Al igual que ya sucediera en su momento con personajes públicos como Melissa Bachmann y Juan Carlos de Borbón, entre otros, recientemente se ha vuelto a abrir la polémica por la difusión de unas fotos en las que alguien posa jactanciosamente junto a animales asesinados durante un safari de caza. En esta ocasión, la protagonista resulta ser una cazadora llamada Kendall Jones.
A mí no me sorprende que quienes han sido educados en el especismo se comporten de esa forma con otros animales. Lo cual nos engloba a casi todos nosotros. Ese comportamiento es consecuente con la idea de que los demás animales existen para ser utilizados en nuestro beneficio.
Lo que sí resulta chocante es que millones de personas en todo el mundo reaccionen condenando esos actos de violencia al mismo tiempo que ellos participan en la explotación de animales en su vida diaria. Esto sólo se puede explicar suponiendo que esas personas no han pensando la conexión entre lo que hacen diariamente a los demás animales y sus intuiciones morales básicas.
También ocurre una polémica muy parecida cuando se difunden imágenes del asesinato de delfines en Japón o de la tauromaquia en España. La gente reacciona ante esto como si los mataderos no existieran. Reaccionan como si ellos mismos no dieran dinero todos los días para que otros esclavicen y maten a animales inocentes, para luego comerse sus cuerpos y secreciones, y vestirse con trozos arrancados de sus cuerpos mutilados.
Tal y como explicaba el profesor Gary Francione en sus ensayos sobre Michael Vick: no hay diferencia moral alguna entre usar y abusar de los animales. Todo uso de otros animales es un abuso, ya que se realiza siempre sin su consentimiento o contra su voluntad. Utilizar a los animales es abusar de ellos, porque al hacerlo vulneramos sus intereses para poder obtener un beneficio.
Esta conducta sobre seres humanos se considera un crimen, una injusticia, pero no se considera del mismo modo cuando las víctimas son otros animales. El único motivo real que se alega para intentar justificar esta diferencia de consideración es: «Nosotros somos humanos y ellos no"» Esto es lo mismo que decir: «Nosotros somos blancos y ellos no». O decir: «Nosotros somos hombres y ellas no».
No hay diferencia moral entre consumir animales y salir a cazarlos para divertirse. No hay diferencia entre disfrutar asistiendo a peleas de perros y disfrutar comiendo animales. No hay diferencia entre obtener placer torturando a gatos y obtener placer por llevar un bolso de piel o una chaqueta de cuero.
Lo que sí resulta chocante es que millones de personas en todo el mundo reaccionen condenando esos actos de violencia al mismo tiempo que ellos participan en la explotación de animales en su vida diaria. Esto sólo se puede explicar suponiendo que esas personas no han pensando la conexión entre lo que hacen diariamente a los demás animales y sus intuiciones morales básicas.
También ocurre una polémica muy parecida cuando se difunden imágenes del asesinato de delfines en Japón o de la tauromaquia en España. La gente reacciona ante esto como si los mataderos no existieran. Reaccionan como si ellos mismos no dieran dinero todos los días para que otros esclavicen y maten a animales inocentes, para luego comerse sus cuerpos y secreciones, y vestirse con trozos arrancados de sus cuerpos mutilados.
Tal y como explicaba el profesor Gary Francione en sus ensayos sobre Michael Vick: no hay diferencia moral alguna entre usar y abusar de los animales. Todo uso de otros animales es un abuso, ya que se realiza siempre sin su consentimiento o contra su voluntad. Utilizar a los animales es abusar de ellos, porque al hacerlo vulneramos sus intereses para poder obtener un beneficio.
Esta conducta sobre seres humanos se considera un crimen, una injusticia, pero no se considera del mismo modo cuando las víctimas son otros animales. El único motivo real que se alega para intentar justificar esta diferencia de consideración es: «Nosotros somos humanos y ellos no"» Esto es lo mismo que decir: «Nosotros somos blancos y ellos no». O decir: «Nosotros somos hombres y ellas no».
No hay diferencia moral entre consumir animales y salir a cazarlos para divertirse. No hay diferencia entre disfrutar asistiendo a peleas de perros y disfrutar comiendo animales. No hay diferencia entre obtener placer torturando a gatos y obtener placer por llevar un bolso de piel o una chaqueta de cuero.
No hay diferencia porque en todos esos casos estaríamos causando daño, sufrimiento y muerte a otros animales por mero placer. Tenemos la misma necesidad de torturar perros para poder vivir que la de comer vacas. Es decir, ninguna.
Participamos en la explotación animal porque nos limitamos a repetir un hábito que se nos ha inculcado y que reforzamos gracias al placer que nos causa; sin pararnos a pensar en lo que esto implica a los animales que son utilizados para nuestro beneficio. Igual que tampoco lo piensan quienes se divierten cazando animales por diversión.
¿Por qué este tipo de escenas provocan tanto odio en quienes hacen lo mismo? Odian a otros por hacer lo mismo que ellos hacen a otros animales cada día. ¿Cómo se explica esto?
Esto puede ocurrir así porque no a todos nos han educado sobre las mismas formas de explotación animal.
A pesar de que casi todos aceptan la idea de que algunos animales están para servirnos de alimento, no se acepta igualmente la idea de que esté bien utilizar animales sólo para servirnos de entretenimiento. Cuando vemos prácticas de explotación especista que no pertenecen a nuestro contexto habitual es cuando se activa nuestro sentido moral que nos indica que aquello está mal. Por eso reaccionamos de esa manera.
No se trata de un suceso aislado. Cada actividad de explotación animal simboliza la opresión que los humanos ejercemos sistemáticamente sobre los demás animales. Nuestra cultura antropocéntrica permite y fomenta esa práctica opresiva. La diferencia sólo está en el criterio y el grado de crueldad que cada uno considera aceptable a la hora de ejercer la explotación sobre los animales. Pero casi nadie cuestiona esta dominación especista. Casi nadie excepto en quienes fundaron el veganismo.
Si de verdad creyéramos que los demás animales son meros objetos no reaccionaríamos de forma diferente a cuando vemos como alguien destruye un jarrón o un automóvil. Sin embargo, sabemos que hay una diferencia cualitativa entre un objeto [un mineral o un vegetal] y un sujeto, es decir, un animal sintiente. Por eso no reaccionamos del mismo modo.
Al ver estas imágenes es cuando nos damos cuenta de ello —cuando vemos desde fuera a otras personas hacer lo mismo que nosotros— y esto nos provoca una indignación moral. Vemos a alguien, de forma deliberada y consciente, provocar sufrimiento y muerte a individuos inocentes por mera diversión. A veces sólo nos damos cuenta del mal que hacemos cuando lo vemos en otras personas fuera de nuestro contexto habitual.
Pero esto es exactamente el modo en que nosotros estamos actuando cuando consumimos animales; cuando los comemos y nos vestimos con trozos de sus cuerpos.
Nos encontramos cara a cara con un espejo en donde nos reflejamos viendo lo que les estamos haciendo a los demás animales: destruimos su libertad y sus vidas por puro placer. Y esto se contradice con nuestras intuciones morales más básicas que nos dicen que está mal causar daño o sufrimiento a otros animales sin necesidad.
Esta reacción demuestra que no somos psicópatas. A pesar de toda la violencia sistemática que ejercemos sobre los demás animales, y a pesar de nuestro prejuicio especista contra ellos, somos conscientes de que está mal hacerles daño innecesariamente sin una razón que lo justifique.
El hecho de que formemos parte activa de la explotación animal no es una decisión que hayamos tomado nosotros sino que es consecuencia de una herencia cultural que nos han legado nuestros antepasados —igual que nos legaron el racismo, el sexismo y la homofobia, así como sus respectivas estructuras de opresión— y que se ha perpetuado mediante la educación y los hábitos sociales.
Si juzgáramos nuestra participación en la explotación animal con el mismo criterio que juzgamos la violencia contra los animales en la que no participamos entonces la única conclusión a la que podríamos llegar es que debemos dejar de consumir cualquier producto o actividad que implique utilizar a otros animales, pues todo esto significa infligirles daño inncesariamente y sólo por costumbre o por mero placer.
Todo el mundo se pregunta:
¿Cómo es posible que haya gente que cometa esos abusos contra los animales?
Cualquiera puede encontrar la respuesta por sí mismo reformulando la pregunta de este modo:
¿Por qué no soy vegano?
La respuesta en ambos casos es exactamente la misma.
Cualquiera puede encontrar la respuesta por sí mismo reformulando la pregunta de este modo:
¿Por qué no soy vegano?
La respuesta en ambos casos es exactamente la misma.
Buenas tardes Luis: Quisiera sabercual es tu opinión acerca de peta. Creo haber leído un artículo tuyo que lo menciona, más no recuerdo cual. ¿Que opinas de los argumentos de Yourofsky acerca de que somos herbívoros? Saludos y gracias por ayudarme a tomar la decisión de ser vegano!
ResponderEliminarHola, Gustavo. Gracias por escribirme.
EliminarAcerca de PeTA; puedo decir que es una organización que yo no apoyo deliberadamente, y que estoy en contra de su activismo tanto por motivos morales como prácticos. No concuerdo con sus ideas, ni con su forma de hacer campañas, y considero que ha ejercido una nefasta influencia en la sociedad y en los activistas en general. A pesar de lo que pudiera parecer a nivel superficial, los que defendemos el veganismo y los Derechos Animales no apoyamos a PeTA, y muchos estamos decididamente en contra con su forma de pensar y su activismo.
Lo mejor es que tú mismo saques tus propias conclusiones sobre ello. Para ello, aquí te dejo un par de enlaces en donde se analiza el pensamiento y las actividades de PeTA, a partir de datos objetivos:
http://enfoqueabolicionista.blogspot.com.es/search/label/PeTA
http://thenokillnationenespanolblog.wordpress.com/category/peta/
Respecto de Yourofsky, creo que sus puntos positivos son tan grandes como los negativos. Por un lado, es un gran educador con mucho carisma, y además defiende claramente el veganismo y la abolición de la explotación especista. Pero, por otro lado, algunas veces aporta datos y argumentos que no son estrictamente correctos, y además ha defendido en varios ocasiones la violencia y el odio. A mi juicio, lo bueno no compensa ni borra lo malo, por tanto no doy difusión a su activismo mientras no abandone ese apoyo a la violencia, aunque sólo sea verbal.
Cuando Yourofsky dice que los humanos somos herbivoros está difundiendo un dato falso. Los humanos somos omnívoros. Y toda la comunidad científica está de acuerdo en ello. En cualquier caso, que seamos omnívoros no significa que estemos obligados a comer animales, ni tampoco lo justifica moralmente. Este asunto lo traté de forma específica en una entrada del blog, y aquí dejo el enlace para no repetir la misma explicación:
http://filosofiavegana.blogspot.com.es/2012/09/somos-omnivoros.html
Espero que estos comentarios te resulten de utilidad. Si necesitas cualquier otra cosa no dudes en decirlo.
Te envío un saludo.
Excelente Luis, gracias por la info, me quedó claro. Seguimos en contacto. Saludos.
ResponderEliminar¡Buenísimo artículo! Verdades como puños. Muchas gracias. Ariana
ResponderEliminarque seamos omnívoros no significa que estemos obligados a comer animales, ni tampoco lo justifica moralmente... interesante .... pero si la naturaleza nos hizo omnívoros, fue para qué????
ResponderEliminarTodo en la naturaleza tiene sentido ... y no me vas a decir que es parte del proceso de evolución ....
EliminarHola, Fernando.
EliminarAntes de nada, me gustaría aclarar que la naturaleza no es una persona, no es una entidad, así que propiamente hablando la naturaleza no toma decisiones ni posee intenciones. La naturaleza es sólo un concepto. Es un término que inventamos para señalar a esa parte de la realidad que no depende de nuestra acción humana —en oposición a lo que nosotros elaboramos y construimos intencionadamente y que denominamos como artificial. Para una explicación un poco más elaborada sobre ese punto, puedes consultar esta nota:
http://cuadernosdefilosofia.blogspot.com.es/2015/03/la-naturaleza-es-un-concepto.html
Así que sería erróneo hablar de "la naturaleza" como si fuera una persona que toma decisiones o tiene intenciones. El hecho de que seamos omnívoros no forma parte de ningún plan intencionado. Simplemente ha ocurrido así por un proceso evolutivo de adaptación al medio. Pero esta capacidad, aunque nos permita comer animales, no equivale a que debamos comer animales ni a que necesitemos comer animales. La adaptación evolutiva también nos ha dotado de uñas, pero eso no significa que tengamos que ir arañando a la gente porque sí, ¿cierto? Podemos vivir y estar sanos sin tener que consumir animales ni nada que proceda de ellos. Así que ese daño es algo que les podemos evitar.
La verdadera cuestión es: ¿nos importan los animales y queremos evitar hacerles daño cuando es innecesario, porque entendemos que ellos no son cosas sino que son individuos que sienten y sufren, al igual que nosotros?
Un saludo.