17 de julio de 2016

«Bienestar Animal vs. Liberación Animal»


En esta ocasión me gustaría compartir un artículo del biólogo y activista brasileño Sergio Greif sobre la diferencia fundamental entre la posición del Bienestar Animal y el ideal de la Liberación Animal. Es un escrito que me ayudó a comprender esta diferencia, hace ya unos cuantos años, y creo que sigue teniendo el mismo valor didáctico. El texto estaba disponible en varias páginas, pero resulta que éstas han desaparecido o se han renovado eliminando dicho texto; por lo cual he decidido recuperarlo para el blog con el permiso de su autor.

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BIENESTAR ANIMAL vs. LIBERACIÓN ANIMAL

Sergio Greif



Bienestar Animal y Liberación Animal son términos que muchas veces se confunden, especialmente cuando no se está compenetrado en el tema. No porque su diferencia sea demasiado sutil, sino porque ambos aparentemente tienden a alcanzar un mismo ideal, aunque las concepciones, conceptos y argumentos se distinguen demasiado.

Para entender ambos términos tenemos que comprender antes qué son los derechos de los animales. La Declaración Universal de los Derechos de los Animales, proclamada en asamblea de la UNESCO el 27 de enero de 1978, en Bélgica, dice en su primer artículo "Todos los animales nacen iguales ante la vida y poseen el mismo derecho a la existencia"; consideraciones acerca de la igualdad de derechos se mantienen también en el artículo segundo: "Todo animal tiene el derecho al respeto; el hombre, en cuanto especie animal, no puede atribuirse el derecho de exterminar los otros animales o explotarlos, violando este derecho. Tiene el deber de colocar su conciencia al servicio de los animales; Cada animal tiene el derecho a la consideración, a la cura y a la protección por el hombre". 

Esta declaración se mantiene consistente desde el primer al séptimo artículo. En los mismos se sostiene que: Ningún animal debe ser sometido a actos crueles, y que estos tienen derecho a la eutanasia si fuera necesario; que los animales salvajes tienen el derecho de gozar de su ambiente natural, y que la captura de estos animales es antiética, aún para finalidades educacionales; declara también los derechos de los animales domésticos a no ser explotados, especialmente para fines mercantiles; establece que los animales deben morir de causas naturales, y que los animales domesticados jamás deben ser abandonados; y también que los animales que trabajan tienen derecho a la alimentación y al reposo adecuados. 

Hasta el séptimo artículo de la Declaración Universal de los Derechos de los Animales, bienestaristas de animales y liberacionistas de animales tienen poca diferencia, excepto quizá que algunos de los bienestaristas no tienen problema en aprisionar animales silvestres, si hubiere de por medio una propuesta educacional; Y que por otro lado, algunos de los liberacionistas temen los abusos que puedan cometerse debido al establecimiento de la eutanasia como medio de aliviar el sufrimiento animal, dado que algunos propietarios de animales podrían preferir recurrir a la eutanasia en vez de un tratamiento que sea más costoso que el precio de la adquisición de un nuevo animal. 
  
La Declaración Universal de los Derechos de los Animales contiene también siete artículos más, algunos de ellos muy buenos: El décimo artículo, por ejemplo, el entretenimiento a costa de los animales, los espectáculos que utilizan animales y su exhibición, son condenados; el undécimo artículo declara que matar a un animal sin necesidad es un biocidio, o sea, un delito contra la vida; y el duodécimo viene a complementarlos, pues declara que matar a muchos animales silvestres o destruir su ambiente es un genocidio. El decimotercero y decimocuarto artículos son también compatibles con la idea hasta entonces expuesta sobre los derechos de los animales. 

Sin embargo, dos artículos son incompatibles con todos los demás, y probablemente fueron insertados porque los legisladores eran bienestaristas de animales, y no liberacionistas; y quizá no hayan pensado más profundamente sobre lo que escribían, o no quisieron crear polémica o actuar contra los intereses de una mayoría, incluso los suyos propios. En el octavo artículo leemos "La experimentación animal que implique un sufrimiento físico, es incompatible con los derechos del animal, sea esta una experimentación médica, científica, comercial o cualquier otra; las técnicas substitutivas deben ser utilizadas y desarrolladas" y en el noveno artículo leemos "En el caso del animal criado para servir como alimentación, debe ser nutrido, alojado, transportado y muerto sin que para él resulte ansiedad o dolor". 

En estos dos últimos artículos reside en mi opinión casi toda la discordancia entre bienestaristas y liberacionistas. Analicemos, sin abandonar la Declaración, cuán antagónicos son estos dos artículos en relación con todos los demás: "Todos los animales nacen iguales ante la vida y poseen el mismo derecho a la existencia" (Art.1), excepto entonces si son animales criados para fines alimenticios, desde que deberían ser nutridos, alojados, transportados y muertos sin ansiedad o dolor (Art. 9), un hecho imposible dada la naturaleza de la matanza. No parecen merecer el mismo "derecho a la existencia". Dice la Declaración que puede tomarse un animal saludable, violar su cuerpo con intervenciones y drogas, y todo el proceso no provocarle al animal sufrimiento físico –y de hecho, no hay manera de aliviar el sufrimiento de otro sino es preguntando. 

Para los partidarios del Bienestar Animal, el derecho a la existencia individual de cada animal no es relevante, aunque declaren casi siempre que los animales deben ser tratados con dignidad. Los liberacionistas reconocen este derecho a la vida como inalienable, intrínseco al animal, como lo es en el hombre; Son fieles al segundo artículo: "Todo animal tiene derecho al respeto [¿y comerlo no sería una falta de respeto?]; el hombre, en cuanto especie animal, no puede atribuirse el derecho de exterminar a los otros animales o explotarlos, violando este derecho —estos derechos deben ser inalienables, sin importar nuestros intereses particulares. Los liberacionistas son fieles al segundo artículo, pero los bienestaristas no. 

La corriente de pensamiento predominante en la actualidad preconiza que matar a un animal, si no interfiere con el medio ambiente o con la conservación de la especie, no está mal. Es un hecho para muchas especies de animales pero no para todas. Generalmente, las personas se sensibilizan con la muerte individual de un perro o un gato, o de algún animal por el que sienten afinidad, pero poco importan las centenas de cabezas de ganado y millares de pollos abatidos todos los días, sólo en los mataderos municipales de su ciudad, desde que las especies Bos zebus y Gallus gallus no están amenazadas de extinción. 

De cualquier manera, la Declaración deja claro que existen el biocidio y el genocidio, y que son ambos éticamente errados. ¿Porqué las personas se preocupan en que no se extingan las especies, pero poco o nada se preocupan por los animales en el ámbito individual? Probablemente, el pensamiento ecológico que floreció en la década de los 60´ contribuyó mucho en ello, pues le mostró al pueblo el valor de la biodiversidad para la conservación del equilibrio, que, de quebrarse, tendría consecuencias nefastas incluso para el hombre, y no el valor intrínseco, de la vida individual. Tenemos hoy una concepción utilitarista de la vida. 

Esta concepción es cruel, porque toma al hombre como parámetro para decidir quién debe vivir o morir. Lo simpático habrá de vivir, lo indiferente podrá morir. Si pensáramos de esta manera en términos de humanos, matar diez chinos con cierta regularidad no acarrearía un problema ético, porque son más mil millones de personas que garantizan la supervivencia de todo el pueblo. Pero si descontáramos nuestro raciocinio egoísta, veríamos a cada chino como un individuo distinto de todos los demás, cuya vida individual merece respeto. Para cada chino individual, no será un consuelo saber que aunque a él lo estén matando, su raza permanecerá numerosa, ofreciendo más individuos para ser matados con regularidad. 

No es por una cuestión de mal gusto que comparamos animales y humanos: En lo que se refiere al interés por su propia vida, ambos son idénticos. Por otro lado, no hay fundamento consistente para defender diferencias que los tornen menos sensibles o que de alguna manera les atribuyan un estatus inferior al de los otros, que no se pueda usar también para justificar el racismo. Si dejamos de lado el antropocentrismo y las ideas de supremacía humana que las religiones defienden, ¿qué le quedará al hombre para autoafirmarse? Bueno, las religiones no pueden ser consideradas ampliamente en una argumentación, dado que tenemos la libertad para aceptarlas o no en la mayoría de las partes del mundo. Muchos dicen que la ley del más fuerte permite que sometamos a los animales, pero esto es una tontería si consideramos erradas las colonizaciones de naciones débiles por las fuertes, o que existen leyes que nos impiden atacar a una persona más vulnerable. La ley del más fuerte no tiene base de defensa para personas que viven en civilizaciones donde la vida es regulada por la conciencia y no por el instinto. 

Curiosamente, conciencia es un término comúnmente empleado para justificar la explotación de los animales, pues se dice que ellos no tienen conciencia de que están siendo explotados. Esta misma afirmación ya fue usada para justificar la explotación sobre las mujeres y la gente de color: porque las mujeres y los negros no tenían alma podían ser explotados. Este argumento es tan inteligente como la defensa cartesiana de que los animales son máquinas. ¿Por qué los humanos no serían también máquinas? Sólo una persona que no haya convivido con animales vivos o que no haya observado a un animal, puede defender que los animales no tienen conciencia. Pero aunque no tuvieran conciencia, esto no sería una buena razón para explotar a los animales, o también lo podríamos hacer con débiles mentales o niños pequeños. ¿Quién puede decir que ellos no tienen niveles de conciencia muy semejantes? 

Algunos dicen que porque los animales no hablan podemos explotarlos, pero los bebés humanos, los mudos y los sordomudos, no hablan y tampoco pueden ser explotados. Además, los animales poseen sus propias formas de comunicación. Los europeos sometieron a muchos pueblos porque tenían sus propias formas de comunicación, pero no hablaban "como la gente". El hecho de que no comprendamos la comunicación de los animales, no significa que no sea una comunicación articulada. Ella sirve a los propósitos de los animales como nuestra comunicación sirve a los nuestros.

Hay una antigua argumentación en favor de la explotación animal, de que ellos no conciben una religión, no aprecian las artes, o no fabrican artefactos. Esto sería entonces un buen motivo para probar su inferioridad. La verdad, muchos humanos no conciben ningún sentido de lo divino, otros siguen ésta o aquélla religión, pero difícilmente concuerdan en cuanto a la naturaleza y personalidad de Dios. ¿Y qué decir de los ateos, que aún concibiendo a Dios no creen en su existencia? ¿Poseerían los ateos y los adoradores de dioses diferentes de los nuestros un status inferior al nuestro? Por muchos años sí, esto fue un hecho... 

Sólo a título de curiosidad, el naturalista Vitus B. Dröscher verificó que algunos chimpancés y delfines creen en lo sobrenatural, aunque esto no tiene ninguna relevancia para su mayor o menor estatus. Los pájaros en especial tienen un buen sentido de la estética, verificado cuando las hembras son atraídas por el plumaje del macho, o por la decoración que él arregla en el nido. ¿Y sobre los grandes hechos ingeniosos del hombre? Bueno, particularmente soy incapaz de armar un reloj partiendo de sus piezas; aunque use la computadora no comprendo su funcionamiento; aunque sea buen conductor, no entiendo nada sobre el mecanismo de funcionamiento del coche, pero esto no me torna inferior a un relojero, un profesional de informática o un mecánico. Muchas personas no consiguen saber usar un computador o dirigir un auto, pero no son inferiores a mí. La mayoría de nosotros no pueden edificar una casa, pero todos los horneros pueden edificar las suyas. La mayoría de las genialidades sólo algunos de nosotros pueden hacerlas, pero toda la humanidad ostenta estos hechos.

A lo largo de gran parte de la historia humana, los hombres han explotado animales, pero esto no justifica la continuidad de su uso. Las sociedades del pasado jamás deben servir de parámetro para regular nuestra ética actual. Ética significa la forma como debemos comportarnos y no la forma como nos comportamos actualmente, ni mucho menos la forma como nos comportábamos en el pasado. En el pasado, los tatarabuelos de muchos de nosotros cometían estupro contra nuestras tatarabuelas y quizá por eso estamos hoy aquí; y aunque por este medio la humanidad esté aquí no se puede considerar que el estupro sea vital para la supervivencia de nuestra especie. Hoy el estupro es delito en la mayor parte del mundo, y no se lo puede justificar basándonos en nuestro pasado.

En el pasado, la esclavización era la base de la economía, pero la civilización humana habría avanzado lo mismo sin que ella existiera. No podemos justificar hoy la esclavización basándonos en el pasado. La Biblia cita la esclavitud sin calificarla como inhumana; también cita la muerte de animales de la misma forma. Si quisiéramos usar la Biblia para justificar la matanza de animales como una voluntad divina, podríamos también hacerlo en favor de la esclavización, los crímenes de guerra, el casamiento consanguíneo, la masacre de poblaciones civiles enteras, el abuso infantil.

Si la propuesta de la humanidad es avanzar, evolucionar, no estamos avanzando en nada cuando aceptamos que los derechos inalienables pueden ser transgredidos en favor de intereses particulares. Lo mismo podemos decir acerca de alguien que rechace los inalienables derechos infantiles. Si uno utiliza un niño para fines ilícitos, aunque este niño sea huérfano, él estará sujeto a las leyes que aseguran los derechos de los niños. Aunque la persona asegure que el niño no sufrirá un dolor excesivo, habrá procedido de forma anti-ética si hubiere un perjuicio para el mismo. Un crimen tiene agravantes y atenuantes, pero es siempre un crimen. Exactamente la misma justificación podría ser aplicada para el caso de cualquier animal. 

Aquí está entonces la diferencia entre Bienestar Animal y Liberación Animal: las organizaciones de bienestar animal pregonan que los animales pueden ser explotados, pueden ser sometidos a experimentos, pueden ser abatidos para extracción de su carne y piel o cuero, pueden ser exhibidos al público, pueden ser exterminados en masa para controlar las zoonosis, esta bien que sirvan en cualquier actividad a la que les quiera someter el hombre, siempre que lo haga "de forma humanitaria" —pero este mismo criterio de actuación "humanitaria" jamás podría ser aplicado al ser humano.

Los activistas por la Liberación Animal defienden que el hombre no posee el derecho moral de someter a otras especies animales, sea para carne, cuero, o para experimentación. En tanto que estos seres poseen la capacidad de sentir dolor y miedo, y tienen interés en preservar su integridad física, no tenemos derecho a causarles dolor, miedo o daño. En este sentido, los animales poseen los mismos derechos básicos que el hombre, siendo estos derechos inalienables.

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