27 de abril de 2024

Razones morales para llevar una vida saludable

Uno puede buscar conservar o mejorar su salud personal por un simple deseo egoísta de beneficiarse a sí mismo. Esto no tiene en principio nada de reprobable pero no es un argumento o criterio moral por sí solo. No obstante, es posible encontrar razones que nos impelen moralmente a mantener y favorecer nuestra propia salud. Aquí veremos tres de ellas que se sintetizan así:

1. Por respeto a la propia dignidad.

2. Por consideración a los animales y al movimiento vegano.

3. Por responsabilidad social.

1. Estar sano por respeto a la propia dignidad

La investigación científica apunta a que los seres con sistema nervioso centralizado son seres conscientes. Cada ser consciente posee un valor inherente; en tanto que valora su propia existencia. Ese valor inherente implica que todos los agentes morales deben comportarse respetando ese valor que posee cada individuo en sí mismo. La existencia de ese valor intrínseco la denominamos asimismo dignidad. Esto significa que los agentes morales no debemos dañar injustificadamente a los seres que poseen dignidad; a los que también nombramos como personas. Más aún, incluso si determinada conducta no implica infligir un daño deliberado pero causara daños accidentales o colaterales, también deberíamos al menos intentar que no se produzcan esos daños; en tanto que todo ser consciente posee un interés fundamental en evitar el daño.

Ahora bien, cada de uno de nosotros, en tanto agente moral, tiene la obligación de respetar ese valor intrínseco no solamente en los otros individuos sino también en nosotros mismos. Aquel deber de no infligir un daño intencionado, y de intentar evitar los perjuicios accidentales, no se limita sólo a nuestra conducta sobre los demás seres conscientes sino que incluye lógicamente a uno mismo. Por tanto, contraemos una obligación moral de llevar una dieta saludable, hacer ejercicio, no consumir tóxicos como el alcohol y el tabaco, y procurar actuar en todo lo posible por evitar lesiones y enfermedades.

2. Estar sano por consideración a los animales y al veganismo

Los otros animales están discriminados por no ser humanos y muchos de ellos explotados para servir de recursos a la humanidad. Necesitan de nuestra ayuda para liberarse de esa opresión que hemos creado sobre ellos. Difícilmente podremos ayudarlos si degradamos nuestra salud personal con un comportamiento irresponsable, mediante una dieta insalubre y una falta de actividad física y otras actividades inicuas. 

En otro ensayo argumenté que tenemos la obligación de hacer activismo para liberar a los animales. No podremos llevar a cabo ese activismo si enfermamos, o al menos quedaremos seriamente limitados por ello. Además, la gente se fijará en nuestra salud para juzgar si una vida vegana es saludable. Si ignoramos el cuidado de nuestro propio cuerpo, y también de nuestra mente, la gente lo asociará al veganismo.

3. Estar sano por responsabilidad social

Nuestro estado de salud nos afecta directamente a nosotros y en cierto grado a los individuos con los que convivimos; ya sean nuestra familia, amigos, compañeros y conciudadanos. Un perjuicio provocado por nuestra propia conducta conlleva una preocupación y malestar en las personas con las que tenemos una relación afectiva en algún modo. Perjudica incluso a gente que no conocemos pero con la que compartimos esta sociedad. Pensemos en el enorme esfuerzo que requiere mantener una sanidad pública universal. La enfermedad conlleva un gasto añadido de recursos que podríamos evitar en cierta medida con un estilo de vida saludable. Por ejemplo, si nadie fumara se eliminaría la existencia de la gran mayoría de cánceres del sistema respiratorio y asimismo evitaría todo el trastorno emocional y los tratamientos que conlleva curarlos.

Conclusión

Por supuesto, la salud no depende enteramente de nuestra voluntad o nuestras decisiones. Habrá factores internos y externos cuya presencia no podamos controlar. Aun así, podemos razonar que existe un espacio que depende de nuestras decisiones voluntarias.

A menudo, la ética se interpreta como un sistema normativo que se refiere a nuestra conducta hacia otros individuos, pero la ética también abarca nuestro comportamiento sobre nosotros mismos. Obviamente, si alguien no asume la ética como parte de la guía en su vida entonces estas razones no le parecerán relevantes. Sin embargo, las objeciones en contra de la consideración ética sobre uno mismo no se distinguirán esencialmente de los argumentos que intentan excusar la injusticia sobre los demás.

29 de agosto de 2023

Acerca de una analogía inapropiada

En esta entrada tiene como propósito exponer una réplica razonada al argumento que afirma que consumir bienes de consumo involucrados en el abuso laboral sobre humanos es causalmente análogo a consumir productos que provienen de la explotación de los animales. Esta analogía es inapropiada por una sencilla razón que veremos a continuación de manera concisa.

Al consumir productos de origen animal estamos demandando que los animales sean explotados, esclavizados y asesinados. Sin otro motivo más que nuestro capricho personal. Si no existiera el consumo de productos de origen animal entonces no habría demanda social para la explotación animal y, por tanto, esta dejaría necesariamente de existir; al menos como actividad institucionalizada.

Sin embargo, en el caso de los abusos laborales a humanos en un sector determinado, como es el famoso caso de la explotación de niños africanos en la minería para la extracción de materiales destinados a la elaboración de tecnología, no es nuestro consumo lo que demanda esa explotación sino que es la estructura social y económica y política en la que están insertos esos seres humanos.

Si no existiera la minería entonces esos niños serían igualmente explotados en la prostitución, en la agricultura o en otra clase de trabajo forzados. La situación de pobreza, de maltrato e injusticia social en la que viven esos niños y sus familias —situaciones creadas por humanos— son los causantes de la explotación infantil y no el consumo de productos tecnológicos.

Aunque todos dejáramos de consumir tecnología electrónica, la explotación infantil seguiría intacta. Sin embargo, si todos dejamos de consumir productos de origen animal entonces la explotación de los animales necesariamente dejará de existir. Si nadie demandara carne, lácteos, huevos, miel, lana, y demás sustancias de origen animal, desaparecía la explotación de los animales para servirnos de alimento y demás fines. Pero creer que dejando de consumir dispositivos electrónicos acabaríamos con la explotación infantil es tan equivocado como creer que acabaremos con la explotación animal atacando a los explotadores institucionales. No están incidiendo en la causa que provoca la injusticia.

De este modo podemos inferir que quienes esgrimen aquella objeción contra el veganismo resulta que desconocen la realidad en el grave problema de la explotación infantil, que es muy dudoso que el abuso infantil en verdad les preocupe, y que más bien parece que utilizan la desgracia de esos niños para intentar excusar su violencia innecesaria e injustificada sobre los animales.

Aquella objeción antivegana alberga dos propósitos. Por una parte, pretende señalar una supuesta incoherencia en la conducta de los veganos. Por otra parte, pretende alegar que no importa consumir productos de origen animal puesto que a fin de cuentas ya estamos involucrados mediante nuestro consumo en la explotación humana. ¿Si no evitamos ésta porque deberíamos evitar la otra?

Si trasladamos la excusa antivegana al contexto intrahumano, estaríamos asumiendo que es correcto comer humanos porque igualmente ya tenemos alguna relación con el abuso sobre humanos a través del consumo de productos manufacturados. Si consumimos algodón de una plantación que ha utilizado niños como trabajadores entonces no importaría consumir zapatos hechos con piel arrancada a seres humanos que fueron criados y asesinados para servir de vestimenta.

Salvo que estemos de acuerdo en que el canibalismo es algo moralmente aceptable, y creamos que es aceptable utilizar humanos como prendas de vestimenta, entonces esta objeción antivegana incurre en un prejuicio especista. Si el antivegano rechaza moralmente el canibalismo, y rechaza utilizar a los humanos como prendas de vestimenta, pero al mismo tiempo se dedica a comer animales, y consumir trozos de sus cuerpos, entonces está discriminando moralmente según la especie. Más de medio siglo después de que Richard Ryder acuñara el término especismo, y miles de años después de que surgiera este prejuicio, todavía seguimos esperando una razón que justifique excluir a los animales no humanos de la comunidad moral.

Para terminar, supongamos por un momento que consumir dispositivos tecnológicos, o camisetas de algodón, fuera materialmente equivalente a consumir productos de origen animal. En este caso, los veganos estarían haciendo una cosa mala de esas dos que estarían igualmente mal y estarían evitando al menos una de ellas. Los antiveganos en cambio estarían haciendo las dos cosas malas, pudiendo al menos evitar una de ellas fácilmente; que es la de evitar el consumo de productos de origen animal. Una vez más, el antiveganismo lo hace todo mal.

En este ensayo no se pretende defender que el abuso sobre humanos no sea tan igualmente reprobable como lo es el abuso sobre los animales. La explotación humana es tan injusta como la explotación animal; y viceversa. Lo que se ha argumentado aquí es que materialmente no existe la misma causalidad, ni la misma clase de responsabilidad moral, entre la explotación sobre los animales motivada por el consumo y el abuso laboral sobre humanos en el ámbito de bienes de consumo. Nada más

9 de marzo de 2023

Lo opuesto al veganismo



En este blog se ha discutido durante varios años sobre lo que significa el veganismo como doctrina ética, pero no hay dedicada ninguna entrada específica a definir la doctrina opuesta al veganismo. Se me ocurren al menos tres conceptos que pueden ocupar dicha categoría, aunque tal vez ninguna resulte del todo satisfactoria.

El primer concepto sería el especismo. Durante mucho tiempo hemos hablado de especismo para denominar a lo contrario al veganismo. Sin embargo, esto no sería estrictamente correcto porque uno podría ser vegano y ser especista al mismo tiempo. ¿Cómo es posible esto? Pues imaginemos a alguien que asume el veganismo que se opone totalmente al uso y dominación sobre los animales pero que está a favor de matar a determinados animales en caso de conflicto. Un ejemplo más concreto: te encuentras con una cucaracha en tu casa y la matas. Si no actuarías así al encontrarte con un humano o con un gato o un pájaro entonces se trata de un caso de especismo —de discriminación moral basada en la especie. Pero al actuar de ese modo no está contradiciendo el veganismo. Recordemos que el veganismo no se opone al hecho en sí mismo de matar animales sino al hecho de utilizar animales en cualquier forma, modo o propósito.

El segundo concepto sería el antropocentrismo. A menudo cuando hablamos de especismo nos referimos por defecto al especismo antropocéntrico, por la sencilla razón de que en el mundo cotidiano no conocemos ningún especismo que no sea antropocéntrico aunque teóricamente pudiera haberlo. El antropocentrismo es la creencia de que la humanidad es el centro del universo, incluyendo el universo moral, y que los intereses humanos tienen preferencia frente a los intereses de los individuos no humanos. El antropocentrismo parece pues más apropiado para referirnos a una entidad opuesta al veganismo. No obstante, puede haber una versión moderada del antropocentrismo que, aunque asume que los humanos son especiales, también considera que los animales deben ser tratados humanitariamente y no se les debe dañar sin necesidad.

El tercer concepto sería el supremacismo humano. El supremacismo humano postula que los humanos están legitimados en dominar a los demás animales, en controlarlos y utilizarlos. Este supremacismo presupone el antropocentrismo, con el añadido de que no sólo defiende que los humanos somos el centro del universo sino que somos superiores a los demás animales y debemos aprovecharnos de ellos a costa de sus vidas y su libertad. Aquí se fomenta no sólo la jerarquía sino además la opresión contra los animales. Podemos encontrarnos con alguna versión compasiva del supremacismo humano que postula que debemos dominar y controlar a todos los animales del mundo por su propio bien, para evitar que sufran y mueran.

Por supuesto, en este ensayo no podía faltar que se nombrara al bienestarismo. El bienestarismo es una doctrina que sí tiene dedicadas varias entradas en este blog, así que no nos extenderemos al respecto. El bienestarismo es claramente opuesto al veganismo, pues el bienestarismo postula que es correcto que los humanos utilicemos a los animales si lo hacemos preocupándonos por su bienestar. El bienestarismo como doctrina autónoma defiende que lo más importante es el bienestar y que todo lo demás es muy secundario e incluso irrelevante. A pesar de esto, pienso que el bienestarismo no se puede desligar de los conceptos anteriormente citados y que se constituye como una ideología ancilar a ellos.

Algunos activistas han propuesto el término «no-veganismo» para denominar lo opuesto al veganismo, pero opino que no es un término apropiado.

El término 'no-vegano' es meramente contextual y sólo indica que no hay veganismo. ¿La química es vegana o no vegana? Vegana no es porque su fundamento no reconoce el veganismo, luego es no-vegana. Pero aun siendo no-vegana no se opone ni contradice el veganismo. ¿Los tejones son veganos o no-veganos? No son veganos; son no-veganos. Los tejones ni siquiera pueden reconocer el valor moral intrínseco, porque no pueden efectuar la operación mental que les permite conceptualizar ese valor que poseen todos los seres conscienes. Así pues, los tejones serían no-veganos. Por esto pienso que aquella expresión no sirve para denominar de manera correcta a lo que se opone al veganismo.

No decimos que algo opuesto al feminismo sea 'no-feminista' sino que lo calificamos de sexista o de machista. De forma análoga, lo correcto para denominar la posición que se opone al veganismo sería especismo o,  más concretamente, antropocentrismo o, todavía más específicamente, supremacismo humano. Aquello que está a favor de que la humanidad domine y utilice a los animales. Esto es a lo que se opone el veganismo.

Incluso si rechazáramos todos los conceptos anteriormente señalados, seguiría sin ser acertado que digamos 'no-veganismo' para denominar a la posición a favor de considerar que los animales como medios para fines humanos sino que deberíamos hablar de 'antiveganismo'. Si apoyamos la explotación de los animales entonces estamos yendo en contra del veganismo; luego esto sería antivegano.

Veganismo significa la doctrina de que la humanidad debe vivir sin utilizar animales. Si utilizo animales, si participo directamente en la explotación animal, o la apoyo voluntariamente de alguna manera —como sería apoyar la regulación de la explotación animal entonces actúo en contra del veganismo y mi posición sería pues antivegana.

17 de noviembre de 2022

»Psicología y objetivos a largo plazo en el activismo vegano«


El siguiente texto es un extracto del libro Motivational Methods for Vegan Advocacy: A Clinical Psychology Perspective. escrito por el psicólogo Casey Taft.

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Una gran cantidad de investigaciones en el campo de la motivación demuestran la importancia de establecer objetivos a largo plazo. [1] Cabe destacar que los objetivos no tienen por qué ser fáciles de alcanzar a corto plazo. De hecho, la premisa subyacente de la ampliamente estudiada y empíricamente apoyada »Teoría del establecimiento de objetivos« [2], [3] es que los objetivos específicos y difíciles conducen a un mayor cambio de comportamiento. Además, este conjunto de pruebas indica que cuando nos limitamos a pedir a los demás que 'hagan lo mejor que puedan', esto conduce a un menor cambio de comportamiento porque es difícil que uno se comprometa a autoevaluar su propio cambio sin un objetivo claro. [4]

Por supuesto, una de las primeras cosas que cualquier psicólogo clínico discutirá con un nuevo cliente durante la visita inicial es el establecimiento de objetivos a largo plazo. Cuando se trabaja con clientes violentos, los clínicos promueven el objetivo final de ser y permanecer completamente no violentos. Un terapeuta nunca establecería un objetivo a largo plazo de acabar sólo con algo de violencia, o de acabar sólo con la violencia física pero no con la psicológica. Una vez que se establece el objetivo principal a largo plazo, se anima al paciente a idear formas de lograr ese objetivo a largo plazo, como una mejor comunicación y herramientas y estrategias para manejar de forma más eficaz las situaciones que provocan la ira.

Todos los grandes grupos animalistas se esfuerzan por llegar a los no veganos atrayéndolos con alternativas sin carne, promoviendo campañas de »Lunes sin carne«, reduciendo el consumo de carne, etc., pero les falta el componente más importante de cualquier estrategia de cambio de comportamiento: un objetivo final claramente definido. Es sorprendente la poca frecuencia con la que el veganismo es un objetivo declarado en los esfuerzos de defensa de los animales. ¿Cómo podemos esperar que la gente se haga vegana a gran escala y minimice todas las formas de violencia hacia los animales si rara vez es el objetivo de los esfuerzos destinados a cambiar el comportamiento? Nos será muy difícil engañar a la gente para que se haga vegana sugiriéndoles que reduzcan la carne u ofreciéndoles comida vegana sabrosa, y no hay pruebas de que este método sea eficaz para efectuar un cambio medible a largo plazo. Si queremos acabar con la violencia innecesaria hacia los animales y vemos ese objetivo como una cuestión de justicia social, entonces el veganismo debería ser lo que defendiéramos sin reparos. Sólo hay que imaginar una campaña contra la violencia doméstica que promueva »lunes sin maltrato« o »maltrato más humanitario« para ver cómo algunos métodos de persuasión utilizados para la defensa de los animales no son lógicos desde el punto de vista del cambio de comportamiento o la justicia social.

Ningún otro método de cambio de comportamiento —o movimiento de justicia social, para el caso— ha sufrido tal falta de un objetivo final claramente identificado. Si sugiriera a mis pacientes que una simple reducción de su violencia hacia las mujeres, o la utilización de menos estrategias de abuso, es aceptable y encomiable como objetivo final, estaría causando un gran perjuicio a las víctimas y debería perder mi empleo. Cuando trabajo con quienes ejercen la violencia, trabajamos juntos para establecer el objetivo de no ser violentos. Una vez más, si queremos que cambie un comportamiento concreto, acabar con la violencia y ayudar a los afectados, tenemos que tener claro cuál es ese comportamiento y por qué debe cambiar.

Reducir el consumo de carne y secreciones animales es un paso en la dirección correcta siempre que esta reducción forme parte de un esfuerzo por ser vegano. Si queremos promover un cambio real, deberíamos apoyar estos avances tanto como podamos, siempre que tengamos cuidado de no comunicar la idea de que algún uso de animales es moralmente justificable. Estos deben ser vistos como pasos hacia el veganismo más que como fines en sí mismos. Así que, para ser claros, apoyar a otros que trabajan para reducir el consumo de productos animales no es necesariamente una mala defensa desde la perspectiva del cambio de comportamiento, siempre y cuando esta reducción sea parte de una estrategia con el objetivo de volverse vegano, y no simplemente reducir el uso de animales como un objetivo final.

Aquí es donde los principales grupos animnalistas se equivocan fundamentalmente. Nunca debemos comprometer el mensaje vegano sugiriendo que algo menos que el veganismo es aceptable o ético como objetivo final. Esto hace un gran daño al movimiento y a aquellos que intentan promover el veganismo y el fin de todo uso de animales. Nunca es necesario debilitar nuestro mensaje, ya que toda la ciencia nos dice que tener objetivos claros a largo plazo es la mejor manera de facilitar la motivación y ayudar a provocar un cambio de comportamiento. Nuestro objetivo debe ser trabajar para motivar a la gente a hacerse vegana; entonces, una vez que se hayan comprometido a hacerlo, podemos ayudarles a dar los pasos necesarios para conseguirlo. Esa es una verdadera estrategia de cambio de comportamiento.

Muchos activistas y organizaciones animalistas temen promover el veganismo como objetivo final porque creen que si son demasiado insistentes perderán a la gente por completo. Éste es probablemente uno de los principales factores por los que no se ha producido un cambio cultural más amplio hacia el veganismo. De hecho, es posible -y óptimo- establecer claramente el objetivo de acabar con la violencia hacia los animales y trabajar con los no veganos de forma productiva y no agresiva para producir un cambio de comportamiento.

Muchos de nosotros, yo incluido, tardamos muchos años en hacernos veganos, y pasamos de reducir el consumo de animales a hacer la transición a una dieta basada en plantas y luego al veganismo. Algunos argumentan que, puesto que ellos adoptaron un enfoque gradual, esto es lo que deberíamos defender para los demás. Sin embargo, lo que no tienen en cuenta es que si hubieran recibido mensajes veganos claros para acabar con el uso de animales, podrían haberse hecho veganos mucho antes y haber evitado la muerte de muchos más animales. Cuando abogamos por el veganismo como objetivo final, la gente reducirá naturalmente su consumo de animales, pero probablemente lo hará a un ritmo más rápido y acabará haciéndose vegana. Algunos se volverán literalmente veganos de la noche a la mañana.

Algunos activistas animalistas también pueden argumentar que es simplemente más eficaz pedir a la gente que reduzca el uso de animales en lugar de pedirles que se hagan veganos. Es importante tener en cuenta que no hay absolutamente ninguna evidencia científica para tales afirmaciones, y esta perspectiva no se basa en ningún fundamento teórico sólido para el cambio de comportamiento a largo plazo. De hecho, estas nociones ignoran una gran cantidad de datos que demuestran que es importante establecer objetivos claros a largo plazo que impliquen una verdadera discrepancia entre ese objetivo y el comportamiento actual. [5] En otras palabras, es contraproducente conformarse con un objetivo fácil de alcanzar en el que el individuo probablemente cambiará sin nuestra intervención, cuando podríamos estar ayudando a establecer objetivos a largo plazo más desafiantes a los que aspirar, y que representarían un verdadero cambio conductual interno.

Puede que aún te preguntes: »Todo eso suena bien, pero ¿qué pasa si la persona con la que me comunico se niega a comprometerse a ser vegano?«. Mi respuesta es que yo esperaría que la otra persona no se comprometiera a ello cuando comiences a hablar de veganismo con ella en particular. Sin embargo, su resistencia a comprometerse con el veganismo no significa en absoluto que sea una causa perdida. Es posible que tu comunicación con ellos haya contribuido a estimular algunas reflexiones sobre el tema, y tal vez les abra la puerta a tener una discusión de seguimiento o a realizar alguna investigación por su cuenta. Pocas personas se vuelven veganas después de una interacción concreta, y no debemos presionarnos demasiado para que otros se vuelvan veganos después de cualquier interacción. Todo lo que podemos hacer es ayudarles a acercarse a la elección del veganismo, pero no podemos obligarles a cambiar, y no debemos emplear tácticas desesperadas como pedirles que reduzcan su uso de animales en lugar de promover el veganismo, porque es menos conducente al cambio a largo plazo.

También debemos tener en cuenta nuestro objetivo final más amplio a nivel social en nuestros esfuerzos de activismo. Si nuestro objetivo es, en última instancia, convencer a la población mundial de que debemos acabar con todo el uso de animales, deberíamos tratar el veganismo como una cuestión de justicia social y no deberíamos animar a otros a seguir pensando en los animales como productos que podemos seguir consumiendo con moderación. Debemos tener cuidado de que nuestra defensa de los animales no perpetúe las opiniones opresivas sobre los animales no humanos, lo que en última instancia iría en su detrimento.

[1] Mitchell, T., & Daniels, D. (2003). “Motivation” in W. Borman, D. Ilgen, J. Klimoski (Eds.), Comprehensive Handbook of Psychology: Industrial Organizational Psychology (Vol. 12, 225-254). New York, NY: Wiley.

[2] Locke, E., & Latham, G. (1990). A Theory of Goal Setting and Task Performance. Englewood Cliffs, NJ: Prentice Hall.

[3] Locke, E. A., & Latham, G. P. (2002). “Building a practically useful theory of goal setting and task motivation. A 35-year odyssey.” American Psychologist, 57, 705-717. http://dx.doi.org/10.1037/0003-066X.57.9.705.

[4] Kanfer, R. (1990). “Motivation theory and industrial and organizational psychology” in M. D. Dunnette & L. M. Hough (Eds.), Handbook of Industrial and Organizational Psychology (2nd ed., vol. 1, 75-170). Palo Alto, CA: Consulting Psychologists Press.

[5] Locke, E. A Theory of Goal Setting.

Texto original en inglés: 

Psychology and Long-Term Goals in Vegan Advocacy

12 de octubre de 2022

¿Es correcto que los veganos coman ostras, mejillones y otros bivalvos?


Me gustaría aportar algunas breves reflexiones acerca de esta controversia.

La primera es que hay evidencia científica que apunta a que los bivalvos podrían estar dotados de sintiencia. Si bien es cierto que aún no tenemos una certeza fuerte de ello y que las pruebas al respecto no tienen la misma consistencia que en el caso de otros animales con un sistema nervioso más complejo. Pienso que siguiendo el principio de precaución deberíamos evitar utilizarlos. Si estuviéramos en un caso de pura supervivencia —como el famoso caso imaginario de la isla desierta— entonces sería más apropiado recurrir al consumo de bivalvos antes que al de crustáceos, insectos, peces, reptiles, aves y mamíferos; que son animales que sí sabemos con bastante certeza que están dotados de conciencia sensitiva.

La segunda es que si las ostras, mejillones y otros moluscos similares fueran en efectos seres conscientes entonces no se trata sólo de que no sea correcto que los veganos los utilicemos de comida, o que los utilicemos en cualquier otra forma, sino que en general esto no sería correcto para nadie que sea un agente moral. Los veganos no tienen deberes morales particulares por ser veganos. Los veganos defienden un principio ético que es aplicable a todos los agentes morales —todos deberíamos ser veganos. El veganismo no es una opción que uno pueda éticamente descartar sino que es un imperativo moral.

La tercera es que la existencia del dolor no significa que esté bien utilizar o matar animales si no les causamos dolor. El debate se centra a menudo en si los animales sienten dolor; cuando la cuestión está en si pueden sentir. El dolor es una manifestación primaria de la conciencia; entre otras muchas. Los seres conscientes desean evitar el daño y continuar viviendo. La sintiencia es un dispositivo biológico surgido evolutivamente para fomentar la supervivencia del organismo animal. Los seres conscientes tienen voluntad e intenciones. Por tanto, utilizarlos y asesinarlos no es moralmente justificable, porque supone tratar a sujetos como si fueran objetos.

La cuarta es que he comprobado que quienes defienden que está bien comer bivalvos no son veganos; son bienestaristas —partidarios de la doctrina del bienestarismo. Son bienestaristas quienes están detrás de la promoción a favor del consumo de bivalvos. Se autodenominan «veganos» porque supuestamente no consumen productos de origen animal, pero ya se ha visto que ni siquiera cumplen este requisito. Los bienestaristas siguen las ideas de Peter Singer y afirman que «el bienestar es lo que importa» y que se preocupan del bienestar de los animales. Sn embargo, esta filosofía, además de ignorar principios éticos como la igualdad y la libertad y el valor inherente de los individuos, es incompatible con el veganismo.

En conclusión, mi respuesta más breve a esta controversia es no. Mi respuesta más larga daría casi para escribir un libro. Mi respuesta concisa es la que acabo de exponer.

16 de junio de 2022

Acerca de denominar a los objetos como «veganos»


Si coloquialmente nos referimos a un objeto como vegano para abreviar que es apto para veganos entonces no nos expresamos erróneamente en el contexto coloquial. Pero si en un contexto más formal decimos que es tal objeto es vegano queriendo decir que es vegetal, o que no contiene sustancias de origen animal, entonces sí que nos estamos expresando incorrectamente.

Vegano no significa vegetal ni nada que sea propiamente material. Vegano significa que te opones a la explotación animal por considerarla una injusticia equivalente a la esclavitud humana. Aparte de que un objeto puede ni siquiera ser vegetal y ser apto para veganos. Pero igualmente el veganismo no hace referencia a ninguna sustancia concreta. El veganismo significa que debemos rechazar la explotación animal por ser una injusticia. Esto es un principio ético; no es un objeto material.

Los objetos no pueden ser veganos si hablamos de forma estricta. Sólo las personas pueden ser veganas; más concretamente aquellas personas que particularmente son agentes morales. Por extensión, podemos decir que su dieta es vegana o que su pensamiento es vegano, al referirnos a su comportamiento que está motivado por seguir el principio del veganismo. Pero un objeto, aunque haya sido elaborado por veganos siguiendo el principio del veganismo, no puede ser vegano. El veganismo es un principio ético, que conduce a una forma de pensar y comportarse, y sólo las personas pueden pensar y actuar moralmente.

El veganismo es en esencia una forma de pensar. El veganismo significa pensar que los animales no existen para servir a los humanos y que no deben ser tratados como medios para los fines humanos. El veganismo se define como un principio moral. El veganismo no es sinónimo de vegetal ni siquiera es sinónimo de no utilizar animales. Alguien puede decidir no utilizar animales por motivos ajenos a la ética; por una simple cuestión práctica o por religión. Veganismo es pensar que es inmoral que utilicemos a los animales como nuestros recursos. Este pensamiento conduce inevitablemente a una forma de conducta.

Si una persona decide no utilizar animales porque cree que se le ha aparecido el arcángel Gabriel y le ha ordenado que no utilice animales entonces esa persona no es vegana. Esa persona no considera que es inmoral que los animales sean tratados como medios para los fines humanos sino que piensa que debe seguir las órdenes de determinados seres sobrenaturales para conseguir la salvación de su alma. Esto no es veganismo. Si el arcángel le hubiera dictado lo contrario entonces habría obedecido igualmente. Lo mismo sucede si alguien decidiera rechazar el uso de animales porque cree que es perjudicial para su salud o para el medio ambiente.

El veganismo proviene del convencimiento moral de que los animales deben ser emancipados de la dominación humana y que todos ellos deben vivir libres en sus hábitats naturales, en sus propios términos. Este convencimiento proviene del razonamiento lógico, de la empatía y el altruismo. El veganismo es pues un principio ético y por tanto no puede derivarse de la religión o el egoísmo o cualquier otra cosa que no sea la consideración moral por el valor inherente de los animales.

Las personas pueden ser veganas. Las conductas que realizan, como su alimentación, pueden ser denominadas veganas en tanto se refiera a una expresión directa de su personalidad; más concretamente a su pensamiento moral. Pero un objeto, el que no sea, no puede ser vegano. Hablar de «ropa vegana» o de «comida vegana» tiene tanto sentido como hablar de «ropa feminista» o «comida feminista».

Si estamos comprometidos con el veganismo de acuerdo a su definición original entonces creo que sería bueno que cuidáramos nuestras expresiones y formas de hablar. Sería bueno que aprovecháramos la ocasión para explicar el significado correcto del veganismo según fue acordado por su fundadores y que además es lo que de la su carácter peculiar al término y lo que lo hace corresponder con los principios éticos básicos.

30 de marzo de 2022

¿Y qué pasa con el resto de injusticias que no son explotación?

El veganismo fue definido de manera explícita con el propósito de oponerse a la dominación y explotación sobre los animales. Ésta es la injusticia fundamental que reside en nuestra relación con los demás animales y que merece una atención particular para poder resolverla. El veganismo tiene un sentido muy específico que se refiere exclusivamente a la injusticia de la explotación animal. Esto no significa que no debamos reconocer y afrontar la existencia de otras injusticias pero sí debemos reconocer que el veganismo se centra en una sola injusticia.

Para asumir una visión completa sobre todos los problemas morales en el mundo no es necesario tergiversar el veganismo. Para esa perspectiva global ya tenemos la filosofía de los Derechos Animales. Esta doctrina filosófica, de la cual forma parte el veganismo, abarca todas las cuestiones morales además de la explotación de seres sintientes. Si bien, tengamos en cuenta que la mayor parte de la violencia y daños que cometemos sobre los animales entra dentro de un contexto de explotación y sólo algunos determinados casos particulares —como la contaminación y la destrucción de los hábitats naturales— caerían fuera de la instrumentalización de los animales.

Al igual que los Derechos Humanos no conciernen sólo al derecho a no ser esclavo, la filosofía de los Derechos Animales no se limita al derecho a no ser propiedad. No obstante, el abolicionismo de la esclavitud humana es un movimiento particular que se centra específicamente en la violación de ese derecho fundamental que es el derecho a no ser esclavo. Pretender que el abolicionismo de la esclavitud humana abarque otras cuestiones sería distorsionar su propósito. Lo mismo sucede cuando se trata de veganismo.

Por supuesto, hay otras injusticias que afectan a los animales además de la explotación pero ¿cómo vamos a afrontarlas correctamente, de una manera justa y razonable, si primero no dejamos de considerar a nuestras víctimas como seres inferiores que existen para servirnos de objetos, recursos y propiedades? En tanto que no reconozcamos que los animales no humanos sintientes son personas no es posible que adoptemos una perspectiva que tenga en consideración sus intereses de forma igualitaria a los nuestros.

La violencia sobre los animales por motivos diferentes a la explotación no concierne directamente al veganismo. Sin embargo, mientras no haya un cuestionamiento serio de la cosificación e instrumentalización que hacemos de los animales no parece nada claro que podamos detener los otros daños y perjuicios que provocamos sobre los animales, puesto que la desconsideración por los intereses de los animales tiene su raíz precisamente en la creencia de que los animales son medios para satisfacer los deseos humanos y que ellos no poseen un valor moral intrínseco que debemos respetar.

31 de diciembre de 2021

«La Mosca» o la crítica accidental al especismo


Antes de nada, me gustaría comentar que quien haya visto esta película [The Fly, 1958] se dará cuenta de que la portadas que se diseñaron para ella no reflejan la trama de su historia —no hay ninguna mosca atacando a humanos— y que sólo buscan provocar un efecto de pavor en el público.

Aviso que en este ensayo desvelaré partes del desarrollo de la película.

La película tiene dos conexiones con obras literarias clásicas: Frankenstein de Mary Shelley y La Transformación de Franz Kafka. Sobre esta última en particular publiqué un ensayo en este blog analizando cómo se trata de un relato que también sirve de critica no intencionada al especismo. A mi modo de ver, La Mosca es una versión del mismo tema: qué sucedería si un humano adquiriera un aspecto insectoide aun conservando su personalidad. Por lo general, la película suele verse como un entretenido filme de ciencia-ficción e interpretarse como una advertencia a las consecuencias indeseables e inesperadas de la investigación científica. Pero yo creo que además hay otras perspectivas sobre el asunto.

El argumento de la película es sencillo: un científico experimental intercambia por accidente parte de su cuerpo con el de una mosca, más concretamente la cabeza y parte de un brazo, mientras que aquella mosca adquiere una cabeza humana. Esta abrupta transformación física provoca un fuerte trauma en el protagonista que lo conduce rápidamente al suicidio con la ayuda de su propia esposa. Digo que es el protagonista porque la historia de la película gira en torno a él y lo que le sucede pero creo que en realidad aparece en menos escenas que otros personajes.

Lo curioso es que no se muestra ninguna evidencia de que el científico en cuestión haya transformado su personalidad sino que sólo ha transformado su aspecto, al igual que le sucedió al protagonista de aquel relato de Kafka. Como ya señalé al comienzo, las portadas de la película muestran una mosca atacando o amenazando a un ser humano, pero no hay nada de esto en la trama. El científico decide matarse sólo porque ya no es humano y no porque se hubiera convertido en alguien con instintos asesinos ni nada remotamente similar.

En nuestra época se está produciendo una crítica a la idea de que existe un cuerpo humano ideal al que debemos aspirar —un cuerpo normativo. Este ideal establece que nuestro cuerpo debe tener una forma particular para ser aceptable. No vale con que seamos humanos sino que debemos tener una determinada altura, un determinado peso, unos determinados rasgos, una determinada simetría. Se trata de un criterio estético, y no de un criterio de salud o de practicidad, que avergüenza a quienes no encajan en esos parámetros.

Muchos humanos cuyo físico se aleja del cuerpo normativo tienen dificultades para desarrollar su vida en sociedad debido al rechazo que padecen por parte de los demás. Así, aunque el protagonista no hubiera decidido matarse ya no podría volver a hacer una vida medianamente normal porque sería objeto de estudios científicos y de constante asombro o repulsa por parte del resto de humanos. Fijémonos que en que lo ha cambiado es parte de su físico pero su mente, su personalidad, es la misma. Quizás ya no sea humano pero sigue siendo una persona.

Lo que yo veo en la película es una consecuencia de la creencia de que los animales no merecen el mismo respeto básico que entendemos que merecen los humanos o que ellos directamente no merecen ningún respeto por sí mismos. Esto es precisamente un síntoma de nuestro especismo. No hay que realizar alguna clase de interpretación forzada sino que el propio filme lo deja bastante claro.

En la versión original podemos escuchar:

Inspector, it wasn´t wong to destroy that thing? [Inspector, ¿no estuvo mal destruir a esa cosa?]

A fly-headed human? No. [¿Un humano con cabeza de  mosca? No.]

En una versión doblada al castellano podemos oír:

— Inspector, ¿no hice nada malo en matar a ese ser?

— Si no era humano no.

De la mosca que por accidente adquiere cabeza humana apenas sabemos nada hasta que en una escena final del filme presenciamos que está gritando por su vida al haber caído atrapada en la red de una araña. La escena les parece terrible a sus testigos hasta el punto que uno de ellos mata a la araña y la mosca. Ya sabemos el total irrespeto que los humanos suelen mostrar por los insectos y otros invertebrados en general. La araña caza a otros animales instintivamente para sobrevivir. En cambio, el protagonista se mata a sí mismo sólo porque ya no tiene aspecto humano y esto aunque trágico también les parece algo de lo más razonable al resto de humanos. No les parece terrible que alguien decida matarse a sí mismo simplemente porque ya no es humano.

1 de noviembre de 2021

El activismo como imperativo moral


Mi intención en esta entrada es defender la tesis de que asumir el veganismo implica también realizar activismo, al igual que asumir el veganismo implica necesariamente dejar de participar en la explotación animal; dejando de apoyar, demandar y financiar el uso y consumo de animales.

Dispongo de varios argumentos que sostienen la defensa de esta idea que quisiera exponer de manera concisa aquí. Concretamente me apoyo en dos argumentos principales. Un argumento histórico, relacionado con la fundación del veganismo, y un argumento contextual, relacionado con nuestra situación en la sociedad.

El veganismo fue creado expresamente para terminar con la explotación animal. Ése es su sentido y no otro. Recordemos que uno de los pioneros del movimiento vegano y vicepresidente de la Asociación Vegana en su época, Leslie Cross, escribió que el veganismo conformaba dos sentidos: uno negativo que rechaza el uso de animales y otro positivo que busca liberar a los animales de la dominación humana.

Por tanto, si el veganismo fue fundado para abolir la explotación animal entonces no es coherente que nos denominemos veganos si no aportamos algún esfuerzo para erradicar la explotación de los animales. Si a lo único que nos dedicamos es a intentar evitar en todo lo posible nuestra participación en dicha explotación esto quizás debería denominarse más bien abstencionismo, pero no es el veganismo tal y como fue concebido por sus fundadores.

Con esto último no pretendo menospreciar los esfuerzos por evitar el consumo de sustancias de origen animal y por encontrar alternativas al uso de animales. Ni muchísimo menos. Esto es una parte muy importante y necesaria de una vida vegana. Lo único que pretendo aclarar es que ese punto no abarca todo lo que significa el veganismo.

Al vivir en esta sociedad seguimos involucrados en la explotación animal. Es imposible vivir en esta sociedad sin tener alguna relación, aunque sea indirecta o involuntaria, con la explotación de los animales. Luego si decidimos continuar viviendo en esta sociedad, hemos contraído un deber de poner nuestros esfuerzos en reformar esta sociedad hacia el veganismo. Para librarnos de cualquier participación nuestra en la explotación animal deberíamos abandonar la sociedad y marchar a un territorio independiente de cualquier sociedad humana. Si no vamos a llevar a cabo esa opción entonces tenemos el deber de esforzarnos para conseguir la explotación animal sea abolida aquí. El mal en el que seguimos involucrados debemos tratar de subsanarlo con un bien que lo anule.

Además, irnos a vivir a un terreno aislado del resto de la sociedad humana sin duda puede hacernos lograr una coherencia total con la aplicación del veganismo en nuestra vida personal, pero esto no sería sin embargo coherente con el propósito del veganismo; que es el de abolir la explotación animal.

Ahora bien, es relevante tener presente que la necesidad moral del activismo no significa que todo activismo sea correcto por el solo hecho de ser activismo. El activismo puede ser malo o bueno; puede ser útil o inútil. El activismo en sí mismo no implica que sea bueno, útil o beneficioso. Quienes estamos de acuerdo con el enfoque abolicionista abogamos por un activismo educacional y noviolento. No apoyamos un activismo que consista en reformar la explotación animal, o que busque atacar a los centros de explotación animal o a los propios explotadores —quienes por cierto son todos aquellos que participan en la explotación animal y no sólo quienes se dedican profesionalmente a ello. Rechazamos estas formas de afrontar el problema.

Cualquier iniciativa educacional que llevemos a cabo para motivar a que la gente reflexione sobre la moralidad de su relación con los animales es activismo. La mayoría de veganos pueden promover el veganismo. Es algo muy sencillo. Sólo requiere difundir información a través de las redes sociales; hablar con nuestros amigos, familiares, compañeros, conocidos; participar en algún grupo local que promueva el veganismo por las calles y centros sociales. Esto es el activismo educacional.

Obviamente no incluyo a personas que padezcan algún trastorno de salud que en verdad les impida emprender activismo sino que me refiero al grueso de la población vegana. La gran mayoría de veganos está capacitados para difundir el veganismo. Otra cosa es que prefieran no participar o dedicar su energía a otra cosa.

Muchos veganos se sienten disgustados por las reacciones a menudo hostiles de la gente. Por supuesto que es frustrante encontrarnos continuamente con respuestas de enfado o indiferencia en otras personas. Comprendo bien que esto nos genere enojo. Sin embargo, creo que no es una razón suficiente para dejar de hacer activismo.

Para difundir el veganismo hay que estar preparado psicológicamente. Pero esta preparación es no es tan diferente de la necesitamos para afrontar nuestra vida diaria. Precisamente una de las características que distinguen al adulto de manera particular es la gestión de la frustración. Los niños gritan, lloran, se enrabietan, o caen en el mutismo absoluto, cuando se encuentran ante una frustración de sus deseos. Dejarnos vencer por la frustración sería un síntoma de infantilismo.

Sé que hay veganos que son psicólogos diplomados y profesionales. Quizás ellos podrían organizar cursos y materiales para ayudar a otros veganos a gestionar la frustración y otros inconvenientes psicológicos a la hora de promover el veganismo, y dotarles de herramientas psicológicas para afrontar más saludablemente los debates y situaciones controvertidas. El profesor Casey Taft, psicólogo clínico y activista vegano, publicó varios ensayos sobre el tema y algunos de ellos pueden leerse en este blog traducidos al español, y también en el blog del activista Igor Sanz.

Puede que tal vez no sea una tarea fácil, ni agradable, pero es algo que sin embargo debemos hacer. Debemos emplear nuestro esfuerzo en el activismo educacional para promover el veganismo y lograr así la emancipación de los animales no humanos de la dominación humana.

En este ensayo he expuesto dos argumentos. Hay un tercer argumento relacionado con la obligación de acatar principios morales. Este argumento sostiene que si los agentes morales tienen la obligación de actuar de determinada forma entonces nosotros, en tanto agentes morales, también estamos legitimados, aun obligados en cierto contexto, a conseguir que los demás agentes morales acaten dichos principios morales; incluso con la potestad de forzarlos a ello si no lo hacen voluntariamente. Pero este argumento es bastante más complejo de elaborar y prefiero postergar su explicación para otra ocasión.