24 de mayo de 2021

Acotaciones a la filosofía de Richard Ryder


En esta entrada quería exponer unas observaciones críticas sobre la filosofía de Richard Ryder. Para ello utilizaré un artículo divulgativo escrito por el propio Ryder y titulado «Todos los seres que sienten dolor merecen derechos humanos» en el que explica un breve síntesis de su doctrina moral que él mismo denomina como «dolorismo» [painism en inglés]. Ryder es conocido sobre todo por haber acuñado el término «especismo» pero tengo la impresión de que pocos conocen la doctrina filosófica que ha desarrollado posteriormente.

A mi modo de ver, las ideas de Ryder se convergen en gran medida con el utilitarismo negativo de Karl Popper, pero con algunas peculiaridades propias, como la de incluir a los animales en la comunidad moral, y también con algunas diferencias importantes respecto de ideas que suelen formar parte de la doctrina utilitarista, como son el agregacionismo y el consecuencialismo; al menos teóricamente.

El pensamiento de Ryder se encuentra dentro de la tradición ideológica del bienestarismo que arranca con Jeremy Bentham y se consolida con Peter Singer, que son filósofos utilitaristas. Si bien, otros autores bienestaristas tienen su propia perspectiva particular que no tiene que coincidir necesariamente con el utilitarismo, aunque todos ellos parecen estar al menos de acuerdo en el que el bien máximo es el bienestar o la felicidad, al cual se debe supeditar todo lo demás.

Así pues, procedo a acotar el texto de Ryder, párrafo a párrafo, creando de este modo un contratexto.

«La palabra especismo me vino mientras estaba yo tomando un baño en Oxford hace unos 35 años. Era como el racismo o el sexismo, un prejuicio basado en diferencias físicas moralmente irrelevantes. Desde Darwin hemos conocido que somos animales humanos relacionados con todos los otros animales a través de la evolución; ¿Cómo, entonces, podemos justificar nuestra opresión casi total sobre las otras especies? Todas las especies animales pueden sufrir dolor y angustia. Los animales gritan y se retuercen como nosotros; sus sistemas nerviosos son similares y contienen las mismas sustancias bioquímicas que sabemos que están asociadas con la experiencia del dolor en nosotros mismos.»

En efecto, contamos con suficiente evidencia científica para afirmar razonablemente que todos los animales vertebrados y la mayoría de invertebrados son seres conscientes. Por tanto, discriminarlos de nuestra consideración moral sólo por no ser humanos se convierte en una discriminación arbitraria. No presento objeción a lo que expone Ryder en este párrafo; excepto añadir que los animales en tanto sujetos no sólo experimentan dolor y angustia, sino todo un abanico de sensaciones, emociones y sentimientos, como el placer, la alegría o la felicidad. Además, los animales no simplemente tienen experiencias mentales como si fueran meros sujetos pasivos sino que también generan intenciones, propósitos y deseos. Los animales son pues agentes en el sentido básico de que son seres intencionales.

«Nuestra preocupación por el dolor y la angustia de los demás debería extenderse a cualquier doloriente —sintiente del dolor— independiente de su sexo, clase, raza, religión, nacionalidad o especie. De hecho, si los extraterrestres del espacio exterior resultan ser dolorientes, o si alguna vez fabricamos máquinas que son dolorientes, entonces tenemos que ampliar el círculo moral para incluirlos. La dolorancia es la única base convincente para atribuir derechos o, de hecho, intereses a otros.»

Aquí nos encontramos con el primer punto controvertido en la filosofía de Ryder; el cual coincide con el pensamiento de Bentham y de Singer. En una entrevista, Ryder definió el dolor como «cualquier forma de sufrimiento o experiencia negativa, incluyendo el miedo, el estrés y el aburrimiento, así como el dolor puramente físico. Cosas como la injusticia, la inequidad y la pérdida de libertad causan naturalmente dolor». Ryder habla específicamente de dolor aunque luego en su trabajo define el dolor de la forma más amplia posible; más cerca de lo que muchos entenderíamos como sufrimiento subjetivo. Sin embargo, me parece arbitrario que se reduzca la consideración moral al dolor o al sufrimiento. Los seres dotados de sensibilidad no se preocupan sólo del dolor o el sufrimiento. De hecho, un ser consciente puede aceptar grados de sufrimiento con tal de lograr algún otro objetivo que considera deseable. Ryder parece tener en cuenta su perspectiva particular y no los intereses de los individuos. ¿Y si un ser consciente no puede sentir dolor o sufrimiento? Hay sujetos que padecen un trastorno que les incapacita para sentir dolor. Otros son incapaces de sentir tristeza u otras experiencias subjetivas. No por ello dejan de valorar su supervivencia y bienestar. No puedo estar racionalmente de acuerdo en que la consideración moral sea reducida al dolor o al sufrimiento, por muy amplia que se pretenda su definición.

«Muchas otras cualidades, como el valor intrínseco, se han sugerido. Pero el valor no puede existir en ausencia de la consciencia o potencial consciencia. Por lo tanto, las rocas y los ríos y las casas no tienen intereses y derechos propios. Esto no significa, por supuesto, que no sean de valor para nosotros, y para muchos otros dolorientes, incluidos aquellos que los necesitan como hábitat y que sufrirían sin ellos.»

El dolor es una manifestación primaria de la conciencia pero la conciencia puede existir sin el dolor. El hecho de que un individuo no pueda sentir dolor no significa que no sea consciente ni que no posea un valor inherente puesto que igualmente valora su propia vida. El dolor es un mecanismo neurobiológico para alertar al sujeto de la presencia de una amenaza o un daño contra su vida y su integridad física. Hay humanos que no pueden sentir dolor por un defecto congénito, lo que les incapacita para alertar amenazas sobre su integridad física, pero eso no les arrebata su estatus de seres conscientes ni la capacidad de experimentar otras sensaciones, emociones y sentimientos.

«Se han propuesto muchos principios e ideales morales durante siglos: la justicia, la libertad, la igualdad, la fraternidad, por ejemplo. Pero estos son meros peldaños hacia el bien supremo, que es la felicidad; y la felicidad se consigue más fácilmente mediante la liberación de todas las formas de dolor y sufrimiento —utilizando la palabra dolor y sufrimiento indistintamente. De hecho, si uno lo piensa detenidamente se puede ver que la razón por la cual estos otros ideales se consideran importantes es que la gente ha creído que son esenciales para el destierro del sufrimiento. De hecho, algunas veces tienen este resultado, pero no siempre.»

Señalar que el bien supremo es la felicidad nos plantea el problema inicial de a qué nos referimos con bien supremo y con felicidad. Para Ryder está claro que la felicidad incluye como mínimo eliminar dolor y sufrimiento en general. Este planteamiento es muy problemático porque, para empezar, ni siquiera parece plausible que tal cosa sea  remotamente posible siquiera; que sea posible mantener una existencia consciente autónoma sin esos fenómenos. Dolor y sufrimiento son experiencias subjetivas que ha surgido evolutivamente para adaptar al organismo consciente al mundo externo. Las personas que padecen los trastornos que he mencionado anteriormente no pueden sobrevivir sin ser completamente dependientes de otros, puesto que carecen de los mecanismos básicos para dirigir su vida sin lesionarse constantemente. Aparte de esto, no estoy de acuerdo en que principios como justicia, igualdad, libertad, fraternidad sean moralmente legítimos porque nos aporten felicidad, ni que los busquemos simplemente para lograr la felicidad. De hecho, tratar de implantar estos principios puede traernos una vida menos feliz. Muchos que lucharon por esos principios no obtuvieron felicidad sino una vida llena de disgustos, pero esto no los detuvo.

«¿Por qué enfatizar el dolor y otras formas de sufrimiento en lugar del placer y la felicidad? Una respuesta es que el dolor es mucho más potente que el placer. ¿No preferiría evitar la tortura de una hora que obtener la felicidad de una hora? El dolor es el único y verdadero mal. ¿Qué pasa entonces con el masoquista? !La respuesta es que el dolor le da un placer que es mayor que su dolor!»

Me parece que aquí Ryder confunde moramente aceptable con subjetivamente deseable. Que X sea subjetivamente deseable no significa que X sea moralmente aceptable. Ryder está incurriendo en una versión de la falacia naturalista. La falacia se basa en creer que se pueden moralizar hechos naturales en sí mismos. Esta moralización es racionalmente ilegítima en el momento en que se hacen pasar criterios subjetivos como si fueran normas objetivas. Yo prefiero leer un libro, casi cualquier libro, antes que asistir a una carrera de motos, pero eso no convierte las carreras de motos en un hecho moralmente malo. Además, que un masoquista desee el dolor porque le provoca placer no lo hace moralmente aceptable bajo la perspectiva de Ryder. Si el dolor es moralmente malo en sí mismo sigue siendo algo malo aunque incidentalmente provoque un bien. Si Ryder insiste en que el dolor, aunque sea un mal, puede ser moralmente permisible infligirlo porque provoca un bien, que identifica con el placer, entonces nada nos impide dentro de este contexto infligir dolor a un individuo para que otro obtenga un placer de ello.

«Uno de los principios importantes del dolorismo —el nombre que doy a mi enfoque moral— es que debemos concentrarnos en el individuo, ya que es el individuo —no la raza, la nación o la especie— quien padece el sufrimiento real. Por esta razón, los dolores y placeres de varios individuos no pueden significativamente ser agregados, como ocurre en el utilitarismo y la mayoría de las teorías morales. Uno de los problemas con la visión utilitarista es que, por ejemplo, el sufrimiento de la víctima de una violación en grupo se puede justificar si la violación da una mayor suma total de placer a los violadores. Pero la conciencia, sin duda, está delimitada por los límites del individuo. Mi dolor y el dolor de los demás son así en categorías separadas; no se puede sumar o restar unos a otros. Son mundos aparte.»

Ciertamente es el individuo quien experimenta las sensaciones, emociones y demás experiencias subjetivas, también conocidas como qualia. Las experiencias mentales no existen en el vacío sino son generadas por un sistema nervioso. Por tanto, como bien señala Ryder, esas experiencias no se pueden sumar, al igual que no se pueden sumar los individuos. Puedes sumar números —puedes sumar números que has asignado a cada individuo— pero los individuos, y sus experiencias, no se pueden sumar. En este punto estoy de acuerdo con el enfoque de Ryder, salvo en lo de exclusivizarse en el dolor. Por lo demás, me parece muy acertada su crítica al agregacionismo, esto es, la idea de que los individuos y sus experiencias pueden ser agregadas —sumadas— para hipostasiar una nueva entidad como fruto de esa suma que supera en valor moral al valor que poseen los individuos singulares.

«Sin experimentar directamente los dolores y placeres no estarían realmente aquí —contaríamos meramente con sus cáscaras. Así, por ejemplo, infligir 100 unidades de dolor en un individuo es, a mi modo de ver, mucho peor que infligir una sola unidad de dolor a mil o un millón de personas, a pesar de que el total de dolor en este último caso es mucho mayor. En cualquier situación debemos preocuparnos principalmente por el dolor del individuo, que es el máximo sufriente. No importa, moralmente hablando, quién o qué es la víctima que más sufre  —ya sea humano, no-humano o una máquina. El dolor es el dolor, independientemente de su anfitrión.»

Aquí el autor incurre en juicios puramente subjetivos. Que a Ryder le parezca mejor o peor determinado hecho no supone ningún argumento. Además, se contradice a sí mismo respecto al párrafo anterior cuando habla sobre "el total del dolor". El dolor de diferentes individuos no se puede sumar. Aparte de esto, la cuestión es qué legitimidad moral tenemos para infligir dolor a alguien. El dolor no es más que un mecanismo neurobiológico de advertencia que causa desagrado en el sujeto. Si en efecto cada individuo es un ser que posee valor moral entonces tenemos que aportar una razón que justifique cualquier acción que hagamos sobre él que afecte a sus intereses. Además de esto, no me parece apropiado hablar de que el dolor tiene anfitrión como si el dolor fuera una realidad independiente del sujeto que llega desde algún otro lugar. Ryder es muy crítico con el utilitarismo pero luego repite algunos de sus defectos, como el de considerar al individuo como un simple receptor de experiencias que pareciera que existen por sí mismas.

«Por supuesto, cada especie es diferente en sus necesidades y en sus reacciones. Lo que es doloroso para algunos no lo es necesariamente para otros. Así que podemos tratar diferentes especies de manera diferente, pero siempre debemos tratar igual a quienes sufren por igual. En el caso de los no-humanos, los vemos despiadadamente explotados en granjas industriales, en los laboratorios y en la naturaleza. Una ballena puede tardar 20 minutos en morir después de haber sido arponeada. Un lince puede sufrir por una semana con la pierna rota en una trampa dentada de acero. Una gallina enjaulada vive toda su vida sin poder siquiera estirar las alas. Un animal en una prueba de toxicidad, envenenado con un producto doméstico, puede permanecer en agonía durante horas o días antes de morir.»

Los seres conscientes no sólo tienen un interés en evitar el dolor y el sufrimiento; también poseen un deseo básico de continuar viviendo. Ryder sigue sin explicarnos por qué debemos centrarnos exclusivamente en el dolor y el sufrimiento. Fijémonos en que Ryder no cuestiona aquí la existencia de la explotación y la esclavitud sobre los animales. Sólo le preocupa el sufrimiento. No creo que nos resulte ninguna sorpresa descubrir que Ryder ha apoyado durante su trayectoria como activista la existencia de normativas de 'bienestar animal' con la excusa de que podían servir para reducir el sufrimiento de los animales. Por desgracia, esas normativas más bien han ayudado a perpetuar el sufrimiento de los animales perpetuando su explotación. 

«Estos son los principales abusos que causan gran sufrimiento. Sin embargo, todavía se justifican con el argumento de que estos dolorientes no son de la misma especie que nosotros mismos. !Es casi como si algunas personas no hubieran oído hablar de Darwin! Tratamos a los otros animales no como parientes sino como a cosas insensibles. No se nos ocurriría tratar a nuestros bebés, o adultos mentalmente discapacitados, de esta manera; sin embargo, estos seres humanos a veces son menos inteligentes y menos capaces de comunicarse con nosotros de lo que lo son algunos no-humanos explotados.»

Es cierto que la violencia sobre los animales se pretende justificar alegando que ellos no son humanos, que no son de nuestra especie —esto es el especismo— pero no es cierto que se justifique solamente por esto, sino que también se intenta justificar alegando que se hace todo lo posible por reducir o eliminar el sufrimiento que les infligimos al utilizarlos, o que se intenta evitar el sufrimiento de los humanos. Si el problema moral reside en el dolor y el sufrimiento, como defiende Ryder, entonces si eliminamos el dolor y el sufrimiento —o al menos lo reducimos— entonces no podríamos plantear una objeción moral al hecho mismo de utilizar a los animales para nuestro beneficio, siempre que lo hagamos tratando de no causarles dolor o sufrimiento, aunque luego tal propósito resulte imposible de llevar a cabo.

«La simple verdad es que explotamos a los otros animales y les causamos sufrimientos porque somos más poderosos que ellos. ¿Esto significa que si los alienígenas mencionados aterrizaran en la Tierra y resultaran ser mucho más poderosos que nosotros, les permitiríamos —sin discusión— que nos persigan y maten por deporte, experimenten sobre nosotros o nos críen en granjas industriales y nos conviertan en sabrosas hamburguesas humanas? ¿Aceptaríamos su explicación de que es perfectamente moral para ellos hacer todas estas cosas ya que no somos de su especie?»

Yo no diría que explotamos a los animales porque seamos más poderosos que ellos. No creo que el poder sea una causa en sí misma. Es cierto que algunas posiciones especistas argumentan que tenemos derecho a explotarlos porque somos más poderosos que ellos —la idea de que el poder es lo que crea el derecho— pero entiendo que la causa de tal comportamiento no es el poder en sí mismo sino que es el deseo de obtener un beneficio, combinado con el prejuicio de considerar a los animales como objetos o seres inferiores que existen para satisfacer nuestros deseos y necesidades —un prejuicio que nos ha sido inculcado a través de la socialización y la educación desde la infancia.

«Básicamente, todo se reduce a la fría lógica. Si vamos a preocuparnos por el sufrimiento de otros seres humanos entonces lógicamente hay que preocuparse por el sufrimiento de los no-humanos también. Es el despiadado explotador de animales, y no el proteccionista de animales, quien está siendo irracional, mostrando una tendencia sentimental a poner su propia especie en un pedestal. Todos nosotros, gracias a Dios, sentimos una chispa natural de simpatía por los sufrimientos de los demás. Tenemos que coger esa chispa y avivarla en el fuego de la compasión racional y universal.»

La lógica no es fría ni caliente. Yo estaría de acuerdo en que es la lógica lo que fundamenta la moral y no los gustos ni los sentimientos ni las costumbres ni el beneficio. A menudo se acusa a los animalistas de que su preocupación por los animales incurre en el sentimentalismo, pero lo cierto es que son los defensores de la explotación animal quienes apelan sistemáticamente a las emociones para defender su posición. Por ejemplo, nos preguntan si preferimos que muera nuestra madre o que muera un ratón al que no conocemos de nada; asimismo proclaman que si dejamos de utilizar a los animales en la ciencia entonces eso perjudicaría a humanos que dejarán de beneficiarse de avances médicos como resultado de esa investigación, es decir, apelan a nuestras emociones blandiendo el sufrimiento de los humanos, pero ¿qué pasa con el sufrimiento de los animales? Por otro lado, si poseemos una tendencia natural a la simpatía o la empatía por los intereses de otros individuos no me parece que sea por obra de ningún dios sino como consecuencia de un proceso de evolución biológica que nos ha dotado de un sentido de moralidad.

«Todo esto tiene implicaciones, por supuesto. Si traemos gradualmente a los no-humanos dentro del mismo círculo moral y legal en el que estamos nosotros mismos entonces no podremos explotarlos como nuestros esclavos. Se ha avanzado mucho con la nueva legislación europea en décadas recientes, pero aún queda un largo camino por recorrer. Algún reconocimiento internacional del estatus moral de los animales existe desde hace largo tiempo. Existen diversos tratados de conservación, pero nada a nivel de la ONU, por ejemplo, que reconozca los derechos, intereses o el bienestar de los propios animales. Esto debe, y creo que lo hará, cambiar.»

Creo que Ryder olvida que la consideración moral en la que incluimos a los humanos no se preocupa sólo por el dolor y el sufrimiento sino por todos los intereses básicos de los individuos, además de reconocer que los individuos poseen una dignidad; lo cual significa que no pueden ser tratados como objetos o meros recursos. Pienso que Ryder se equivoca al decir que la legislación ha avanzado para incluir a los animales en la comunidad moral; si tenemos en cuenta que esa legislación se ha dedicado principalmente a regular la manera en que los humanos explotan a los animales. El ordenamiento jurídico sigue considerando a los animales como objetos y propiedades de los humanos. No ha habido progreso. Dudo mucho que nada vaya a cambiar de manera significativa para los animales mientras nos preocupemos exclusivamente por el dolor y el sufrimiento y no reconozcamos a los animales no humanos sintientes como personas.

Para terminar, aunque si bien la teoría de Ryder parte de rechazar la discriminación del especismo, no obstante su propuesta sigue siendo un planteamiento bienestarista que no reconoce el criterio material de la conciencia sensitiva ni la personalidad moral de los animales y resulta claramente insuficiente para evitar los errores de las otras propuestas bienestaristas; que no se oponen a la dominación humana ni reconocen derechos morales a los animales.

Sé que no es justo juzgar una doctrina sólo en base a un texto divulgativo, pero creo que al menos esta nota puede servir para hacernos una idea aproximada de la filosofía de Richard Ryder y de por qué no sería compatible con el veganismo y la ética de derechos.