Si uno echa un vistazo a las páginas informativas animalistas verá que en ellas a menudo se habla sobre la carne y las pieles, ocasionalmente sobre la leche y los huevos, y puntualmente sobre la lana, y los circos y los zoos y otros centros de explotación animal para entretenimiento.
Sin embargo, es muy raro encontrar algún apartado en el que hablen sobre la miel. En general, la explotación sobre los insectos parece ser ignorada de manera generalizada. De hecho, en diversos debates me he encontrado que muchos activistas defienden que debemos deliberadamente no hablar sobre el consumo de miel, a pesar de que este consumo se basa en la explotación de animales, al igual que el consumo de carne, lácteos, huevos, pieles, lana, y demás productos de origen animal.
La posición que defiende no cuestionar el consumo de miel se fundamenta habitualmente en tres puntos: [1] que la gente nos tomará por locos si hablamos en favor de las abejas, ya que son insectos y la gente desprecia totalmente a los insectos; [2] que la actividad de la agricultura ya mata igualmente a muchos insectos; y [3] que el rechazo a la miel está motivado por un deseo de ser 'puristas' con nuestras convicciones en lugar de estar más preocupados por ayudar a detener el abuso contra los animales, porque al hablar de la miel supuestamente alejamos a la gente del veganismo. Afirman que si a la gente ya le cuesta empatizar con vacas y gallinas, intentar que empaticen con las abejas, o los insectos en general, provocaría el efecto contrario al deseado.
En realidad, ese tercer punto se deriva directamente del primero, así que quizás serían dos argumentos los expuestos. En cualquier caso, hay razones para considerar que todos esos argumentos son muy inconsistentes.
La posición que defiende no cuestionar el consumo de miel se fundamenta habitualmente en tres puntos: [1] que la gente nos tomará por locos si hablamos en favor de las abejas, ya que son insectos y la gente desprecia totalmente a los insectos; [2] que la actividad de la agricultura ya mata igualmente a muchos insectos; y [3] que el rechazo a la miel está motivado por un deseo de ser 'puristas' con nuestras convicciones en lugar de estar más preocupados por ayudar a detener el abuso contra los animales, porque al hablar de la miel supuestamente alejamos a la gente del veganismo. Afirman que si a la gente ya le cuesta empatizar con vacas y gallinas, intentar que empaticen con las abejas, o los insectos en general, provocaría el efecto contrario al deseado.
En realidad, ese tercer punto se deriva directamente del primero, así que quizás serían dos argumentos los expuestos. En cualquier caso, hay razones para considerar que todos esos argumentos son muy inconsistentes.
En primer lugar; ocurre que mucha gente cree que es una locura empatizar con vacas o gallinas y, más aún, pensar que merecen el mismo respeto básico que los humanos. Por tanto, eso no lo diferencia de los insectos. Además, si uno puede empatizar con vacas y gallinas, también podrá empatizar con los insectos. ¿Acaso nuestra empatía hacia otros humanos depende de su tamaño o su aspecto? De todos modos, la consideración moral no depende sólo de la empatía sino de comprender que los otros animales son individuos con intereses que tienen un valor inherente que debemos respetar. Esa comprensión no depende del tamaño o del aspecto del animal en cuestión.
Contamos con evidencias que avalan la tesis de que los insectos son seres conscientes; particularmente poseemos pruebas consistentes que indican que las abejas experimentan emociones y tienen intenciones. Si alguien cree que no podemos empatizar con los insectos, o que los insectos no merecen ser reconocidos como miembros de la comunidad moral, pienso que se encuentra en un error.
En segundo lugar; el hecho de que muchos insectos mueran por la agricultura no justifica ignorar el hecho de que los insectos son víctimas de la explotación animal. Ese argumento es tan absurdo como pretender que ignoremos la explotación de vacas y gallinas alegando que muchos mamíferos y aves son atropellados diariamente o exterminados por la expansión de la población humana. Es tan absurdo como pretender que ignoremos que miles de ratones son utilizados y matados en experimentos alegando que miles de ellos mueren también debido a la agricultura. Más aún, es tan absurdo como pretender que ignoremos la explotación de seres humanos alegando que muchos ellos mueren diariamente como consecuencia de la contaminación que generamos o debido a accidentes. Este argumento en concreto ya lo analicé en mi ensayo de respuesta a Claudio Bertonatti.
Finalmente, el rechazo a la miel no está motivada por un deseo de ser 'purista' sino por no querer participar en la explotación de las abejas. Acusar a alguien de ser 'purista' por rechazar la miel no es menos inapropiado que decir que uno rechaza el consumo de carne por ser 'purista'. Lo mismo vale cuando se trata del activismo. En mi opinión, el activismo no debería excluir a ningún animal por su especie —lo cual sería incurrir en la arbitrariedad del especismo— ni tampoco debería excluir ninguna forma de explotación animal. Todos los seres sintientes merecen el mismo respeto básico, y todas las formas de explotación animal los cosifican como recursos, por lo que son igualmente injustas.
¿Hablar acerca de los insectos aleja a la gente? Yo no compruebo que hablar sobre la miel y las abejas, o los insectos en general, sea una causa por la que nadie se aleje del veganismo. Claro que uno se puede inventar toda clase de excusas para intentar justificar su rechazo al veganismo, pero eso en ningún caso está provocado porque los activistas hablen sobre la explotación de las abejas, o sobre los insectos en general. Puede que algunas personas sientan un rechazo inicial en tanto que no están acostumbradas siquiera a pensar en que los insectos merecen consideración moral, pero esa reacción sólo es la lógica consecuencia de un prejuicio y, además, no es una actitud inamovible. Esto es algo que se puede modificar a través de la educación.
Bajo mi punto de vista, el sentido de un movimiento activista es cambiar las creencias, actitudes y comportamientos de la gente que no se ajustan a la ética. Por tanto, el hecho de que mucho gente en general no tenga consideración moral por los insectos no es una razón para aceptarlo sino precisamente un motivo para cambiarlo.
Debo añadir que hay un argumento adicional que algunos alegan en favor de ignorar el consumo de miel que señala que las abejas, y los insectos en general, son 'inferiores' a otros animales, como serían los mamíferos y las aves, porque su desarrollo cerebral aparentemente es menos complejo que el de aquellos otros animales considerados 'superiores', por lo cual, merecen una menor consideración. Esta presunción carece de fundamento.
En primer lugar, no hay evidencia que demuestre que las abejas son 'inferiores' a otros animales en su desarrollo sensitivo sino que, al contrario, la investigación científica muestra que las abejas son seres mentalmente complejos que experimentan una diversidad de emociones y sentimientos. En segundo lugar, una diferente complejidad sensitiva o cognitiva no equivale a una diferencia de estatus moral. Todos los seres dotados de sensación son igualmente sujetos y, todos ellos, poseen igualmente un mismo valor inherente y tienen intereses básicos referidos a su propia conservación, autonomía y bienestar.
Por todo ello, pienso que los argumentos esgrimidos en contra de hablar sobre la miel no se sostienen más que los argumentos usados para intentar justificar que ignoremos la explotación de mamíferos y aves y otros animales, aparte de los insectos. Es el mismo criterio usado para intentar justificar el vegetarianismo, alegando que hablar sobre leche y huevos aleja a la gente. Así, mi conclusión es que la decisión de rechazo a hablar sobre la explotación de las abejas —y de los insectos en general— estarían condicionada o influenciada por prejuicios especistas y no por criterios racionales.
Así ocurre con a la explotación de los gusanos para la seda o de las cochinillas para el ácido carmínico [e120] o cualquier otra forma de explotación sobre insectos. Esto también sucede sobre otros grupos de animales sintientes menospreciados como son los moluscos o los crustáceos.
Por todo ello, pienso que los argumentos esgrimidos en contra de hablar sobre la miel no se sostienen más que los argumentos usados para intentar justificar que ignoremos la explotación de mamíferos y aves y otros animales, aparte de los insectos. Es el mismo criterio usado para intentar justificar el vegetarianismo, alegando que hablar sobre leche y huevos aleja a la gente. Así, mi conclusión es que la decisión de rechazo a hablar sobre la explotación de las abejas —y de los insectos en general— estarían condicionada o influenciada por prejuicios especistas y no por criterios racionales.
Así ocurre con a la explotación de los gusanos para la seda o de las cochinillas para el ácido carmínico [e120] o cualquier otra forma de explotación sobre insectos. Esto también sucede sobre otros grupos de animales sintientes menospreciados como son los moluscos o los crustáceos.
Todas las víctimas de la explotación animal merecen la misma atención y todas las formas de explotación animal son igualmente rechazables. Esto es el veganismo. Por desgracia, en la actualidad, el activismo animalista en su mayoría no asume el veganismo como base moral y no está exento de los mismos defectos que pretende denunciar en la sociedad.