1 de noviembre de 2021

El activismo como imperativo moral


Mi intención en esta entrada es defender la tesis de que asumir el veganismo implica también realizar activismo, al igual que asumir el veganismo implica necesariamente dejar de participar en la explotación animal; dejando de apoyar, demandar y financiar el uso y consumo de animales.

Dispongo de varios argumentos que sostienen la defensa de esta idea que quisiera exponer de manera concisa aquí. Concretamente me apoyo en dos argumentos principales. Un argumento histórico, relacionado con la fundación del veganismo, y un argumento contextual, relacionado con nuestra situación en la sociedad.

El veganismo fue creado expresamente para terminar con la explotación animal. Ése es su sentido y no otro. Recordemos que uno de los pioneros del movimiento vegano y vicepresidente de la Asociación Vegana en su época, Leslie Cross, escribió que el veganismo conformaba dos sentidos: uno negativo que rechaza el uso de animales y otro positivo que busca liberar a los animales de la dominación humana.

Por tanto, si el veganismo fue fundado para abolir la explotación animal entonces no es coherente que nos denominemos veganos si no aportamos algún esfuerzo para erradicar la explotación de los animales. Si a lo único que nos dedicamos es a intentar evitar en todo lo posible nuestra participación en dicha explotación esto quizás debería denominarse más bien abstencionismo, pero no es el veganismo tal y como fue concebido por sus fundadores.

Con esto último no pretendo menospreciar los esfuerzos por evitar el consumo de sustancias de origen animal y por encontrar alternativas al uso de animales. Ni muchísimo menos. Esto es una parte muy importante y necesaria de una vida vegana. Lo único que pretendo aclarar es que ese punto no abarca todo lo que significa el veganismo.

Al vivir en esta sociedad seguimos involucrados en la explotación animal. Es imposible vivir en esta sociedad sin tener alguna relación, aunque sea indirecta o involuntaria, con la explotación de los animales. Luego si decidimos continuar viviendo en esta sociedad, hemos contraído un deber de poner nuestros esfuerzos en reformar esta sociedad hacia el veganismo. Para librarnos de cualquier participación nuestra en la explotación animal deberíamos abandonar la sociedad y marchar a un territorio independiente de cualquier sociedad humana. Si no vamos a llevar a cabo esa opción entonces tenemos el deber de esforzarnos para conseguir la explotación animal sea abolida aquí. El mal en el que seguimos involucrados debemos tratar de subsanarlo con un bien que lo anule.

Además, irnos a vivir a un terreno aislado del resto de la sociedad humana sin duda puede hacernos lograr una coherencia total con la aplicación del veganismo en nuestra vida personal, pero esto no sería sin embargo coherente con el propósito del veganismo; que es el de abolir la explotación animal.

Ahora bien, es relevante tener presente que la necesidad moral del activismo no significa que todo activismo sea correcto por el solo hecho de ser activismo. El activismo puede ser malo o bueno; puede ser útil o inútil. El activismo en sí mismo no implica que sea bueno, útil o beneficioso. Quienes estamos de acuerdo con el enfoque abolicionista abogamos por un activismo educacional y noviolento. No apoyamos un activismo que consista en reformar la explotación animal, o que busque atacar a los centros de explotación animal o a los propios explotadores —quienes por cierto son todos aquellos que participan en la explotación animal y no sólo quienes se dedican profesionalmente a ello. Rechazamos estas formas de afrontar el problema.

Cualquier iniciativa educacional que llevemos a cabo para motivar a que la gente reflexione sobre la moralidad de su relación con los animales es activismo. La mayoría de veganos pueden promover el veganismo. Es algo muy sencillo. Sólo requiere difundir información a través de las redes sociales; hablar con nuestros amigos, familiares, compañeros, conocidos; participar en algún grupo local que promueva el veganismo por las calles y centros sociales. Esto es el activismo educacional.

Obviamente no incluyo a personas que padezcan algún trastorno de salud que en verdad les impida emprender activismo sino que me refiero al grueso de la población vegana. La gran mayoría de veganos está capacitados para difundir el veganismo. Otra cosa es que prefieran no participar o dedicar su energía a otra cosa.

Muchos veganos se sienten disgustados por las reacciones a menudo hostiles de la gente. Por supuesto que es frustrante encontrarnos continuamente con respuestas de enfado o indiferencia en otras personas. Comprendo bien que esto nos genere enojo. Sin embargo, creo que no es una razón suficiente para dejar de hacer activismo.

Para difundir el veganismo hay que estar preparado psicológicamente. Pero esta preparación es no es tan diferente de la necesitamos para afrontar nuestra vida diaria. Precisamente una de las características que distinguen al adulto de manera particular es la gestión de la frustración. Los niños gritan, lloran, se enrabietan, o caen en el mutismo absoluto, cuando se encuentran ante una frustración de sus deseos. Dejarnos vencer por la frustración sería un síntoma de infantilismo.

Sé que hay veganos que son psicólogos diplomados y profesionales. Quizás ellos podrían organizar cursos y materiales para ayudar a otros veganos a gestionar la frustración y otros inconvenientes psicológicos a la hora de promover el veganismo, y dotarles de herramientas psicológicas para afrontar más saludablemente los debates y situaciones controvertidas. El profesor Casey Taft, psicólogo clínico y activista vegano, publicó varios ensayos sobre el tema y algunos de ellos pueden leerse en este blog traducidos al español, y también en el blog del activista Igor Sanz.

Puede que tal vez no sea una tarea fácil, ni agradable, pero es algo que sin embargo debemos hacer. Debemos emplear nuestro esfuerzo en el activismo educacional para promover el veganismo y lograr así la emancipación de los animales no humanos de la dominación humana.

En este ensayo he expuesto dos argumentos. Hay un tercer argumento relacionado con la obligación de acatar principios morales. Este argumento sostiene que si los agentes morales tienen la obligación de actuar de determinada forma entonces nosotros, en tanto agentes morales, también estamos legitimados, aun obligados en cierto contexto, a conseguir que los demás agentes morales acaten dichos principios morales; incluso con la potestad de forzarlos a ello si no lo hacen voluntariamente. Pero este argumento es bastante más complejo de elaborar y prefiero postergar su explicación para otra ocasión.

1 comentario:

  1. ¡Hola Luis! Recién me encontré con tu blog y me parece muy valioso lo que compartes. Coincido con la definición de veganismo que usas y con la importancia de hacer activismo vegano. El veganismo desde la acción individual sin un sentido social educativo es un despropósito, sin embargo, considero preciso entender que para llegar a esto se requiere un proceso profundo de auto conocimiento y de auto preparación. Y algo que en mi experiencia de 10 años como vegana (y muchos más como lactovegetariana), he encontrado vital: no juzgar a las personas, por difícil que nos sea. Particularmente me interesa el tema de salud física, mental y emocional en el veganismo, pues como dice Igor Sanz a quien citas aquí, no beneficia en nada a los animales que nos veamos incapacitadxs física, mental o emocionalmente (por las razones que sean). Gracias por tu labor :-)

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