El especismo no sólo ha corrompido nuestra empatía y razonamiento moral sino que también, al igual que prejuicios como el racismo y sexismo, ha corrompido nuestro lenguaje.
Nuestro lenguaje está plagado de especismo. Vivimos dentro de una cultura y una mentalidad especista que refleja dicho prejuicio no solamente en sus actitudes y comportamientos sino también en su lenguaje. Usamos el lenguaje especista a menudo sin ni siquiera ser conscientes de ello. Y además de ser despreciativo para los animales nohumanos recae en numerosos errores y confusiones objetivas.
Veamos algunos casos representativos.
El propio término animal es el mejor ejemplo de cómo el especismo distorsiona nuestra forma de expresarnos. Los humanos somos animales pero llamamos animales sólo a los otros animales que no son humanos. Quizás como un modo de separarnos de ellos, de establecernos como una categoría separada o superior. Por si fuera poco, usamos el término también como insulto para despreciar a un ser humano queriendo decir que es tonto o torpe.
Decir "animales" en oposición a seres humanos sería tan erróneo como decir "humanos" para referirnos sólo a los humanos que son varones en oposición a los humanos que son mujeres. No tiene sentido lógico.
De hecho, el término hombre significa originariamente ser humano aunque se asocie sólo con los humanos varones. La causa de esta forma de hablar tiene relación con el ancestral desprecio y discriminación patriarcal hacia las mujeres. La cultura machista ha considerado que el ideal de ser humano es ser varón.
Del mismo modo, el origen de que digamos animales para referirnos sólo a los no-humanos puede tener su causa en en el antropocentrismo y la idea de que los humanos somos seres especiales y aparte del resto de animales. Cuando en realidad somos animales con características específicas, igual que los demás animales tienen sus propias características. No hay ninguna cualidad que sea exclusiva o intrínseca a los humanos. Las diferencias siempre son de grado; no de cualidad.
Hay un caso específico que creo que que ilustra bien nuestra mentalidad cosificadora sobre los demás animales.
¿Ha pensado alguien por qué a las extremidades inferiores del cuerpo humano las denominamos piernas mientras que a las de otros animales las llamamos patas a pesar de que ambas articulaciones son totalmente análogas y realizan exactamente la misma función?
No hay ninguna diferencia biológica relevante entre las extremidades de los humanos y los de otros animales. Todas ellas tienen esencialmente la misma forma y la misma función. No hay razón objetiva para diferenciarlas.
No tiene sentido ninguno usar un término para designar el ojo de los humanos y otro distinto para designar el mismo órgano en los no-humanos. Del mismo modo no tiene sentido usar un término para las piernas de los humanos pero usar otro distinto para las piernas de los no-humanos solamente porque ellos no sean humanos.
No es casualidad que hablemos de patas cuando nos refiramos a los soportes de objetos inanimados, como las mesas o las sillas. Pues que tratamos a los demás animales como si fueran objetos es razonable suponer que esa cosificación se ha reflejado en nuestro lenguaje.
Esa discriminación no sólo es injustificada, y atenta contra el principio de simplicidad, sino que además denota claramente una actitud cosificadora. Las extremidades de los objetos se denominan patas y seguramente de forma inconsciente esa mentalidad ha motivado el denominar patas a las piernas de los no-humanos. Es la única hipótesis que explica la diferencia en el uso lingüístico.
Un término que solemos utilizar habitualmente es el de carne para referirnos al cadáver de un animal. No decimos lo mismo para hablar de un cadáver humano porque no comemos humanos. Ese término es especista en el sentido de que cosifica el resultado de la muerte de un individuo y lo convierte en algo aceptable como alimento. Carne connota alimento y prescinde de todo el trasfondo de explotación y sufrimiento que hay detrás. Carne es un eufemismo para denominar el cadáver de nuestras víctimas.
Fijémonos como el lenguaje especista siempre trata de distorsionar la realidad cambiando el sentido de los términos.
Por ejemplo, resulta que los animales utilizados en experimentos no se les reconoce como víctimas ni como esclavos sino que se les califica de "héroes".
Tampoco se reconoce que los animales sean esclavizados ni forzados sino que se dice que ellos "colaboran" para ser explotados. De la misma manera que se dice que los animales sometidos en las granjas son "felices" y los podemos explotar de forma "humanitaria".
A las víctimas de la explotación especista también se las denomina "mártires" en favor del progreso humano. Imaginemos que los nazis hubieran llamado a sus víctimas "mártires en favor de un mundo más ario". Sabemos que eso es un eufemismo. Un mártir sería alguien que se inmola voluntariamente en favor de una causa. Pero los animales no humanos no se presentan voluntarios ni dan su consentimiento para ser utilizados, torturados y asesinados para beneficio del ser humano.
Determinadas ideologías no usan el lenguaje para describir objetivamente la realidad sino para adecuarla y forzarla para que coincida con sus prejuicios.
Pensemos un momento acerca de esto: ¿por qué usamos el término persona como sinónimo equivalente de ser humano? ¿Acaso los demás animales no tienen personalidad? ¿No tienen acaso una mente propia y una experiencia subjetiva de la vida?
No sería correcto que discriminemos al resto de animales en lo concerniente a la condición de personalidad. Ellos también son personas en tanto que son individuos singulares con capacidad de sentir y de razonar; conscientes de sí mismos y con intereses propios. Es por esto que consideramos que los animales no humanos también son personas.
Si consideramos que los demás animales son personas, entonces debemos reflejar esa noción en nuestra conducta y nuestra forma de expresarnos, oponiéndonos a toda forma de opresión sobre ellos.
En todo caso, no se defiende aquí que usar términos distintos para humanos y no-humanos sea intrínsecamente malo. Lo que está mal es hacer discriminaciones sin una justificación razonable. Y en estos casos concretos que he señalado creo que no habría tal justificación.
Una acotación... Pata se refiere al conjunto de pie y pierna de un animal (entiéndase pie a la parte análoga en el animal, ya sea pezuña, zarpa, etc), en cambio, pierna se refiere solamente a la extremidad sin incluir el pie.
ResponderEliminarEl que digamos pata cuando nos referimos a un animal es simplemente ya que se generaliza un término para todos los animales.
Bueno, ¿y acaso eso justifica que sólo se utilice para referirse a animales nohumanos? El término pata sólo se usa para objetos inanimados y para animales nohumanos. ¿Puedes explicar por qué los humanos no son incluidos en el término a pesar de que objetivamente no existe una diferencia en esas extremidades que lo justifique? Yo sí he expuesto una explicación; pero tú limitas a señalar la forma en que se usa pero no la razón que justifica ese uso peculiar.
EliminarPero no veo qué relevancia tiene todo lo que has dicho. No veo que esa supuesta diferencia justifique usar un término diferente para denominar a la misma extremidad. ¿Las extremidades inferiores de los otros primates son piernas o son "patas"? ¿Qué diferencia esencial habría con las extremidades de otros animales que justifique llamarlas "patas" en lugar de piernas o viceversa? Tu comentario describe supuestas diferencias pero no explica por qué se usa el término "patas" para denominar a las extremidades inferiores de otros animales en lugar de llamarlas piernas, que sería lo suyo.
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