25 de septiembre de 2013

La estructura de la opresión especista


La explotación de los animales no humanos es primeramente un problema de violencia cultural. Hemos asimilado la creencia de que los animales existen para servir a las necesidades y deseos humanos.

Esta violencia está basada ideológicamente en el prejuicio del especismo, que excluye a los animales de la comunidad moral por no pertenecer a la especie humana, y en la cosificación de los animales a través de una doctrina que afirma que son seres inferiores que están en el mundo para ser utilizados por los humanos.

Esta mentalidad especista fundamenta toda una dinámica de violencia materialmente estructurada contra los animales no humanos a través de las costumbres, la economía y las instituciones sociales.


Ante esta situación hay dos conductas básicas que podemos y deberíamos adoptar:


Primero; fomentar la educación de las personas a través de la crítica sobre el especismo y la opresión contra los animales. Es imposible pretender un cambio en nuestra relación con los demás animales si no hay un cuestionamiento serio de nuestras creencias y nuestros hábitos.


Segundo; animar a la ruptura con las dinámicas de consumo que apoyan la opresión especista en los diferentes estratos sociales —individuos, familias, empresas— mediante la difusión educativa del veganismo. Explicar que es injusto utilizar a los animales, y que podemos vivir saludablemente sin utilizarlos, es una actividad fundamental para lograr detener esta violencia.

La violencia contra los animales no es un caso aislado sino que se trata de una actividad social que se practica sistemáticamente. Los animales son violentados para servir de comida, de vestimenta, de entretenimiento, y otra serie de fines para beneficio de los humanos que los explotan.

La clave para termina con la opresión sobre los animales es el veganismo



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