3 de septiembre de 2019

¿Los animales son parte de la clase trabajadora?


El historiador Jason Hribal defiende en su obra la tesis de que los animales son parte de la clase trabajadora. Básicamente, la teoría de Hribal es un intento de renovar la visión sobre los animales dentro de la perspectiva marxista para que sean considerados como sujetos para la liberación y no como objetos para la producción, que es el papel en el que tradicionalmente han sido catalogados. Sin embargo, a mi modo de ver, esta tesis de Hribal presenta varios problemas importantes que me gustaría exponer concisamente.

Antes de nada, quizás sería acertado comenzar señalando que el solo hecho de rechazar el especismo no implica rechazar la explotación de los individuos. Se puede ser partidario de la explotación de los individuos sin necesidad de discriminarlos por especie. Así pues, el solo hecho de rechazar el especismo no conduce a considerar que los animales merecen ser liberados de nuestra dominación. Para llegar a la conclusión de que la explotación animal es una injusticia se requiere una teoría que articule conceptos que exijan un rechazo lógico a la explotación de los sujetos, y esa teoría algunos animalistas consideran que debería ser el marxismo.

Ahora bien, el problema comienza cuando la tesis de que los animales "son parte de la clase trabajadora" depende de que asumamos previamente el marxismo como nuestra teoría de base. El planteamiento de Jason Hribal se desarrolla dentro de los parámetros de la tradición intelectual marxista, aunque no lo diga expresamente. A mi modo de ver, su tesis no puede ser una pretensión universalizable, puesto que depende de que estemos de acuerdo en aceptar el marxismo como rector de nuestro pensamiento. Bajo esta perspectiva, quizás lo que deberíamos discutir en primer lugar es si debemos aceptar el marxismo como perspectiva filosófica, y no simplemente discutir sobre si los animales son parte de la clase trabajadora.

¿Por qué no puedo asumir el marxismo como la base de mi pensamiento? Hay varias razones que lo imposibilitan a nivel moral. El marxismo es una teoría colectivista que no reconoce un valor inherente a los individuos que deba ser protegido por derechos fundamentales frente a injerencias de terceros. El sujeto ontológico en el marxismo es la sociedad y no el individuo —el individuo es una mera manifestación de la sociedad. Por ello, incluso aunque estuviéramos en parte de acuerdo con su análisis sobre la explotación, el marxismo resulta problemático a nivel moral y no parece que sea compatible con un un enfoque moral de derechos; sobre todo teniendo en cuenta que el marxismo niega nada menos que la ética tenga una existencia autónoma y que haya normas morales objetivas.

A otro nivel, según mi conocimiento histórico, cuando se ha intentado llevar a la práctica la solución que prescribía Karl Marx lo que ha sucedido es que cambiaron las condiciones de los trabajadores pero no su estatus de empleados ni su dependencia de una autoridad que les ordena lo que tienen que hacer. La diferencia es que el orden marxista se sustituye al patrón capitalista por el funcionariado del Estado, pero no veo que los trabajadores sean liberados de la dominación y la explotación. El Estado les garantiza el empleo y les proporciona universalmente servicios públicos —educación, sanidad, vivienda— pero los trabajadores no son dueños de sus vidas ni libres para elegir sino que dependen de las decisiones burocráticas de una jerarquía estatal. Por tanto, me parece que si aplicamos la misma filosofía a los animales entonces ellos seguirán siendo sometidos a trabajar para los humanos, pero mejorando supuestamente sus condiciones. De hecho, Jason Hribal propone que parte de las ganancias económicas que se obtienen de explotar a los animales en granjas se destinen a financiar su jubilación en un santuario para que no sean enviados al matadero o que los perros utilizados como asistentes tengan derechos laborales y vacaciones. Hribal defiende la reforma de la esclavitud animal; no la liberación de los animales.

Pienso que el marxismo puede ser una teoría útil para ayudarnos a comprender la dinámica de la explotación sobre los individuos, pero también soy escéptico acerca de que pueda ayudarnos éticamente a resolver esta situación. Un análisis puede acertar, total o parcialmente, en diagnosticar un problema, pero esto no conlleva que acierte también en su prescripción o remedio.

Además de esto, la filosofía marxista asume el especismo en su base, al igual que casi todas las demás teorías filosóficas y políticas. Karl Marx está de acuerdo en que los animales sean tratados como instrumentos para satisfacer las necesidades humanas. Esta contradicción no se resuelve sencillamente declarando que los animales "son parte de la clase trabajadora"; porque tapar el problema de la instrumentalización de los animales etiquetándolos como "clase trabajadora" a lo único que puede conducir es a reformar sus condiciones de su explotación para así poder alegar que ya hemos eliminado los abusos sobre ellos.

La doctrina marxista asume el especismo por defecto y resulta más que evidente que el mero hecho de asumir el marxismo no conduce a una posición animalista ni deriva de él. Precisamente de aquí nace la pretensión de Hribal de reconocer a los animales como clase trabajadora. Hay que señalar que el propio Karl Marx negaba que los animales pudieran ser considerados trabajadores. Marx argumenta que el concepto de trabajo debe referirse a la producción de valor material y no meramente a la satisfacción de las necesidades vitales. Por esto Marx considera que sólo los humanos pueden ser trabajadores, y esta supuesta capacidad singular es lo que precisamente Marx postula como la diferencia cualitativa entre los humanos y los demás animales.

No pienso que el marxismo sea necesariamente incompatible con una perspectiva animalista. De hecho, diversos autores, como Renzo Llorente y Bob Torres, no tienen especial dificultad en intentar compatibilizar teóricamente ambas posiciones, aunque sí se encuentran con la dificultad de que los marxistas en general acepten esa convergencia. Pero para lograr dicha compatibilidad con éxito, me parece que sería necesario una ampliación del marxismo, mucho más profunda de lo que dichos autores apuntan, en mi opinión. No tiene nada de peculiar el hecho de que Marx fuera especista, pero a diferencia del pensamiento de otros autores, como el caso de Rousseau o de Bentham, creo que la teoría de Marx lo pone particularmente difícil para reconocer a los animales como sujetos. Por supuesto, alguien podría argumentar una crítica similar acerca del pensamiento de Immanuel Kant, pero entiendo que la diferencia es que la teoría de Kant sí ha sido revisada en profundidad para adaptarla a un enfoque animalista, como podemos comprobar, por ejemplo, en el trabajo académico de filósofos como Christine KorsgaardTom Regan. Sin embargo, una convergencia animalista de la doctrina marxista, a pesar de las propuestas de aquellos autores mencionados, queda todavía pendiente por desarrollar.

De todos modos, incluso aunque fuéramos marxistas y estuviéramos a favor de considerar a los animales como sujetos y rechazar su cosificación, no estamos lógicamente obligados a aceptar la tesis de Hribal, que tiene problemas particulares incluso dentro la propia perspectiva marxista; como intentaré explicar a continuación.

Para considerar legítimamente que otros individuos forman parte de la clase trabajadora ya partimos del hecho de que ellos son miembros de la sociedad humana que consienten y aceptan voluntariamente formar parte de ella, y que actúan de ese modo para satisfacer sus intereses en su propio beneficio, al mismo tiempo que aportan un servicio a la comunidad de la que quieren formar parte conscientemente. Por esto, el trabajo infantil se considera un problema moral porque los niños no pueden dar consentimiento ni trabajan porque les beneficie a ellos. Los niños desean jugar y aprender, y su beneficio consiste en crecer y desarrollarse como seres autónomos y capacitados. Asimismo, los animales no consienten ni tienen interés en trabajar para nosotros, ni obtienen un beneficio para sí mismos del trabajo que realizan para los humanos —sólo se les proporciona las condiciones materiales necesarias para satisfacer la función instrumental que se les ha asignado. Los animales son forzados y coaccionados para trabajar en beneficio humano siendo previamente sometidos como propiedades. No son pues trabajadores sino esclavos.

En una entrevista a Jason Hribal se le presentan este tipo de objeciones, pero ante las respuestas que alega me da la impresión de que Hribal ni siquiera comprende bien la objeción que se le realiza. Hribal afirma que señalar que los animales son esclavos es sinónimo de !estar a favor de tratar a los animales como esclavos!. Me parece que no podría estar más equivocado. Cuando argumentamos que es más acertado entender que los animales son esclavos, y no son clase trabajadora, lo que se está planteando no es posicionarnos a favor de considerar a los otros animales como esclavos sino a favor de entender que el problema fundamental es que los animales estén sometidos al estatus de propiedad y que es dicha situación la que genera la injusticia que reside y se manifiesta en nuestra relación con ellos. Insisto en que Hribal o no comprende o no sabe responder a esta objeción. En general, el nivel de argumentación de Hribal me ha resultado un poco mediocre. Dedica gran parte de sus textos a describir la manera en que los animales han sido utilizados como fuerza de trabajo —lo cual no resulta sorprendente partiendo de un historiador— pero muy poco espacio a intentar defender con razonamientos por qué piensa que los animales deberían ser considerados como parte de la clase trabajadora; una tesis ambiciosa que requiere una argumentación elaborada que la sostenga.

El discurso de Jason Hribal hace hincapié en la noción de que los animales poseen agencialidad. Por supueso, existen diversas evidencias que apuntas a que en efecto los animales son agentes; en el sentido de que son seres intencionales; ellos poseen voluntad y toman decisiones. Pero ésta no es la cuestión que aquí se dirime. La cuestión es que los animales no tienen intención alguna de ser trabajadores para los humanos ni poseen voluntad de ser miembros de la comunidad social humana.

Cuando la gente declara que los trabajadores humanos explotados son "esclavos" está asumiendo una idea marxista, aunque quizás no se den cuenta de ello, porque, desde la perspectiva marxista, la diferencia entre el esclavo y el trabajador asalariado sería más bien de grado en su explotación y el marxismo defiende que dicha explotación sólo se puede resolver cuando los trabajadores socializan todos los medios de producción y se convierten colectivamente en los únicos dueños de su trabajo. Pero este esquema no se puede aplicar a los animales, como advierte el autor marxista Jon Hochschartner, ya que los animales no pueden ser parte de la clase trabajadora —los animales no tienen capacidad de convertirse en dueños de los medios de producción. Si reconocemos, como argumenta Hochschartner, que la situación de los animales es análoga a la de los esclavos humanos, esto significa que liberar a los animales de la opresión conlleva necesariamente liberarlos de cualquier relación lucrativa para los humanos. Los animales no pueden ser miembros de la sociedad humana; socialmente sólo pueden ser esclavos o ser refugiados de la esclavitud. Ellos no pueden elegir ser trabajadores ni ninguna otra categoría activa en nuestra sociedad. Luego es comprensible que finalmente Hribal se limite a proponer reformas en las condiciones de explotación de los animales; que me parece que es todo lo contrario a lo que un marxismo no especista debería aspirar.

Por tanto, entiendo que pretender que los animales "son parte de la clase trabajadora" es aceptar la actual situación de esclavitud sobre los animales; que ellos por supuesto no han elegido siquiera. En la naturaleza, en libertad, los animales viven en sus propias sociedades; actúan para su propio beneficio como individuos y el de sus familias y sus comunidades, que ellos conforman libremente. El hecho de que los animales estén introducidos en la sociedad humana es una situación forzada que se basa en la cosificación de los animales como recursos de los humanos.


Una crítica parecida podemos encontrar en el texto colectivo titulado
18 tesis sobre Marxismo y liberación animal, en el que se explica taxativamente que "los animales no producen plusvalía y no forman parte de la clase obrera". Es la propia teoría de Marx la que explica que el solo hecho de que un individuo sea explotado no lo convierte en parte de la clase trabajadora. Por esto destaca el texto que "mientras que la clase obrera puede ser sujeto de su propia liberación, los animales, en cambio, solo pueden ser objeto de liberación." 

En conclusión, no podemos considerar que sea correcto pretender catalogar a los animales dentro de la "clase trabajadora" si reconocemos que ellos ni han elegido ni consentido en formar parte de ella; así como ni eligieron ni consintieron en formar parte de la sociedad humana. Ellos están bajo la dominación humana; forzados a servir como mercancías. Todos los animales considerados domésticos son descendientes de animales libres que fueron secuestrados de sus hábitats naturales por los humanos para someterlos a la esclavitud. Su situación es actual es pues análoga a la esclavitud humana, en tanto que están sometidos al estatus de propiedad.

Aceptar considerar a los animales como parte de la clase trabajadora significaría avalar la posición que defiende mejorar sus condiciones como supuestos trabajadores en lugar de liberarlos de su sometimiento por los humanos. Así pues, la postura de Hribal parece converger con la perspectiva bienestarista, que se niega a reconocer a los animales como sujetos de derechos que no deben ser tratados como recursos de los humanos.

Por último, contamos con datos empíricos que contradicen la tesis de Hribal. Hay animales que no trabajan, menos aún si entendemos el trabajo en su sentido marxista, dado que encuentran todo lo que necesitan en la naturaleza tal cual. Incluso si entendemos trabajar en el sentido más simple como la acción de transformar el medio de forma instrumental para satisfacer nuestras necesidades, entonces resulta evidente que muchos animales no trabajan. Los depredadores no trabajan; simplemente cazan. Los orangutanes no trabajan; se dedican básicamente a comer vegetación y hacer algo de ejercicio. Los caballos silvestres tampoco trabajan. El trabajo propiamente dicho sólo sería característico en algunas especies concretas; pero ni siquiera es algo generalizado en el mundo animal. Otro argumento más en contra de la idea de que "los animales son parte de la clase trabajadora".