30 de enero de 2019

Una observación acerca de la teoría de Christine Korsgaard



La filósofa Christine Korsgaard es una de las principales pensadores actuales que ha dedicado su labor a reivindicar el pensamiento de Immanuel Kant. Kant es considerado como una de las mentes más brillantes de la historia de la filosofía, y una de sus aportaciones más celebradas es precisamente su teoría sobre la ética. Korsgaard es especialista académica en filosofía moral y parte de su trabajo ha estado enfocado en analizar nuestro trato sobre los animales partiendo del pensamiento kantiano.

Mi objetivo en este ensayo no es el de exponer o resumir la propuesta de Koorsgaard sobre nuestra relación moral con los animales. Para esto ya existen otros artículos en español [ver: 12 y 3] que realizan bien esa labor. Mi intención aquí es la de analizar concisamente el planteamiento de Korsgaard desde un enfoque vegano. Para ello me basaré en un artículo divulgativo titulado «Explotar a los animales: una protesta filosófica» que la propia Korsgaard publica a modo de síntesis sobre su posición acerca de la cuestión animalista y del cual citaré algunos párrafos a continuación.

¿Qué es lo que propone Korsgaard en pocas palabras? Siguiendo la teoría de Kant, lo que debemos hacer es dejar de ver a los animales como medios para los fines humanos y pasar a verlos como fines en sí mismos. Dicho de otra manera: que dejemos de considerarlos como seres que sólo poseen un valor instrumental y pasemos a considerarlos como seres que poseen un valor inherente. No obstante, a diferencia de Kant, Korsgaard no está de acuerdo en que sea sólo la racionalidad lo que permite la existencia ese valor intrínseco o valor inherente, sino que es también la sensibilidad o conciencia sensitiva lo que genera dicho valor:

«[...] los otros animales están en la misma posición que nosotros: son seres animados, con una preocupación urgente, dada por naturaleza, para cuidar de sus propios intereses y los intereses de aquellos con los que están apegados. Esa preocupación natural es el origen de todo valor: existen cosas en este mundo que son buenas y malas, precisamente porque existen criaturas para quienes las cosas pueden ser buenas o malas. Aquellos que comparten la preocupación natural por ellos mismos y sus familias, por consiguiente comparten la característica de nuestra naturaleza por la cual nosotros demandamos respeto. Ellos, como nosotros, son seres para quienes las cosas pueden ser buenas o malas. Los otros animales, por consiguiente, tienen una exigencia tanto a nuestra razón como a nuestros sentimientos de solidaridad. Debemos por lo tanto respetarlos como fines en sí mismos.» [Explotar a los animales: una protesta filosóficaChristine Korsgaard, 2009]

Korsgaard emplea términos como como 'naturaleza animal', 'preocupaciones naturales' y 'afectos', pero es claro por el contexto que se está refiriendo a la sensibilidad o sintiencia.

Hasta ahí todo bien. De hecho, nada de esto es realmente nuevo. Ya encontramos el mismo fundamento filosófico en otros autores como Tom Regan y Gary Francione; que en sus obras reconocen su inspiración kantiana. Digamos que Korsgaard no está exponiendo algo que no se haya dicho con anterioridad, aunque lo exprese con sus propias palabras. Reconozco que me llamó mucho la atención que en sus textos no hiciera ninguna referencia a dichos autores animalistas, ni apenas a ningún otro en general. Korsgaard se basa directamente en Kant y parece ignorar de forma deliberada cualquier otra aportación teórica o académica al respecto.

La ética que propone Kant —y que sigue Korsgaard— no rechaza tal cual el uso de otros individuos como medios para nuestros fines sino que sólo rechaza su instrumentalización forzada, es decir, que los usemos sin tener en cuenta su voluntad y sus intereses —que los tratemos exclusivamente como medios para nuestros fines. Por esto, un uso moralmente aceptable de otros individuos requiere al menos de su consentimiento —un consentimiento libre, voluntario e informado— y que no se trate de un uso contrario a sus propios intereses y deseos:

«De acuerdo a Kant, lo que diferencia de explotar a alguien como un simple medio, y usarlo como un medio de forma en que es moralmente permisible, es teniendo su consentimiento informado y sin coerción. Servimos a los intereses de los otros, dando nuestro consentimiento, por motivos como la ganancia, el amor, la amistad o un espíritu general de cooperación. Pero los otros animales no pueden darnos su consentimiento informado y sin coerción.» [Explotar a los animales: una protesta filosóficaChristine Korsgaard, 2009]

¿Cuál es el problema pues con la teoría de Korsgaard? El problema es que no es coherente en sus conclusiones respecto de sus propios fundamentos teóricos. Si los animales son fines en sí mismos entonces no debemos instrumentalizarlos en ninguna manera para satisfacer nuestros deseos y necesidades, porque ellos no pueden consentir. Sin embargo, Korsgaard afirma que es aceptable que utilicemos a los animales bajo ciertas condiciones:

«Si los proveemos de condiciones confortables para vivir, en las cuales ellos sean capaces de llevar algo razonablemente parecido a su propio tipo de vida, su uso como animales de compañía puede probablemente ser justificado. Es posible que su uso como auxiliares para los minusválidos y la policía, como trabajadores en búsqueda y rescate, guardianes, podrían también justificarse, si dichas tareas pueden ser llevadas a cabo de manera compatible con una vida confortable y natural. Sobre si pueden consentir el proveernos de lana, productos lácteos o huevos, dependerá de si hay métodos para recolectar esos productos que son genuinamente compatibles con una forma de vida normal y feliz para los animales.» [Explotar a los animales: una protesta filosóficaChristine Korsgaard, 2009]

A mi modo de ver, en este punto Korsgaard yerra gravemente y contradice su propio planteamiento.

Proponer que es aceptable utilizar a los animales a pesar de que ellos no pueden consentir es equivalente a proponer que podemos utilizar a los humanos aunque no den su consentimiento. Si uno de los requisitos básicos necesarios para que la interacción instrumental con otros individuos sea éticamente aceptable es la de que debe contar con el consentimiento libre, voluntario e informado de los individuos implicados entonces es imposible que pueda haber un trato instrumental de los animales que sea éticamente aceptable. Sabemos que los animales poseen un interés en continuar existiendo, pretenden evitar el daño y el sometimiento, y desean disfrutar de un bienestar; pero ellos no tienen ningún interés en servirnos de recursos a los humanos.

Alegar que podemos suplantar esa falta de consentimiento de los animales con nuestra propia voluntad no significa otra cosa que someter a los animales a nuestros deseos, es decir, tratarlos como simples medios para nuestros fines. Esto contradice toda la argumentación kantiana que Korsgaard ha expuesto para reconocer a los animales como fines en sí mismos y no como medios para nuestros fines. Esto no es ética; es antropocentrismo. Alegar que eso es lo que supuestamente nosotros decidiríamos en su lugar es apelar a la imaginación especulativa y no al razonamiento moral. La ausencia de consentimiento no equivale en ningún caso a la expresión de consentimiento. Los animales son seres dotados de sensación, pero también están dotados de voluntad e intereses propios. No sólo son seres sintientes sino también agentesseres intencionales. No hay evidencia que indique que los animales tienen algún interés en servir de recursos a los humanos, en el modo en que sea.

Alegar que podemos sustituir esa falta de consentimiento mediante la provisión de unas condiciones materiales para que los animales explotados se encuentren supuestamente 'confortables' no es ética; es bienestarismo. ¿En qué parte de los textos de Kant se dice que es aceptable utilizar a otro sujeto sin su consentimiento siempre que lo utilicemos en condiciones 'confortables'? Esto es defender que continuemos sometiendo a los animales al estatus de propiedad; que es equivalente a la esclavitud. Cuando nos adueñamos de las vidas de otros humanos lo denominamos esclavitud y no hay razón para denominarlo de diferente manera cuando nuestras víctimas son individuos no humanos. La filosofía moral kantiana es radicalmente incompatible con cualquier forma de esclavitud o explotación sobre los sujetos morales. Si los animales son sujetos de consideración moral entonces no debemos en modo alguno adueñarnos de su vida ni tratarlos como recursos o instrumentos para nuestro beneficio.

Si reconocemos a los animales como fines en sí mismos, es decir, como seres que poseen un valor moral intrínseco, sólo puede haber una conclusión lógica: debemos poner fin a toda forma de domesticación de animales. La utilización de animales sólo puede llevarse a cabo instrumentalizando forzadamente a los animales y nunca puede contar con su consentimiento. Como bien señala el profesor Tom Regan; nuestro error fundamental en la relación con los otros animales está en el prejuicio de considerarlos como medios para satisfacer los fines humanos. Subsanar este error requiere por lógica rechazar cualquier forma de instrumentalización sobre los animales.

Más aún, no existe ningún uso de animales que no implique infligir coacción y daño a los animales. Ya se trate de utilizarlos de compañía o mascotas, o como si fueran máquinas para producir lana. Todos los usos de animales atentan contra los intereses básicos de los animales: atentan contra su vida, su salud, su integridad física y su libertad. La idea de que puede existir una explotación animal 'humanitaria' —que es lo que Korsgaard está defendiendo cuando habla proporcionar 'condiciones confortables' a los animales que utilizamos— ya se ha demostrado que es una quimera. Las investigaciones de James LaVeck y de Joanna Lucas, entre otros activistas, han denunciado el engaño que consiste en creer que los animales pueden ser tratados como recursos y al mismo tiempo gozar de una vida saludable y feliz acorde a sus propios intereses.

Mi impresión es que Korsgaard muestra un abrumador desconocimiento sobre la realidad de la explotación animal que padecen sus víctimas; así como parece querer ignorar los datos y argumentos aportados por pensadores animalistas anteriores. Lamento especialmente todos estos defectos, pues considero que el proyecto intelectual de Korsgaard es bien interesante y mi propio pensamiento moral es muy afín a la teoría kantiana. Estoy de acuerdo con el planteamiento inicial que propone Korsgaard pero en notable desacuerdo con sus conclusiones.

En definitiva, debo juzgar la teoría de Korsgaard como un fallido intento de adaptar la teoría de Kant a nuestra relación moral con los animales. Pienso que su artículo debiera haberse titulado «Explotar a los animales: una excusa filosófica», porque su autora más bien parece buscar excusas para continuar justificando cierta explotación de los animales y evitar las conclusiones lógicas que conlleva adaptar los postulados éticos kantianos a nuestra relación moral con los animales.