Una aclaración conceptual
Suele suceder muy a menudo cuando se debate la moralidad acerca de nuestra relación moral con los demás animales, que aparezca mencionado el tema de las plantas. Se afirma que si en efecto debemos respetar a los demás animales, del mismo modo que queremos nosotros ser respetados —empezando por no tratarlos como propiedades o recursos— entonces debemos aplicar el mismo criterio para los vegetales en general. Para llegar a esta conclusión se suelen esgrimir tres argumentos:
[1] Las plantas son seres vivos.
[2] Las plantas forman parte de la naturaleza.
[3] Las plantas poseen la capacidad de sentir.
Como veremos a continuación, estos argumentos son irrelevantes o son falsos, según sea el caso.
Los dos primeros argumentos son realmente fáciles de evidenciar como inválidos. La cuestión es: ¿por qué el simple hecho de que un ser esté vivo, o forme parte de la naturaleza, debería valer por sí mismo para que lo incluyamos en nuestra consideración moral?
Lo cierto es que no existe ningún argumento que justifique que la vida, o el hecho de formar parte de la naturaleza, sean características moralmente relevantes. Y si no existe ninguna razón que nos explique por qué la vida o la naturaleza deben ser moralmente consideradas por sí mismas entonces no puede haber ningún tipo de planteamiento racional al respecto.
Suele suceder muy a menudo cuando se debate la moralidad acerca de nuestra relación moral con los demás animales, que aparezca mencionado el tema de las plantas. Se afirma que si en efecto debemos respetar a los demás animales, del mismo modo que queremos nosotros ser respetados —empezando por no tratarlos como propiedades o recursos— entonces debemos aplicar el mismo criterio para los vegetales en general. Para llegar a esta conclusión se suelen esgrimir tres argumentos:
[1] Las plantas son seres vivos.
[2] Las plantas forman parte de la naturaleza.
[3] Las plantas poseen la capacidad de sentir.
Como veremos a continuación, estos argumentos son irrelevantes o son falsos, según sea el caso.
Los dos primeros argumentos son realmente fáciles de evidenciar como inválidos. La cuestión es: ¿por qué el simple hecho de que un ser esté vivo, o forme parte de la naturaleza, debería valer por sí mismo para que lo incluyamos en nuestra consideración moral?
Lo cierto es que no existe ningún argumento que justifique que la vida, o el hecho de formar parte de la naturaleza, sean características moralmente relevantes. Y si no existe ninguna razón que nos explique por qué la vida o la naturaleza deben ser moralmente consideradas por sí mismas entonces no puede haber ningún tipo de planteamiento racional al respecto.
Dejando de lado el hecho de que conceptos como vida y naturaleza son controvertidos y no existe un consenso definitivo de lo que significan ni siquiera a nivel científico, el punto central es que la razón por la que existe la ética no tiene que ver con el hecho de que estemos vivos o de que seamos parte de un ecosistema.
La ética tiene que ver con el hecho de que tenemos intereses. Y si tenemos intereses es debido a que tenemos la capacidad de sentir. Esto sí es el hecho moralmente relevante: el hecho de que experimentamos sensaciones [percepciones subjetivas] de que tenemos deseos y preferencias.
Todas las diferentes teorías éticas, por mucho que se diferencien entre ellas, siempre apelan de un modo u otro a los intereses de los individuos.
La ética tiene que ver con el hecho de que tenemos intereses. Y si tenemos intereses es debido a que tenemos la capacidad de sentir. Esto sí es el hecho moralmente relevante: el hecho de que experimentamos sensaciones [percepciones subjetivas] de que tenemos deseos y preferencias.
Todas las diferentes teorías éticas, por mucho que se diferencien entre ellas, siempre apelan de un modo u otro a los intereses de los individuos.
Considero que el biocentrismo sería una postura racionalmente insostenible. La vida no es un criterio racional para determinar la consideración moral, ya que la ética es por definición la consideración y protección de intereses. La vida por sí sola carece de intereses. Para tener intereses es necesario poder sentir. Un interés es una disposición de ánimo inclinada a satisfacer un objetivo concreto. Los únicos seres que tienen intereses son los individuos con capacidad de sentir.
Por lo tanto, la diferencia biológica moralmente relevante entre los animales sintientes y las plantas está en la sintiencia.
Por lo tanto, la diferencia biológica moralmente relevante entre los animales sintientes y las plantas está en la sintiencia.
Los seres sintientes somos seres conscientes, seres con una mente, que tenemos voluntad, deseos e intenciones. Si bien, pueden existir diferencias específicas en la forma de sentir. Por ejemplo, nosotros los humanos dependemos mucho de nuestro sentido de la vista, mientras que otros animales son casi ciegos y perciben el mundo sensorialmente a través del olor o del sonido. Pero estas diferencias no son relevantes. Todos igualmente sentimos, experimentamos sensaciones, y tenemos los mismos intereses básicos. Intereses como el deseo de vivir y de disfrutar, así como el interés en evitar el daño y la muerte.
Existe una diferencia cualitativa muy notable entre animales y plantas. Los animales que poseen sistema nervioso activo son seres que sienten. Mientras que las plantas pueden estar vivas, pero no sienten. Las plantas carecen de la capacidad de sentir. No tienen neuronas ni poseen sistema nervioso, ni ningún órgano similar que pueda ejercer la función de sentir. Por tanto, estaría más allá de cualquier posibilidad racional el plantear que las plantas puedan sentir. Simplemente no existe ningún tipo de prueba, evidencia o argumento que apunte en este sentido. Suponer que las plantas pueden sentir no es más razonable que suponer que el agua o las piedras pueden sentir.
Es cierto que una planta puede responder a estímulos y puede moverse. Pero esto no es prueba ni sinónimo de la capacidad de sentir. Las máquinas artificiales que construimos también pueden responder a estímulos y moverse, pero esto no implica que puedan sentir.
Las plantas pueden percibir pero no pueden sentir. Lo contrario sería confundir la sensibilidad [o sintiencia] con la sensorialidad. Son dos conceptos diferentes que hacen referencia a dos fenómenos distintos. Las plantas pueden tener sensorialidad pero carecen de sensibilidad. Los animales poseen sensorialidad pero además poseen también sensibilidad, que es a lo que llamanos sentir o sintiencia.
Las plantas pueden percibir estímulos del exterior y reaccionar ante ellos, claro. Eso también lo pueden hacer muchas máquinas, como los termómetros, por ejemplo. Nada de eso evidencia que puedan sentir, es decir, que puedan experimentar sensaciones, emociones, sentimientos, deseos; que sabemos que otros animales sí experimentan porque poseen un sistema nervioso centralizado que de forma análoga al nuestro realiza las funciones que están asociadas a la existencia de sensaciones.
La sintiencia implica que un organismo puede procesar percepciones en forma subjetiva y transformarlas en sensaciones. Para poder hacer esto es necesario disponer de neuronas organizadas mediante un sistema nervioso. Por eso la comunidad científica ha rechazado la idea de que las plantas puedan sentir, porque esa hipótesis carece de cualquier respaldo físico material que lo pueda hacer posible. Las plantas no tienen neuronas, no tienen sistema nervioso ni ningún órgano que pueda realizar la función de procesar e integrar sensaciones.
Las supuestas pruebas de que las plantas puedan sentir sólo son evidencias de su capacidad reactiva a determinados estímulos. Eso es casi como decir que el agua puede sentir porque reacciona al frío y al calor y, por tanto, el agua puede sentir. Es absurdo, tanto desde el punto de vista conceptual como desde el punto de vista empírico. Tan absurdo como suponer que las plantas sienten sólo porque reaccionan mecánicamente a determinados estímulos y careciendo de cualquier órgano que pueda procesar e integrar perceciones en forma subjetiva.
Sentir es un fenómeno peculiar que significa la facultad de experimentar sensaciones y la aparición de la conciencia. Las sensaciones son la base de los deseos y los intereses. Pero las plantas no tienen intereses porque para tener intereses es necesario disponer de la capacidad de sentir. Interés es sinónimo de deseo, y para desear tiene que haber alguien que desee algo. Pero las plantas no poseen la capacidad de experimentar sensaciones y por lo tanto carecen de conciencia o autoconciencia. Tal y como recuerda el biólogo Javier Fuertes:
Las plantas pueden percibir pero no pueden sentir. Lo contrario sería confundir la sensibilidad [o sintiencia] con la sensorialidad. Son dos conceptos diferentes que hacen referencia a dos fenómenos distintos. Las plantas pueden tener sensorialidad pero carecen de sensibilidad. Los animales poseen sensorialidad pero además poseen también sensibilidad, que es a lo que llamanos sentir o sintiencia.
Las plantas pueden percibir estímulos del exterior y reaccionar ante ellos, claro. Eso también lo pueden hacer muchas máquinas, como los termómetros, por ejemplo. Nada de eso evidencia que puedan sentir, es decir, que puedan experimentar sensaciones, emociones, sentimientos, deseos; que sabemos que otros animales sí experimentan porque poseen un sistema nervioso centralizado que de forma análoga al nuestro realiza las funciones que están asociadas a la existencia de sensaciones.
La sintiencia implica que un organismo puede procesar percepciones en forma subjetiva y transformarlas en sensaciones. Para poder hacer esto es necesario disponer de neuronas organizadas mediante un sistema nervioso. Por eso la comunidad científica ha rechazado la idea de que las plantas puedan sentir, porque esa hipótesis carece de cualquier respaldo físico material que lo pueda hacer posible. Las plantas no tienen neuronas, no tienen sistema nervioso ni ningún órgano que pueda realizar la función de procesar e integrar sensaciones.
Las supuestas pruebas de que las plantas puedan sentir sólo son evidencias de su capacidad reactiva a determinados estímulos. Eso es casi como decir que el agua puede sentir porque reacciona al frío y al calor y, por tanto, el agua puede sentir. Es absurdo, tanto desde el punto de vista conceptual como desde el punto de vista empírico. Tan absurdo como suponer que las plantas sienten sólo porque reaccionan mecánicamente a determinados estímulos y careciendo de cualquier órgano que pueda procesar e integrar perceciones en forma subjetiva.
Sentir es un fenómeno peculiar que significa la facultad de experimentar sensaciones y la aparición de la conciencia. Las sensaciones son la base de los deseos y los intereses. Pero las plantas no tienen intereses porque para tener intereses es necesario disponer de la capacidad de sentir. Interés es sinónimo de deseo, y para desear tiene que haber alguien que desee algo. Pero las plantas no poseen la capacidad de experimentar sensaciones y por lo tanto carecen de conciencia o autoconciencia. Tal y como recuerda el biólogo Javier Fuertes:
«No hay que olvidar que las plantas carecen de cerebro y por tanto de conciencia, no deciden activamente realizar una acción u otra, simplemente reaccionan a ciertos estímulos cuando poseen los receptores apropiados»
No existe ninguna evidencia comprobada de que las plantas posean un sistema nervioso ni nada que se le parezca remotamente. Es cierto que las plantas actúan mecánicamente para conseguir alimento [luz, agua, minerales,..] y por eso algunos científicos han querido atribuirles "inteligencia", pero esto no implica que tengan la capacidad de sentir.
El simple hecho de que un elemento reaccione ante estímulos no significa que sienta. El agua también reacciona moviéndose al calor y al frío; pero el agua no siente. El termómetro también reacciona ante los cambios de temperatura, pero los termórmetros no sienten. Las plantas reaccionan ante estímulos —así funcionan los tropismos— pero no experimentan sensaciones.
Las plantas carecen de sistema nervioso. Tampoco poseen ningún sistema equivalente o similar. Por supuesto que sus células perciben, pero no hay ninguna evidencia o argumento que indique que pueden sentir.
Cuando hablamos de sentir estamos indicando un tipo de fenómeno singular que se produce cuando: vemos una imagen, oímos un sonido, saboreamos una sustancia, olemos una fragancia, experimentamos placer o sentimos dolor; cuando tenemos hambre o sed;... Asimismo todo aquello que denominamos como deseos o intenciones estaría incluido en la sintiencia. Si experimentamos el deseo de ir a lugar concreto, o de huir de un determinado acontecimiento; esto también forma parte del sentir.
Sentir significa ser consciente de una percepción que se ha producido en nuestro organismo. Nuestras células procesan cientos o miles, quizás millones, de percepciones constantemente que recibe del exterior y del propio organismo. Pero estas percepciones no son conscientes. Nosotros no las sentimos. La percepción no equivale automáticamente a la conciencia. Antes de que sintamos dolor han habido toda una serie de procesos y dichos procesos han activado que han surgir la sensación.
El cuerpo procesa percepciones [es decir: información] constantemente. Pero no sentimos nada de aquello porque esa percepciones no son transformadas en sensaciones. De lo contrario, estaríamos sintiendo todas las percepciones que se producen en nuestro organismo. ¿Acaso alguno de mis lectores está sintiendo como le crece el pelo? ¿O cómo fluye su sangre? ¿O cómo sus pulmones se pliegan y se expanden?
La conciencia sólo abarca un tipo específico de percepción que es la percepción subjetiva. Esta forma peculiar de percepción necesita de la actividad de las neuronas aferentes o sensitivas.
Suponer que las plantas sienten no sería un argumento en contra sino a favor del veganismo, dado que la práctica del veganismo implica reducir el número de plantas destruidas.
El simple hecho de que un elemento reaccione ante estímulos no significa que sienta. El agua también reacciona moviéndose al calor y al frío; pero el agua no siente. El termómetro también reacciona ante los cambios de temperatura, pero los termórmetros no sienten. Las plantas reaccionan ante estímulos —así funcionan los tropismos— pero no experimentan sensaciones.
Las plantas carecen de sistema nervioso. Tampoco poseen ningún sistema equivalente o similar. Por supuesto que sus células perciben, pero no hay ninguna evidencia o argumento que indique que pueden sentir.
Por tanto, si las plantas sintieran por el mero hecho de reaccionar a estímulos, entonces habría máquinas que también podrían sentir en tanto que perciben sonidos y reaccionan a ellos. En realidad eso no sería más que una forma retórica y errónea de hablar. ¿Acaso el agua también oye dado que reacciona a las ondas sonoras y se mueve de acuerdo al impacto en que las recibe? Es obviamente absurdo. Se trata de mera retórica efectista y uso incorrecto del vocabulario básico.
Sentir significa poder experimentar sensaciones, emociones, sentimientos, deseos. Es la capacidad de tener experiencias subjetivas. Esto es sentir. Las plantas carecen de esta capacidad ya que no disponen de un sistema nervioso que pueda procesar percepciones en forma subjetiva. La comunidad de neurocientíficos ya ha aclarado que no es correcto hablar de la existencia de una supuesta conciencia en plantas.
Así pues el error de base consiste en confundir la sensibilidad con la homeostasis, que es el mecanismo biológico por el cual los seres vivos tratan de conservarse a sí mismos, y con la sensorialidad, que es la capacidad de percibir estímulos externos y reaccionar a ellos. Ni la homeostasis ni la sensorialidad implican sensibilidad o sintiencia. Hay máquinas eléctricas que poseen sensorialidad, como es el caso de los termostatos que perciben la temperatura del ambiente, pero aunque los termostatos perciben la temperatura no sienten ni calor ni frío porque no pueden sentir; lo mismo sucede con las plantas.
La percepción por sí sola no implica necesariamente sensación
Sentir significa poder experimentar sensaciones, emociones, sentimientos, deseos. Es la capacidad de tener experiencias subjetivas. Esto es sentir. Las plantas carecen de esta capacidad ya que no disponen de un sistema nervioso que pueda procesar percepciones en forma subjetiva. La comunidad de neurocientíficos ya ha aclarado que no es correcto hablar de la existencia de una supuesta conciencia en plantas.
Así pues el error de base consiste en confundir la sensibilidad con la homeostasis, que es el mecanismo biológico por el cual los seres vivos tratan de conservarse a sí mismos, y con la sensorialidad, que es la capacidad de percibir estímulos externos y reaccionar a ellos. Ni la homeostasis ni la sensorialidad implican sensibilidad o sintiencia. Hay máquinas eléctricas que poseen sensorialidad, como es el caso de los termostatos que perciben la temperatura del ambiente, pero aunque los termostatos perciben la temperatura no sienten ni calor ni frío porque no pueden sentir; lo mismo sucede con las plantas.
La percepción por sí sola no implica necesariamente sensación
Las plantas no sienten porque no procesan la percepción en forma subjetiva, es decir, en forma de sensación. No tiene órganos auditivos ni visuales ni ningún sistema incorporado en el que se puedan procesar las percepciones en forma consciente. Reaccionan de acuerdo a un programa biológico que es idéntico a procesos fisiológicos no-conscientes como son la respiración, la digestión y la homeostasis térmica. Todos los seres vivos reaccionan ante estímulos como parte de su procesos de homeostasis.
Afirmar que las plantas sienten es equivalente a decir que el agua tiene memoria. Pero ni las plantas sienten puesto que carecen de sistema nervioso y de neuronas que procesen las percepciones en forma de experiencias subjetivas, ni tampoco el agua tiene memoria, por la misma razón: carece de cualquier sistema u órgano que tenga la capacidad de crear recuerdos.
Hay plantas que reaccionan de forma según la intensidad y la frecuencia del calor o del sonido. Hay máquinas que pueden realizar la misma función. Por ejemplo, algunas máquinas son capaces de detectar sonidos, y también son capaces de diferenciar entre ellos y reaccionar de forma específica a cada sonido diferente.
¿Significa eso que oyen? ¿Significa que sienten? La respuesta es no. Esto sólo indica que poseen la habilidad de percibir frecuencias acústicas y que tienen una programación para reaccionar a dichas frecuencias. Esto no significa que oigan. Hay aparatos capaces de detectar sonidos en distintas frecuencias, y reaccionar de forma distinta a a cada uno de ellos, pero esos aparatos no oyen, no experimentan sonidos. Ahora, alguien puede decir que "oyen" en sentido retórico —igual que las plantas— de la misma manera que decimos expresiones como "las paredes oyen", pero todo esto es un uso retórico del lenguaje.
¿Significa eso que oyen? ¿Significa que sienten? La respuesta es no. Esto sólo indica que poseen la habilidad de percibir frecuencias acústicas y que tienen una programación para reaccionar a dichas frecuencias. Esto no significa que oigan. Hay aparatos capaces de detectar sonidos en distintas frecuencias, y reaccionar de forma distinta a a cada uno de ellos, pero esos aparatos no oyen, no experimentan sonidos. Ahora, alguien puede decir que "oyen" en sentido retórico —igual que las plantas— de la misma manera que decimos expresiones como "las paredes oyen", pero todo esto es un uso retórico del lenguaje.
La idea de que las plantas sienten no tiene que ver con la ciencia
En la neurociencia no se estudia a las plantas, porque no hay nada que estudiar ahí en terminos neurológicos. No hay fundamento biológico en las plantas que posibilite la aparición de conciencia sensitiva. Como señalaba el neurocientífico Antonio Damasio, no es posible poder sentir sin la posesión de un sistema nervioso:
En la neurociencia no se estudia a las plantas, porque no hay nada que estudiar ahí en terminos neurológicos. No hay fundamento biológico en las plantas que posibilite la aparición de conciencia sensitiva. Como señalaba el neurocientífico Antonio Damasio, no es posible poder sentir sin la posesión de un sistema nervioso:
«Las plantas reaccionan frente a muchos estímulos: la luz, el el agua y los nutrientes. Algunas personas entusiastas incluso creen que las plantas reaccionan ante amables palabras de ánimo. Pero parece que carecen de la posibilidad de ser conscientes de un sentimiento. El primer requisito para sentir, pues, procede de la presencia de un sistema nervioso.»
Lo que hace la ciencia es estudiar los mecanismos biológicos de adaptación de determinadas plantas que reaccionan ante los cambios del medio en el que viven. Esto no es sintiencia sino homeostasis. Ciertamente la sintiencia se puede considerar una herramienta homeostática —es decir: destinada a la conservación del organismo animal— pero la homeostasis no implica la sintiencia.
Cuando hablamos de sentir estamos indicando un tipo de fenómeno singular que se produce cuando: vemos una imagen, oímos un sonido, saboreamos una sustancia, olemos una fragancia, experimentamos placer o sentimos dolor; cuando tenemos hambre o sed;... Asimismo todo aquello que denominamos como deseos o intenciones estaría incluido en la sintiencia. Si experimentamos el deseo de ir a lugar concreto, o de huir de un determinado acontecimiento; esto también forma parte del sentir.
Sentir significa ser consciente de una percepción que se ha producido en nuestro organismo. Nuestras células procesan cientos o miles, quizás millones, de percepciones constantemente que recibe del exterior y del propio organismo. Pero estas percepciones no son conscientes. Nosotros no las sentimos. La percepción no equivale automáticamente a la conciencia. Antes de que sintamos dolor han habido toda una serie de procesos y dichos procesos han activado que han surgir la sensación.
El cuerpo procesa percepciones [es decir: información] constantemente. Pero no sentimos nada de aquello porque esa percepciones no son transformadas en sensaciones. De lo contrario, estaríamos sintiendo todas las percepciones que se producen en nuestro organismo. ¿Acaso alguno de mis lectores está sintiendo como le crece el pelo? ¿O cómo fluye su sangre? ¿O cómo sus pulmones se pliegan y se expanden?
La conciencia sólo abarca un tipo específico de percepción que es la percepción subjetiva. Esta forma peculiar de percepción necesita de la actividad de las neuronas aferentes o sensitivas.
Hay un complejo entramado fisiológico por el cual poseemos la capacidad de sentir: experimentar sensaciones, emociones, deseos, sentimientos. Esto es la conciencia sensitiva. Para ello se necesita el sistema nervioso, del cual carecen las plantas y sólo se encuentra en los animales.
La supuesta sintiencia en las plantas no afecta al veganismo
Ahora bien, imaginemos por un momento que fuera cierta la suposición de que las plantas sienten —del mismo modo que podemos imaginar que el agua tiene memoria o que los humanos podemos alimentarnos simplemente mirando al sol cada cierto tiempo. ¿Qué pasaría en ese caso? ¿Qué cambiaría respecto del veganismo? Pues en realidad no cambiaría nada.
Ahora bien, imaginemos por un momento que fuera cierta la suposición de que las plantas sienten —del mismo modo que podemos imaginar que el agua tiene memoria o que los humanos podemos alimentarnos simplemente mirando al sol cada cierto tiempo. ¿Qué pasaría en ese caso? ¿Qué cambiaría respecto del veganismo? Pues en realidad no cambiaría nada.
La cuestión empírica sobre cuáles seres son sintientes no afecta al criterio moral. Los seres sintientes siguen siendo, por lógica, los únicos seres que tienen valor intrínseco, y esto implica necesariamente que debemos respetarlos como fines en sí mismos y nunca tratarlos como simples medios para nuestros fines. Por otra parte, desde el punto de vista práctico, la aplicación global del veganismo supone un menor impacto medioambiental, es decir, matar muchísimas menos plantas, que una sociedad basada en la explotación de animales no humanos.
¿Acaso que las plantas sintieran significa que el canibalismo estaría justificado? ¿Que no habría ningún problema en usar de alimento a seres humanos? Argumentar que si las plantas sienten entonces no hay problema moral en comer animales valdría igualmente para justificar el canibalismo.
¿Acaso que las plantas sintieran significa que el canibalismo estaría justificado? ¿Que no habría ningún problema en usar de alimento a seres humanos? Argumentar que si las plantas sienten entonces no hay problema moral en comer animales valdría igualmente para justificar el canibalismo.
Aunque las plantas sintieran, lo cual no es el caso, el veganismo seguiría siendo igualmente la única postura ética razonable. Lo cierto es que eso no cambiaría nada a efectos morales o prácticos, salvo algunas medidas específicas como el de intentar preferenciar el consumo de frutos frente al consumo directo de vegetales.
Además, la práctica del veganismo supone actualmente causar un daño muchísimo menor a la vegetación que el daño que causa la explotación animal, puesto que el veganismo eliminaría todas las millones de hectáreas que se cultivan actualmente para alimentar a los animales utilizados como ganadería.
Además, la práctica del veganismo supone actualmente causar un daño muchísimo menor a la vegetación que el daño que causa la explotación animal, puesto que el veganismo eliminaría todas las millones de hectáreas que se cultivan actualmente para alimentar a los animales utilizados como ganadería.
Suponer que las plantas sienten no sería un argumento en contra sino a favor del veganismo, dado que la práctica del veganismo implica reducir el número de plantas destruidas.
La vida por sí sola no posee valor moral
No hay ninguna razón que expliqué por qué debamos respetar a las plantas por sí mismas. Sólo los seres que sienten merecen consideración moral porque son los únicos que poseen conciencia e intereses. Sólo ellos pueden ser sujetos de consideración porque, para empezar, sólo ellos pueden ser sujetos, es decir, poseen subjetividad; una de las características esenciales de la sintiencia. Ésta es la razón por la que no sería moralmente aceptable explotarlos, es decir, tratarlos como nuestra propiedad, como meros recursos para alcanzar nuestros fines, ignorando así su voluntad y sus propios intereses.
Alguien puede por este motivo acusarnos de estar discriminando a los vegetales, por sí mismos, de nuestra consideración moral. Y efectivamente así es. Pero, como hemos visto, esto no tiene nada de incorrecto. El problema es que el término discriminación tiene una injustificada connotación negativa. Hay discriminaciones que son moralmente correctas mientras que hay otras que no lo son en tanto que vulneran un principio ético.
No conozco ningún argumento que justifique que la vida sea un criterio de consideración moral. Un ser humano con muerte cerebral ya no es considerado un persona aunque el resto de su cuerpo siga vivo y funcionado igualmente. ¿Por qué? Porque no hay nada que considerar ahí, ya no hay una mente que pueda experimentar sensaciones y otras experiencias subjetivas. No hay deseos ni intenciones ni pensamientos. La característica relevante para la consideración es la sensibilidad o sintiencia. Sin sensibilidad no puede haber intereses ni preferencias. La vida por sí sola no es más que un proceso dinámico regido por la homeostasis pero que no tiene conciencia alguna. La vida en sí misma no posee un valor intrínseco porque carece de la capacidad de realizar valoraciones, ya que esta capacidad requiere de la existencia de una conciencia sensitiva que distinga entre la experiencia del dolor y del placer, entre la experiencia de desear algo y de rechazar algo.
Ahora bien, comprender que las plantas no son seres que merezcan consideración por sí mismos no significa que estemos libres de cualquier tipo de obligación moral en relación con las plantas. Es decir, esto no implica que siempre esté bien hacer lo que nos venga en gana con un vegetal. Por ejemplo, si vemos un árbol en el bosque y queremos talarlo debemos tener en cuenta que en ese árbol pueden estar viviendo otros animales. Nuestros acciones sobre los vegetales pueden afectar directamente a otros seres sintientes.
No conozco ningún argumento que justifique que la vida sea un criterio de consideración moral. Un ser humano con muerte cerebral ya no es considerado un persona aunque el resto de su cuerpo siga vivo y funcionado igualmente. ¿Por qué? Porque no hay nada que considerar ahí, ya no hay una mente que pueda experimentar sensaciones y otras experiencias subjetivas. No hay deseos ni intenciones ni pensamientos. La característica relevante para la consideración es la sensibilidad o sintiencia. Sin sensibilidad no puede haber intereses ni preferencias. La vida por sí sola no es más que un proceso dinámico regido por la homeostasis pero que no tiene conciencia alguna. La vida en sí misma no posee un valor intrínseco porque carece de la capacidad de realizar valoraciones, ya que esta capacidad requiere de la existencia de una conciencia sensitiva que distinga entre la experiencia del dolor y del placer, entre la experiencia de desear algo y de rechazar algo.
Ahora bien, comprender que las plantas no son seres que merezcan consideración por sí mismos no significa que estemos libres de cualquier tipo de obligación moral en relación con las plantas. Es decir, esto no implica que siempre esté bien hacer lo que nos venga en gana con un vegetal. Por ejemplo, si vemos un árbol en el bosque y queremos talarlo debemos tener en cuenta que en ese árbol pueden estar viviendo otros animales. Nuestros acciones sobre los vegetales pueden afectar directamente a otros seres sintientes.
Si debemos respetar a un árbol —o cualquier otro elemento natural no sintiente— no es por el árbol mismo, sino por lo que ese árbol signifique para otros animales en relación a sus intereses.
Los animales sintientes tienen intereses y deben ser respetados como individuos con derechos, puesto que son seres que tienen un valor inherente, por encima de cualquier valor instrumental que puedan tener. En cambio, las plantas no sienten ni tienen intereses, por lo que sólo importan en tanto sean importantes para los intereses de los animales. Éste sería el enfoque correcto para poder asumir el ecologismo desde una perspectiva vegana.
Si aplicamos la lógica a nuestra moral tendremos que concluir necesariamente que la ética básica no permite que ninguna persona puede ser tratada como una cosa, como una propiedad o recurso. Es por esto que el veganismo es un imperativo moral y una base necesaria para cualquier relación justa que establezcamos con otros animales.
No podemos justificar moralmente el hecho de tratar a otros humanos como esclavos o usarlos como comida. Pero si esto no es aceptable no se debe a que sean humanos sino a que son individuos que sienten: tienen voluntad e intereses propios. Y si no nos dejamos cegar por el prejuicio del especismo entonces aplicaremos el mismo criterio para los demás animales sintientes, sin importar su especie.
La sintiencia por sí sola es el único requisito para que cualquier animal, sin importar su especie, sea moralmente considerado como persona.
No podemos justificar moralmente el hecho de tratar a otros humanos como esclavos o usarlos como comida. Pero si esto no es aceptable no se debe a que sean humanos sino a que son individuos que sienten: tienen voluntad e intereses propios. Y si no nos dejamos cegar por el prejuicio del especismo entonces aplicaremos el mismo criterio para los demás animales sintientes, sin importar su especie.
La sintiencia por sí sola es el único requisito para que cualquier animal, sin importar su especie, sea moralmente considerado como persona.
Referencias científicas:
* Plant neurobiology: no brain, no gain?
* Plant neurobiology: no brain, no gain?
https://doi.org/10.1016/j.tplants.2007.03.002
* Plants Neither Possess nor Require Consciousness
https://doi.org/10.1016/j.tplants.2019.05.008
* Plants Neither Possess nor Require Consciousness
https://doi.org/10.1016/j.tplants.2019.05.008
https://doi.org/10.1007/s00709-020-01579-w