien un uso especista del lenguaje.

Estoy de acuerdo con Igor Sanz en que debemos cuidar el lenguaje, porque el lenguaje conlleva ideas implícitas a los términos, pero yo no considero que el lenguaje establezca nuestra forma de pensar o nuestra forma de ver la realidad. El lenguaje es una mera herramienta del pensamiento; y el pensamiento existe y funciona de forma independiente a él. Cuando nos encontramos con nuevas realidades creamos nuevas palabras para describirlas.

No hay evidencia de que las palabras sean las que determinen nuestra forma de ver el mundo. No son las palabras las que modelan nuestra forma de pensar. En realidad son las categorías y los conceptos, a través de los cuales juzgamos los hechos materiales, los que vertebran nuestra mente. Las palabras se asocian a ideas y a experiencias, y surgen nuevas palabras para denominar a las nuevas realidades que conocemos.

Por ello considero que el lenguaje no es el asunto fundamental. El uso del lenguaje es sólo la consecuencia de una determinada forma de pensar, de una mentalidad. Tenemos tendencia a fijarnos más en las consecuencias que en las causas. Podríamos reformar completamente nuestro lenguaje pero aun así nuestra mentalidad quedaría intacta.

En un principio había pensado corregir aquel artículo que mencionaba al comienzo, pero me di cuenta de que eso no sería honesto, porque no se trataba de un mero error de escritura o de expresión, sino que era un cambio en mi pensamiento sobre este asunto. Así que decidí escribir esta nota al respecto. Además, siempre cabe la posibilidad de que me equivoque, y es mejor conservar diferentes perspectivas sobre una misma controversia para poder contrastarlas entre sí y seguir revisando las ideas.

Antes de cualquier debate debemos asegurarnos de que usamos los términos en el mismo sentido, o de lo contrario no podremos entendernos correctamente.

1 de noviembre de 2016

Entrevista a Donald Watson

Donald Watson leyendo una copia del primer boletín de la Vegan Society

Me parece que ésta fue la última entrevista que concedió Donald Watson. En realidad se trata de una versión abreviada de una entrevista mucho más larga que se puede leer aquí en inglés. La publiqué en Facebook en el año 2010 —no recuerdo por qué no la publiqué también en el blog— y había estado reposando en una página web de otra persona hasta que me la volví a encontrar de nuevo y pensé que debía compartirla aquí. Quizás para el año que viene traduzca la entrevista entera, que es bastante larga, aunque ya sabemos que el interés por la lectura de un texto suele ser inversamente proporcional al tamaño de su extensión.

Lo cierto es que esta misma entrevista ha sido traducida y publicada en otras páginas por Internet pero debo señalar que son traducciones un tanto dudosas y que se toman ciertas libertades fraudulentas de traducción. Un ejemplo: en alguna página traducen "meat eating" [comer carne] como "omnivorismo", lo cual es erróneo desde todo punto de vista. Ser omnívoro es una condición fisiológica y no un tipo de dieta; y no es la palabra que usa Donald Watson. Nos equivocamos si por traducir entendemos que esto significa reescribir lo que el autor dijo. 

He intentado que la traducción sea más fiel al texto original. Debemos respetar el testimonio de otras personas tal cual lo expresaron, independientemente de que nos guste o no. Existe una tendencia en todo traductor de reformar las palabras del autor que se traduce, pero es algo que deberíamos evitar.

Mi motivación al difundir esta entrevista no reside tanto en que yo estuviera de acuerdo con todo lo que se dice en ella sino en el valor histórico de su testimonio y en lo que podemos aprender de él.

Sin más préambulos, les dejo con las palabras de alguien que comenzó, junto con otros pioneros, un movimiento de justicia que ahora muchos intentamos continuar y difundir: el veganismo.

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Entrevista realizada el 15 de diciembre de 2002


¿Dónde y cuándo naciste?


Nací el 2 de septiembre de 1910 en Mexborough [South Yorkshire], en el seno de una familia que comía carne.

Cuéntame acerca de tu infancia.

Uno de mis más tempranos recuerdos son las vacaciones en la granja de mi tío George, donde estaba rodeado de animales interesantes. Todos ellos “daban” algo: el caballo de granja tiraba del arado, el caballo más ligero tiraba del cabriolé, las vacas “daban” leche, las gallinas “daban” huevos y el gallo era un útil “reloj despertador”. Por aquel tiempo no me daba cuenta de que él también tenía otra función. La oveja “daba” lana. Nunca pude entender qué “daban” los cerdos, pero ellos me parecían unas criaturas amigables, siempre se alegraban de verme. Entonces llegó el día en el que uno de los cerdos fue asesinado: todavía tengo vivos recuerdos del proceso entero, incluyendo los gritos, por supuesto.

Una cosa que me impactó fue que mi tío George, a quien apreciaba mucho, estuvo involucrado en ello. Decidí que las granjas, y los tíos, debían ser reevaluados: la idílica escena no era otra cosa que un proceso de muerte en cadena, donde los días de cada criatura eran numerados en el momento en el que dejaban de ser útiles para los seres humanos. Viví en casa durante 21 años, y durante todo aquel tiempo jamás oí una sola palabra de mis padres, mis abuelos, mis 22 tíos y tías, mis 16 primos, mis profesores o mi párroco sobre algo remotamente asociado con cualquier deber moral que nosotros pudiéramos tener hacia la “Creación de Dios”. Al dejar la escuela, fui con otro tío para ser aprendiz de carpintero. Cuando tenía 21 años, y debido al hecho de que éramos artesanos, nos encontramos con el bache económico de principios de los años 30, y descubrí que los artesanos podrían ser maestros de carpintería demostrando sus cualidades en la ciudad y los gremios. Con algunos problemas lo conseguí, y me gustó tanto el trabajo que nunca intenté obtener ninguna clase de ascenso.

Actualmente tienes 92 años y 104 días de edad. ¿A qué le atribuyes tu larga vida?

Me casé con una mujer de Gales, quien me enseñó un dicho galés: “Cuando todo el mundo corra, permanece tranquilo”, y parece que yo he estado haciendo esto desde entonces. Esa debe ser parte de la respuesta, porque mucha gente está corriendo hacia lo que yo veo como un suicidio, llevando a cabo hábitos que cualquiera sabe que son peligrosos. Siempre he aceptado que el mayor error del hombre es intentar volverse carnívoro, contrario a la ley natural.

Inevitablemente, supongo, en los próximos diez años una mañana no me levantaré. ¿Entonces qué? Habrá un funeral, habrá un pequeño grupo de gente en él y, como Shaw predijo para su propio funeral, también estarán los espíritus de todos los animales que nunca comí. En tal caso, !será un gran funeral!

¿Cuándo te hiciste vegetariano?

Fue en una resolución que tomé en el día de año nuevo de 1924, así que no he comido carne o pescado en 78 años.

Háblame sobre los primeros días de la Vegan Society

En los dos años previos a que formáramos un grupo democrático, fui yo quien literalmente se hizo cargo de todo. De la respuesta que obtuve —cientos de cartas—siento que si yo no hubiera formado la organización algún otro lo habría hecho, aunque habría tenido un nombre diferente. La palabra “vegan” fue inmediatamente aceptada y formó parte de nuestra lengua y ahora está en casi cada diccionario del mundo, supongo. No puedo evitar el comparar nuestra atractiva revista trimestral con mi humilde “Vegan News” la cual produje con mucho trabajo. Normalmente pasaba una noche entera reuniendo las distintas páginas y grapándolas juntas. Limité el número de suscriptores a quinientos, porque no podía hacer frente a un número mayor. Comparada con la democracia, la dictadura tiene ventajas evidentes. En los primeros días de la “Vegan News” pude hacerlo todo a mi manera. No creo que pudiera haber sobrevivido si hubiera tenido que escribir a la poca gente preocupada y preguntarles por su opinión. No tenía teléfono ni coche —sólo podía esperar que ellos entendieran mi propósito, hasta que le cedí el trabajo a un comité.

¿Tiene algo que ver tu veganismo con creencias religiosas que puedas tener?

Nunca tuve ninguna profunda. Nunca he sido lo bastante inteligente para ser ateo —pero sí un agnóstico. Algunos teólogos creen que Cristo fue un esenio. Si él lo fue entonces era vegano. Si estuviera vivo hoy, sería un propagandista vegano itinerante en lugar de ser el predicador itinerante de aquellos días, difundiendo el mensaje de compasión. Entiendo que ahora hay más veganos sentados en la comida de los domingos que anglicanos atendiendo el servicio matutino del domingo. Creo que los anglicanos deberían alegrarse por la buena noticia de que al menos alguien está practicando el elemento esencial de la religión cristiana: la compasión.

¿Qué encuentras más difícil en el hecho de ser vegano?

Bueno, supongo que es el aspecto social: excomulgándome a mí mismo de esa parte de la vida en la cual la gente se reúne para comer. La única forma en la que este problema puede suavizarse es que el veganismo sea cada vez más y más aceptable en pensiones, hoteles, dondequiera que uno vaya, mientras espera que algún día se convierta en la norma.

Y la otra cara de la moneda: ¿Qué te parece lo más fácil de ser vegano?

La gran ventaja de tener una conciencia limpia, y el creer que los científicos deben aceptar ahora la conciencia como parte de la ecuación científica.

¿Cómo de importante ha sido la jardinería en tu vida?

Cuando vivía en Leicester un amigo mío me dejó usar una parcela. Cuando los cultivos maduraban, tenía que llevarlos cuatro millas al otro lado de la ciudad. Cuando tuve la suerte de obtener un trabajo en Keswick, conseguí una casa con un acre de jardín, lo cual fue un sueño hecho realidad. Mis cubos de abono se llenan con todas las malas hierbas, césped segado, restos de vegetales del jardín, hojas muertas —ningún abono animal. Por cierto, todo lo que cavo lo hago con una horquilla —no una pala— para proteger a las lombrices.

¿Cuál es tu opinión sobre los organismos genéticamente modificados?

Como dice el viejo proverbio, si algo parece demasiado bueno para ser verdad, probablemente es demasiado bueno para ser verdad, y estoy seguro de que esto es un clásico ejemplo, sin contar con la irreversible naturaleza genética de lo que es nuestro suministro de comida básico en el futuro.

¿Cuál es tu opinión acerca de los deportes sangrientos?

Es lo más bajo a lo que se puede llegar. Aunque pudiera ser necesario, estando ya metidos en este lío, el tener que matar a algunas criaturas por su propio bien, el matar criaturas por diversión debe ser la peor bajeza moral.

¿Cuál es tu opinión sobre los experimentos en animales?

Dije que los deportes crueles son lo más bajo a lo que se puede llegar, pero creo que los tendré que subir un poco hacia arriba y poner la vivisección en el fondo. Algo que siempre deberíamos preguntar cuando creemos que la crueldad está ampliamente delegada en gente que la lleva a cabo, es la sencilla cuestión ¿si esos matarifes y vivisectores no estuvieran allí, podríamos llevar a cabo las acciones que ellos están cometiendo? Si no podríamos, no tenemos derecho alguno a esperar de ellos que hagan esas cosas por nosotros. La mayoría de medicinas ortodoxas se testan en animales, y quizás sea ésta la mayor incoherencia en vegetarianos y veganos que toman medicinas ortodoxas; una incoherencia todavía mayor que la de vestir piel o lana, porque éstos son subproductos de una industria que se dedican principalmente a suministrar carne.

¿Qué opinas acerca de la acción directa?

Nunca me he involucrado en ello. Respeto enormemente a la gente que lo hace, creyendo que es la más directa y rápida manera de alcanzar sus fines. Si yo fuera un animal en una jaula de vivisección, agradecería a la persona que la rompiera y me liberara, pero, habiendo dicho esto, siempre debemos recordar: ¿Es posible que nuestro acto pudiera ser contraproducente? No diré ni “sí” ni “no”, puesto que no conozco la respuesta.

¿Qué consideras el mayor logro de tu vida?

Conseguir aquello que me propuse: sentir que fui un instrumento para comenzar un estupendo nuevo movimiento, el cual no sólo pudiera cambiar el curso de las cosas para la humanidad y el resto de la creación, sino además alterar las expectativas de supervivencia del hombre en este planeta.

¿Tienes algún mensaje para las muchas miles de personas que ahora son veganas?

Que adopten una perspectiva global de lo que el veganismo significa —algo más que encontrar una nueva alternativa a la tostada de huevos revueltos o una nueva receta para el pastel de Navidad. Que tomen consciencia de que están en algo realmente importante, algo que no se había intentado hasta hace 60 años, y algo que responde razonablemente a cada crítica que se le hace a cualquier nivel. Eso no implica semanas o meses estudiando tablas nutricionales o leyendo libros de los así llamados expertos —significa asimilar unos pocos hechos simples y aplicarlos.

¿Tienes algún mensaje para los vegetarianos?

Que acepten que el vegetarianismo es sólo un paso intermedio entre el consumo de carne y el veganismo. Habrá veganos que hicieron el cambio de una sola vez, pero estoy seguro de que para mucha gente el vegetarianismo es un punto de parada necesario. Todavía soy un miembro de la Vegetarian Society para seguir en contacto con el movimiento. Estuve encantado de saber que en la Conferencia Vegetariana Mundial en Edimburgo la dieta fue una dieta vegana y que los delegados no tuvieron otra opción. Esa pequeña semilla que planté hace 60 años está haciendo sentir su presencia.

¿Qué piensas sobre la manera en la que la Vegan Society se ha desarrollado desde que la estuviste dirigiendo?

Mejor de lo esperado, ciertamente. El genio está ahora fuera de la botella y nadie lo puede volver a meter en los ignorantes días anteriores a 1944, cuando esta semilla fue plantada por gente llena de esperanza. Ahora en cualquier lugar que el hombre viva, puede tener una dieta vegana. Todo el trabajo pionero fue hecho por voluntarios. En cierta manera, todos a quienes la organización ha pagado para hacer el trabajo de oficina han sido voluntarios. Incluso nuestro jefe ejecutivo tiene un salario por debajo de cualquier otro en el sector comercial. Porque no nos podemos permitir más. Así que la Vegan Society siempre ha sido apoyada por la labor voluntaria. Y estamos enormemente agradecidos a esa gente, porque sólo el cielo sabe qué pasaría si todos ellos se marcharan.

¿En qué dirección opinas que debería ir la Vegan Society en el futuro?

Declino proponer cualquier sugerencia a un movimiento que parece ir marchando tan bien y propagándose por todo el mundo. El edificio que ha sobrevivido a toda clase de ataques antes de que nosotros empezáramos nuestro trabajo se está ahora derrumbando debido a la propia debilidad inherente a su estructura. No sabemos qué progresos espirituales podría tener el veganismo a largo plazo —durante generaciones— sobre la Humanidad. En verdad esto daría lugar a una civilización diferente, y la primera en toda nuestra historia que verdaderamente mereciera el nombre de civilización.

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