En este artículo publicado en el año 1996, el abogado y activista Gary Francione argumentaba sobre la necesidad de un nuevo enfoque en el moderno movimiento por los derechos animales, surgido en la década de los 70. Un enfoque basado en la responsabilidad individual de cada uno de nosotros; en la decisiva importancia del activismo educacional; y en una verdadera coherencia con los principios éticos en los que se basan los ideales y aspiraciones que decimos defender.
Asimismo, también alertaba sobre el peligro en ciernes de que el movimiento fuera anulado desde dentro para convertirse en un negocio de las grandes corporaciones animalistas para su propio beneficio. A día de hoy, estimo que sus predicciones no podrían haber estado, por desgracia, más acertadas. Exceptuando algunos colectivos de base, en general el animalismo es una actividad económica más, asentada dentro de la propia explotación animal, y los grupos animalistas son empresas que venden compasión y soluciones negociadas con los explotadores, a cambio de socios y dinero. Y no tienen ninguna intención de erradicar el prejuicio especista y la cultura de la violencia que radica en el seno de nuestra sociedad.
Aparte de esto, Francione también reflexiona sobre otros asuntos no menos importantes. Y aunque la propuesta que presenta ya no es nueva en el tiempo cronológico, los puntos que reivindica siguen estando pendientes y conservan la misma validez y vigencia. Por eso, lo comparto aquí, con la esperanza de que cada vez más activista tomen conciencia de que no podemos solucionar el grave problema de la explotación animal si no no adoptamos antes el enfoque correcto y no solucionamos primero nuestros propios problemas internos.
**************
DERECHOS ANIMALES Y EL FUTURO
Gary Francione
1996
«Hay más personas que antes que piden que nos identifiquemos con el “movimiento pro derechos de los animales". Más y más gente está dejando la carne y productos animales; más y más rechazan el uso de animales en experimentos biomédicos; más y más ahora aceptan que cualesquiera que sean los beneficios educacionales que brinden los zoológicos, éstos no pueden justificar lo que los zoológicos realmente son: prisiones animales.
Recientes investigaciones demuestran que la mayoría de la población muestra apoyo a la posición de los derechos de los animales, y la mayoría se horrorizan cuando se enteran de los detalles exactos de cómo es llevada la carne a sus platos. Pero al mismo tiempo ahora hay más animales que nunca usados en maneras más horrorosas que antes.
Sólo en los EEUU, más de 8.000 millones de animales son utilizados como alimento al año. Esos animales son transformados en carne mediante un proceso conocido como ganadería intensiva, la cual se caracteriza por utilizar prácticas que no pueden ser descritas de otra manera más que barbáricas. Los cerdos pasan sus vidas en establos, incapaces de darse la vuelta o escapar a la lactancia de las continuas camadas que son obligadas a tener; los terneros viven confinados en pequeñas jaulas en la obscuridad, sin ventanas; las gallinas ponedoras son puestas cuatro por jaula, la cual mide 12 pulgadas cuadradas; los pollos destinados a servir como comida son almacenados de tal manera que el canibalismo y las enfermedades matan a muchas de estas aves.
Los animales continúan siendo utilizados en estrafalarios y a menudo horrorosos experimentos en los cuales son hacinados, disparados, electrocutados, quemados y mutilados. La ley dice que la anestesia no necesita ser utilizada si ésta interfiere con los resultados de los experimentos. Y son los investigadores mismos en quienes recae la decisión de qué mitigación del dolor puede interferir con sus experimentos.
Los investigadores dicen que los animales son como nosotros, y que necesitamos utlizarlos para entender y tratar nuestras enfermedades. Pero estos mismos investigadores dicen que los animales no son como nosotros, así que no debemos tener ninguna consideración moral sobre su explotación. Y, aunque haya casi una aceptación universal de la noción de que no podemos provocar sufrimiento innecesario a los animales, continuamos utilizándolos en toda clase de contextos en los cuales no podemos ni siquiera pretextar beneficio. Por ejemplo, cada año en el día del trabajo en Hegins [Pensilvania] los cazadores pagan alrededor de $100 cada uno por el privilegio de disparar, lisiar y finalmente golpear hasta la muerte a aproximadamente 8.000 palomas.
Las cortes de Pensilvania tienen que rehusarse a seguir soportando tal conducta que viola la ley anticrueldad del estado. Muchos defensores de los animales comprensiblemente tienen una sensación de derrota. El sistema no parece responderles, aun así hay más como nosotros que nunca antes, y aun así aquellos que apoyan la explotación animal todavía vienen con ninguna otra justificación del uso animal que la de que es tradicional o natural —las mismas explicaciones vacías que se han venido dando a través de la historia humana para justificar virtualmente cada forma de opresión social. Quizás los defensores de los animales hayamos fallado al apreciar la enormidad del problema.
El hecho es que este país y muchos otros países industrializados dependen profundamente de la explotación animal para sustentar su presente estructura económica. El hecho es que dependemos más de la explotación animal de lo que dependían los estados del sur de EEUU de la esclavitud humana. Los demás animales son nuestras propiedades, y muchos animales, como vacas, caballos, crianza de estirpe, animales transgénicos, y caballos de carreras, son particularmente valiosas formas de propiedad. Si bien hay leyes que supuestamente protegen a los animales no humanos, estas leyes en su mayoría requieren que los tribunales juzguen los intereses de propiedad de los dueños. Después de todo, los no-humanos son nuestra propiedad, !y qué sentido tiene permitir que nuestra propiedad se mantenga en conflicto con nosotros!
Así que, aunque haya más gente que se interese por los animales y el medio ambiente, pequeño es el progreso gracias a aquellos que apoyan la explotación animal y los gobiernos que existen para servir a sus intereses pues tienen mucho que perder y no están cediendo ni un centímetro. Pero hay señales de que el péndulo puede, en un contexto general, estar balanceándose de regreso.
La gente está empezando a darse cuenta que la democracia está siendo asaltada por los intereses especiales de las corporaciones. La gente se está cansando del resurgimiento del racismo y del anti-semitismo. La gente se está cansando del desenfrenado y poderoso sexismo que prevalece en nuestra cultura. La gente se está enterando cada vez más de que nuestros supuestos representantes en el congreso no son más que peones del más poderoso y son tan carentes de integridad que atacarán la asistencia social a las madres como una pérdida financiera en una economía que gasta más en unos pocos nuevos juguetes de guerra que lo que gasta en el sistema completo de bienestar social para un año. La gente quiere un cambio.
Más y más gente se preocupa de la importancia de la justicia social y la no-violencia general. Mucha gente se opuso a la guerra del Golfo; no nos enteramos de ello pues los medios de comunicación son controlados por las mismas corporaciones que hacen bombas y las tiran sobre muchísima gente y animales. El cambio va a venir, tarde o temprano. Sólo podemos esperar que sea más pronto que tarde. Sólo podemos esperar que sea sin violencia. Nos debemos cuestionar nosotros mismos, sin embargo, si esa esperanza es en sí misma moralmente justificable a la luz de la violencia que hemos causado y tolerado que fuese causada por aquellos que dicen actuar en nuestro favor.
Si el movimiento a favor de los derechos de los animales ha de sobrevivir al látigo de los explotadores de los animales, y si el movimiento ha de emparejar tanto su propia energía interna como el nivel general de desagrado político, el movimiento necesita una nueva estrategia y una reorganización a la luz del nuevo orden mundial. Este es el momento de desarrollar un acercamiento no violento y radical hacia los derechos de los animales como parte de un programa de justicia social de conjunto. La solución no va a ser simple, pero tenemos que empezar. Considera los siguientes consejos:
1. Debemos reconocer que si los derechos de los animales significan algo, eso significa que no hay justificación moral para cualquier institucionalización de la explotación animal. Mucha gente cree que cuanto más se preocupe una persona por los animales, ese cuidado lo convierte en un defensor de los derechos de los animales. Pero eso no es más que en el mismo sentido el preocuparse por las mujeres lo haga a uno feminista. Si los animales tienen derechos entonces los intereses protegidos por esos derechos deben recibir protección y no pueden sacrificarse simplemente porque los humanos crean que hay beneficios para ellos mismos que pesan más que el perjuicio para los animales. No podemos hablar simultáneamente de los derechos de los animales y de la matanza 'humanitaria' de animales.
2. Necesitamos revalorizar el movimiento como un movimiento de activistas populares y no activistas profesionales que buscan financiar sus propias organizaciones animalistas. Aunque es importante dar soporte financiero a los esfuerzos dignos; dar dinero no es suficiente y darlo a los grupos equivocados puede hacer más mal que bien. Principalmente, ayuda a grupos locales en los que trabajes o que operen en tu área. El cambio social significativo tiene que producirse a nivel local.
3. Necesitamos reconocer que el activismo se puede presentar en diferentes formas. Mucha gente cree que ellos no pueden ser buenos activistas si no pueden ayudar a que haya llamativas campañas, a veces envueltas en la promoción de la legislación o de grandes pleitos. Hay muchas formas de activismo y uno de las más poderosos es la educación. Todos nosotros fuimos educados y necesitamos educar a otros —uno por uno. Si cada uno de nosotros educáramos a cinco personas por año acerca de la no-violencia personal y social, los resultados multiplicados en 10 años serían asombrosos. Aquellos de nosotros involucrados debemos alcanzar mayores audiencias —en radio, o televisión, en los medios impresos, en las aulas educativas o en el contexto de manifestaciones pacíficas para enseñar acerca de la no-violencia como un paradigma de justicia. Pero es muy importante darnos cuenta de que estos problemas son demasiado importantes como para delegarlos a alguien más.
Nosotros —cada uno— tiene la obligación de velar por la justicia para todas las personas: humanos y no-humanos. Y nosotros —cada uno— podemos ayudar a este efecto en una lucha diaria compartiendo nuestras ideas con aquellos con quienes estamos en contacto. Nunca subestimes el poder individual o de pequeños grupos.
4. Si decidimos perseguir un cambio en las leyes, debemos dejar de perseguir soluciones bienestaristas al problema. El "bienestar animal" busca regular la atrocidad haciendo las jaulas más grandes o añadiendo mayores niveles de inspección burocrática para asegurarse de que esas atrocidades sean “humanitarias.” Debemos perseguir unas leyes que busquen abolir formas particulares de explotación. Los defensores de los animales siempre deben de llevar hasta las ultimas consecuencias su objetivo y utilizar todas las campañas como una oportunidad para enseñar acerca de la no-violencia y el rechazo a la explotación animal institucionalizada.
5. Debemos reconocer que existe una conexión necesaria entre el movimiento pro derechos de los animales y otros movimientos de justicia social. La explotación animal comporta prejuicios de especie, o especismo, y moralmente es tan inaceptable como otros criterios irrelevantes tales como la raza, el sexo, la preferencia sexual o la clase social, a la hora de determinar la pertenencia en el universo moral.
6. Los defensores de los animales deben dejar de preocuparse de formar parte de la 'corriente principal'. Cuánto nos falta para comprender que la corriente principal está irremediablemente corrupta. Los defensores de los animales tienen miedo de ser catalogados como "extremistas". !Pero qué significa extremista cuando gente como Newt Gingrich y Rush Limbaugh son seguidos por millones de personas! !Cuando un hombre negro en Harlem tiene menos esperanza de vida que un hombre que vive en una de las naciones más pobres! !Cuando muchos viven sin asistencia médica o siquiera un poco de abrigo o comida adecuada en la nación más rica del planeta! !Cuando millones de animales son asesinados sin ninguna otra razón más que porque "saben bien”! Quizás sea el momento de que los defensores de los animales se sientan orgullosos de ser llamados “extremistas.”
Como conclusión, enfatizo que lo más importante es que no podemos seguir esperando que los otros resuelvan el enorme problema al que nos enfrentamos. Debemos trabajar con otros que compartan nuestras ideas, pero no podemos jamás ignorar o subestimar nuestras capacidades o responsabilidades —de cada persona— para incidir con un cambio importante a nivel personal y social. Y no podemos esperar más a una moderación en el trabajo. El tiempo está corriendo para nosotros, para los animales no humanos y para el planeta.»
---------------------------------------