«Todos sabéis lo que es la mentira de Auschwitz. Es afirmar que los campos de exterminio nunca existieron. Pero lo que quizás no sabéis es que los campos de exterminio siguen existiendo. Estamos rodeados de ellos sin saberlo: campos de exterminio de animales. Afirmar que los campos de exterminio se cerraron al final de la Segunda Guerra Mundial, es la segunda mentira de Auschwitz.» ~ Helmut Kaplan
Primero convertimos en esclavos a otros animales, y luego hicimos lo mismo con otros seres humanos. Pero no es más injusto esto último que aquello.
De esa manera se podría sintetizar el mensaje del libro «Eterna Treblinka» [erróneamente traducido al español como “¿Por qué maltratamos tanto a los animales?”] de Charles Patterson. Un lectura imprescindible para conocer las raíces culturales del especismo y la explotación de los animales no humanos.
El genocidio de humanos durante el Holocausto nazi no fue un acontecimiento excepcional sino la culminación de una mentalidad que los humanos nos hemos recreado durante miles de años: la cultura de la dominación.
En este libro se explica que el supremacismo humano se impuso como ideología dominante hace miles de años; comenzando por el sometimiento de animales de otras especies para luego terminar esclavizando también a otros humanos. Se hace un breve pero intenso repaso sobre algunos momentos decisivos que han conformado la civilización humana a lo largo de los últimos milenios hasta llegar a lo que ahora conocemos: la domesticación de animales, el patriarcado y la violencia institucionalizada.
Según explica Charles Patterson, el Holocausto nazi consistió esencialmente en aplicar a otros humanos los métodos de matanza industrial que se utilizaban para asesinar masivamente a animales no humanos. Tan sólo una diferencia de especie.
Las diversas formas ideológicas que han tratado de justificar el especismo ya sean religiosas, filosóficas o culturales pasan siempre por la inculcación sistemática del desprecio hacia los animales de otras especies —fomentar el odio y el miedo— cosificando a los individuos y potenciando la hostilidad contra ellos.
Los demás animales son víctimas inocentes del concepto de que las vidas de unos individuos son más valiosas que las de otros, que los poderosos tienen el derecho de explotar a los débiles, y que los que son diferentes a nosotros pueden ser sacrificados para nuestro beneficio.
El Holocausto no ha terminado.
De esa manera se podría sintetizar el mensaje del libro «Eterna Treblinka» [erróneamente traducido al español como “¿Por qué maltratamos tanto a los animales?”] de Charles Patterson. Un lectura imprescindible para conocer las raíces culturales del especismo y la explotación de los animales no humanos.
El genocidio de humanos durante el Holocausto nazi no fue un acontecimiento excepcional sino la culminación de una mentalidad que los humanos nos hemos recreado durante miles de años: la cultura de la dominación.
En este libro se explica que el supremacismo humano se impuso como ideología dominante hace miles de años; comenzando por el sometimiento de animales de otras especies para luego terminar esclavizando también a otros humanos. Se hace un breve pero intenso repaso sobre algunos momentos decisivos que han conformado la civilización humana a lo largo de los últimos milenios hasta llegar a lo que ahora conocemos: la domesticación de animales, el patriarcado y la violencia institucionalizada.
Según explica Charles Patterson, el Holocausto nazi consistió esencialmente en aplicar a otros humanos los métodos de matanza industrial que se utilizaban para asesinar masivamente a animales no humanos. Tan sólo una diferencia de especie.
Las diversas formas ideológicas que han tratado de justificar el especismo ya sean religiosas, filosóficas o culturales pasan siempre por la inculcación sistemática del desprecio hacia los animales de otras especies —fomentar el odio y el miedo— cosificando a los individuos y potenciando la hostilidad contra ellos.
Los demás animales son víctimas inocentes del concepto de que las vidas de unos individuos son más valiosas que las de otros, que los poderosos tienen el derecho de explotar a los débiles, y que los que son diferentes a nosotros pueden ser sacrificados para nuestro beneficio.
El Holocausto no ha terminado.
La pregunta es si puede terminar.
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