19 de julio de 2009

El buey desollado



CARNICERÍA

"Más vil que un lupanar
la carnicería rubrica como una afrenta la calle.
Sobre el dintel
una ciega cabeza de vaca
preside el aquelarre
de carne charra y mármoles finales
con la remota majestad de un ídolo." 

(Jorge Luis Borges)


Este cuadro pintado por Rembrandt en 1655 representa para mí los cimientos sobre los que se asienta la civilización humana: la explotación de otros animales.

La humanidad ha basado su existencia y su progreso a costa de la vida de incontables millones de animales que han sido criados, esclavizados y asesinados para obtener recursos de ellos en los más variados ámbitos de la vida, desde la alimentación hasta el entretenimiento.

Nada ha cambiado en nuestros días y los animales siguen agonizando y muriendo bajo el sometimiento al que han sido condenados, sin hasta ahora remedio, desde hace miles de años.


16 de julio de 2009

Entrando por la puerta de atrás



Algunos defensores de los animales intentan convencer a aquellos que consumen animales para que dejen de hacerlo exponiendo argumentos relacionados con la salud humana. Es un planteamiento que considero profundamente equivocado por varios motivos.

El reconocimiento de los intereses de los animales es una cuestión ética. La razón por la que deberíamos respetar a los animales es porque estos poseen la capacidad de sentir y una serie de intereses fundamentales, como el interés en vivir y en no ser dañados, que los seres humanos no deberíamos violar por motivos injustificados, como es la tradición, la conveniencia o el gusto, porque los demás animales valoran su propia vida tanto como nosotros y desean conservarla con el fin de desarrollar sus facultades y satisfacer deseos, un fin que anularíamos si destruyéramos su vida. Deberíamos considerar a los demás animales como fines en sí mismos y no como medios para que nosotros alcancemos nuestros propios fines.

Que el consumo de animales sea perjudicial o dañino para la salud humana no es relevante para considerar si ese consumo es moralmente justificable. Porque no está teniendo en cuenta los intereses de los otros animales. Plantear ese tipo de argumentos manifiesta una mentalidad antropocéntrica, y deriva el verdadero problema, que es la utilización de animales, hacia cuestiones completamente distintas.

Los defensores de los animales que utilizan estos argumentos suelen alegar que el exponer razones morales para promover el respeto a los animales no llega a todo el mundo pero que a ciertas personas sí se les puede convencer de que dejen de consumir animales si les asegura que dicho consumo es dañino para su salud. Es la táctica del miedo. Eso podría tener efectividad si la mayoría de las personas tuvieran un interés serio por su salud pero las evidencias me muestran más bien lo contrario puesto que si así fuera el consumo de drogas dañinas como el tabaco, el alcohol o la cafeína no sería tan habitual. Tengo amigos, conocidos, familiares que consumen productos animales y están perfectamente de salud. La gran mayoría de los deportistas consumen productos animales y están perfectamente de salud. Si se trata de salud, desde una perspectiva no antropocéntrica, a quienes realmente perjudica su salud de verdad es a los animales que son esclavizados, torturados y asesinados para el consumo humano.

Quienes emplean ese tipo de argumentos que apartan a un lado la cuestión moral, suelen mostrar un pesimismo y una falta de confianza en que los seres humanos sean capaces de respetar a los animales por fundamentos morales, sin que intervenga el egoísmo de alguna manera. Ese tipo de actitud es como asumir una derrota de antemano. Está claro que los que no se esfuerzan por educar moralmente a la sociedad están en cierta forma ayudando a perpetuar la mentalidad egoísta exponiendo argumentos que no tienen que ver con el respeto y la consideración moral de otros individuos.

Utilizar argumentos sobre la salud resta importancia a los argumentos morales y da a entender que sería menos grave el consumir animales si el hacerlo no fuera dañino para la salud. Es cierto que muchos estudios médicos han relacionado el consumo de alimentos de origen animal con un aumento en la probabilidad de contraer ciertas enfermedades. Pero teniendo en cuenta que el 98 por ciento de la sociedad consume productos animales habitualmente y que los estudios poblaciones demuestran que la esperanza de vida es mayor que nunca en la Historia, y que la población total se mantiene o aumenta, más bien parece que tal riesgo para la salud no vaya a ser tenido en cuenta.

Mi postura es que los que defienden a los animales deberían centrarse en defender a los animales y no en la salud humana. Porque de lo que se trata es de cambiar la percepción moral acerca de los animales no humanos y derribar el prejuicio del especismo. 

En lo relacionado a cuestiones nutricionales sería mucho más importante tratar de informar a la sociedad que una dieta, y una vida en general, sin ningún tipo de producto de origen animal es viable y apta para cualquier ser humano. Sin duda, hacen mucho más por el veganismo quienes se esfuerzan por presentar la comida vegetal como sabrosa, que aquellos que intentan meter miedo con argumentos sobre la salud. Aquellos que intentan conseguir sus objetivos entrando por la puerta de atrás.

La táctica de la puerta de atrás como estrategia de convencimiento se emplea también con otros ámbitos, por ejemplo, el coste económico de la explotación animal y las subvenciones que se le otorgan, la efectividad en el ámbito de los experimentos con animales o los efectos medioambientales de la ganadería.

Quienes utilizan este tipo de argumentos, que dejan aparte la cuestión de la ética, no parecen tener en cuenta los efectos contraproducentes que pueden ocasionar. Porque si los alimentos de origen animal pueden tener consecuencias perjudiciales para la salud humana entonces se buscarán formas de reducir o eliminar dichas consecuencias pero tratando por todos los medios de seguir manteniendo dichos productos en el mercado. Por ejemplo, encontrando maneras de conseguir carne más saludable. Lo más que se consigue con ese tipo de perspectivas es que los productos animales sean sometidos a regulaciones más estrictas - lo que implica buena publicidad para ellos - o que aparezcan productos animales alternativos más saludables como la "carne ecológica".

Los argumentos sobre la salud ignoran por completo el hecho de que la carne es el cadáver de un animal asesinado que quería vivir. Comparar los asesinatos de animales con la subida del colesterol en algunos humanos lo encuentro de muy mal gusto y una falta de respeto por la vida de las víctimas. Me provoca la misma sensación que si en una campaña sobre la violación de mujeres se alegara que los hombres no deberían violar a las mujeres porque podrían contraer enfermedades o porque el estrés de la violación les puede provocar envejecimiento prematuro. Intentar convencer a alguien para que no haga algo moralmente reprobable por las consecuencias negativas que pudiera tener para él independientemente del daño que provoca a sus víctimas lo considero absolutamente inaceptable.

No pongo en duda la buena intención de quienes utilizan ese tipo de tácticas, la intención honesta de ayudar a los animales. Lo que pongo en cuestión es la moralidad y la efectividad de dichas tácticas. Y creo que he expuesto al menos algunos argumentos suficientes como para ponerlas en duda.

7 de julio de 2009

Efectos contraproducentes: haciendo la explotación más eficiente y más aceptable

GRANJAS DE ESCLAVOS


A menudo se suele hablar sobre las perjudiciales consecuencias que la industria de explotación animal tiene para el medio ambiente, debido en parte a su emisión de gases contaminantes y de residuos. Así, se utiliza el argumento ecológico como una motivación para que la gente preocupada por el impacto medioambiental reduzca o elimine su consumo de productos de origen animal. Sin embargo, este enfoque conlleva importantes problemas y objeciones.

En primer lugar, quienes adoptan este enfoque medioambiental están dejando el principal problema moral apartado a un lado: el problema moral que es el uso de los animales como medios para fines humanos y la vulneración sistemática de su individualidad y sus intereses básicos que esto implica. ¿Acaso alguien se posicionaba en contra de los campos de exterminio por la contaminación que provocaban? No veremos una denuncia sobre la esclavitud y matanza de seres humanos que se enfocara en el impacto medioambiental que causaba. Dicho enfoque parte de ignorar que esa actividad en sí misma se trataba de una injusticia fundamental, aparte de los efectos que tuviera sobre el medio ambiente.

Lo equivocado de esta manera de enfocar el problema empieza ya a mostrar sus consecuencias. Periódicamente aparecen en la prensa este tipo de noticias:


Si denunciamos la explotación animal como un problema por las consecuencias negativas que tiene para los humanos —en lugar de denunciarla por la injusticia que cometemos sobre los animales— entonces lo que conseguimos es motivar una intención de reducir o eliminar esas consecuencias negativas pero sin eliminar la utilización de los animales no humanos.

Parece claro que los argumentos medioambientales —así como los otros argumentos antropocéntricos basados en cuestiones económicas o sobre la salud— no harán nada por reducir y eliminar el especismo en la mentalidad de la gente. De este modo no se desafía la creencia de que los animales existen para servir como recursos para los humanos, que está precisamente en la causa de la explotación sobre los animales.

Un enfoque centrado en el daño de la explotación animal al medio ambiente lo que consigue es que los explotadores busquen nuevas y mejoradas formas de seguir explotando a los animales pero de una forma medioambientalmente más sostenible.

Denunciar la contaminación de la ganadería industrial no es un dato que motive a que la gente rechace el consumo de animales sino que motiva la búsqueda y desarrollo de técnicas para reducir esta contaminación y para potenciar la ganadería tradicional. Así, en lugar de concienciar sobre el supremacismo humano, y promover el veganismo,  ayudamos a perpetuar la creencia de que los animales son recursos para los humanos y a motivar una reforma ecológica de la explotación animal.

Hay una gran diferencia entre tener preocupación medioambiental desde el veganismo y otra muy diferente es intentar fundamentar el veganismo con argumentos medioambientales. Una cosa es informar sobre los posibles efectos medioambientales de aplicar el veganismo a escala global, pero otra muy distinta es intentar promover el veganismo centrando el enfoque en el medio ambiente. Son dos perspectivas diferentes. La prímera sería lícita. Pero la segunda no lo sería porque consigue que la gente no se cuestione la explotación animal como una injusticia en sí misma, y además tiene los efectos contraproducentes que ya hemos visto.

El enfoque medioambiental no sirve para justificar el veganismo como un imperativo al que estamos obligados moralmente, ni tampoco sirve para condenar la explotación animal en sí misma. Hay muchos usos de animales que no dañan el medio ambiente y los que sí lo hacen pueden ser reformados para reducir ese daño. Sólo el argumento moral, fundamentado en principios éticos universales, puede sostener el veganismo como una obligación ética.

Los estudios muestran que la aplicación global del veganismo sería ambientalmente sostenible, pero el veganismo se fundamenta en el respeto moral hacia los seres sintientes. Es necesario lograr un profundo cambio de mentalidad en los humanos. Para expandir el veganismo en la sociedad necesitamos la concienciación ética fomentar la empatía y la consideración hacia los demás animales.