«En sentido lato, los derechos que antes hemos mencionado [vida, libertad, integridad corporal] son variaciones de un tema principal, el tema del respeto. Muestro mi respeto hacia ti respetando esos derechos en tu vida. Tú muestras tu respeto hacia mí de idéntica manera. Respeto es el tema principal porque tratarse mutuamente con respeto es precisamente tratarse uno a otro de un modo que respeta nuestros demás derechos. Por consiguiente, nuestro derecho más fundamental, el derecho que unifica todos nuestros otros derechos, es nuestro derecho a ser tratados con respeto.» ~ Tom Regan
La palabra respeto proviene del latín respectus y significa “atención” o “consideración”. Según señala el diccionario, el respeto está relacionado con la veneración o el acatamiento que se hace a alguien. El respeto incluye miramiento, consideración y deferencia. Por otra parte, existe un concepto equivocado de respeto que hace referencia al temor o al recelo; pero esto no sería respeto sino simple miedo.
El respeto es un valor moral que nos permite reconocer, aceptar y considerar a cada individuo como alguien que tiene valor íntrínseco, aparte del valor instrumental que pudiera tener para nosotros. Es decir, el respeto moral es el reconocimiento del valor inherente de los individuos.
Uno de los filósofos que mayor influencia ha ejercido sobre el concepto de respeto en el mundo intelectual ha sido Immanuel Kant. En su filosofía moral, este pensador sostiene que los individuos deben ser respetados porque son fines en sí mismos y no medios para los fines de otros. Al ser un fin en sí mismos poseen un valor intrínseco y absoluto —en el sentido de que no puede ser devaluado o ignorado por otros criterios. Por este motivo es que los individuos tenemos este valor tan especial llamado por Kant la "dignidad", que otros filósofos han denominado como valor inherente.
Uno de los filósofos que mayor influencia ha ejercido sobre el concepto de respeto en el mundo intelectual ha sido Immanuel Kant. En su filosofía moral, este pensador sostiene que los individuos deben ser respetados porque son fines en sí mismos y no medios para los fines de otros. Al ser un fin en sí mismos poseen un valor intrínseco y absoluto —en el sentido de que no puede ser devaluado o ignorado por otros criterios. Por este motivo es que los individuos tenemos este valor tan especial llamado por Kant la "dignidad", que otros filósofos han denominado como valor inherente.
Los defensores de los Derechos Animales afirmamos que cada ser sintiente posee un valor inherente porque cada uno de ellos es un ser con emociones y deseos propios. Cada uno es un individuo único y consciente de sí mismo, al que le importa su propia conservación y bienestar.
Decir que "respetamos" a los animales al mismo tiempo que los usamos como comida, entretenimiento, vestimenta y sujetos forzados en experimentos —entre otros fines— no es más que una perversión del lenguaje y un reflejo del prejuicio especista que predomina en nuestra cultura que nos hace creer que los intereses de los demás animales no deben ser considerados en un plano de igualdad con los nuestros.
No tendría sentido decir que "respetamos" a los seres humanos si practicáramos el canibalismo o los sometiéramos a experimentos en contra de su voluntad. Así que tampoco tiene sentido decir que "respetamos" a los demás animales cuando los tratamos literalmente como esclavos, como simples medios para satisfacer nuestros fines a costa de su vida y su libertad. Solamente podremos honestamente afirmar que los respetamos si los tratamos exactamente con la misma consideración que deseamos para nosotros mismos.
Por ello, no es legítimo pedir que respetemos la práctica de comer —o de explotar en general— a los animales nohumanos. Eso sería como pedir a las feministas que respeten el machismo, o pedir a los homosexuales que respeten la homofobia, o pedir a los activistas por los derechos humanos que respeten el canibalismo.
Los prejuicios, las actitudes y las prácticas basadas en la violencia no merecen respeto. Las personas y sus derechos sí merecen respeto. Precisamente por esto, el especismo y la explotación animal no merecen respeto, pues suponen violar los derechos de las personas no humanas.
Los prejuicios, las actitudes y las prácticas basadas en la violencia no merecen respeto. Las personas y sus derechos sí merecen respeto. Precisamente por esto, el especismo y la explotación animal no merecen respeto, pues suponen violar los derechos de las personas no humanas.
Si eliminamos el especismo de nuestras mentes, podremos entender que el respeto implica necesariamente no utilizar a los demás animales para nuestros fines. Así, el respeto implica veganismo.