15 de noviembre de 2013

Fundamentación lógica de la moral


«Hay un sistema de verdad moral, tan objetivo como debe serlo toda verdad, el cual estamos interesados en descubrir junto con sus implicaciones.» ~ W.D Ross

PRÓLOGO
«Toda filosofía ha de formarse desde unos puntos de partida. ¿Dónde, pues, empezamos? ¿Qué ideas pueden ser consideradas primarias?»  ~ Leonard Peikoff

El hecho de plantear que existan normas morales objetivas se ha relacionado siempre con la religión o con la creencia en mundos o dimensiones sobrenaturales. Cuando se prescinde de este factor religioso, parece que toda moral simplemente tuviera que reducirse al relativismo o mero convencionalismo. Y así lo defienden no pocos pensadores e ideólogos de toda clase.

El problema de la fundamentación objetiva de la ética ha sido acuciante durante los últimos siglos. Pero muchos pensadores, la mayoría, han renunciado siquiera a intentarlo. Por lo general, simplemente se han limitado a ofrecer teorías que les parecían más o menos convenientes o satisfactorias, aceptando la idea de que no tenemos ninguna razón objetiva que nos obligue a escoger entre una u otra. En última instancia, los principios últimos de toda ética serán siempre inexplicables, irrazonables. Dicen que aunque toda la argumentación posterior sea impecable y coherente desde el punto de vista lógico, los postulados de los que parte no se pueden justificar racionalmente. 

Los filósofos por lo general han usado la lógica de forma puramente instrumental para dotar de coherencia a sus ideas. Pero no basan su pensamiento en la lógica, es decir, no apelan al contenido de la lógica, sino solamente a su sentido formal. La excepción es Parménides y Emanuele Severino. Pero sus doctrinas son casos aparte que tienen poco o nada que ver con la tradición filosófica occidental dominada por Platón y Aristóteles, y solamente se refieren al ámbito metafísico, pero descuidando el ámbito moral.

La tesis que se defiende en esta exposición es la de que, en efecto, debemos basar nuestra moral en la lógica. En los principios básicos de la lógica. Solamente de esa manera podemos deducir una moral objetiva, universal y válido por igual para todos. Sólo de esta forma podemos evitar caer en la arbitrariedad y el relativismo.

En otras notas anteriores («Lógica»«Nociones básicas»«La igualdad»; «El principio de identidad»; «Sobre lógica e identidad») ya expuse un preludio del planteamiento que intento presentar aquí.

No obstante, debo advertir que es imposible entender lo que voy a exponer si no tenemos claro primero que la lógica no solamente refiere a la forma de un argumento sino también a su contenido. La lógica es un ámbito de conocimiento que tiene forma y contenido. De forma similar a cómo ocurre en las matemáticas, la forma y el contenido están intrínsecamente relacionados en la lógica y no se pueden separar.

INTRODUCCIÓN
«Tradicionalmente, la razón también se ha identificado con el empleo de ciertos principios o con una mera conformidad con dichos principios. Entre ellos se encuentran por ejemplo los principios de la inferencia lógica, los principios que Kant identificó como principios del entendimiento, los principios matemáticos y los principios de la razón práctica. Se dice que una persona es razonable cuando sus creencias y acciones se ajustan a los mandatos de  dichos principios, o cuando se guía por ellos de forma deliberada.»   Christine Koorsgaard                                                                         
Desde el punto de vista racional, cuando se trata del ámbito ético, las afirmaciones de carácter moral deben tener la misma validez y veracidad que las afirmaciones de carácter empírico sobre la realidad. ¿Por qué? Porque la ética racional se basa en necesariamente hechos empíricos y en la lógica. Si los hechos están confirmados y la lógica es correcta, entonces las normas y valores morales que se deduzcan a partir de ellos tienen que ser necesariamente verdad.

Todo razonamiento apela o se basa en la ley de identidad (A=A). El respeto por la ley de identidad es el fundamento de la razón. Es lo contrario de la arbitrariedad, de lo que no está sujeto a un referente objetivo y universal.

La ley lógica de identidad no expresa la sola existencia. La existencia en sí misma se podría expresar simplemente como "A". La identidad es el proceso de re-conocimiento que la existencia existe, que nosotros existimos. Nos identificamos, es decir, somos conscientes de nosotros mismos. Eso es lo que representa "A=A"

La identidad como tal no debe ser confundida con el razonamiento de la identidad. El fundamento de la identidad es la sensación. Porque sentimos es por lo que podemos tener consciencia de que existimos.

Aunque no tuviéramos la capacidad de razonar conceptualmente la noción de la identidad, eso no cambiaría nada. Aunque no pudiéramos conceptualizar el hecho de que tenemos una cabeza, tronco y extremidades, seguiríamos teniéndolas igualmente.

Cuando razonamos el concepto de identidad no estamos creando o generando la identidad sino que la estamos formulando o expresando mediante el pensamiento y el lenguaje. Del mismo modo que cuando dibujamos un árbol no lo estamos creando sino que lo estamos reflejando visualmente mediante nuestra habilidad.

El respeto por la identidad en la práctica implica necesariamente el respeto por la sintiencia. (La sintiencia es lo que permite que un ser sea consciente de sí mismo.) Esto sería, en esencia, la ética: la práctica de respetar y aplicar la lógica. Por eso William Clifford identificaba la racionalidad con el deber moral y el deber moral con la racionalidad: considerar como verdad y obligación sólo aquello que sea evidente o demostrable mediante hechos empíricos y razonamientos lógicos.

EL PROBLEMA DE LA RELACIÓN ENTRE EL SER Y EL DEBER SER  
«Todos los conceptos morales tienen su asiento y origen completamente a priori, en la razón.» ~ Immanuel Kant
    
Evitar incurrir en la falacia naturalista, o el apelar a entes trascendentales, no resulta nada difícil; lo conseguimos simplemente reconociendo que el fundamento de la moral es la lógica. La lógica no es propiamente un hecho de la naturaleza. Ni es un objeto que se pueda tocar o medir. Tampoco es un ente transcendental. Sino que es un ámbito de conocimiento presente y accesible mediante el razonamiento.

El ámbito de consideración moral no debe estar limitado a los seres humanos, sino que debe incluir a todos los seres sintientes, sin distinción de especie. Pero esto no tiene que ver con la universalidad ni con la coherencia (aunque estoy de acuerdo con que son requisitos imprescindibles en la ética). Esto es sencillamente un criterio necesario que obtenemos de la misma lógica.

La ley de identidad (A=A) es el fundamento básico de la lógica, y estamos obligados racionalmente a respetarla. Por lo tanto, a la hora de deducir qué seres deben estar incluidos en la consideración moral la respuesta está en la ley de identidad (A=A). Es decir, todos aquellos seres que posean identidad (consciencia de sí mismos) son los que poseen valor intrínseco y merecen respeto por sí mismos.

Nuestro sistema de valores morales igualmente se deriva de la lógica. Por ejemplo, el valor moral de la responsabilidad es un aplicación de la ley lógica de causalidad (o principio de razón suficiente) a nuestros actos. Si somos causantes de una acción, entonces somos responsables de esa acción y sus consecuencias directas. Somos responsables de nuestros actos, porque podemos tener un control sobre ellos y somos capaces de comprender que nuestras acciones pueden afectar a otros y tienen consecuencias.

Así que podemos ver que la ética se deduce racionalmente a partir de la lógica y aplicándola a los hechos objetivos. Por lo tanto, no puede haber más que una sola teoría ética correcta. Igual que solamente puede haber una teoría correcta que explique la gravedad o la evolución. ¿Por qué? Porque dos teorías diferentes tienen que contradecirse necesariamente y esta contradicción vulnera la ley lógica de no-contradicción: dos afirmaciones contrapuestas no pueden ser verdad al mismo tiempo. Es decir, no puede ser que esclavizar esté mal y esté bien al mismo tiempo. Es absurdo.

La base, contenido y estructura de la ética están determinadas por la lógica. La ética se basa en la lógica, se estructura mediante la lógica, y su contenido está condicionado por la lógica. Obviamente, la lógica no es equivalente tal cual a la ética, porque la ética se refiere a nuestra conducta (ethos) en el mundo. La ética se obtiene al aplicar la lógica a la realidad empírica que vivimos. El problema hasta ahora ha sido que en filosofía moral, o en la filosofía en general, el papel de la lógica ha sido puramente instrumental. La filosofía por lo general (salvo contadas y concretas excepciones) no se ha basado en la lógica ni la ha aceptado como contenido. Cada pensador o doctrina parte de una serie de ideas o dogmas y a partir de ahí utiliza la lógica meramente para intentar dotar de coherencia a sus intuiciones personales. 

LA COMUNIDAD MORAL 
«Las personas no difieren básicamente entre sí; mi vecino puede ser más o menos inteligente, ingenioso o guapo que yo, pero tenemos en común la misma estructura biológica, sentimos el mismo dolor y compartimos penas y alegrías similares. Lo racional sería que yo pusiera su felicidad al mismo nivel que la mía.» ~ Stuart Sutherland

En primer lugar, tenemos que partir de la ley de identidad (que es el principio fundamental de la lógica) para poder constituir el contenido. Por contenido me refiero primeramente a la comunidad moral, es decir, qué seres deben estar incluidos en la ética. ¿Deben estarlo todos o sólo algunos, o ninguno.

Evidentemente todos los seres del universo cumplen ontológicamente la ley lógica de identidad, pero no todos ellos poseen identidad de sí mismos, es decir, no son conscientes de su existencia. La ley de identidad no es "A" sino "A=A". Los seres no-sintientes se limitan a existir (A) y solamente los seres sintientes tienen consciencia de su existencia (A=A). El fenómeno de la identidad aparece sólo en aquellos seres que pueden sentir. Porque la sensación es la base de la subjetividad. Todos los seres sintientes son sujetos, son alguien, por lo tanto cumplen la ley de identidad, ya que tienen identidad, consciencia de sí mismos. Por ellos merecen ser incluidos en la consideración moral. Nuestra empatía innata nos aporta directamente esta intuición moral sin necesidad de razonamiento, pero la lógica, y los datos de la ciencia, lo confirman racionalmente.

Por tanto, sólo aquellos seres que en su naturaleza y constitución coincidan con la ley de identidad (A=A) deberían ser lógicamente incluidos en la consideración moral. ¿Qué seres son esos? No son todos los seres existentes sino solamente aquellos que estén dotados de identidad reflexiva (A=A), es decir, los seres conscientes, que poseen consciencia de sí mismos. O lo que es lo mismo: los seres sintientes. Ya que todo ser dotado de sensación tiene que poseer al menos alguna consciencia sensitiva de sí mismo (las sensaciones no se experimentan el vacío, sino que siempre hacen referencia a un sujeto).

La comunidad moral está compuesta por todos aquellos seres que tienen valor intrínseco (o valor inherente). Es decir, aquellos seres que tienen esa característica - la sintiencia - que les hace valiosos por sí mismos, sin importar si otros individuos les valoran y sin importar qué supuesto valor instrumental puedan tener para otros. Como seres con valor intrínseco merecen, al menos, un respeto básico que implica, entre otras cosas, no agredirles ni utilizarles como simples medios para conseguir un fin.

El resto de seres que no tienen valor intrínseco solamente tienen un valor instrumental. No merecen respeto por sí mismos y su valor depende exclusivamente de cómo afectan a los intereses de los seres con valor intrínseco - los seres sintientes.

Por tanto, todos los seres sintientes merecen por igual ser incluidos en la consideración moral. Esto significa que debemos cumplir las normas morales en relación con ellos.

LOS DERECHOS 
«Los derechos morales son iguales para todos los que los poseen. Por lo cual, nadie puede denegar derechos por motivos arbitrarios, prejuiciosos o moralmente irrelevantes.»  ~ Tom Regan
                                                                                            
Otro elemento esencial de la consideración moral son los derechos.

El término derecho no es más que la forma abreviada de referirnos a nuestra obligación de respetar un determinado interés del individuo. Cada ser sintiente tiene una serie de intereses plurales. Algunos de ellos son moralmente legítimos y otros no. ¿Cuáles lo son? Pues todos aquellos que formen parte de la identidad. Por ejemplo, el interés de auto-conservación. Sin respetar este interés no podemos respetar al individuo. Por lo tanto, es necesario que ese interés sea obligadamente respetado. De ahí proviene el derecho a la vida o el derecho a la seguridad física. Cuando decimos que alguien tiene un derecho a la vida queremos decir que su interés en conservar la vida debe ser respetado, sin importar si tenemos el deseo personal de hacerlo o si nos conviene hacerlo. Tenemos la obligación moral de respetarlo. Un pato, una abeja, un cerdo, una salamandra, un humano,... tiene el derecho a la vida. Igual que cualquier otro ser sintiente. Aunque no lo queramos reconocer, él tiene ese derecho. Igual que podemos no querer reconocer que un triángulo tiene tres lados.

Esto en lo que concierne a los derechos morales. Otro tipo de derechos son los contractuales (entre los que se incluyen los derechos legales).

Si los derechos morales no existieran entonces los derechos contractuales tampoco podrían existir puesto estos últimos son simplemente una expresión del acuerdo libre y voluntario, es decir, de los deseos del individuo. Por lo tanto, estaríann totalmente sujetos al capricho de cada persona, que en cualquier momento puede decidir romper el acuerdo pactado. A no ser que entendamos que tenemos la obligación moral de cumplir con los compromisos que acordamos. ¿De dónde proviene esa obligación? Pues del principio lógico de coherencia. Si yo me comprometo libremente en hacer algo (que tenga la posibilidad real de hacer) entonces la coherencia me obliga a mantener ese compromiso salvo que los términos sobre los que se asiente el acuerdo cambiaran radicalmente.

Salvo que apelemos a la fuerza y la violencia como argumento, resulta que la fundamentación de los derechos contractuales es de tipo moral. Si alguien se compromete a un determinado acuerdo entonces tiene la obligación moral de respetar su palabra en los términos acordados. No porque eso le conlleve consecuencias perjudiciales, sino porque es algo que debe hacer para cumplir con la ética. La obligación moral es de tipo racional. No es una obligación coactiva sino que está sujeta a la decisión libre de cada agente moral.

Si no tuviéramos la posibilidad de elección entonces no existiría la ética como tal, sino que simplemente actuaríamos determinados enteramente por la causalidad de factores. En un contexto puramente determinista no tiene cabida hablar de moral porque no se podría diferenciar entre bueno y malo, entre aquello que se ajusta a un principio y lo que lo incumple, sino que las cosas simplemente suceden y punto.

Alguien podría alegar que sólo tenemos obligación de hacer algo cuando el hecho de no hacerlo supone que nos cause a nosotros un perjuicio (egocentrismo). Pero precisamente cuando no cumplimos las normas morales, basadas en la razón, causamos un perjuicio en otros. Les perjudicamos cuando no respetamos sus derechos. ¿Por qué solamente va a tener relevancia un daño si me afecta a mí pero no lo va a tener si afecta a otros? En virtud del principio de igual consideración (A=A), que es un principio puramente formal, no hay razón que justifique supeditar el perjuicio de otros por debajo del nuestro. Por eso, tenemos la obligación de no perjudicar ni dañar a otros para beneficiarnos a nosotros. Este contexto ya no es puramente personal, en tanto que nos afectara a nosotros como individuos, sino que aplicando la lógica de la igualdad hemos entrado en el ámbito de la moral. Estoy obligado a respetar la vida de un ser sintiente porque desea vivir y que no le hagan daño, igual que yo (A=A).

Solamente los seres sintientes tienen la capacidad de tener auto-conciencia de sí mismos, y es por esto que poseen identidad reflexiva (A=A). Son seres conscientes. Este hecho es un fenómeno peculiar que se corresponde con la ley lógica de identidad (A=A). Por eso, solamente los seres que sienten merecen consideración y respeto por sí mismos.

En cambio, la postura biocentrista, o la ecología profunda, no se corresponden con la ley lógica de identidad. No tenemos ninguna evidencia o prueba que demuestre que los seres vivos no-sintientes, o el planeta, posean la capacidad de sentir o algún tipo de autoconsciencia (A=A). Por lo tanto, no hay ninguna razón que explique por qué deberían ser incluidos en la comunidad moral. Si un ser vivo no-sintiente merece respeto siempre será debido de manera indirecta en tanto que nuestros actos sobre ellos afecten directamente a los intereses de seres sintientes.

Desde el punto de vista racional, cualquier valoración personal, interés, o juicio de valor, sólo es moralmente aceptable si se basa en hechos empíricos comprobables y cumple las leyes básicas de la lógica. Entonces y sólo entonces es moralmente considerable como legítimo. Los juicios de valor subjetivos no pueden ser un fundamento de la ética pues se basen en meras preferencias personales.

Por otro lado, si la lógica y la existencia son verdades absolutas - y así debería ser puesto que son auto-evidentes y necesarias - entonces no hay razón que justifique no considerar que la ética que se deriva de aplicar la lógica a nuestra conducta también sea una verdad absoluta. La regla de oro (no hacer a los demás aquello que no queremos para nosotros) puede ser considerada una verdad moral absoluta, ya que es una derivación lógica del principio de igualdad o igual consideración. Y, que nosotros sepamos, este principio nunca cambia en el tiempo ni en el espacio.

En todo caso, afirmar que no hay constantes éticos universales resultaría ser un evidente error. Puesto que todos los códigos morales que encontramos en el mundo se refieren siempre a la protección de los intereses. Ya sea de los intereses individuales de todos o sólo de algunos de los individuos. O tal vez a los supuestos intereses de seres imaginarios (dioses). Pero siempre se refieren a la consideración de ciertos intereses. Sin la necesidad de proteger los intereses, y resolver los conflictos entre ellos, no habría necesidad ninguna de una dimensión moral en nuestra vida.

LA IGUALDAD O IGUAL CONSIDERACIÓN
«Un individuo jamás debe preferirse a sí mismo tanto más que a otro individuo, de forma que ofenda o hiera a este otro en beneficio propio, aunque la ventaja del primera fuera muy superior al detrimento o daño del segundo.»  Adam Smith  

Si la ética se refiere necesariamente a la consideración de los intereses de los individuos, entonces aplicar la lógica nos dará las pautas de conducta que deberíamos seguir para comportarnos de una manera moralmente correcta. Por ejemplo, al aplicar el principio lógico de identidad (A=A) a la ética obtenemos el principio moral de igualdad o igual consideración. Esto quiere decir que los casos moralmente relevantes que sean iguales (o muy similares) deben, lógicamente, ser tratados de manera igual.

Por ejemplo, si todos nosotros tenemos un mismo interés en conservar nuestra vida, nuestra existencia como individuos, entonces no resultaría correcto - de acuerdo con el principio de igual consideración - que discrimináramos a otros individuos que también tienen ese mismo interés y que les negáramos la consideración y protección que deseamos para nosotros. Este principio moral es uno de los que han fundamentado todos los movimientos sociales de justicia e igualdad, desde el abolicionismo hasta el feminismo, pasando por el movimiento de derechos civiles.

El principio de igualdad es lógicamente necesario. No se puede razonar moralmente sin apelar a él, ya que es una deducción directa de la ley de identidad. La ética básica es una expresión de este principio. Si otros individuos tienen el deseo de vivir, igual que lo tengo yo, entonces ninguna razón puede justificar que no trate ese interés de la misma manera que deseo que se trate el mío. Es decir, respetándolo.

LA OBLIGACIÓN Y LA RESPONSABILIDAD MORAL
«El desarrollo del razonamiento moral es paralelo al desarrollo del razonamiento lógico. La lógica es una moral del pensamiento, como la moral es una lógica de la acción.» ~ Jean Piaget

La obligación moral es de tipo lógico. Tenemos la obligación de cumplir las normas morales por la misma razón que tenemos la obligación de cumplir las leyes de la lógica o las reglas de la matemática. Es una necesidad racional. Claro que tenemos la opción de no acatarlas pero entonces estaremos siendo irracionales o inmorales. Aparte de las consecuencias perjudiciales que se pueden derivar, tenemos la obligación de cumplir las leyes de la lógica, y las normas morales basadas en la lógica, porque no existe otro modo de ser racional. Es necesario por propia definición. Igual que es necesario y obligado reconocer que un triángulo tiene tres lados, aunque podamos libremente decir que no los tiene y actuar como si efectivamente no los tuviera.

La obligación moral significa la necesidad de cumplir ciertas normas para adecuar nuestra conducta a la ética. Es lógicamente necesario reconocer que "A=A". No se puede negar. Es una necesidad lógica. Pero en el ámbito práctico yo puedo decir o escribir que "A≠A", a pesar de que esto es lógicamente falso. Del mismo modo, una norma moral está justificada por la lógica, y la obligación de cumplirla es de tipo racional. Aunque en la práctica puedas actuar incumpliendo dicha norma.

Si yo tengo un interés en vivir (A) y otro individuo tiene también ese mismo interés (A) entonces en virtud de la ley lógica de identidad resulta que el interés es el mismo aunque aparezca en diferentes individuos (del mismo modo que la fórmula E=mC2 puede aparecer en diferentes lugares aunque el concepto sea el mismo) y por tanto no hay razón que justifique no respetar ese mismo interés en otros individuos que en mí mismo. Precisamente porque es el mismo interés. ¿Si es el mismo entonces cómo va a ser considerado de manera diferente sólo porque aparezca en diferentes individuos cuando lo relevante es precisamente el interés en vivir? En esto consiste el principio moral de igualdad o igual consideración. La igualdad moral se basa en la ley lógica de identidad: lo que es igual debe ser considerado y tratado, lógicamente, de igual manera.

Por tanto, cualquiera capaz de razonar puede entender la irrefutable consistencia lógica del principio de igualdad y reconocerlo como tal. De acuerdo a la evidencia, no podemos negar su existencia como tampoco podemos negar que un triángulo tiene necesariamente tres lados. No podemos dibujar un triángulo de tres lados como tampoco puedes actuar éticamente sin el principio de igualdad. Podemos actuar inmoralmente, pero no podemos actuar de manera ética sin respetar el principio de igual consideración. Si acordamos que el deseo de vivir es moralmente relevante entonces no puedes justificar racionalmente por qué el interés de vivir de alguien debe ser tratado de manera diferente, y no igual, que el mismo interés de otro individuo. La necesidad lógica lo impide.

No confundamos el ámbito abstracto con el ámbito empírico. Decir que no existe la obligación moral sólo porque puedes no acatarla en tu conducta, es igual a decir que las reglas de la matemática no existen porque yo puedo decir, escribir, o creer, que 2+2=5

Siguiendo el mismo tipo de razonamiento podemos entender que solamente son responsables de su conducta aquellos seres que puedan razonar moralmente y ser conscientes de sus actos. Ahora bien, el razonamiento se basa en la lógica, y la mayoría de los animales son capaces de razonar, pero no de razonar moralmente. Y además ¿acaso no todos los seres cumplen la ley de identidad [A=A]? Si la responsabilidad moral se basa en el razonamiento —que a su vez se basa necesariamente en la lógica— alguien podría decir que todos los seres existentes son moralmente responsables porque todos cumplen la ley lógica de identidad. Pero esto es absurdo, porque solamente aquellos capaces de comprender conscientemente la lógica y actuar en consecuencia pueden ser responsables.

Tendemos a confundir el ámbito empírico con el abstracto. Ciertamente no podemos dibujar un triángulo que no tenga tres lados, por definición. Pero sí que podríamos matar a una vaca (aunque es irrelevante el ser sintiente de que se trate) y violar su derecho a la vida, ¿quiere eso decir que ella no tendría derecho derecho a la vida? No, es erróneo pensar así. Destruir a un ser sintiente - violar su derecho a la vida - es equivalente a destruir un triángulo (un objeto empírico que tenga dicha forma). Cuando no respetamos un derecho moral no lo destruyes, sino que simplemente lo incumples. Pongamos como analogía la siguiente ecuación: si X=1 entonces 2+X= 3. Esta ecuación puedes incumplirla en la práctica, igual que podemos incumplir una norma moral, pero eso no afecta a su necesaria validez teórica.

Por lo cual, resulta una falacia decir que la posibilidad de incumplir una norma significa que dicha norma sea inexistente o incorrecta. Tenemos la posibilidad de actuar de forma inmoral, pero no tenemos posibilidad alguna de actuar moralmente a no ser que respetemos las normas básicas de la ética, entre las que se incluyen los derechos de los individuos.

EVITAR LA CONFUSIÓN CON OTRAS TEORÍAS

«Los axiomas éticos son fundados y puestos a prueba de manera no muy  diferente a los axiomas de la ciencia. La verdad es lo que resiste la prueba de la experiencia.»  ~ Albert Einstein 

Quizás sea necesario aclarar que la explicación que estoy exponiendo no tiene nada que ver con el iusnaturalismo. Entre otras cosas, el iusnaturalismo apela al orden natural para justificar sus argumentos. Es decir, la falacia naturalista. En cambio, esta exposición argumenta en base a la lógica; no a la naturaleza. Por eso, tampoco tiene nada que ver con la fundamentación en que se basa el liberalismo, anarquismo, utilitarismo, o cualquier otro tipo de filosofía. Todas ellas usan la lógica de forma instrumental, pero no se fundamentan en la lógica.

Señalemos también que a menudo confundimos derechos morales con derechos contractuales. No solamente los confundimos sino que damos validez a los derechos contractuales sin argumentar el por qué de la obligación de cumplirlos. Apelar a la fuerza o a la violencia no es un argumento lógicamente válido. Al decir que los derechos contractuales son válidos porque de no cumplirlos nos recaerá un castigo es incurrir en la falacia ad baculum.

CONCLUSIÓN
«La razón ha establecido verdades destinadas a servir de regla moral a nuestras acciones.» ~ Nicolas de Condorcet

No solamente la ética puede, y debe, fundamentarse en la lógica, sino que no existe otra forma racional de hacerlo. Todo principio, norma o razonamiento moral es de tipo lógico tanto en su contenido como en su forma. Decir que la moral debe fundamentarse en principios "extra-lógicos" es proponer que nuestra moral se base en prejuicios, caprichos subjetivos, o en la violencia, y no en la razón.

De hecho, toda visión moral no fundamentada en la lógica se basa en: 1) prejuicios que no podemos razonar ni demostrar, o en 2) apelar a la violencia, en considerar que el poder da la razón, cuando en realidad no es así. La idea de que tener el poder de coaccionar a otros es lo que justifica nuestra conducta ha sido la base de doctrinas como el nazismo y el fascismo. Y es también el prejuicio que fundamenta el antropocentrismo y la explotación especista.

Este texto pretende ser meramente una nota introductoria a los puntos básicos de esta importante cuestión, a partir de los cuales poder desarrollar una argumentación más detallada y completa. Es decir, si no partimos de los principios fundamentales de la lógica básica entonces no podemos decir que estemos razonando moralmente, ni siquiera razonando. Lo único que estaremos haciendo es tratando de distorsionar el asunto moral seleccionado interesadamente aquellos hechos o argumentos que nos sirvan para justificar nuestros prejuicios.

1 comentario:

  1. Muchas gracias Luis por esta publicación. Como dices es una introducción a este importantísimo tema que es la lógica, y ciertamente es necesario tenerlo muy claro ya que nos permite tener una fundamentación racional y coherente para cuestionar el paradigma actual que considera a los animales como recursos.

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