Enfocarse en la cuestión del sufrimiento de los animales puede suponer que releguemos otros ámbitos que también son moralmente importantes a considerar.
Cuando la cuestión se centra exclusivamente en el tema del sufrimiento algunos pensadores que han tratado la cuestión moral de los animales, como es el caso del filósofo Jeremy Bentham y su discípulo Peter Singer, han considerado que la capacidad de sufrir era la única característica moralmente relevante acerca de los animales no humanos. Lo único que importa es su bienestar. Por tanto, creen aceptable el hecho de utilizar a los animales no humanos para beneficio de los humanos. A la posición bienestarista le parece aceptable usar a los animales siempre que los utilicemos sin infligirles sufrimiento o al menos intentando causarles el menor sufrimiento posible.
Además, tanto Bentham como Singer alegaban que los animales no humanos no tienen conciencia de sí mismos, no tienen identidad propia ni poseen recuerdos del pasado ni tampoco previsión del futuro, así que no cometemos ningún mal utilizándolos como recursos ni tampoco matándolos, porque a ellos realmente no les importa ni pueden tener noción alguna de que les estemos haciendo algún mal con ello. Ellos no reconocen a los animales no humanos como personas y consideran que podemos ir criándolos y reemplazándolos a voluntad para nuestro beneficio: usarlos y matarlos para satisfacer nuestros deseos.
Todas esas creencias acerca de las supuestas carencias mentales de los animales no humanos se han demostrado mediante la investigación científica que son totalmente falsas y meros prejuicios especistas. Puede que algunos animales no humanos no lleguen a desarrollar de manera tan sofisticada sus facultades mentales como nosotros pero se ha evidenciado que las poseen todas igualmente y que la diferencia es sólo de grado, no de clase.
La característica moralmente relevante es la capacidad de sentir. Pero esta facultad incluye muchas experiencias además de la de querer evitar el dolor y el sufrimiento. Los animales, tanto humanos como no humanos, tenemos otros intereses además del de no sufrir: queremos disfrutar de nuestras vidas, de la experiencia de vivir, de la alegría, de la satisfacción de cumplir nuestros deseos y de desarrollar nuestras facultades. La vida consciente es mucho más que intentar evitar el dolor. Los animales son individuos con voluntad e intereses referidos a su propia supervivencia, bienestar y autonomía. Ellos poseen un valor inherente que es independiente del valor instrumental que nosotros les asignemos.
Por todo ello es moralmente inaceptable que coartemos la libertad y la vida de otros animales mediante la explotación. sobre ellos. Es inmoral que utilicemos como simples medios para nuestros fines —como meros recursos, como propiedades, sometidos así a la condición de esclavos— porque vulneramos su valor moral inherente por motivos instrumentales. Vulneramos el principio de igualdad al supeditar sus intereses básicos a nuestro capricho y beneficio.
Eso significa que la esclavitud y el asesinato son rechazables y condenables aunque no implicaran, difícilmente, dolor o sufrimiento para los individuos que lo padecen. Tanto si asesinamos a un humano, a un cerdo o una gallina, destruimos a un ser consciente para nuestro beneficio y al matarlos violamos su interés en conserva su existencia y seguir viviendo. Como señala acertadamente la profesora Encarnación Ruiz:
Las vacas gritan y lloran cuando las llevan al matadero, al igual que muchos otros animales, y no sólo porque sufran la violencia por parte de los matarifes sino porque saben que las van a asesinar. Ellas no quieren que les causen daño de la misma manera que ninguno de nosotros quiere que lo asesinen. Todos los animales deseamos vivir. Ese deseo, ese interés en continuar existiendo, es moralmente relevante en sí mismo, aparte de la cuestión del sufrimiento.
«En el caso de los animales, el dolor no puede ser el único criterio que determine nuestra coexistencia, sino también la valoración de sus intereses.» [La extensión de la comunidad moral en Schopenhauer: la moral de la compasión y el sufrimiento de los animales, 2007, Encarnación Ruiz Callejón]
Las vacas gritan y lloran cuando las llevan al matadero, al igual que muchos otros animales, y no sólo porque sufran la violencia por parte de los matarifes sino porque saben que las van a asesinar. Ellas no quieren que les causen daño de la misma manera que ninguno de nosotros quiere que lo asesinen. Todos los animales deseamos vivir. Ese deseo, ese interés en continuar existiendo, es moralmente relevante en sí mismo, aparte de la cuestión del sufrimiento.
La activista Lee Hall explica en el siguiente vídeo una aclaración importante: que el propósito central de la ética de Derechos Animales no es reducir el sufrimiento de los animales. Su propósito es liberar los animales de la dominación humana para que vivan y prosperen por sus propios medios en la libertad de la naturaleza.
Muy bueno, no sólo no quieren sufrir. ¡Quieren vivir!
ResponderEliminarPor supuesto. Y también desean disfrutar de su vida y ser libres. Yo identifico al menos cuatro intereses básicos que son inherentes a la sintiencia:
Eliminar1) vivir [interés en continuar existiendo]
2) evitar el daño [no padecer perjuicios o lesiones de su integridad física y mental]
3) disfrutar [experimentar placeres y satisfacer deseos]
4) ser libres [no estar sometidos a de otros y poder moverse libremente a voluntad)